Andalucia Abierta Por Vacaciones 2023
Caminando al filo del Mediterráneo
Los acantilados malagueños nos dejan asombrosas estampas como ésta
Los acantilados de Maro-Cerro Gordo preservan parte de su magia virginal gracias a su agreste orografía en una de las costas más saturadas de Andalucía, entre Málaga y Granada Aristóteles Moreno H ace tan solo 40 años, la cala de Cantarriján era un paraíso escondido ante el avance desbocado del turismo masivo de playa. Su abrupta belleza resistió emboscada en las estriba- ciones de la Sierra de Almijara, que se derrama entre barrancos sobre el azul profundo del Mediterráneo. Bajar a la boca de mar de Canta- rriján no era fácil. Había que descender por un largo y pendiente ca- mino de tierra hasta dar con esta sorprendente ensenada natural de aguas cristalinas y silenciosas. Su providencial aislamiento la convirtió
en refugio de bohemios y nudistas, que, aún hoy, unas cuantas décadas después, siguen resistiendo pese a la creciente presencia de bañistas textiles. La de Cantarriján es la más conocida de la media docena de calas que jalonan los acan- tilados de Maro. Sus soberbios despeñaderos, esculpidos caprichosamente por la acción corrosiva del mar y del viento, se extienden a lo largo de 12 kilómetros justo en el cruce de las provincias de Málaga y Granada. Parte de este agreste balcón sobre el mar es transita- ble. No es una ruta fácil. Tampoco imposible. Solo hay que calzarse zapatillas de trekking y poseer una mínima experiencia en senderos de media montaña. La recompensa supera de largo el esfuerzo. La ruta que proponemos arranca en la lo- calidad costera de La Herradura . Es preciso atravesar el paseo marítimo en busca de la
La Cala del Cañuelo es uno de los parajes imperdibles de esta zona
de las formidables atalayas que vigilan el Me- diterráneo. Es el momento ideal para echar un trago de agua o tomar una fruta, mientras nuestros ojos se bañan en el azul inabarcable que funde el cielo y el mar. Desde aquí se divi- sa la diminuta cala de la Doncella y su edén de rocas y agua pura. Para conquistarla hay que apartarse del sendero y descender con cui- dado por la ladera. La ruta continúa hasta la cala del Cañuelo, la más abierta de todas. Para bajar a su playa hay que destrepar con cautela por una escorrentía algo resbaladiza . El Ca- ñuelo es el final de nuestro trayecto. Un baño reconstituyente y una cerveza fresca en uno de los dos chiringuitos son justa recompensa a una ruta sobre el filo del Mediterráneo que nos habrá llevado casi dos horas de camino. Es recomendable dejarse guiar por el GPS del móvil con una de las rutas descargadas pre- viamente de Wikiloc.
Aunque los vehículos tienen prohibido el descenso a la cala de Cantarriján, un microbús transporta cada media hora a una veintena de bañistas
urbanización más occidental de la bahía que asciende gradualmente hasta el peñón de Cerro Gordo . Justo en el vértice natural se levanta una soberbia atalaya del siglo XVI, desde donde se contempla la ma- jestuosidad de los acantilados de Maro que estamos a punto de reco- rrer. Merece la pena remontar un pequeño sendero que se inicia detrás del merendero hasta alcanzar la punta del peñón. Las vistas son sen- cillamente prodigiosas. Bajamos nuevamente al merendero y tomamos la antigua carrete- ra nacional hoy ya en práctico desuso. En menos de un kilómetro, un viejo camino desciende hacia la cala de Cantarriján por un bosquecito vertical salpicado de media docena de chalés. Desde la altura se divisan los tonos azules y verdes de un mar penetrante y cristalino. El clima templado del Mediterráneo permite adentrarse en esta ruta durante todo el año. Y a partir de abril la temperatura del agua ya invita a darse un refrescón para aliviar la caminata. En verano, la cala es frecuentada por bañistas y, aunque los vehículos tienen prohibido el descenso, un microbús transporta cada media hora a una veintena de personas. Una vez atravesamos la cala de Cantarriján remontamos por la ram- bla hacia el interior hasta tomar un sendero que trepa por la ladera oeste buscando nuevamente la costa. En pocos metros, ascendemos a otro balcón natural de vistas impagables . El sendero nos lleva por un bosquecillo colgado del acantilado hasta la torre de la Caleta, otra
La costa malagueña rompe con sus rocas el Mediterráneo
Datos de la ruta Botas: 2,5
Distancia: 17 kilómetros (ida y vuelta) Desnivel subida acumulado: 320 metros Desnivel bajada acumulado: 312 metros Altitud máxima: 217 metros
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