Centenario Concurso Patios Córdoba

Centenario Concurso Patios Córdoba

2 CENTENARIO DEL CONCURSO DE PATIOS CÓRDOBA 1921-2021

DOMINGO, 2 DE MAYO DE 2021 ABC abcórdoba.es

Visitantes en el Patio de Marroquíes, 6

UNA TRADICIÓN SECULAR QUE PERVIVE

C órdoba conserva al menos dos ejemplos visibles de patios romanos, en el hotel Hospes Palacio del Bailío y en la calle El Algarrobo esquina a Los Chopos (Huerta de San Rafael), y otros dos árabes en Medina Azahara, nom- brados de la Alberca y de los Pilares, a los que cabría añadir el de abluciones de la Mezquita, hoy Patio de los Naranjos. Simplificando mucho, el patio romano aportó el peristilo de columnas con una fuente central, mientras que los árabes, de vida POR FRANCISCO SOLANOMÁRQUEZ CÓRDOBA

Patios cordobeses, una intimidad compartida

Desde 1921 el Concurso municipal ha celebrado 80 ediciones, en las que han participado unos 320 recintos, en buena parte desaparecidos ∑

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CÓRDOBA 1921-2021

DIRECTOR ABC Julián Quirós | DIRECTORA GENERAL ABC Ana Delgado | DIRECTOR ABC ANDALUCÍA Álvaro Ybarra | DIRECTOR ABC CÓRDOBA Francisco J. Poyato Pino | DTRA. COMERCIAL ABC CÓRDOBA Joaquina López Jurado | DISEÑO Y FOTOCOMPOSICIÓN msoldán | DIRECTOR GERENTE ABC ANDALUCÍA Álvaro Rodríguez Guitart | Editado por Diario ABC, S.L. San Álvaro, 8, 1º 3 - 14003 Córdoba | Fotos: Valerio Merino, Rafa Carmona, Álvaro Carmona y ABC | PORTADA: Foto coloreada del Archivo de ABC | ILUSTRACIONES: Estrella Fernández-Martos

Patio de Badanas 15, primer premio en 1967

LADIS

camino entre el monumental y el popular puede situarse el patio señorial de cancela, legado del siglo XIX. Pinceladas del Concurso Hace ahora un siglo, en mayo de 1921, el Ayuntamiento presidido por Francisco Fernández de Mesa convocó un Concurso de Patios, Balcones y Escaparates dentro del programa de la Feria de la Salud. Sólo se inscribieron tres, que se repartieron, por este orden, los úni- cos y modestos premios: Empedrada 8, Buen Pastor 17 y Almanzor 11. Un fracaso. Cuatro años más tarde el alcalde José Cruz Conde, aconsejado por Enrique Romero de Torres, convocó un con- curso de cruces de mayo en patios y rincones típicos, que se mantuvo cinco años, hasta que la crisis del 29 acabó con él. El Concurso de Patios se reanudó con vocación de continuidad en 1933, plena República, siendo alcal- de Francisco de la Cruz Ceballos. En un reportaje no hay espacio para recorrer su historia, aunque sí para señalar, al menos, algunos hitos, como su reactivación en 1956 gracias a la apuesta del alcalde Antonio Cruz Conde, que creyó en los patios como sustento de unas fiestas singulares, arropadas por el Festival de los Patios, que aún mantiene una veintena de actua- ciones artísticas en patios y plazas. A partir de 1979 los ayuntamien- tos democráticos redoblaron su interés por el Concurso, cuyos pre- mios y ayudas fueron mejorando sustancialmente, lo que incremen- tó la participación, hasta estabili- zarse en la cincuentena. A lo largo de los años el Concurso ha sido tes-

tigo de la desaparición de muchos patios populares de casas de veci- nos, pues las bajas rentas no per- mitían el adecuado mantenimiento de los inmuebles, al tiempo que las nuevas generaciones huían de aquel hacinamiento en infravivien- das que compartían cocina, pila de lavar y váter, pues aspiraban a viviendas más confortables, lo que dio paso a la paulatina incorpora- ción al certamen de patios unifa- miliares. El cambio generacional se reflejó también en la estética y en la flora de los patios concursantes cuyas bases establecieron en 1997 la distinción entre arquitectura Antigua y Moderna; la primera decreciente, en la proporción en que aumentaba la segunda. Ya que no es posible recorrer la historia del Concurso, valgan al menos algunos datos significati- vos. El número de certámenes cele- brados hasta hoy asciende a 80, cifra que subiría a 87 si se conside- rasen también los concursos dedi- cados a la variante de cruces en los patios. El número de patios dife- rentes participantes en el certa- men municipal asciende a unos 320, de los que han desaparecido cerca de la mitad. Se puede establecer una clasifi- cación de los patios según el núme- ro de primeros premios consegui- dos, en la que ocuparían un imagi- nario podio los patios de San Juan de Palomares 11 (antes 84), con doce; Badanas 15, con diez, y Marroquíes 6, con ocho, seguido de cerca por Trueque 4, con siete. Otra clasificación interesante obedece al número de veces que han con- cursado, y aquí el campeón sería el

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proyectada al interior de las vivien- das, incorporaron los arriates y el pozo para el riego, creando así huertos y jardines a modo de pequeños paraísos. Un modelo que en 1873 hizo exclamar al escritor italiano Edmundo D’Amicis al con- templar en Córdoba unos patios que le cautivaron: «¡Estoy en Oriente!». Sobre aquellos remotos antece- dentes las sucesivas épocas histó- ricas y estilos artísticos fueron cre- ando patios monumentales de estirpe mudéjar, renacentista y barroca, de los que perviven nume- rosos ejemplos en conventos, pala- cios y antiguos hospitales, bastan- tes de ellos adaptados a usos oficia- les, culturales y docentes. A medio

