ESPECIAL ASÍ FUE CóRDOBA 2020

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Una sanitaria cuida de un paciente en la Unidad de Cuidados Intensivos de un hospital de Córdoba

31 de diciembre de 2020

CÓRDOBA 2020 LA HUELLA DE UNA PANDEMIA

VALERIO MERINO

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LA HUELLA DE UNA PANDEMIA

S i ha habido un tema que ha monopolizado la actualidad informativacordobesaduran- te 2020, ése ha sido la pande- mia. Noadmitediscusión. Yenel ejer- ciciode resumenperiodísticoquecada año trasladamos a nuestros lectores por estas fechas, no cabían los atajos ni los trucos de voluntarismo. El año del coronavirus ha cambiado nues- tras vidas yhasta lamanerade hacer, sentir y entender el periodismo. En un año redondo como el que va, los miembros deABCCórdoba alumbrá- bamoselmismoconlailusióndequien cumple años. Veinte de vida para la edición cordobesa deABC. Un fatídi- co2020quearrancócon lamuertedel irrepetibleVICy enel que intentamos devolver a la sociedad lomucho que nos ha dado, siempre desde las limi- taciones y la responsabilidad que las circunstancias acabaron imponien- do. Desde aquí mi agradecimiento a todos los que lo han hecho posible. Al echar lamirada atrás, siempre rescatamos aquellos hitos que siguen en pie cuando lamarea de la frenéti- ca actualidad baja. Y en este caso, he- mos pretendido señalar 20 historias personales amodode puzzle que per- mita ofrecer una imagen clara de la

huella que el coronavirus ha dejado. Sirvan también estas veinte histo- rias para hacer un emocionado ho- menaje, unmerecido reconocimien- to, un justo recuerdo o una simple llamada de atención de sus protago- nistas, y de los miles y miles de cor- dobeses que se encierran en su ima- gen simbólica y representativa de lo que nos ha supuesto (y nos va a su- poner) esta pandemia. Una manera más de contar un año en el que ya no cabenmás desgracias juntas. Y pese a sus sinsabores y al plomode supeso sobre nuestras espaldas y nuestras conciencias, nos ofrecen un poso de esperanza, hasta en el más cruento de los relatos, para seguir creyendo que saldremos de este túnel oscuro. Las vivencias y reflexiones de todos y cada uno de los protagonistas de este documento especial se hilvanan demanera invisible en un cuadro ex- plícito de lo que han sido estos casi diez meses. Las palabras de Rafael, un médi- co intensivista con las de otroRafael, un enfermo de coronavirus que pasó 72 días en la Unidad de Cuidados In- tensivos. Las del padreÁngel del Par- que Figueroa, con las de Luis, un ca- marero en ERTE pasando muchos

apuros. Las de Alberto, el director de unhotel cinco estrellas, con lasMont- se, una guía turístico que tuvo que cerrar su empresa ante el desierto en que la Judería se había convertido. O la crudeza que retrata la voz de Mó- nica, directora de una residencia de mayores azotada por un brote letal, con las de Francisco, un capataz de uno de los cementeriosmunicipales de Córdoba que tanto dolor mania- tado ha tenido que contemplar. El mismo que desgrana Emilia, la viu- da del doctor Barragán, el primer fa- cultativo fallecido por Covid en An- dalucía. El retrato ofrecido por Carmen, que no ha podido superar el cierre de su comercio; las duras cifras que arro- ja Rafael, al frente de uno de los res- taurantes emblemas de Córdoba, y que se mezclan con las de Antonia, una feriante sacudida por la ausen- cia de fiestas. En el paño de lágrimas de un alcalde como Juan, de Lucena, en el precipicio de tantos políticos. Las de Lola, testigo directo demucho sufrimiento o el ejemplo de José Ra- món desde el aula de un instituto, et- cétera... A todos, gracias por acercar- nos a la huella que ha dejado la pan- demia en ellos. En nosotros.

Directora General Ana Delgado Galán

Director Julián Quirós

Director ABC Córdoba Francisco J. Poyato Pino

FRANCISCO J. POYATO DIRECTOR DE ABC CÓRDOBA

Jefe de sección de Diseño Juan Soldán

Diseño Charo García, Antonio Montes y Julia B. Jiménez

SIRVAN ESTAS VEINTE

ABC ANDALUCÍA Director Álvaro Ybarra Pacheco

HISTORIAS DE JUSTO HOMENAJE

Director general Álvaro Rodríguez Guitart

Directora de Publicidad Joaquina López Jurado (Telf. 957 49 76 75)

DE SUS VOCES QUEDAUN POSODE ESPERANZA PARA SALIR DEL TÚNEL

Editado por Diario ABC, S.L. San Álvaro, 8, 1 -3 (14003) Córdoba

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CORONAVIRUS EL AÑO QUE VIVIMOS PELIGROSAMENTE Más de 500 cordobeses no podrán recordar el aciago 2020. El impacto de la pandemia puede explicarse con cifras, palabras, una nueva crisis económica... y un mar de sensaciones contrapuestas: del aplauso al llanto confinado

FRANCISCO J. POYATO CÓRDOBA

J amás un año se hizo tan largo. Casi un siglo después de la mal llama- da «Gripe Española», una pande- mia descosía por completo los amarres de unas vidas llevaderas y prometedoras. La zona de con- fort de los tiempos presentes, arrinconando a una sociedad poco acostumbrada al dolor y el sacrificio. Dejando un rastro de incerti- dumbre casi interminable, que en las postri- merías del calendario parece haber hallado luz en tanta oscuridad. Pues el año termina en Córdoba, y en medio mundo, con la sana esperanza de la vacuna como único remedio posible frente al coronavirus. Si bien hay otros anticuerpos, los de la confianza plena, que parecenmás remisos a hacer acto de pre- sencia. El año de la Covid-19 se puede explicar y resumir de muchas maneras. Con un rosa- rio de cifras. Con una amalgama de letras y palabras que se han incrustado en nuestro lenguaje. Con unamontaña de efectos secun- darios. Con unamancha irreversible de acei- te a modo de sensaciones cruzadas.

