ESPECIAL 90 ANIVERSARIO ABC SEVILLA 12-10-2019

EL LEBRIJANO Cantaor Juan el Grande EL AÑO QUE PUBLICÓ «PERSECUCIÓN» EL FLAMENCO SE DIO LA VUELTA. EL GITANO RUBIO NO DEJÓ NADA COMO ESTABA

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ABCdesevilla.es 12 octubre 2019

HEMEROTECA ABC

Fernando de Parias Merry toma posesión del cargo como alcalde de la ciudad; un mes más tarde, ejercía de 1976 3 FEBRERO

POR ALBERTO GARCÍA REYES

L E vio la campanilla por seguiriyas de su sangre de Peñas y de Perrates y decidió ponerle nombre de rey: «Juan el Grande». Cuando José Antonio Blázquez, que ha sido uno de los mejores escritores que ha parido Sevilla, bautizaba a un artista, su vida se trans- formaba. Y el Lebrijano siempre llevó ese recorte del ABC de Sevilla en su cartera: «Mira, mira lo que me puso Blázquez». Le puso el evangelio. Porque el gitano rubio de los ojos claros que había nacido junto a la venta del Caparrós, la más antigua que recuerdan los flamencos, tenía una reata que le obligaba a cantar en otra dimensión. En la suya propia. De su madre, la Perrata, cogió el metal mohoso que le permitía retardar el compás y hacer con él lo que le daba la gana. De su padre, Bernardo Peña, heredó la afición, que en su tiempo y espacio se resumía en el mairenismo. Y de sus propias entrañas nació una nueva forma

LP se entendió como un reto: «El cante se escribe con L» fue un punto de inflexión en la carrera de Juan el Grande. Algunos clásicos le acusaron de insolente y rompieron con él, que contestó metiendo por bulerías el poema de la Soleá de Lorca: «Ni tú ni yo estamos en disposición de encontrarnos». La cabeza de ese gitano hervía. Y entonces, año 1976, dijo Blázquez: «El tema de la marginación de su pueblo era candela que le quemaba en sus adentros». Juan había estudiado bien la travesía de los gitanos y un día decidió llamar al poeta Félix Grande para contarle una idea que lo estaba devorando. «Quiero hacer un disco que sea una novela, no una sucesión de cantes. Quiero contar y cantar la historia de mi pueblo». Grande hizo los textos llevado por la locura. Y el Lebrijano metió por tonás, tangos, seguiriyas o bulerías todo el relato.

anfitrión en el multitudinario

recibimiento de la ciudad a los Reyes, de visita en Sevilla

Nadie había hecho eso antes. Porque encima se inventó un nuevo cante, la galera, que contaba las penurias de los

de cantar, de ser flamenco, de vivir. Cuando el Lebrijano se casó con poco más de veinte años cantaron en el convite por alboreá la Niña de los Peines, Pepe Pinto y Antonio Mairena. El que pueda, que empate. Ellos fueron sus grandes referentes en la juventud y sus maestros de toda la vida. Nunca les traicionó. A Antonio Gades le cantaba por los escenarios de todo el mundo lo que había aprendido de ellos. Pero un día decidió ser él mismo. Cosa prohibida en los setenta. Época de ortodoxia y tradicionalismo. Juan había grabado una joya, «De Sevilla a Cai», con

gitanos condenados a los remos. «Qué pena más grande, / Dios mío, qué pena / pensar que mis niños crezcan / pendientes de esta cadena»... Todavía hoy, más de cuarenta años después, aquella obra suena a futuro. Qué paradoja. Contar el

pasado fue la vanguardia del flamen- co. Por eso Juan se aferró a aquella idea y le cantó al Descubrimiento de América en «Tierra» o a «Cien años de soledad» de su amigo Gabo, que en una fiesta en la Moncloa, al escucharlo cantar, cogió una servilleta de la mesa y escribió: «Cuando el Lebrijano canta, se moja el agua». Juan el Grande moja el agua, quema el fuego y oscurece la noche. Una vez, ya con la salud mermada, cantó por soleá recién operado de una hernia y se abrió la costura de la barriga. Al bajarse del escenario tenía la mano ensangrenta- da. Había cantado los versos lorquia- nos: «En las manos / tengo los agujeros / de los clavos». Blázquez sabía lo que decía. Cuando el Lebrijano canta, no hablamos de arte. Hablamos de sangre.

VIDAS DE PAPEL

los dos genios históricos de la guitarra, el Niño Ricardo y Paco de Lucía. Luego hizo otro disco monu- mental con Manolo Sanlúcar. Y después se puso a hurgar con su hermano Pedro para dejar huella en los cantes clásicos, sobre todo por soleá, donde todavía muchos cantaores siguen recurriendo a él sin saber que esas formas son propiedad del Lebrijano. Pero el título de uno de sus

5/3/1984

El crítico de flamenco José Antonio Blázquez firmaba esta partida de bautismo en forma de columna de actualidad musical con la que sacó de pila a Juan Peña, desde entonces «El Grande» 90 AÑOS DE ABC DE SEVILLA

Juan Peña, en un gesto muy característico en la Caracolá de Lebrija del año 1980

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