EN 1921, EL AYUNTAMIENTO PRESIDIDO POR FRANCISCO FERNÁNDEZ DE MESA CONVOCÓ UN CONCURSO DE PATIOS, BALCONES Y ESCAPARATES

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patio de Trueque 4, con 45 partici- paciones, seguido de San Juan de Palomares 11, con 43; Escañuela 3, con 39; San Basilio 22, con 38; y Agustín Moreno 45-43 y Tinte 9, con 35 ambos. Son los más perseve- rantes. (Esta clasificación no inclu- ye los patios fuera de concurso). Fruto de la abnegación Cuando Tránsito, con 83 años, cayó en cama, muy malita, y presintió que se acercaba su fin, reunió a sus tres hijas en la alcoba y les ordenó que cuando muriese mandaran incinerar su cuerpo y repartieran las cenizas entre los arriates y macetas del patio. «Pero mamá», intentó contradecirla María, la mayor. «Es mi voluntad, hija». Y así lo hicieron dos semanas después, cuando expiró. Luego, cuando se abrió el plazo, las hijas inscribieron su patio en el Concurso municipal. Y ganó el primer premio. Un triun- fo póstumo de Tránsito, cuyas cenizas habían fertilizado las macetas hasta el punto de dar las mejores flores aquel año. Es un cuento. Pero puede simbo- lizar el apego inquebrantable de las viejas cuidadoras a sus patios, en los que se sienten como reinas de la casa. La vida de Carmen Montilla no tenía sentido sin su patio de Trueque 4, que siguió cuidando postrada en una silla de ruedas. Josefa Gómez derramó muchas lágrimas cuando el pulgón atacó su limonero de San Juan de Palomares 11. Una vecina de San Basilio 29 le pidió a su hija, cuando agonizaba, que no dejase de regar las macetas. Y hay cuidadores que le ponen música a las plantas. Un mundo. Muchas son herederas de aque- llos patios que describe la pluma costumbrista de Ricardo de Montis, escenarios de fiestas fami- liares como «el otorgo, el casa- miento, el bautizo, la vuelta del sol- dado», siempre con acompaña- miento de «guitarras que alegran el alma», «cantares sentidos que lle- gan al corazón» y bailes, sin olvidar las caracoladas y sangrías que se organizaban algunos sábados por la noche y se prolongaban en bailes hasta el amanecer. Inicialmente las plantas de aque- llos patios tuvieron un carácter uti- litario relacionado con la cocina, como el laurel, la yerbabuena o el perejil, sin olvidar especies frutales como naranjos, limoneros y parras, que proporcionaban fruta y som- bra para el tórrido verano. En los patios suele haber plantas trepado- ras, que cubren los muros, así

Patio de Enmedio 25, en el Alcázar Viejo, primer premio en 1957

LADIS

gitanillas no son tan nuestras como creemos, pues proceden de Sudáfrica y llegaron a Europa hace tres siglos. Bases y jurados Los concursos de patios populares se rigen por unas bases, al princi- pio sencillas, que se han ido alar- gando y complicando en las últi- mas décadas. Durante muchos años establecían como rasgo a valorar el «carácter cordobés» del patio, aunque sin llegar a precisar en qué consistía. Algunos cronistas de antaño defendían la pureza y ornato natural a base de flores, y rechazaban artificios y elementos ajenos, algunos tan discordantes como banderas de partidos políti- cos como se vieron en la República. Si se me permite un testimonio personal, he vivido la experiencia como jurado en dos épocas distin- tas. La primera a finales de los años sesenta, cuando nos desplazába- mos en vehículos municipales, escoltados por policías motoriza- dos que abrían paso a la comitiva. «Que viene la comisión», alertaba una vecina. En algunos patios las niñas de la casa vestidas de gitanas improvisaban bailes, que las bases valoraban. Mientras observábamos el patio y tomábamos nota de sus méritos el secretario de la comi- sión animaba a las muchachas de la casa a inscribirse en el concurso de Reina de los Patios, que se cele- bró entre 1962 y 1983. Eran recintos modestos y limpios, con abundan- cia de flores cuidadas con primor en macetas y arriates, todo natural, pues eran patios vividos. La segunda experiencia como jurado ha sido más reciente, en los

Cartel del Concurso de Patios de 1933

ARCHIVO MUNICIPAL

como herbáceas y vivaces en mace- tas que florecen en primavera. Los botánicos han identificado unas 180 especies diferentes. Entre las más habituales siempre figuraban los geranios y gitanillas, hasta que una palomita siniestra las fue exterminando y ahora se sustitu- yen por surfinias y otras innova- ciones. A fin de cuentas, geranios y

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rizada por la creciente afluencia de visitantes que forman largas colas para visitarlos, especialmente en el barrio de San Basilio. Se intentó gestionar la avalancha con reser- vas on line, que no dieron resulta- do, o con la contratación de contro- ladores que ordenasen un flujo que, por otro lado, ha ido alejando de los patios a muchos cordobeses, alérgicos a las colas. No quiero acabar sin reconocer la acción salvadora emprendida por los Amigos de los Patios, que recu- peraron los de San Basilio 50 –abierto todo el año– y Siete Revueltas 1 o Casa de las Campanas, esfuerzo al que se sumó más tarde la empresa municipal Vimcorsa con la adquisición de patios tan representativos como San Juan de Palomares 11 y Trueque 4, sede de un centro de interpreta- ción ahora cerrado. Destacable es también el papel aglutinador, dialo- gante y reivindicativo de Claveles y Gitanillas, asociación que agrupa a propietarios y cuidadores, las ver- daderas almas de los patios, que sustentan este milagro.

años 2014 y 2015. Las bases se habí- an ido complicando y había que dedicar una tarde a leer, compren- der y subrayar sus siete folios. Las visitas eran aceleradas, apenas seis o siete minutos, pues había que recorrer cada tarde catorce patios a pie y puntuar cada uno de los siguientes aspectos: Conservación, mantenimiento y presentación; Mantenimiento y floración de las plantas; Variedad floral y número de plantas; Vida y trato humano, y Estética general del patio. Imposible en tan escaso tiempo hacer una valoración aquilatada de los méritos de un patio, lo que no impedía llegar a un fallo aceptable mediante la suma de las puntua- ciones particulares. Bastantes eran ya patios «de diseño» que incorpo-

raban plantas de floristería. El título de la Unesco

Cuando el 6 de diciembre de 2012 la Fiesta de los Patios fue reconocida por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, al tercer intento, comenzó una nueva etapa caracte-