Empecemos por los números. Alrededor del 5 por ciento de la población cordobesa ha sufrido el coronavirus. Uno de los niveles más bajos de España. En torno a cuarenta mil cordobeses contagiados, algunos de los cuales ni se han percatado por la ausencia de síntomas. Otro grupo, cerca de 550, no lo ha podido contar y han fallecido. Una gran mayoría lo ha superado. Pero también otro nutrido colectivo ni lo ha sabido. Las cifras oficiales hablan de unos 26.000 contagiados según las pruebas diagnósticas. Cerca de un 10 por ciento ha tenido que ser hospitaliza- do, pero hay otras estadísticas oficiales que aumentan la incidencia enfermos y víctimas mortales a todos los niveles. Según el INE, en los tres primerosmeses de pandemia pudo haber un 40 por ciento más de los decesos registrados. Desde marzo, cuando estalló la tormenta vírica, dos oleadas desiguales han marcado su ritmo. Una primera hastamediados de ju- nio en la que la presión asistencial fue críti- ca. Se curaba amedida que se conocía al «ene- migo» y la falta de medios preventivos (des-

APENAS UN CINCO POR CIENTO DE LA PROVINCIA HA PODIDO PASAR LA COVID-19 EL ROTO ECONÓMICO DEJA EN EL ALAMBRE A UNOS 70.000 EMPLEOS

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demascarillas a test) y analíticos no permitían acotar la dimensión real del problema. Al- bergues, hotelesmedicalizados, plantas hos- pitalarias reconvertidas... Una segunda ex- plosiva en los positivos, con un mes de no- viembre negro (casi 200 fallecimientos) en las muertes y una mayor testificación de la epidemia. Y según los expertos, podríamos estar poniendo las bases ahora mismo de una tercera, en pleno inicio de la periodo de vacunación. La letalidad, apenas un 2,5% de los conta- 1. Una familia aplaude desde las ventanas de su casa durante el confinamiento en Córdoba 2. Cribado masivo en el Palacio de los Deportes Vistalegre 3 y 4. Primera vacuna contra la Covid-19 puesta en la residencia xxxxxx de Córdoba. Un paciente Covid en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Reina Sofía de Córdoba durante esta pandemia.

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gios, se ha cebado con los mayores. Un cua- renta por ciento de las muertes se han pro- ducido entre los internos de las residencias. La frontera de los 70 años se ha convertido en una especie de línea roja. Cada vez que el virus ha entrado en algún asilo cordobés, las secuelas han sido muy dolorosas. De la pri- mera a la segunda oleada, lasmuertes semul- tiplicaron por cuatro, los contagios por doce, y las hospitalizaciones acumuladas, por cin- co. Pero la sensación ha sido de un mayor control, paradójicamente, de la enfermedad. El año Covid deja otra huella sangrienta: el roto económico. Justo cuando en Córdoba se había alcanzado un punto álgido de em- presas, empleo y salarios (el más alto en 2019 tras una década de crisis), el virus confinó estas expectativas ymultiplicó por dos a los trabajadores afectados. La tabla de salvación de los ERTE o las cesantías para los autóno- mos creó una bolsa de inactivos en casa su- perior a las 50.000 personas. Otras 20.000 lle- garon a perder su empleo sin red. Cerca de 150.000 cordobeses en el alambre... El sector servicios está herido de muerte y su peso en la tabla productiva provincial infiere malos augurios a la recuperación. Las restricciones en los aforos y los horarios, en el difícil equi- librio entre salud y economía han obligado a cerrar muchas actividades, y el problema aún puede ser mayor cuando las ayudas a modo de colchón acaben. Este agujero ha obligado a reinventarse a muchos, a que las administraciones públi- cas dirijan sus recursos (y los que han de ve- nir) a las emergencias, a que el ahorro de unos y lamiseria de otros crezca. El deseo de la re- montada se cruza con el temor a que los ví- veres no aguanten para entonces. Y esta pandemia puede explicarse tam- bién con un mar de sensaciones cruzadas. Desde la solidaridad al sufrimiento oculto. Desde los aplausos demiles de cordobeses a sus sanitarios, hasta la ayuda anónima en muchos barrios y pueblos. Iglesias, colegios o almacenes convertidos en improvisados campamentos de reparto. Cáritas, Banco de Alimentos, Cruz Roja,... Oenegés que han du- plicado el número de familias atendidas, con los servicios asistenciales públicos desbor- dados. Desde el altruismo que fabricabamas- carillas caseras, hasta el que velaba por los solitarios ancianos para hacerles la compra. Desde la frustración por no poder celebrar nuestras tradiciones (desde la Semana San- ta a la Feria), hasta el ejemplo de la comuni- dad educativa. Desde la irresponsabilidad de algunos, hasta la conciencia de casi todos en el año que vivimos peligrosamente.

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El doctor, conun traje protector en el Hospital

RAFAEL LEÓN

RAFAEL CARMONA

MÉDICO DE UCI

H AY un momento en la conversa- ción en el que a Rafael León se le quiebra la voz, deja de hablar y se disculpa tras un sollozo breve. «Perdona, es que me emociono». El recuer- do que provoca un principio de llanto en este médico de la UCI del Hospital Reina So- fía de 44 años tiene que ver con el corona- virus y con sus dos hijos, Noa y Alejandro. «Mi mujer es intensivista como yo, ella en la Cruz Roja. Cuando estalló todo esto tuvi- mos que tomar una decisión: dejar a los ni- ños con los abuelos, porque nosotros está- bamos en primera línea y el riesgo era muy alto. Estuvimos dos meses sin verlos de cer- ca. Hacíamos videoconferencias. Íbamos a verlos a la calle de la casa de los abuelos, desde la ventana. Fue mi duro». Eran los meses en los que pandemia tenía conmo- cionada a la sociedad. Marzo y abril. Con las calles vacías, el látigo del parte diario con muchos fallecidos, las Unidades de Cuida- dos Intensivos desbordadas y los profesio- nales dándolo todo. Hasta la vida. «Fue tre- mendo. No hay quien esté preparado para ver morir a un paciente, tampoco para de- cirle el último adiós a un compañero», de- clara el doctor, que lleva toda la vida en el Reina Sofía. Nació allí y en él hizo su resi- dencia. «Quienes fueronmis profesores aho- ra son mis compañeros, mis amigos», dice quien entró en la UCI del centro sanitario de referencia de Córdoba en 2001. Vuelve a emocionarse cuando pronuncia la palabra que elige para responder a la pre-

