ESPECIAL ASÍ FUE CóRDOBA 2020

16 ASÍ FUE CÓRDOBA 2020

ABC

JUEVES, 31 DE DICIEMBRE DE 2020

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«E staba sano como una pera y unos días después, en coma e intubado en la UCI». Ra- fael Escudero, de 49 años, casado y con dos hijos, es uno de los más de 250 cordobeses que han batallado por su vida contra el virus de Wuhan, y ha logra- do recuperarse, aunque aún le queda un lar- go y duro camino hasta volver a ser el que era. Este empresario, gerente de Congress System, comenzó a sentirse mal a media- dos de marzo. Había estado en Madrid por cuestiones laborales. «Todos los años va- mos a Holanda y, en esta ocasión, suspen- dí el viaje por el tema de la pandemia. Pero un representante del evento me citó en la capital». Rafael no sabe cómo contrajo el vi- rus, «porque, aparte de mi visita a Madrid, una compañera de la oficina que había es- tado en Italia también se puso mala». Fiebre y flojera fueron los primeros sín- tomas que empezó a sentir. «No se me ba- jaba y fui a Quirón. Allí me dijeron que era una gripe; lo mismo me diagnosticó mi mé- dico de cabecera. Más de una semana des- pués seguía igual y acudí a urgencias del San Juan de Dios. Fue allí donde me infor- maron de que tenía Covid, después de ha- cerme un TAC», recuerda. Rafael tenía neumonía bilateral. Cinco días después de su ingreso tuvieron que in- tubarlo y trasladarlo a la UCI. «Me aneste- siaron y no recuerdo nada más hasta dos meses y medio después». Mientras estaba en coma, necesitó ser intervenido. Al cam- biarle las vías hubo un problema que afec- tó a la femoral. Con su vida pendiendo de un hilo, lo llevaron de urgencia al Reina So- fía y consiguió salir del quirófano, pero co- nectado a una máquina de diálisis y con un

ENFERMO DE COVID RECUPERADO RAFAEL ESCUDERO

Me comí un yogurt y al ver a mi familia por videollamada lloré de alegría. Había perdi- do 42 kilos y sufrido un proceso de calcifi- cación en una pierna», explica. Tras salir de la UCI, Rafael estuvo otros tres meses en planta. No podía moverse y «tenía mucho miedo a ahogarme, por la tra- queotomía. Era un vegetal». Gracias a la ayu- da de una grúa, lo incorporaban cada día y, cuando fue recuperando fuerzas, comenzó los ejercicios de rehabilitación. Cuando regresó a su casa, en Almodóvar del Río, estuvo un tiempo durmiendo en una cama especial en el salón. «Ahora ya puedo subir a mi habitación, pero necesito la ayu- da de mi mujer. Sin ella no podría haber sa- lido adelante». Una ambulancia traslada cada mañana a Rafael hasta el Reina Sofía, donde realiza sus ejercicios de rehabilitación, además de andar todos los días hasta el cementerio un par de veces con su vecino Paco, interveni- do de las vértebras. «Estoy poco a poco re- cuperando mi vida, pero sigo sin trabajar». Ahora, este cordobés solo piensa en dis- frutar de la vida, «vivir el momento e ir a agradecer a las vírgenes a las que muchos amigos pidieron que me recuperara, por- que el hecho de que siga aquí es unmilagro. Me voy a comprar una autocaravana y quie- ro vivir viajando con los míos». «A quienes no se creen lo que hace el Co- vid les diría que las muertes, los enfermos, las UCI llenas están ahí. No hay más ciego que el que no quiere ver. Espero que todos aprendamos de esto, porque seguro que vuelve a repetirse. Tenemos que unirnos, dejar de lado las banderas y los partidos; dejar de discutir, porque, si no, estaremos perdidos», apunta este superviviente.

«ESTUVE 72 DÍAS EN COMA AL BORDE DE LA MUERTE»

DAVINIA DELGADO CÓRDOBA

√ HE ESTADO

marcapasos. El doctor que lo intervino le dijo a su mujer que podría perder la pierna «Mi esposa me vio muerto. Y la cosa se siguió complicando. En El Reina Sofía con- traje una bacteria, la pseudomona». Ade- más, tuvieron que desintubarlo y hacerle una traqueotomía. De todo esto se iba en- terando Paqui, su esposa, por teléfono. Entretanto, ajeno a todo lo que estaba pa- sando en el mundo exterior, Rafael tenía sueños extraños durante su coma induci- do. «Recuerdo que iba como en un sillón y que tenía telarañas. No podía tocarme. Tam- bién, que estaba debajo del agua. Y siempre me veía con las manos atadas», rememora, emocionado. Poco a poco, el tratamiento fue surtien- do efecto y Escudero logró recuperarse. «El día que abrí de nuevo los ojos, el Domingo de Resurrección, estaba muerto de hambre.

CONECTADO A UNA MÁQUINA DE DIÁLISIS Y CON UN MARCAPASOS AHORA SOLO PIENSO EN DISFRUTAR DE LA VIDA; QUE SIGA AQUÍ ES UN MILAGRO

Rafael Escudero en un parque de Córdoba

RAFAEL CARMONA

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