Calle San Basilio con colas de gente para ver patios

VALERIO MERINO

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T odo empezó en la calle Empedrada. En el por- tal 8. El patio en torno al cual se organizaba la vida de esa casa de vecinos resultó gana- dor del primer certamen munici- pal. En mayo de 1921. Martín de Roa, 9 y Pastora, 2, fueron los recintos premiados en la última edición que pudo celebrarse con normalidad en 2019. Entre la calle Empedrada y Martín de Roa se articula un reco- rrido emocional, sentimental y social que retrata 100 años de la his- toria de Córdoba. Una mirada sin- gular e identitaria a una ciudad que se explica a través de sus patios. El certamenmunicipal de patios, la Fiesta de los Patios, conmemora su centenario con rotunda vitali- dad al ir evolucionando y adaptán- dose a los tiempos sin renunciar a las señas de identidad que siempre la han impregnado. Los Patios de Córdoba son hoy Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Y lo son gracias al patrimonio humano que represen- tan personas que llevan toda la vida cuidando estos recintos y abriendo sus puertas para que todos podamos disfrutarlos. Los patios nos hacen diferentes, singu- lares y auténticos. Representan un modelo singular de convivencia, reivindican la cultura y el respeto a una arquitectura singular. El Ayuntamiento trabaja para celebrar el centenario de los patios. Si las circunstancias sani- tarias lo permiten, se desarrollará un programa de actividades amplio y diverso a lo largo de todo el año desde diversas áreas muni- cipales para reivindicar la impor- tancia de los patios como esencia y alma de toda Córdoba. No ha ninguna cita que nos iden- tifique y nos proyecte en el mundo como la Fiesta de los Patios. Traslada nuestra identidad y una forma convivir, de conservar tradi- ciones ymanifestaciones culturales. Tenemos la obligación de conser- var y proteger esta cita que es patri- monio mundial. Dialogando con quienes la hacen posible –propieta- rios y cuidadores–, conservando espacios y desarrollando iniciativas que consoliden la vida en estos recintos. Espacios vivos que atra- pan cuantas esencias dejan quienes viven y nos visitan cada año. Los patios de Córdoba represen- tan, como decía Ricardo Molina, el suspiro de otros días en sus arcos. Suspiros que son retazos de histo- ria de nuestra ciudad. Emociones contenidas, respeto a la tradición, diálogo, lento transcurrir del tiem- po... Que miran al pasado y que invitan a vivir intensamente el presente. Mirar al futuro con la

Un patio con pozo en la Axerquía de Córdoba

ARCHIVO DEL AYUNTAMIENTO DE CÓRDOBA

UNA FORMA SINGULAR DE CONVIVIR Y CREAR CULTURA

cada año abren sus casas para que miles de personas disfruten de rin- cones singulares, plenos de colori- do y belleza floral. Todo empezó en la calle Empedrada 8, y se extendió por el conjunto del casco histórico de Córdoba. Hoy, la Fiesta de los Patios acoge medio centenar de recintos, vinculados a arquitectu- ra antigua y moderna, que reivin- dican que la cita del centenario será un rotundo éxito gracias a un esfuerzo colectivo, al compromiso- común de toda la ciudad.

JOSÉ MARÍA BELLIDO ROCHE ALCALDE DE CÓRDOBA

ambición necesaria e imprescindi- ble para mejorar cada año la Fiesta de los Patios. Tenemos todos la obligación y la tremenda responsabilidad de pro- teger el legado social y cultural que representan los patios, trabajar para mejorar esta cita, de la mano de todos los que hacen posible que

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El emblema de Patrimonio Mundial a una costumbre cordobesa EL SELLO UNESCO

Desde diciembre de 2012, la fiesta por antonomasia de la ciudad es, en cierta forma, de toda la humanidad ∑

vida en desuso. El festival se armó hace ahora cien años por primera vez como una fórmula turística para dar a conocer un modo de vida que estaba reducido a las cla- ses populares. Los expertos en el urbanismo cordobés han estableci- do de forma clara que aquellas casonas de determinadas partes del Casco Histórico empezaron a cuartearse para que cupiesen las numerosas familias pobres bajo un sistema en el que se compartían determinadas estancias como las cocinas o los lavaderos. La orna- mentación floral de los patios era una forma de escapar de aquella pobreza que acabó siendo tradi- ción popular. Los trabajos para que los Patios de Córdoba fuesen considerados como Patrimonio de la Humanidad forman parte de un trabajo en el que participaron varias corpora- ciones municipales. Los trabajos arrancaron en 2007 con Rosa Aguilar en la Alcaldía, siguieron con Andrés Ocaña en el cargo y los remató José Antonio Nieto. Las for- mas de encarar la candidatura y sus contenidos no siempre fueron homogéneas. La mayor parte de las cuestiones relacionadas con el fortalecimien- to de la fiesta bien nunca llegaron al dossier definitivo o no se han cumplido. El establecimiento de procedimientos de financiación de carácter público-privado ha sido siempre una necesidad en todos los análisis que se han puesto sobre la mesa. La primera idea fue la creación de una fundación para los Patios a imagen y semejanza de lo que ocurre en el Carnaval de Cádiz, con presencia municipal pero con los propietarios y cuida- dores con voz y voto. Ese instru- mento permitiría, decían los

POR RAFAEL RUIZ CÓRDOBA

E l seis de diciembre de 2012, la cumbre de la Unesco de París con- sideró que la Fiesta de los Patios era, en cier- ta manera, de todos los seres humanos. En una reunión plácida, sin grandes sobresaltos, la candidatura cordobesa se unió a la Mezquita-Catedral y al Casco Histórico como elementos que merecen una protección interna- cional. Luego llegaría la inscrip- ción de Medina Azahara. La inscripción de los Patios fue a la segunda. El proyecto se presentó un año antes en el Cumbre de Bali. Y Los Patios nunca lo tuvieron todo a su favor. Los informes pre- vios de los órganos subsidiarios establecían determinadas lagunas de información. Los responsables del Gobierno ante la Unesco toma- ron una decisión que fue clave: se optó por retirar la candidatura antes de que se debatiera y volverla a presentar un año después con el propósito de rellenar esas lagunas de documentación que los técni- cos de la Unesco reclamaban que versaba sobre cuestiones de gober- nanza. Una de las claves más relevantes es que la Unesco nunca inscribió los patios, los recintos físicos. Al contrario, se determinó incluirla en la lista de Patrimonio Inmaterial que es una categoría que ha recibido un impulso rele- vante con el propósito de realizar una protección de las costumbres, de las formas que tienen los pue- blos de expresar lo que hacen desde tiempos inmemoriales. Los Patios, en ese sentido, es una fiesta pero también un modo de

INTENTOS EL EXPEDIENTE TUVO QUE PASAR POR DOS

CUMBRES DISTINTAS

CONSECUENCIAS LA DESIGNACIÓN GENERÓ UN FUERTE IMPACTO EN VISITANTES

Patio de San Basilio, 50

Miembros del gobierno municipal, a la espera de la decisión

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FOTOS: VALERIO MERINO

impulsores de la idea, captar dine- ro de empresas interesadas en poner su imagen detrás de la fiesta. La reelaboración final tuvo que hacerse a marchas forzadas por un equipo de trabajo que coordinó la directora del Archivo Municipal, Ana Verdú, quien siempre confesó que la complejidad pasaba por explicarle a alguien de Cincinatti cómo es una tradición que consiste, básicamente, en dejar entrar a per- sonas desconocidas en casas priva- das que están engalanadas como el jardín de un palacio. Uno de los problemas que puso la Unesco estaba en que la Fiesta de los Patios no formaba parte de ningún catálo- go de protección de las autoridades nacionales o autonómicas. La tra- dición fue incluida en el Atlas Inmaterial de Andalucía con el objetivo de que no hubiesen pegas administrativas contra el proyecto.