«HEMOS HECHO UN VIAJE A TRAVÉS DE LAS SENSACIONES»

que uno está haciendo todo lo se encuentra a su alcance para salvar la situación. «¿Que si hemos pasado miedo? Claro. Quién no. Sobre todo al principio, en la pri- mera ola, porque nos estábamos enfrentan- do a un agente nuevo, desconocido y que afectaba a mucha población, que modifica- ba además tu vida diaria, no solo la laboral. Con la segunda oleada ha sido diferente: ya teníamos más información sobre el virus y sobre los tratamientos y no escaseaba el ma- terial como al principio», indica el médico. De las muchas experiencias acumuladas en estos meses, León destaca una. «Enmar- zo ingresó en la UCI Vicente, un compañe- ro de unos cincuenta y cinco años de Aten- ción Primaria. Lo tratamos durante 155 días. Sigue hospitalizado, pero ya en planta. Ha- brás visto el vídeo que hicimos cuando sa- lió de Cuidados Intensivos, que se hizo vi- ral. Él es el símbolo de la lucha, del valor con el que todos nos hemos enfrentado al coro- navirus. Él resistió, por fortuna», relata. La historia de Vicente la ha completado su hija, también doctora, y es un símbolo del amor por la medicina, por mucho que duela. «La chica, que vivió el ingreso de su padre como familiar, tuvo que elegir este mayo, cuando su padre llevaba meses ingresado, qué es- pecialidad de MIR hacía. Y se decantó por Cuidados Intensivos. Ahora es compañera nuestra, antes era la hija de un enfermo. Ella sabía por experiencia propia qué eran los Cuidados Intensivos. Y ha sido valiente. Nos sentimos orgullosos de ella».

RAFAEL A. AGUILAR CÓRDOBA

gunta sobre cómo definiría lo que ha vivi- do desde el estallido de la pandemia. «Or- gullo. Mucho orgullo», sentencia. «Lo que hemos aprendido es que cuando las circuns- tancias te ponen al límite acabas por cono- cer o por descubrir virtudes y cualidades, propias y de los que te rodean, que no sa- bías que existían», reflexiona. «Todo esto ha sido un viaje a través de las sensaciones», resume. Las suyas, como las de todos, han sido de las quemarcan, de las que dejan hue- lla. «Hay una fotografía que me hizo com- pañero en una pausa del trabajo que es bas- tante ilustrativa de lo que nos ha pasado. Te la voy a pasar para que la veas. Va por ‘whatsapp’». La imagen, en blanco y negro, retrata a Rafa León sentado en una silla, con el mono de aislamiento contra los conta- gios, las gafas de protección y sus manos enfundadas en los guantes que se lleva a la cabeza en un gesto reflejo que es una mez- cla de cansancio, de desesperación, de im- potencia, pero también de convicción de

MI MUJER TAMBIÉN ES INTESIVISTA Y ESTUVIMOS DOS MESES SIN VER A LOS HIJOS LA HIJA DEL PACIENTE CON MÁS TIEMPO EN UCI ES AHORA COMPAÑERA

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L AS residencias de mayores de Cór- doba, así como las del resto del país, sufrieron con dureza los embates del coronavirus tanto en la primera como en la segunda ola. En ellas (hay unas 80 repartidas por toda la provincia) viven y convivenmiles de ancianos, muchos de ellos con patologías previas que complican una infección como la que supone el Covid-19. Y pese a que se tomaron medidas extraor- dinarias para intentar proteger los geriátri- cos de los contagios (prohibición de salidas y entradas, ampliación de personal, vigilan- cia de las autoridades sanitarias...), el virus ha logrado entrar en algunas de un modo u otro. Vitalia Home San Rafael de la capital fue una de ellas. El pasado 23 de noviembre se detectó el primer caso de un brote que ter- minó afectando a 90 de sus 134 residentes (un centenar de ellos tienen plaza concer- tada con la Junta), aunque la mayoría de ellos lo pasaron «con síntomas leves e in- cluso asintomáticos», tal como recuerda la director del centro, Mónica Romero, que es- tuvo al frente de la crisis todo el tiempo tras más de 15 años trabajando en la empresa. Los casos más graves, explica, lo fueron «por sus patologías de base circulatorias, respi- ratorias y propias de la vejez que ya reque- rían cuidados paliativos previos». Termina- ron falleciendo 10 ancianos de Vitalia San Rafael pero desde hace unos días la situa- ción, asegura Romero, está ya bajo control. También resultaron contagiados 20 tra- bajadores de Vitalia San Rafael, que cuen- ta de media con 67 empleados. Sin embar- go, a raíz de la crisis sanitaria la empresa ha reforzado su plantilla, al igual que se ha hecho en otros centros, para luchar contra el coronavirus. Sobre todo durante el bro- te, la directora sostiene que «se ha reforza- do la plantilla de auxiliares, enfermeros y limpieza, y con multitud de recursos mate- riales. Nunca pensamos ni usuarios, fami- liares y trabajadores que experimentaría- mos una situación tan cruel y tan devasta- dora como esta. Ante ella lomás importante ha sido el esfuerzo y la capacidad de adap- tación de todos los que nos hemos visto en- vueltos en ella, a niveles físicos y psicológi- cos, dignos de ser reconocidos». Ahora mismo, informa Romero, son 90 las per- sonas que trabajan en el día a día de Vitalia San Rafael, casi tantas como residentes. Trabajo actual Gracias a todo ese esfuerzo, ahora «trabajamos implantamos un mo- delo por grupos únicos e inamovi- bles a razón de 13 horas, donde el trabajador es destinado a un grupo determinado y exclusivamente a ese; mismo puesto, mismos usuarios a atender y mismos trabajadores, evi- tando así, en lo posible, el contagio cruzado y la propagación del virus», de- clara Mónica Romero. La primera ola pasó sin afectar a Vitalia San Rafael, que se benefició, según la direc- tora, del «estado de alarma generalizado que sufrió el país y las prohibiciones de sa- lidas al exterior, anulación de citas médi- cas y todo aquello que permitía salidas de carácter esporádico de residentes y traba- jadores». Pero tras la «devastación» de la primera ola, dice la responsable del geriátrico cor- dobés, «nos nutrimos de los defectos que

RESIDENCIA VITALIA SAN RAFAEL MÓNICA ROMERO

destacaron en esos momentos para prepa- rarnos de forma consciente ante la situa- ción, algo visionarios, que antes o después nos afectaría. Por ello desde la Central se nos suministró todo el material higiénico, sanitario de limpieza (bactericidas, viruci- das) y equipos de protección individual que nos han acompañado todos estos largos días, sin tener en ningún momento caren- cias de ningún tipo, al igual que de un pro- tocolo de actuación específico». La Consejería de Salud también aportó su parte: medicalización llevada a cabo des- de el Reina Sofía, El contacto con los fami- liares, por otra parte, se realizó por vía te- lefónica mientras estuvieron prohibidas las visitas. Para situaciones excepcionales, aque- llas en las que se sabía que el drama termi- naría inevitablemente con la muerte, hubo que habilitar una zona especial «para que las familias, si lo estimaban, pudiesen des- pedirse de sus familiares residentes». Mónica Romero recuerda las dificulta- des para hacer frente al coronavirus Covid- 19. «Sin duda nos sobrepasó la rapidez con la que el virus se instaló en el centro y se propagó. Al ser la mayoría de los casos asin- tomáticos fue más difícil clasificar a los re- sidentes, e incluso a los trabajadores. Tam- bién estuvimos desbordados por la falta de personal de enfermería para contratar, que hacía las cosas más difíciles», concluye.

