ESPECIAL ASÍ FUE CóRDOBA 2020

ASÍ FUE CÓRDOBA 2020 23

ABC

JUEVES, 31 DE DICIEMBRE DE 2020

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√ ERAN

pista: «En la Judería, eran una locura. El mío incluido». «Intenté negociar con el propie- tario porque no podía pagarlo, pero fue im- posible», rememora. Hoy, dicho local lo ocu- pa la ampliación de un restaurante. Y el Covid, profundiza, llegó en un mo- mento muy complicado para estas tiendas que viven del turista: tras la temporada baja y con «lo poco que tenía» invertido en mer- cancía para afrontar el periodo álgido de llegada de viajeros a Córdoba. «Judería arran- ca cuando pasa San José», explica gráfica- mente. Lamenta, además, que, aunque «pedí todas las ayudas posibles, si bien las que ha- bía entonces eran pocas», se las «denega- ron». «No han ayudado ni a los comercian- tes ni a los hosteleros», denuncia con la mi- rada puesta en las Administraciones. Asegura que la decisión de dejar atrás su negocio fue «muy dura, porque mi casa de- pendía de eso, y somos cuatro». Cuenta que en ella viven también su madre, su marido y el pequeño de sus cuatro hijos. Cuando se le pregunta por la situación económica en la que la ha dejado el Covid, emite un pe- queño resoplido: «Buf. Estoy de decir: “So- corro”. Ahora, inventando. Desde casa, ven- do algunas camisas. Algo vendo». Ha teni- do como alivio que cerró sin tener deudas. Pero el golpe de la crisis no sólo se mide en euros. Tiene su vertiente anímica. Y lo evidencia de un modo claro. Cuando se le pide que señale qué negocio le dolió más ce- rrar, si la inmobiliaria o su tienda en la ca- lle Céspedes, en ambos casos por sendas cri- sis económicas, ni pestañea: «El comercio, y ganaba más con el otro».

comerciante ya mira a 2021 con esperanza: «Esto me ha pegado un bajón, pero tengo ganas de seguir luchando». Ya se ha levan- tado profesionalmente en otras ocasiones y está dispuesta a hacerlo otra vez. Además, sostiene con ese humor con el que pone al mal tiempo buena cara que, con 55 años, a ella no la van a contratar: «Con esa edad, no te quieren ni para echarle de comer a los pe- rros. Ya puedes saber lo que sepas. O me pongo por mi cuenta o no como». Y lo que ella desea es volver «a montar un comercio» en la Judería. «Soy masoquis- ta. Tengo, seguro, que volver a abrir mi ne- gocio y volver a ganar dinero, sea en Céspe- des, Deanes...», dice y explica que lo hará «con la misma idea» que tenía en aquel que se vio obligada a abandonar hacemedio año. Añade el matiz de introducir otra perspec- tiva, para trabajar «con menos corazón y más cabeza». «Tengo tres o cuatro locales vistos, pero vamos a ver por dónde salen los alquileres. No les vas a pagar lo que pedían antes», explica, para añadir ese factor de in- certidumbre en el que aún tiene sumergi- do el virus al mundo y que también sobre- vuela su próximo proyecto empresarial. «El dinero para el negocio se busca, pero no tenemos ni idea de cómo va a salir esto del virus. Yo creo que en enero vendrá la ola más fuerte», reflexiona. Y luego baja al deta- lle de las dudas que todavía se ciernen sobre el regreso de los turistas, vitales para el co- mercio que ella quiere impulsar. «Descono- cemos cuándo la gente se va a fiar para ve- nir, cuándo se convencerán de que se pue- denmover por todos los sitios», argumenta.

Pasa a argumentar que «con la tienda yo estaba en mi salsa». «Entraba y me iba fe- liz de allí y eso me lo ha quitado totalmen- te coronavirus», se duele y confiesa: «Cuan- do hablo de esto, me vengo abajo. Es que yo he amadomi trabajo y lo he sufridomucho». «Porque he estado en la tienda de lunes a domingo de nueve de la mañana a diez de la noche, tuviera bodas o cumpleaños. Por- que llevaba sola la tienda. Y no me ha cos- tado trabajo, porque he estado en lo que me gusta, el trato con el público. Me ha dolido más, porque he luchado tanto y he echado tanto sudor en esa tienda», insiste. Después de que todo eso saltara por los aires por algo totalmente ajeno a ella, admite que «he echa- do muchas lágrimas, pero muchas, muchas, de impotencia». Admite que no le apetece salir. Cuenta que, por ejemplo, a primeros de diciembre fue la primera vez que regresó a la Judería desde que cerró su negocio. «Me negaba to- talmente a ir. Cuando luchas mucho por una cosa... Ha sido un palo muy grande, un palo muy, muy, grande el que nos ha dado este bichito de la leche. Es muy triste», asegura. Y confiesa que, al ver sus calles, tradicio- nalmente bulliciosas, vacías y con la gran mayoría de sus negocios cerrados, «lloré». «Estaba todo tan solitario que daba miedo andar por la Mezquita y eran las dos de la tarde. Era patético», asegura Ramírez, que califica 2020 como «un año de pesadilla». «No he visto mejor anuncio que el de que “le den a 2020”», comenta, aludiendo al spot de sidra «El Gaitero». Pero, aunque el palo haya sido duro, esta

MUCHÍSIMOS GASTOS, SIN INGRESAR. NO SE PODÍA AGUANTAR ES UN PALO MUY, MUY, GRANDE EL QUE NOS DA ESTE BICHITO DE LA LECHE HE ECHADO MUCHAS LÁGRIMAS DE IMPOTENCIA, PERO TENDRÉ OTRA TIENDA

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