La sesión final, en París, fue mucho más plácida de lo que se esperaba. La dificultad fue siempre previa y estuvo también relaciona- da con las preferencias de las auto- ridades autonómicas y estatales que dosifican, cada vez más, la pre- sentación de estos expedientes a la Unesco siguiendo las nuevas direc- trices que piden a los gobiernos que seleccionen lo que merece y no merece la pena. Los Patios de 2013 fueron los primeros que se desarrollaron bajo el sello de la agencia internacional de la ONU para la educación y la cultura. Y la respuesta fue la que más o menos se esperaban. Se produjo un incre- mento sustancial de visitas hasta llegar al millón de visitas que se anunciaron por el Consistorio en 2018 apenas cinco años después. El éxito ha sido también el pro- blema. Hasta que apareció el

Covid, el dilema se encontraba en cómo encauzar auténticas riadas de personas que, sobre todo los fines de semana, se apostan en los barrios más señeros. En un momento dado, se optó por cobrar una entrada, una pequeña canti- dad disuasoria. Se basaba en un estudio realizado en 2010 que decía que la mayor parte de los visitantes estaban conformes. La conclusión es que era una medida contra el espíritu de la fiesta misma. El galardón Unesco ha permitido que los Patios, que ha sido la única fiesta que no se ha dejado de cele- brar por el impacto del coronavi- rus (en 2020 hubo edición fuera de fecha pero hubo), sea una realidad todo el año para quien así lo desea mediante actividades concretas en Navidad o Semana Santa. Un acti- vo real para el sector turístico.

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Plaza de Las Tazas, 11

La arquitecta Cristina Bendala compró en 1972 una casa de vecinos justo en pleno éxodo hacia barrios como Cañero: desde entonces conserva en ella la esencia de una forma de vida perdida ∑ El bambú de la memoria

fueron los confidencias de los inquilinos de los cuartos, la charla sobre el guiso del día de las muje- res mientras el hombre sudaba en la fábrica o en el tajo, la riña de los niños en el trocito de cielo que compartían y bajo el sol de todos bajo el que se hacían muchachos y luego hombres sin darse cuenta. Hoy, con la vivienda hecha a la medida de Cristina y de su fami- lia –menguada por la marcha de los hijos en busca de sus propios destinos–, la conversación común y el pan de todos les pertenece a ella y a los usuarios de los aloja- mientos turísticos incrustados en su propiedad, que es ancha, espa- ciosa y generosa en la vegetación que capitanea un bambú en el cen- tro de la estancia, a la que su dueña le ha impuesto un afán didáctico y memorial desde el umbral a la teja más alta.

an un bien preciado de Córdoba que había que mantener a toda costa. «Esta es una fiesta preciosa, tenemos que colaborar en todo lo posible para que siga viva», asegu- ra la propietaria del amplio inmue- ble cercano a La Magdalena, y que goza del aprecio del vecindario y de la envidia sana de quienes gustan de esa forma de vida tan sutil que combina la intimidad de las cosas privadas con la sal de la conviven- cia con el extraño. Antes, en el últi- mo tercio de la centuria pasada,

POR RAFAEL A. AGUILAR CÓRDOBA

L a casa de Cristina Bendala en la plaza de Las Tazas, a un paso de Regina, ha crecido con- forme ella ha ido cum- pliendo años y su vida enriqueciéndose de amores, hijos y amigos. En el principio de todo hubo una chica joven, de menos de treinta años, que llegó a Córdoba desde su Sevilla natal cuando la década de los 70 del siglo pasado principiaban. Era la época en la que el casco histórico estaba asis- tiendo a un fenómeno centrífugo que expulsaba de los caserones de viviendas compartidas a sus inqui- linos de siempre, que buscaban en los barrios por entonces nuevos las comodidades que las cocinas y los servicios compartidos no les permitían. «Creo que la mayoría de las familias que vivían aquí, más de diez, se fueron a Cañero, a sus casitas bajas. Cuando esto se quedó vacío yo lo compré. En ese momento el aprecio por el casco antiguo de Córdoba era muy poco», dice la arquitecta. Ella misma recuerda, cuarenta años después de comprar la casa en la que vive desde entonces, que justo cuando firmó sus escrituras circu- laba con vehemencia entre los cír- culos ilustrados de la ciudad el célebre artículo del fallecido Carlos Castilla del Pino que llevaba el título de «Apresúrese a ver Córdoba», y que llamaba la aten- ción acerca del galopante abando- no del núcleo monumental de la ciudad. Bendala, que llegó a ser concejala en las dos primeras corporaciones democráticas, primero con el PSA y después como independiente el PCE, supo desde siempre que los Patios, con mayúsculas, constituí-

«ESTA ES UNA FIESTA PRECIOSA, TENEMOS QUE

COLABORAR EN TODO LO

POSIBLE PARA QUE SIGA VIVA»

Cristina Bendala en su patio

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Aceite, 8

José Antonio Espinosa vive con su familia desde 1993 en la casa de vecinos que convirtió en unifamiliar junto a la calle Agustín Moreno ∑ La alberca de resonancias latinas

en los que una decena larga de familias compartían el jabón y el secadero hay desde hace tres décadas y pico una casa unifami- liar que abraza a un patio esplén- dido de más de trescientos metros cuadrados y tres cuerpos, el pri- mero llamado de Los Chinos por su característico pavimento, el segundo de Las Orzas y el tercero de La Piscina. Justo la alberca es una de las señas de identidad más caracterís- ticas de la propiedad de José Antonio Espinosa. «Al principio la teníamos en alto, luego la cambia- mos más o menos a ras de suelo con la intención de que fuera más cómoda para el baño», indica el titular del patio por el que cada año se forman colas importantes en la embocadura de la calle en la que está emplazado. Orientado hacia el sur, el sol se derrama desde bien temprano cada mañana en la amplia varie- dad floral de Aceite, 8, que si bien no cuenta con un palmarés por los que se sacan pecho sí que se pone colorado cada mayo –cuando mayo era mayo– por la cantidad de felicitaciones que recibe –o reci- bía– de su legión de visitantes. «Al principio, cuando pasaba el con- curso y los premios se los daban a otros, sí que me enfadaba. Mucho. Porque no me lo explicaba. Venían los conocidos: '¿Has visto, José Antonio, a quién le han dado la medalla, a uno que no te llega ni a la suela del zapato', me decían. Ya no me altero: cuido mi casa para estar a gusto, y quien viene a ella no deja de felicitarme», resume el hombre. Aceite, 8 guarda también histo- rias de convivencias difíciles entre vecinos que con el tiempo acaban aplacándose: la cruz de forja que luce cerca de uno de sus muros está allí y no en la pequeña y coqueta plaza de la entrada a la vivienda, donde su dueño quería que se quedara, por un espinoso episodio pasado en el que intervi- no un expresidente de la Gerencia de Urbanismo con domicilio en la zona. Pero eso es agua pasada: la del presente y el futuro la derra- ma la hermosa alberca de reso- nancias latinas.