«NOS SOBREPASÓ LA RAPIDEZ CON QUE EL VIRUS SE INSTALÓ»

RAFAEL VERDÚ CÓRDOBA

√ NUNCA PENSAMOS EN UNA SITUACIÓN TAN DEVASTADORA EN NINGÚN MOMENTO TUVIMOS CARENCIAS DE NINGÚN TIPO EN EL CENTRO

Mónica Romero posa en la entrada de la residencia Vitalia San Rafael de Córdoba capital

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VIUDA DE MANUEL BARRAGÁN EMILIA GARCÍA

«MI MARIDO DEJABA HUELLA ALLÍ POR DONDE IBA»

RAFAEL A. AGUILAR CÓRDOBA

M ANUEL Barragán Solís pereció el 25 de marzo por coronavirus: fue el primer trabajador del Ser- vicio Andaluz de Salud (SAS) al que se cobró la enfermedad y la sexta víc- tima mortal en la provincia. Su fallecimien- to causó una honda conmoción en Córdo- ba, pues en ese momento, con el primer Es- tado de Alarma recién iniciado, la pandemia estaba empezando a dar la cara y la socie- dad no era del todo consciente aún de la gra- vedad de la situación, del dolor que iba a causar. Manuel era un médico de pueblo en todo el sentido de la expresión: vocacional, cercano, conversador, sencillo, entregado a en cuerpo y alma a la profesión en la que dio sus primeros pasos en Conquista en los años 80 del siglo pasado. Allí, mientras ha- cía una sustitución, conoció a Emilia Gar- cía, una muchacha de la localidad de la que se enamoró. Vivieron un noviazgo feliz, se casaron, tuvieron dos hijos, un chico y una chica. Pasaron los años, él fue cambiando de destinos: del Valle de los Pedroches se trasladó a Posadas, de allí al Barrio del Gua- dalquivir y luego al Sector Sur y por último al centro de salud de Sagunto, donde pres- tó sus servicios en los últimos once años y hasta pocas semanas antes de morir. Emilia tiene 63 años, la misma edad con la que se despidió Manuel, al que han segui- do en estos meses tres sanitarios más de Córdoba: una enfermera del centro de es- pecialidades Carlos Castilla del Pino, un doctor de San Juan de Dios y una celadora de Cabra también se han dejado la vida a cuenta del Covid-19. «Cuando empezó a ha- blarse del coronavirus mi marido ya esta- ba preocupado. Me dijo una noche que a la consulta no paraba de llegar gente con pro- blemas respiratorios. Tengo grabadas unas palabras suyas: ‘Emilia, esto nos va a venir largo’», recuerda la mujer. Si la ausencia siempre es difícil de asu- mir, en este caso el dolor está agravado por las circunstancias del óbito del facultativo. «Le quedaba poco para jubilarse, ya tenía- mos nuestros planes hechos. Habíamos arre- glado la casa de mis padres en Conquista, para poder pasar allí más tiempo. No espe- raba que se fuera tan pronto. Ni de esa ma- nera», indica la viuda, consciente del todo de la dimensión que adquirió el fallecimien- to de su esposo, en parte porque era amigo del presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), el cordobés Serafín Rome- ro y con quien coincidió en Posadas, y del consejero de Salud y Familias de la Junta de Andalucía, Jesús Aguirre. Ambos hicieron

«ÉL SUPO DESDE EL

PRINCIPIO QUE EL COVID NOS IBA A VENIR LARGO» «SI ÉL TRABAJÓ SIN PROTECCIÓN TAMBIÉN LO HICIERON SUS COMPAÑEROS»

Emilia, con su hija, en el centro de salud en el que trabajaba su marido, el pasado mes de agosto

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do el combate contra el coronavirus. «Cómo voy a culpar yo a nadie de lo que sucedió... Si Manolo trabajó sin protección, lo hacían de la misma manera sus compañeros. Lo único es que él tuvo la mala suerte de que le llegó un paciente infectado y se lo pegó, y a otros no le pasó. Nadie tiene la culpa de estas cosas», sostiene. Han pasado nueve meses desde que Ma- nuel no hace cada día el trayecto desde el que fue su domicilio, en Carlos III, hasta su puesto de trabajo; desde que no ha vuel- to a Conquista; desde que falta en su casa. Emilia lleva como puede el mazazo por su muerte repentina e inesperada. Los altiba- jos de su estado ánimo son el carrusel en el que se persiguen los recuerdos y el do- lor, atenuado por la certeza de que su ma- logrado marido dio la vida haciendo lo que más le gustaba y prestando un servicio im- pagable a la comunidad. «Donde iba deja- ba huella. Así era Manolo».

públicas sus condolencias y el propio con- sejero no pudo reprimir las lágrimas en una comparecencia a los pocos días de la muer- te del doctor. «Nos llamaronmuchas perso- nas a casa dándonos el pésame, algunas de ellas eran autoridades, políticos. Lo agrade- cemos», apostilla Emilia, que asistió este ve- rano a la rotulación del centro de salud de Sagunto con el nombre de Manuel Barragán Solís por decisión de la Junta de Andalucía. «Se puso malo, pasó unos días en casa y se lo tuvo que llevar una ambulancia al Rei- na Sofía cuando empeoró. Lo acompañó mi hija hasta el Hospital, pero no la dejaron en- trar. Cuando salió de casa fue la última vez que lo vi. No pude ni ir al entierro. Luego, cuando levantaron las limitaciones, le hici- mos una misa de recuerdo. Amí me parece mentira que no esté conmigo. Lo echo siem- pre de menos», confiesa la mujer. En sus re- flexiones no hay rastro de reproche al modo en el que los gestores sanitarios han dirigi-

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GERENTE DEL HOSPITAL REINA SOFÍA VALLE GARCÍA «TENEMOS QUE SER SINCEROS: HEMOS TENIDO MIEDO»

