Bulevar Sur Nº 11 NOV-2021

| Made in Sevilla ¿Cómo era el lugar donde te criaste en Nápoles? Vivía en una casa aislada no muy lejos de la ciudad, en una colina rodeada de viñedos y desde mi ventana, estirando un poco el cuello, ¡podía ver el mar! Vivir en una casa apartada tiene sus inconvenientes —muchas veces los compañeros de juego son imaginarios—, pero también muchas ventajas. Pa- saba el tiempo construyendo casas en los árboles, un fortín y varios escondites, ¡como preparándome para alguna gue- rra. Aprendí a utilizar un serrucho y un martillo antes que a montar en bici. ¿Cuál fue el detonante para elegir tus estudios? De forma indirecta, me influenció bastante la figura de mi padre en querer seguir un camino que tuviera algo que ver con la creatividad. Estoy convencido que él habría podido ser un buen arqui- tecto, pero en su juventud se dejó fascinar por el frívolo entorno de la fo- tografía de moda retrata- do por la famosa película Blow Up de Michelangelo Antonioni, que se estrenó en 1966 cuando acababa de cum- plir 22 años. Me crié rodeado de una atenta colección de mobiliario clási- co, especialmente de origen inglés de principios de siglo XIX, un estilo en perfecto equilibrio entre funcionalidad y la esté- tica. Aprendí a buscar justamente este sutil equilibrio entre la funcionalidad y la estética, el gusto por las distintas esencias de madera y el uso honesto de los materiales como la piel, el acero, el latón, etc. Necesitaba ejercer un trabajo que me per- mitiera seguir jugando y disfrutando de esta pasión por los materiales y el diseño. Así entré en la facultad de Arquitectura. Otra gran experiencia formativa fue, durante casi diez años, la de restaurar con mi padre un antiguo coche que teníamos en el garaje. Estaba realizado de chapa sobre un armazón de madera de fresno y terminado con todo tipo de acabados

nobles. Tocar y trabajar con tus manos estos materiales te hace aprender muchísimo de su comportamiento y de sus virtudes y limitaciones. Todo esto sigue vivo en mí cada vez que me enfrento a un proyecto. ¿Quién influyó en tumanera de entender la arquitectura? Creo que, entre otros maestros, gran parte de lo que soy ahora se lo debo a mi padre. De él aprendí el gusto por la belleza, el uso sabio de la luz para crear distintas atmósferas y la impor- tancia de los pesos y las proporciones en la composición de una imagen. Obviamente, más tarde llegaron otros maestros, como Antonio Cruz y Antonio Ortiz, con los cuales he tenido la suerte de trabajar durante casi una década.

Además de en arquitec- tura ¿fomentas la cultu- ra en otros campos? La arquitectura te absorbe, te llena y a veces te vacía el alma. Hay que tener mucho cuidado con ella porque llega a ser adictiva y te olvidas de que existen

«Mi padre, fotógrafo de moda, me influenció indirectamente para seguir un camino relacionado con la creatividad».

otras cosas. Me gustaría volver a pintar y a escribir, que am- bas cosas se me daban muy bien de joven. Pero de momento vuelco toda mi energía en mi trabajo y me queda muy poco tiempo para otras cosas. Llegaste a Sevilla en 2012 ¿elegiste la ciudad o ella te eli- gió a ti? Llegué a Sevilla casi por casualidad. Andaba un poco cansa- do del panorama en Italia. Veía a mi alrededor una situación de estanqueidad: todo se movía muy lento y los clientes me hacían muchas promesas, pero concretar era muy difícil. Un amigo me informó de una beca de trabajo con destino Se- villa o Valencia. Yo estaba muy reticente a volver a ponerme en juego y cambiar de país con la veneranda edad de 29 años, ¡que en aquel entonces me parecían muchos años! Al final mi ami- go me dijo: “Anda, Giordano, si solo son 4 meses, tómatelos

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Interior de las zonas comunes del Hotel Becquer. Infografía: LIINEA STUDIO.

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