José Antonio Espinosa riega las macetas de su patio

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Agustín Moreno, en el corazón de San Pedro, le da la razón a quienes se abonan a esta teoría. «Quizás mi patio sea el más romano de todos cuantos se encuentran en la ciudad», explica el hombre, un constructor jubilado que ha sido vecino de la zona desde siempre y que hace 36 años compró el inmueble que primero reformó a su gusto y al que luego, en 1993, se mudó con su familia. Se trata, en efecto, de un ejemplo de la renova- ción de una forma de vida: donde hubo en tiempos cocinas comu- nes, baños para todos y lavaderos

N o son pocos los especialistas de los Patios de Córdoba que sostienen que su origen más remoto no hay que buscarlo en la tradición musulma- na ni en la católica, sino en la romana. La sobria estatua del bello Apolo de la estancia descu- bierta de la casa de José Antonio Espinosa Ruiz en la calle del Aceite, en una perpendicular de POR RAFAEL A. AGUILAR CÓRDOBA

«YA NO ME ALTERO: CUIDO MI CASA PARA ESTAR A GUSTO, Y QUIEN VIENE A ELLA NO DEJA DE FELICITARME»

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Maese Luis, 22

Luisa García se enganchó a los patios en la calle Marroquíes hace 30 años y moldea el suyo en San Francisco desde hace 27 ∑ De la linotipia a la cerámica

marquesa de Alcañices. «Luego se fue vendiendo y pasando de pro- pietario en propietario: en la época de la Segunda República fue la redacción del periódico 'El Sur', y aquí venía Federico García Lorca porque era muy amigo del director del diario, que se llamaba Fernando Vázquez», señala Luis García. Entre la vegetación destacan dos grandes limoneros colocados a modo de espaldera. Pero en ellos repara uno después que en color intenso de la fachada, en sus fron- dosos balcones llenos de gitanillas cuando el tiempo lo permite, así como en la cancela de forja, en el pavimento hidraúlico y en la gale- ría superior de columnas que for- man un singular juego de estrías. Umbrío a veces y soleado otras tantas, la casa consagrada hoy al cultivo de la cerámica conoció ayer el frenesí del reportero y la prisa de la linotipia: una mudanza de la expresión artística e intelec- tual que mantiene viva la riqueza de su patrimonio.

«AQUÍ VENÍA FEDERICO GARCÍA LORCA PORQUE ERA MUY AMIGO DEL DIRECTOR DEL DIARIO 'EL SUR', QUE SE LLAMABA

«Lo que buscaba era calidad de vida. Y un taller para trabajar y dar clases», explica la mujer una tarde de este mes de abril en la estancia descubierta del sitio en el que también tiene su domicilio, y cuyas primeras escrituras están fechadas alrededor de 1.800 y que perteneció al Mayorazgo de la

E l célebre patio de la calle Marroquíes, que el Ayuntamiento de Córdoba ha llegado en ocasiones a sacar del concurso para evitar que se llevase el primer pre- mio de un modo recurrente para desolación de sus competidores, ha sido savia de la fiesta más allá de sus muros. El caso de Maese Luis, 22, a las puertas de San Francisco, es un ejemplo claro. Al cordobés y al visitante de hoy le puede parecer que ese pueblito de calles angostas y muros de cal blanca, de tiestos azules y lavade- ros congelados en el tiempo, siem- pre estuvo allí para el deleite del extraño y del curioso. Pero no: no sucedió hasta que Luisa García, una ceramista de León, y un grupo de artesanos del que ella formaba parte, se empeñaron en que había que abrir sus puertas. Aquello solo estaba a la vista de sus inquilinos, que eran, además del inefable sas- tre y bohemio, personas mayores y artistas de diversas disciplinas. «Yo tenía mi taller allí, en la calle Marroquíes, y convencimos a los vecinos, bastante trabajo que nos costó, de que teníamos que presentar el patio al concurso municipal, y aprovechamos tam- bién para exponer nuestras obras», recuerda la mujer, que de ahí dio el salto a la calle Maese Luis, donde tiene su domicilio desde hace 27 años y que desde 26 presenta al certamen. No le ha ido mal: en este tiempo ha logrado dos primeros premios y un tercero. POR RAFAEL A. AGUILAR CÓRDOBA

FERNANDO VÁZQUEZ»

Luisa García cuidando de las plantas de su patio

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San Basilio, 40 Araceli López y sus hijas compraron en 2015 la casa de los quiosqueros de Puerta de Sevilla para mantener la tradición ∑ Las costuras de la fiesta S an Basilio, o el Alcázar Viejo, aún los hecha de menos. A Conchi y a Manolo, que durante décadas estuvieron al frente del quiosco de inmueble rematado con detalles de un verde claro en los tiestos de latón y la madera de las ventanas y de las puertas. «Esta casa es de la época de los judíos, y en ella con- servamos uno de los ocho pozos que había en tiempos fuera en los alrededores de la muralla. Es una joya», indica la muchacha. «Este patio es de arquitectura antigua y le hemos hecho los arre- POR RAFAEL A. AGUILAR CÓRDOBA

glos y las reformas estrictamente necesarias. Por respeto a su histo- ria, porque es uno de los más anti- guos y representativos de San Basilio, y en el que llegaron a vivir siete familias juntas», añade su madre. «En ‘el patio de la costure- ra’, como le llamamos nosotros, priman las plantas de sol y aquí colocamos más especies autócto- nas que en el que tenemos en Martín de Roa, y abundan las gita- nillas, los geranios, la dama de noche y el jazmín», añade quien hizo de guía de Sus Majestades en reciente estancia en la ciudad. Los Reyes conocieron a una de las depositarias de la tradición que la ciudad guarda con más celo.