RAFAEL RUIZ CÓRDOBA

V ALLE García es una mujer con co- sas que decir. «Córtame que char- lo mucho», dice cuando se emba- la. Nacida en 1975, a esta especia- lista en aparato digestivo lamayor pandemia conocida por varias generaciones le pilló precisamente como jefa de las tripas del Hospital Universitario Reina Sofía, un cen- tro sanitario donde trabajan más de cinco mil personas más varios cientos que depen- den de contratas externas. García recono- ce que 2020 ha sido un año largo, que han pasadomuchas cosas desde ese mes de ene- ro en el que tuvo lugar el primer caso que cuadraba con eso que se decía por las noti- cias que pasaba en Wuhan. «Al principio, pensábamos que aquello nos pillaba un poco lejos», reconoce la directora gerente del Reina Sofía. La forma en la que se desarrolló el mes de febrero y el toque de re- bato de principios de marzo hizo que las co- sas cambiaran. De una situación de espera ac- tiva a una alarma generalizada que, al princi- pio, solo encajaba con incertidumbres. «No sabíamos a lo que nos enfrentábamos», afir- ma la directora del hospital que recalca que hoy se tiene una noción mucho más amplia. El coronavirus, explica Valle García, ha te- nido y tiene un enorme coste en vidas perdi- das, en lágrimas. Desde el punto de vista sa- nitario, «nos ha puesto a prueba a todos». La crisis del Covid ha puesto al sistema sanitario frente a un espejo donde las debilidades que- daban expuestas. En un procedimiento que ha afectado a los sanitarios que trabajan en el centro pero también a cualquier empleado del Reina Sofía, desde las limpiadoras hasta el personal de seguridad. «Nos hemos reinven- tado en un tiempo récord», asegura con un punto de orgullo. «Sin anestesia», dice.

√ CREÍAMOS QUE AQUELLO QUE PASABA EN CHINA NOS COGÍA UN POCO LEJOS» TODO EL EQUIPO HA TENIDO UNA ENORME CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN HEMOS APRENDIDO MUCHO SOBRE LO QUE ES PRECISO HACER

Valle García repite una y otra vez el verbo aprender de un proceso que ha consumido, explica, dos oleadas. La primera, de marzo a mayo. «No enfrentábamos a algo desconoci- do y el trabajo de los profesionales y la unión de toda la ciudad hizo que se viviera una uni- dad colectiva para pelear contra la pandemias. Se vivieronmomentos irrepetibles, tristes, con pacientes que no pudieron salir adelantes. También, un trabajo en equipo, unión de fuer- zas. Eso ha quedado», explica. En ese momen- to, el hospital tuvo que modificar protocolos y reprogramar otro tipo de actividades sani- tarias «que para nosotros son importantes». La segunda ola vino precedida de unos mo- mentos de calma en el que la actividad sani- taria, afirma la directora del hospital, no de- cayó. El ritmo frenético «se tuvo que mante- ner» con el objetivo de recuperar los actos médicos que no se habían podido desarrollar por el primer golpe del Covid. «Se habla de de- sescalada y de normalidad pero de normal no tuvo nada». afirma. El segundo momento de la pandemia pro- piamente dicho llega a partir de septiembre cuando los casos volvieron a crecer por enci- ma de los ingresos que tuvo lugar en los pri- meros momentos. Valle García insiste: «ya sa- bemos mucho más, pudimos ser más flexibles y atender a más pacientes». El hospital ha usa- do un sistema de unidades Covid que se va ac- tivando y desactivando en función de las ne- cesidades. En esa segunda parte, «hemos sido de atender el resto de la actividad y creo que esto demuestra una capacidad de adaptación muy importante del equipo». La gerente del Reina Sofía exhorta a la ciu- dadanía a la responsabilidad, a ser cuidado- sos y avisa de que aún queda tiempo para que se pueda dar por superado. «Cautela, pruden-

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cia, respeto mientras no se tenga una parte importante de la población vacunada», ase- gura. Los recursos sanitarios se han demos- trado finitos aunque en Córdoba nunca se han tenido que activar edificios extrahospitala- rios, como hoteles, para poder asistir al los en- fermos. «Se elige esta profesión por vocación pero llega unmomento en el que sientes que los sa- nitarios han hecho mucho, mucho por la so- ciedad», explica Valle García. Cada tarde, a las ocho, en los balcones se escuchaban aplausos para los médicos, enfermeros, celadores. La gerente del Reina Sofía anima a revisar den- tro de algunos años lo que ha pasado para com- probar que se han hecho muchas cosas bien. García no tiene queja. Reconoce que la iden- tificación del hospital y la ciudad funciona como demuestran los premios y reconocimien- tos recibidos. La muestras de cariño. El traba- jo solidario que permitió realizar material de protección de urgencia cuando era un bien es- caso. La versión oculta del Covid ha estado en una cuestión de la que rara vez se habla: la salud mental. Muchas personas pasaron solas el con- finamiento. Existía pánico a desplazarse de según qué maneras. Valle García asegura que han notado un incremento respetable, por ejemplo, de las personas que padecen proble- mas de carácter alimentario, como la bulimia y la anorexia. Las personas que tenían depre- sión o ansiedad han visto cómo se agudiza- ban esos proceso. La gerente del Reina Sofía explica que, en un momento dado de la pri- mera oleada, hubo personas que no se presen- taban a sus consultas con el médico. Eso ha llevado a un incremento de la mortalidad en dolencias como infartos o ictus. Aquella ten- dencia se ha moderado mucho y la frecuenta- ción de los puntos de urgencias entra dentro de una normalidad. La gerente del Reina So- fía asegura que sí ha notado otra relación con los recursos sanitarios. Un mejor uso. El hospital, afirma, ha cambiado. Determi- nadas materias estaban en el aire y no se aco- metían. El Covid ha hecho que esto cambie. Son aspectos determinantes como la relación sanitaria con la tecnología, la posibilidad de realizar consultas telefónicas, implementar herramientas que estaban ahí y que podían mejorar la situación. También, ha mejorado esa visión que se tiene del hospital como un lugar donde se hace ciencia. Donde se inves- tiga en nuevos medicamentos. En procedi- mientos médicos que pueden salvar vidas. «Te- nemos que ser sinceros. Hemos tenido miedo pero salimos más fuertes», afirma.

