Andalucia Abierta Por Vacaciones 2023
El Corredor Verde del Guadiamar, manual de resistencia natural
25 años después de la tragedia de Aznalcóllar, la zona no sólo sobrevive, sino que constituye un enclave turístico de primer orden en el que poder disfrutar de numerosas actividades en la naturaleza
Esperanza Fuentes H ace un cuarto de siglo, en 1998, la oscuridad y la destruc- ción anegaron las aguas del río Guadiamar. La rotura de una balsa de residuos de la mina de Aznalcóllar, en la provincia de Sevilla, convirtió este afluente del Guadalquivir en el escenario de la mayor catástrofe ambiental de España hasta la fecha del desastre. 25 años más tarde, el Guadiamar y todo su entorno es un referente de turismo activo. Un ejemplo de resiliencia (y resistencia) natural que ha sido capaz de transformarse y ser una de las zonas más visitadas por los amantes del ocio en la naturaleza de toda la provincia e, inclu- so, de la región. El antiguo Wadi-Amar o río de príncipes, como lo llamaron los ára- bes, nace en El Castillo de las Guardas , en Sierra Morena. Desde ahí re- corre su camino hacia el sur, entre el monte mediterráneo y dehesas, tierras de cultivo y arenas y pinares que lo arropan e n su desemboca- dura, en las marismas de Doñana , donde se une ya al Guadalquivir. Hoy es una tierra rebosante de vida que abre los brazos a propios y ajenos. Una recuperación sin precedentes El desastre de la mina fue toda una tragedia desde el punto de vista natural y económico. Fueron seis millones de toneladas de barro tóxi-
El Guadiamar tiene una rica avifauna con una gran diversidad de aves zancudas
co y aguas ácidas, ricas en zinc y arsénico, las que se vertieron al Guadiamar. El deterioro ambiental llegó al límite del Parque Nacional de Doñana. El paisaje ribereño, sus suelos, sus ecosistemas, las aguas… Todo se vio afectado. Incluso la fauna, que comenzó a desplazarse a otros espacios naturales. Sin embargo, este desastre también fue un punto de inflexión para toda la cuenca del Guadiamar. Los trabajos de recuperación acometidos por las instituciones (que se ex- tendieron durante varios años) dieron paso a dos figuras de protección ambiental inexis- tentes en la zona hasta entonces: el Paisaje Protegido «Corredor Verde del Guadiamar», el primero de Andalucía, y una Zona de Es- pecial Conservación (ZEC): el Corredor Eco- lógico del Río Guadiamar. Una oportunidad única para reconvertir la zona, para regene- rarla, forestarla, restaurarla hidrográfica- mente y convertirla en lo que hoy es: todo un
reclamo para el turismo de toda Andalucía. Se ha conseguido no sólo la recuperación natural de la zona, sino también dotarla de equipamien- tos e infraestructuras que permitan el uso público del espacio con el objetivo de poder desarrollar en él actividades de educación ambiental y de ofrecer a los visitantes una oferta de ocio singular. Todo ello desde el respeto a los valores naturales de toda la zona del Guadiamar que ha vuelto a convertirse en lo que era hace años: un área de conexión entre Sierra Morena y los sistemas litorales de Doñana. Un pasillo ecológico que incluso permite el intercambio de especies entre ambas zonas. Sesenta kilómetros de recorrido que conforman el sendero señalizado del Guadiamar. Un camino riquísimo y variado en el que nos encontramos con paisajes y ecosistemas diversos entre los que destacan la ribera, la marisma fluvial o el monte mediterráneo y que el visitante puede recorrer a pie, en bicicleta o a caballo. El epicentro del desastre Quizás el punto de partida para entender qué pasó en esta zona y la importancia de todos los proyectos de recuperación que se han acome- tido sea el Centro de Visitantes Guadiamar, en el propio municipio de
J.M. SERRANO
El Vado del Quema, en el Guadiamar, es un lugar de paso en la popular romería de El Rocío
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