«ESTA CASA ES DE LA ÉPOCA DE LOS JUDÍOS, Y EN ELLA CONSERVAMOS UNO DE LOS OCHO POZOS QUE HABÍA EN TIEMPOS FUERA EN LOS ALREDEDORES DE LA MURALLA»

chucherías que había en la Puerta de Sevilla, ella compatibilizando sus labores en el despacho de gominolas, de chicles y de cromos con las de la atención a su familia, él sacando tiempo de donde no lo había para cultivar la guarnicione- ría, a la que se había dedicado toda la vida. El matrimonio vivía en el número 40 de la calle San Basilio, y los niños que en la sobremesa se pasaban por su quiosco iban luego, a la caída de la tarde, a visitarlos y a pasar el rato a su casa. A su patio. Conchi y Manolo murieron y su hogar se quedó vacío. Alguien colgó un cartel de «Se vende». Araceli López, vecina de toda la vida, lo vio. Y lo compró. Para que no se perdiera la tradición. Por cariño. Por amor. Por hacerle justi- cia a la memoria el matrimonio que se había ido para siempre. Era el año 2015. Ese patio, que hoy lleva el nombre de «La Costurera» fue justo el que visitaron los Reyes de España, Don Felipe y Doña Letizia, en su última visita a Córdoba, a comienzos del verano de 2020. Araceli, natural de Espejo, criada en Lucena, tiene dos hijas ya creci- das. Una lleva su nombre. Otra se llama Meritxell y es muy hablado- ra. «Me acuerdo perfectamente de venir aquí cuando era chica. Ahora me encanta poder cuidar esta casa, que es nuestra», explica la chica, que se siente orgullosa del cuarto de aguas de la estancia, de las reli- quias domésticas (como por ejem- plo de una de las primeras ollas a presión que se fabricaron en España), o del abutilón que le da color al espacio descubierto del

Araceli López junto a sus hijas colocando macetas

VALERIO MERINO

16 CENTENARIO DEL CONCURSO DE PATIOS CÓRDOBA 1921-2021

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HISTORIAS DE PATIOS

La Palma, 3

Manuel Capchinero revisa unas plantas de su casa

VALERIO MERINO

Manuel Cachinero, artesano, cuida desde hace 35 años la casa que perteneció a un capitán de los Tercios de Flandes ∑ No queda sino batirse

las trepadoras, el rosal de pitiminí, el jazmín, la glicinia, la buganvilla, el jazmín amarillo y el jazmín blan- co, la celestina azul o la celinda», apostilla Cachinero en un receso de la actividad diaria de la atención al recinto que se prepara sin prisa pero sin pausa para el certamen popular que está a punto de cum- plir cien años. De planta rectangular, en esta casa de la que hay documentos de registros de la propiedad desde al menos 1782 llaman la atención los restos arqueológicos que completan su exorno. «Las antigüedades me han gustado siempre, por eso aquí tengo capiteles, fustes, bases de columnas...», resume el propietario. Cachinero habla despacio, sin prisa, con las pausas precisas que necesita la atención permanente a la vegeta- ción y a la modesta arquitectura de esta casa de reminiscencias seño- riales situada a un paso de las pla- zas de San Pedro y del Vizconde de Miranda y a la misma distancia, o casi de Regina. Un cruce de caminos en el que la única opción es entrar si uno ve generosa puerta roja abierta, la misma que según cuenta la leyen- da ordenó retranquear un oficial venido de las campañas de Flandes.

el dato es cierto. Él lo escuchó por primera vez hace treinta y cinco años, cuando se decidió a comprar la mitad del inmueble de la fachada retranqueada que da a la plaza de Aguayos. «La compramos un amigo y yo, para tener espacio para nues- tras ocupaciones como artesanos. Mi amigo ya murió. Yo la manten- go, cuido el patio, pero no vivo aquí. Hay una familia que está alquila- da», señala el hombre delante de la puerta de grandes dimensiones de la vivienda, roja que abre hacia afuera para favorecer con ello la entrada de los coches de caballos. ¿Qué es lo que hace diferente al patio? «Que tenga las paredes inte- riores tan altas y la variedad tan amplia de especies florales, como

S i hay documentos que lo acrediten no están a mano, y tampoco es que hagan mucha falta. Pero el vecindario se siente orgulloso de la historia: que la casa del número 3 de la calle de La Palma, en San Pedro, perteneció en su día a un ofi- cial de los Tercios de Flandes, uno de los compañeros de armas del personaje imaginado y llevado al papel por Arturo Pérez-Reverte, el capitán Alatriste, el mismo que escuchaba a Quevedo decir «no queda sino batirse». Manuel Cachinero está convencido de que POR RAFAEL A. AGUILAR CÓRDOBA

«¿QUÉ ES LO QUE HACE DIFERENTE AL PATIO? QUE TENGA LAS PAREDES INTERIORES TAN ALTAS Y LA VARIEDAD TAN AMPLIA DE ESPECIES FLORALES»

19 CENTENARIO DEL CONCURSO DE PATIOS

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Parras, 6 La vocación en las venas

Rosario Cantillo, dueña de la casa, disfruta de su patio

Rosario Cantillo vive desde hace 20 años en la casa en la que nació Pablo García Baena, que participó en las primeras ediciones del certamen ∑

me encanta», asegura la vecina de la Axerquía Norte, que ha coloca- do en lugares presidenciales de la estancia al descubierto de su casa una reproducción de «La Chiquita Piconera» de Julio Romero de Torres y los numerosos galardo- nes que ha conseguido a lo largo de su andadura en el certamen municipal ya centenario, entre ellos un primer premio y varias distinciones de honor. «Nosotros no somos nuevos en esto: mi fami- lia ya adornaba el patio en las pri- meras ediciones

E stá muchas veces dicho pero no por ello es necesario dejar de repetirlo: quizás no haya mejores líneas dedicadas a los patios de Córdoba que las que escribió Pablo García Baena, que nació en el número 6 de la calle Parras, una de las vías que nacen de los márgenes del Palacio de POR RAFAEL A. AGUILAR CÓRDOBA

Viana y conducen a quien camina a la misma orilla del Realejo. Rosario Cantillo lleva dos décadas viviendo en la que fue la casa de cuna del poeta fallecido en enero 2018, que dio en ella sus primeros pasos sobre el mundo hasta que se mudó cuando tenía ocho años. En las honras fúne- bres del «antiguo muchacho» que organizó el Ayuntamiento le correspondió a Rosario tener un detalle con su fami- lia en virtud del vínculo que les

del festival. Tengo constancia de que ya en 1932 esta casa participó. Lo lleva- mos en la sangre», resume Cantillo con un punto de orgullo indisimula- do hacia el medio doméstico que su estirpe ha moldea- do con esmero desde cada rincón de la planta baja a los corredores generosos y umbrí- os de las galerías superiores. Siglo XVI «Todo lo nuestro ya está escrito. Y muchas veces», bromea la mujer

«NOSOTROS NO SOMOS NUEVOS EN ESTO: MI FAMILIA YA ADORNABA EL PATIO EN LAS PRIMERAS EDICIONES» PARRAS, 6 CUENTA ENTRE SUS JOYAS DE MUSEO CON UN LIMONERO DE CIENTO TREINTA AÑOS DE ANTIGUEDAD

VALERIO MERINO

tinguido por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad: se trató de las dos últimas décadas del siglo XX. Intacta su disposición arquitec- tónica original, Parras, 6 cuenta entre sus joyas de museo con un limonero de más de ciento treinta años de antigüedad, así como con un vistoso pozo y un empedrado que habla a las claras de la auten- ticidad de la vivienda: el sitio en el que vino al mundo el poeta de la palabra labrada con tantos esmero y delicadeza no podía ser un sitio cualquiera.