Valle García, en la puerta del hospital general

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El padre Roldán, en la iglesia del Figueroa

ÁNGEL ROLDÁN

ÁLVARO CARMONA

SACERDOTE

L a pandemia del coronavirus ha de- jado más de 500 muertos en Córdo- ba en 2020, pero también ha sacado a relucir lo mejor de los cordobeses. El lado más humano. El más solidario. El párroco de la iglesia del Parque Figueroa, el padre Ángel Roldán, es un vivo ejemplo de la ola de solidaridad que ha dejado el Co- vid-19. En los meses más duros del confina- miento le tocó convivir con la cara y la cruz. «No hay nada más duro que tener que pe- dir», recuerda el sacerdote mientras atien- de a ABC, pero a la vez prefiere «quedarme con lo bueno, con la enorme solidaridad que ha demostrado la gente para ayudar» a los más necesitados. Ángel Roldán llegó a reunir toneladas de alimentos en la parroquia para repartir en- tre aquellas personas que se quedaron de la noche a la mañana sin recursos para lo más básico, comer. Eso sí, reconoce que las dos olas, en primavera con el confinamien- to y en otoño con las restricciones pero sin cierre generalizado, «han sido muy diferen- tes» desde el punto de vista de la ayuda so- cial. Lo peor se concentró entre marzo, abril y mayo. «Lo más duro ha sido ver pedir a personas conocidas en la parroquia», reco- noce. Para él, «lo más fuerte de todo ha sido que era gente corriente, como usted y como yo». El padre Roldán profundiza que la ne- cesidad de ayudar con alimentos a los de- más «se multiplicó por cinco» durante el confinamiento de marzo. En otoño, «ha su- perado muy poco a la ayuda habitual, por-

«LO MÁS DURO HA SIDO VER PEDIR A CONOCIDOS»

oficiar funerales sin apenas familiares por culpa de las restricciones de la normativa para velatorios y funerales. A su juicio, esas limitaciones «han sido un sinsentido» en muchos casos y «ridículas enmuchas situa- ciones». Lo escenifica con una experiencia personal que le tocó vivir durante este mal- dito 2020. Un año que debía ser redondo y limpio, pero que ha acabado manchado y triste por la pandemia sin tratamiento para detener el Covid-19. «Tuve que vivir cómo cuatro hermanos echaban a suertes quién se tenía que quedar fuera del funeral de su padre, ya que superaban el número para en- trar». Es el rostro más cruel de esta enfer- medad feroz. Una despedida sin los seres queridos. Sin embargo, el padre Ángel Roldán, en esa idea por demostrar todo lo bueno de la ola de solidaridad que también ha dejado el coronavirus, destaca cómo la colabora- ción ha llegado «con empresas» de todo tipo «como Piedra, Magtel, farmacias, fruterías y muchas empresas que no sé ni cómo lle- garon a mí para ayudar a las familias nece- sitadas». También subraya cómo la ayuda ha llegado por otras vías, especialmente para la formación, y no sólo con la donación de dinero, alimentos o materiales. «Gracias a Casa Pepe y Casa Rubio hay 15 jóvenes que están formándose en hostelería en funcio- nes de cocina y también en tareas de sala durante cuatro meses con la posibilidad de conseguir un título y con una salida labo- ral allí y en otros negocios».

JAVIER GÓMEZ CÓRDOBA

√ LA AYUDA SOCIAL SE MULTIPLICÓ

que limpiadores, pintores, manitas y demás han podido ir a sus trabajos, una situación que no se dio en marzo». Como contrapeso del drama de la pérdi- da repentina de recursos, el párroco del Par- que Figueroa destaca que «la ola de solida- ridad lo superó con creces». De hecho, des- vela que «las donaciones» de los cordobeses se multiplicaron «por diez». Pone como ejemplo de solidaridad en mayúsculas que «una señora con una pensión de 380 euros vino a donar 30, para mí eso es muy edifi- cante». Una demostración de cómo dar a los demás lo que ni siquiera uno tiene. Hubo un momento, asegura, en el que «no podía- mos asumir la llegada de más voluntarios», que en muchos casos, de forma excepcio- nal, llegaron de «fuera del barrio». También ha tenido que acompañar a mu- chas familias en la despedida de sus seres queridos. La mayoría, personas mayores a las que el coronavirus acabó con sus pul- mones. El padre Ángel Roldán ha tenido que

POR CINCO; LA SOLIDARIDAD POR DIEZ ME IMPACTÓ UNOS HIJOS ECHANDO A SUERTE QUIÉN NO IBA A UN FUNERAL

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DIRECTOR DEL IES SAN ÁLVARO JOSÉ RAMÓN COBO

«EN VERANO NO PUDIMOS DESCONECTAR»

LUIS MIRANDA CÓRDOBA

E L 13 de febrero, el curso lectivo 2019 / 2020 avanzaba sin otra preocupa- ción para los profesores que conse- guir que sus alumnos comprendie- ran lo que se les explicaba y sin otra inquie- tud para los alumnos que aprender y aprobar los exámenes que se iban sucediendo en el calendario del segundo trimestre. Un mes después, justo el viernes 13 de marzo, el curso no terminó, pero sí que se cerraron los institutos y colegios y hubo que continuar por otros medios. No volvieron a abrir en lo que quedaba de curso. José Ramón Cobo era el director del Ins- tituto de Enseñanza Secundaria (IES) San Álvaro, en el barrio cordobés del Sector Sur, y reconoce que hubo que sobreponerse a una situación inesperada: «Nos cogió un poco de sorpresa, independientemente de la situación que era problemática desde el punto de vista sanitario». Pero que fuera una sorpresa no quiere decir que todo el mundo quedase paraliza- do por miedo al Covid-19. Las calles se que- daron vacías, pero las clases tenían que se- guir. José Ramón Cobo relata la historia de su instituto, en que los profesores se pusie- ron manos a la obra con medios propios, porque los públicos estaban en el centro, y el centro estaba cerrado. «Con la mayor agilidad posible, por par- te del centro y del profesorado se planificó una nueva forma para el desarrollo docen- te», dice, y señala con claridad que se con- siguió «gracias al esfuerzo del profesorado y a la capacidad de organización». Brecha digital Los colegios cerraron y el material quedó dentro de ellos, así que los docentes tuvie- ron que disponer de sus ordenadores, cá- maras y todo el material para llegar a sus alumnos. «Los centros disponen de unos recursos, pero están limitados a la enseñan- za presencial. No existía en ese momento una disponibilidad», así que los profesores recurrieron a sus medios personales. Y a veces no era suficiente. El instituto San Álvaro está en la zona alta del Sector Sur, uno de los barrios más pobres de Cór- doba y allí no son pocos los alumnos que en casa no disponen de medios informáticos para seguir las clases de forma telemática. Es lo que se llama brecha digital, que allí es también social. «La Administración ayudó y proporcionó algunas tablets para ellos», afirma el director, que habla del esfuerzo que se hizo para sobreponerse a esta cir- cunstancia: «La situación se pudo sobrelle-