que reina son una amorosa firme- za en el inmueble de la Axerquía Norte que data del mediados del siglo XVI y que, en la última centu- ria, solo ha conocido un paréntesis en su concurrencia al festival dis-

había unido: haber amado, soñado y descansado bajo el mismo techo. Ella llegó aquí cuando su tía, la anterior moradora, falleció hace dos decenios. «Desde entonces no he dejado de montar el patio. A mí

20 CENTENARIO DEL CONCURSO DE PATIOS CÓRDOBA 1921-2021

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HISTORIAS DE PATIOS

Judíos, 6

Belleza elemental en el corazón de la Judería

de Veterinaria, en la Ciudad Jardín», recuerda la vecina, dueña también de la tienda de bocadillos que, con el nombre de «Picantón», es más que una tentación para los estómagos hambrientos en la vecina calle Fernández Ruano. El Quijote En la casa, como en todas, hay objetos que delatan a su propieta- ria, ayudada por sus hijas a la aten- ción de las especies vegetales y de los distintos elementos ornamen- tales. «Mi 'Quijote' nunca me falta», sonríe Basilia al señalar hacia una pequeña reproducción escultórica del caballero de la triste figura que comparte mesa con un planca de época, con un molinillo de mano y con un soplete. «De la máquina de coser tampoco puede olvidarse una», añade la dueña del inmueble que compite en la categoría de arquitectura renovada y en el que destacan los remates decorativos compuestos por cerámica traída de Marruecos. La fuente central, con una base de cinco puntas y coronada por un querubín, le aporta a la estancia el elemento acuático que le refresca y lo enriquece con el repiqueteo de las gotas gruesas que caen de vez en vez, tantas como cuenta el visi- tante absorto en la belleza del sen- cillo y discreto patio.

Basilia Bolaños empezó montando una cruz de mayo en los años 80 en la estancia que desde hace catorce presenta al concurso ∑

empezó a participar en el concurso municipal que celebra su primer siglo de vida justo cuando se le acabó a su marido, Antonio: enviu- dó hace catorce años y desde entonces no falta a la convocatoria del Ayuntamiento, si bien su fortu- na con los premios no ha sido de las que baten récord. Pero ahí sigue la mujer, embelle- ciendo su domicilio para abrirlo cada primavera a propios y extra- ños como hacía cuando su esposo aún estaba junto a ella y, en vez de un patio montaban una cruz de mayo. «La verdad es que siempre estaba concurrida, venían los veci- nos, tomaban algo, charlábamos. Lo echo de menos», afirma Bolaños, de origen manchego y que compró la casa a mediados de los años ochenta del siglo pasado. «Entonces sí que tuvimos éxito. Una vez hasta nos copió las flores y el diseño de las macetas la Universidad de Córdoba, quemontó una cruz de mayo como la nuestra en lo que entonces era la Facultad

A veces la frontera entre la tradición de los patios y otras manifestaciones fes- tivas y populares del mes de mayo de Córdoba no está marcada con clari- dad. Lo sabe de sobra Basilia Bolaños, la mujer que custodia con celo y mimo el espacio descubierto de su casa de la calle Judíos, a un paso de la Puerta de Almodóvar y muy cerca de la Sinagoga. Ella POR RAFAEL A. AGUILAR CÓRDOBA

«UNA VEZ HASTA NOS COPIÓ LAS FLORES Y EL DISEÑO DE LAS MACETAS LA UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA, QUE MONTÓ UNA CRUZ DE MAYO»

Basilia Bolaños atiende su patio con ayuda de su hija

VALERIO MERINO

23 CENTENARIO DEL CONCURSO DE PATIOS

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CÓRDOBA 1921-2021

HISTORIAS DE PATIOS

Postrera, 28

Rafael Córdoba reina en el pequeño patio de su familia de San Basilio, el que más macetas por metro cuadrado tiene ∑ La concentración de la esencia

«Hay más de cuatrocientos ties- tos, y además las plantas son las mismas, casi todas, de un año para otro, porque yo me dedico a esto en cuerpo y alma: las tengo en la azotea, es esquejes, allí las cuido», subraya este oficial de la construc- ción que ha ganado 25 premios (algunos principales) en los 26 años que lleva presentando la casa, que es propiedad de su fami- lia, al certamen que organiza el Ayuntamiento de Córdoba. Arco romano «Vivo aquí solo con mi perro, por- que la tortuga se me ha muerto», bromea Rafael

R afael Córdoba tiene motivos para sentir- se orgulloso: vive en un barrio que más que un barrio es un pueblo incrustado en la ciudad, que unos llaman San Basilio y otros se empeñan en que su denominación correcta sea Alcázar Viejo, pero lo cierto es que el topónimo es lo de menos en un sitio como ése, en el que la belleza campa a sus anchas sin que nadie le rechiste. Y la calle donde está la POR RAFAEL A. AGUILAR CÓRDOBA

casa de este hom- bre tampoco es de las que pasan des- apercibidas en el n o m e n c l á t o r . Postrera, así de una vez: cómo una pala- bra puede ser tan certera para decir que se trata de una callejuela situada en el extremo del enclave, muy cerca de la Puerta de Sevilla. Más: el inmueble en el que pasa sus días este hombre maduro está fechado en el siglo XVI, de forma que él mismo expli- ca que se trata de uno de los patios más antiguos de la ciudad, y es posible

Córdoba, que se precia del valor del arco romano del patio, así como del pozo de origen romano, de la pila y de la balaustrada de madera. «A esto hay que echarle tiempo, cariño, dedicación, pacien- cia, y dinero. Tiene que ser que te guste, si no no sigues adelante. Y mira, yo llevo más de veinticinco años», apostilla el hombre. La casa es un joyero de las esen- cias del mes de mayo cordobés, por lo que a Rafael

«HAY MÁS DE CUATRO CIENTOS TIESTOS, Y ADEMÁS LAS PLANTAS SON LAS MISMAS, CASI TODAS, DE UN AÑO PARA OTRO» «A ESTO HAY QUE ECHARLE TIEMPO, CARIÑO,

DEDICACIÓN, PACIENCIA, Y DINERO»

que no le falte razón, como tampo- co habrá quién le lleve la contraria del todo cuando lo escuche decir que la estancia al aire libre de su vivienda, más bien de metros jus- tos, es la que más macetas tiene en comparación con la superficie útil para colocarlas, bien sea en el suelo o en las paredes.

y a su familia no le han faltado ofertas para venderla, y a veces para sacar un buen dinero con ella. «Pero siempre hemos dicho que no, que preferimos conservar- la, arreglarla cada primavera, abrirla para que la gente pueda visitarla, como hicieron nuestros antepasados», concluye.