LOS PROFESORES TUVIERON QUE USAR MEDIOS PERSONALES EL NUEVO CURSO SE ESTÁ SALVANDO CON MUCHA SATISFACCIÓN

José Ramón Cobo, en las dependencias del instituto San Álvaro

RAFAEL CARMONA

var intentando acercar, utilizando recursos de tipo plataformas digitales, lo más sim- ples posibles, como Google Clasroom». Y a veces hubo que utilizar otros recursos, como enviar correos a las familias y hasta mate- rial a través de medios postales. Tampoco la organización del instituto era la misma. Las vídeoconferencias susti- tuyeron a las reuniones personales y la pla- taforma Moodle fue la forma en que los do- centes se podían encontrar para hacer lo en los peores momentos del confinamiento no podían afrontar presencialmente. La enseñanza telemática no consigue lo mismo que la digital, y eso está claro. «Por parte del equipo directivo y del profesora- do no ha quedado, pero el alumnado se ha visto mermado en el proceso de aprendiza- je», cuenta. El curso terminó y llegó el reto de plani- ficar el siguiente, en que los alumnos tenían que regresar a la enseñanza presencial. El

debate fue intenso, los cambios eran cons- tantes y muchos temían que en algún mo- mento habría que volver a las clases «on line», pero el resultado ha sido bueno. José Ramón Cobo explica que en las vacaciones no tuvieron mucha capacidad para desco- nectar, porque había que preparar los cole- gios e institutos para lo que llegaba. En su caso, hizo «una solicitud a la Administra- ción por necesidades de personal de limpie- za y medidas organizativas para mejorar las condiciones de seguridad». Iba a ser im- prescindible, pero los profesores han teni- do «la máxima disponibilidad». A pesar de tanta dificultad, el curso está saliendo bien, en su instituto y en todas par- tes: «Con el trabajo colaborativo de perso- nal del centro y la Administración, que ha facilitado recursos humanos y materiales, y con aportaciones, finalmente se ha con- seguido salvar muy satisfactoriamente, al menos hasta ahora».

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R afael Carrillo, director propietario de El Churrasco, buque insignia de la restauración de Córdoba que for- jaron sus padres, asegura que 2020 ha sido para este restaurante «agridulce». A bote pronto la metáfora de este hostele- ro, que lleva doce años al frente de este ne- gocio y trabajando en él desde 1999, puede sonar chocante en el desolador año del Co- vid. Pero al escuchar su relato se entiende. Para ellos, 2020 empezó con la ilusión de festejar el medio siglo de vida de este esta- blecimiento y, siguiendo con lo positivo, se ha saldado con sus empleados y familias «sanos». Pero, en lo económico, admite, el coronavirus «ha dejado el negocio tocadi- to, aunque tenemos fuerzas para aguantar bastante. Para tirarnos al suelo hace falta mucho. Porque estábamos muy prepara- dos». Así completa ese sabor «agridulce». Y pone sobre la grabadora del periodis- ta todos los ingredientes de lo que ha sido este ejercicio. «Nuestra previsión es cerrar el año con un 55% menos de facturación. Vamos a dar las mayores pérdidas que ha dado nunca la empresa en sus 50 años de vida», cuenta, para luego explicar un ele- mento vital para que el varapalo no haya sido mucho mayor. La crisis sorpren- dió al restaurante con una situación económica «saneada»: «Mi padre me inculcó que trabajáramos con recur- sos propios y siempre hemos inten-

PROPIETARIO DE EL CHURRASCO RAFAEL CARRILLO

un tiempo». Además, han obtenido una lí- nea de crédito del ICO, de las activadas por la recesión, pero «no la hemos usado. Está ahí por si acaso». Ahora bien, en la receta para sobrevivir a esta crisis «no todo es el dinero», puntualiza. Y destaca el apoyo de los 43 trabajadores del Churrasco: «Tene- mos un equipo estupendo, que son como si fueran nuestra familia y que sienten el ne- gocio como si fuera de ellos. Cuando hemos necesitado algo, ahí han estado ellos». El Churrasco se ha topado con un menú de adversidades: cerraron tres meses y me- dio en el confinamiento y la primera deses- calada —tiempo en el que «me empapé» del Covid, porque «sabiendo lo que pasaba po- día tomar las decisiones sobre mi empre- sa»—; una parte importante de su clientela ha desaparecido —un 15% de sus ventas ve- nían del turistas extranjero y entre el 30% y el 35% del nacional— y luego han sufrido los bailes de aforo, horarios o normativa. Carrillo ahonda en esta última cuestión. «2020 mortal en la hostelería» Una vez volvieron a subir la persiana el 2 de julio, el principal obstáculo fue que «todos los días cambiaban las reglas del juego». «Me he leído 50 BOJA y BOE, de esos que sacaban el domingo para el lunes cambiarte el paso, ni le digo», comenta al periodista. «La ma- yor dificultad ha sido planificar las cosas de un día para otro», dice y recuerda que eso no es sencillo con 43 trabajadores. De hecho, con las restricciones a la hostelería aproba- das en Andalucía en noviembre ampliaron el ERTE, que tienen activo desdemarzo y que han idomodificando según la actividad: «Aho- ra todos están en él: la mitad de la plantilla sin venir a trabajar y la otramitad de media al 50% de jornada». «También ha sido difícil ver al personal en casa escribiéndote: “¿Cuán- do volvemos al trabajo? Nos volvemos locos en el piso”», confiesa. Cuando se le pregunta a este nombre pro- pio de la hostelería provincial por su visión de cómo ha castigado el coronavirus al sec- tor, Carrillo afirma que ha sido un 2020 «mortal, pésimo». Baste recordar que Hos- tecor, su patronal en Córdoba, advirtió en noviembre de que la crisis se había llevado por delante aproximadamente el 20% de los negocios del sector en la provincia. Y esos son los que han pasado a mejor vida. Los que luchan por salir adelante dejaron una imagen insólita, porque no es habitual ver a los hosteleros manifestarse: cerca de 2.000 lo hicieron en la capital el 12 de noviembre, reivindicando un plan de rescate de las Ad- ministraciones, ante su complejísima situa- ción. Cuenta que él estuvo en esa protesta. «Hemos empezado a movernos porque se ninguneaba a un sector tan importante para la economía. Cuando cae una aerolínea o un banco, se le ayuda. La hostelería está toca- da y hundida. Debemos salir y decir: “Oye, necesitamos ayuda”», reflexiona. Para concluir, el máximo responsable de El Churrasco vaticina que 2021 «no será un mal año, pero no será la normalidad». Ma- tiza que espera un primer trimestre «malo, perdido», puesto que habrá una «tercera ola, porque la vacuna no es un milagro». «Espero que para el segundo trimestre la situación mejore bastante», avanza. Y se atreve con un vaticinio importante no sólo para su negocio, sino para toda la ciudad: «En 2021, el turista nacional se moverá. Hay muchas ganas de viajar y olvidar esto. El in- ternacional volverá poco a poco».