Rafael Córdoba pinta una de las balconadas de su casa

RAFAEL CARMONA

24 CENTENARIO DEL CONCURSO DE PATIOS CÓRDOBA 1921-2021

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Chaparro, 3

que nuestros chiquillos jugaran mientras nosotros hacíamos tur- nos para vigilarlos» cuenta Manuel Escudero quien, junto su mujer, Toñi, y a Isabel, José María y Ana son el ejemplo de un patio vivido y disfrutado por sus inquili- nos ya que en torno él han celebra- do fiestas familiares y cumpleaños viendo crecer a sus hijos. «En esos tiempos teníamos ‘wal- kie talkies’ para comunicarnos cuando queríamos bajar al patio a tomarnos algo y charlar un poco» dice Manuel evidenciando que estas familias no solo construye- ron el modelo de viviendas en torno a un patio por estética o nor- mativa sino que buscaban la forma de vida tradicional de los vecinos de Córdoba donde si alguien guisaba un plato se sacaba al de al lado para compartir. La tranquilidad de una convivencia entra amigos es el mayor valor del Chaparro número 3. Identidad cordobesa «Ahora que los niños ya son mayo- res, nos toca el turno a nosotros de disfrutar relajadamente del patio», algo que se evidencia en la gran mesa que lo preside donde seguro que no pocas noches de primavera y verano se convierten en agrada- bles veladas con tertulias al fresco en este microclimas de cientos de macetas, plantas y flores que con- forman el que pudiera ser el mejor escenario para representar la identidad cordobesa. Una imagen que no es una foto fija, sino muy dinámica, cambian- te, según las estaciones del año; toca podar las ramas o bien, es tiempo de abonar y sembrar para que luzcan en primavera. El patio se ve más recogido con el frío cuya tranquilidad se rompe con los rayos de sol que se cuelan e invi- tan a pasar la mañana. Pero cuan- do llega la primavera está en su máximo apogeo y todos los habi- tantes se afanan para que no haya ni una hoja seca caída y que los visitantes se queden prendados de la claridad de las paredes encala- das abarrotadas de macetas de colores hasta arriba. Pero como se trata de un patio vivido y disfruta- do, cualquier domingo del año, quien entre al patio puede encon- trarse a los propietarios o bien aci- calando las flores o bien, sentados tranquilamente disfrutando de ellas con su café y su periódico.

Dos de los matrimonios residentes en el patio

áLVARO CARMONA

Seis familias deciden en los 80 recuperar el modo de vida más típico cordobés: compartir con el vecino las penas y las alegrías de la crianza de los hijos entre geranios y claveles ∑ Balones, niños y ahora disfrute al fresco

vida laboral se congela y da paso a la calma de una vida compartida pero en paz rodeada de un vergel de vegetación impresionante en los arriates que rodean el patio y en la isleta central donde centena- res de macetas crean un entorno único. «Y lo especial del patio es que lo que ha precedido a todas estas plantas ha sido una pista de fútbol y una cancha de baloncesto para

A finales de los 80 seis parejas compran una solar de cien metros cuadrados en una bocacalle de la calle Marroquíes, Chaparro número 3, buscando el valor de la convivencia vecinal en un entorno donde el ajetreo de la POR ESTRELLA SERNA CÓRDOBA

«TENÍAMOS ‘WALKIE TALKIES’ PARA COMUNICARNOS CUANDO QUERÍAMOS BAJAR AL PATIO A TOMAR ALGO Y CHARLAR UN POCO»

25 CENTENARIO DEL CONCURSO DE PATIOS

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HISTORIAS DE PATIOS

Pastora, 2

Vivir, trabajar y honrar a Nuestra Señora de la Salud

Este espacio representa la esencia del patrimonio inmaterial, donde la vida doméstica se compagina con el trabajo del taller y el correr del agua ∑

Rafael Barón cuida de las plantas de su casa

nos de la que conserva la parte tra- sera y en la que Barón tenía claro que quería formar su familia a pesar del esfuerzo que le costó ponerla en pie porque «esto es cali- dad de vida» y a la vez, fuente de inspiración. Desde su taller, situa- do en la planta baja, marco es inigualable, una galería con un frontal de azulejos del siglo XVII y reproducciones de faroles del siglo XVIII adornan la galería que da paso al espacio abierto del bosque de macetas que es el patio. «Vivir en un patio es una forma de vida diferente», vivienda y su mujer y él han criado a sus hijos con el desaho- go de poder relajar- se en ese remanso de paz y luz natural que «invita al dis- frute aunque estés haciendo las labo- res del hogar, traba- jando en el taller o cuidando las plan- tas», una tarea en la que se afana con esmero y compromiso: «Siempre estamos pendientes de que no falte el agua, de quitar las hojas secas, de la siembra, son seres vivos y tenemos cientos que hay que atender a diario» para que se pueda disfrutar en cualquier época del año como es el caso de Pastora 2 que permanece lleno de belleza más allá del Mayo cordobés. Una belleza que no olvida la devoción popular a la Virgen de la Salud, pues el patio también cuenta confiesa Barón, que en la parte de arriba construyó su

P astora, 2 simboliza la esencia del valor patrimonial inmate- rial reconocido por la Unesco en su vertien- te más viva pues este patio es precisamente la vida misma de una familia cordobesa que quiere recuperar los recuerdos vividos con sus abuelos cuando «en el Patio se celebraba la Navidad, se POR ESTRELLA SERNA CÓRDOBA

visitaba su altar en Semana Santa, se disfrutaba en Mayo en el Festival de Patios, pero tam- bién se celebraban bodas y comunio- nes, nos veníamos en verano a sentar- nos al fresco» cuen- ta su dueño, Rafael Barón, un maestro dorador-restaura- dor a quien, su amor por esta tradi- ción lo ha hecho implicarse en cuer- po y alma desde la

«EN EL PATIO SE CELEBRABA LA NAVIDAD, SE VISITABA SU ALTAR EN SEMANA SANTA, SE CELEBRABAN BODAS Y COMUNIONES»

asociación de propietarios Claveles y Gitanillas desde donde impulsan iniciativas para que «tanto los cor- dobeses que adoran su ciudad como quienes nos visitan puedan disfrutar de esta maravilla». Y es que nada más entrar en el zaguán de esta casa ya huele a Córdoba. A geranios y gitanillas recién regadas, a frescura del agua que sale de la fuente, una pieza artesanal como el centenar de obras de arte que atesora este patio construido sobre una casa de veci-

VALERIO MERINO

con una pequeña capilla con una talla a esta advocación mariana obra de Francisco Romero Zafra que invita también a dedicar un momento al recogimiento y que pone el broche de oro de uno de los enclaves más visitados donde su dueño siempre está amablemente dispuesto a explicar cada uno de los detalles que convierten el lugar en un museo de las tradiciones más arraigadas de la ciudad.

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