«DAREMOS LAS MAYORES PÉRDIDAS EN 50 AÑOS DE VIDA»

BALTASAR LÓPEZ CÓRDOBA

√ QUEDAMOS TOCADITOS, PERO TENEMOS FUERZAS PARA AGUANTAR PARA TIRARNOS AL SUELO HACE FALTA MUCHO. ESTÁBAMOS PREPARADOS’

tado tener fondos en el banco para cualquier emergencia, aunque una como ésta nunca nos la planteamos. Y ese fondo que teníamos ha queda- do tocado, pero aún se podría aguantar

VALERIO MERINO

Rafael Carrillo, director propietario de El Churrasco, posa para ABC en el restaurante

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«E staba sano como una pera y unos días después, en coma e intubado en la UCI». Ra- fael Escudero, de 49 años, casado y con dos hijos, es uno de los más de 250 cordobeses que han batallado por su vida contra el virus de Wuhan, y ha logra- do recuperarse, aunque aún le queda un lar- go y duro camino hasta volver a ser el que era. Este empresario, gerente de Congress System, comenzó a sentirse mal a media- dos de marzo. Había estado en Madrid por cuestiones laborales. «Todos los años va- mos a Holanda y, en esta ocasión, suspen- dí el viaje por el tema de la pandemia. Pero un representante del evento me citó en la capital». Rafael no sabe cómo contrajo el vi- rus, «porque, aparte de mi visita a Madrid, una compañera de la oficina que había es- tado en Italia también se puso mala». Fiebre y flojera fueron los primeros sín- tomas que empezó a sentir. «No se me ba- jaba y fui a Quirón. Allí me dijeron que era una gripe; lo mismo me diagnosticó mi mé- dico de cabecera. Más de una semana des- pués seguía igual y acudí a urgencias del San Juan de Dios. Fue allí donde me infor- maron de que tenía Covid, después de ha- cerme un TAC», recuerda. Rafael tenía neumonía bilateral. Cinco días después de su ingreso tuvieron que in- tubarlo y trasladarlo a la UCI. «Me aneste- siaron y no recuerdo nada más hasta dos meses y medio después». Mientras estaba en coma, necesitó ser intervenido. Al cam- biarle las vías hubo un problema que afec- tó a la femoral. Con su vida pendiendo de un hilo, lo llevaron de urgencia al Reina So- fía y consiguió salir del quirófano, pero co- nectado a una máquina de diálisis y con un

ENFERMO DE COVID RECUPERADO RAFAEL ESCUDERO

Me comí un yogurt y al ver a mi familia por videollamada lloré de alegría. Había perdi- do 42 kilos y sufrido un proceso de calcifi- cación en una pierna», explica. Tras salir de la UCI, Rafael estuvo otros tres meses en planta. No podía moverse y «tenía mucho miedo a ahogarme, por la tra- queotomía. Era un vegetal». Gracias a la ayu- da de una grúa, lo incorporaban cada día y, cuando fue recuperando fuerzas, comenzó los ejercicios de rehabilitación. Cuando regresó a su casa, en Almodóvar del Río, estuvo un tiempo durmiendo en una cama especial en el salón. «Ahora ya puedo subir a mi habitación, pero necesito la ayu- da de mi mujer. Sin ella no podría haber sa- lido adelante». Una ambulancia traslada cada mañana a Rafael hasta el Reina Sofía, donde realiza sus ejercicios de rehabilitación, además de andar todos los días hasta el cementerio un par de veces con su vecino Paco, interveni- do de las vértebras. «Estoy poco a poco re- cuperando mi vida, pero sigo sin trabajar». Ahora, este cordobés solo piensa en dis- frutar de la vida, «vivir el momento e ir a agradecer a las vírgenes a las que muchos amigos pidieron que me recuperara, por- que el hecho de que siga aquí es unmilagro. Me voy a comprar una autocaravana y quie- ro vivir viajando con los míos». «A quienes no se creen lo que hace el Co- vid les diría que las muertes, los enfermos, las UCI llenas están ahí. No hay más ciego que el que no quiere ver. Espero que todos aprendamos de esto, porque seguro que vuelve a repetirse. Tenemos que unirnos, dejar de lado las banderas y los partidos; dejar de discutir, porque, si no, estaremos perdidos», apunta este superviviente.

«ESTUVE 72 DÍAS EN COMA AL BORDE DE LA MUERTE»

DAVINIA DELGADO CÓRDOBA

√ HE ESTADO

marcapasos. El doctor que lo intervino le dijo a su mujer que podría perder la pierna «Mi esposa me vio muerto. Y la cosa se siguió complicando. En El Reina Sofía con- traje una bacteria, la pseudomona». Ade- más, tuvieron que desintubarlo y hacerle una traqueotomía. De todo esto se iba en- terando Paqui, su esposa, por teléfono. Entretanto, ajeno a todo lo que estaba pa- sando en el mundo exterior, Rafael tenía sueños extraños durante su coma induci- do. «Recuerdo que iba como en un sillón y que tenía telarañas. No podía tocarme. Tam- bién, que estaba debajo del agua. Y siempre me veía con las manos atadas», rememora, emocionado. Poco a poco, el tratamiento fue surtien- do efecto y Escudero logró recuperarse. «El día que abrí de nuevo los ojos, el Domingo de Resurrección, estaba muerto de hambre.

CONECTADO A UNA MÁQUINA DE DIÁLISIS Y CON UN MARCAPASOS AHORA SOLO PIENSO EN DISFRUTAR DE LA VIDA; QUE SIGA AQUÍ ES UN MILAGRO

Rafael Escudero en un parque de Córdoba

RAFAEL CARMONA

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