ESPECIAL ASÍ FUE CóRDOBA 2020

8 ASÍ FUE CÓRDOBA 2020

ABC

JUEVES, 31 DE DICIEMBRE DE 2020

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VIUDA DE MANUEL BARRAGÁN EMILIA GARCÍA

«MI MARIDO DEJABA HUELLA ALLÍ POR DONDE IBA»

RAFAEL A. AGUILAR CÓRDOBA

M ANUEL Barragán Solís pereció el 25 de marzo por coronavirus: fue el primer trabajador del Ser- vicio Andaluz de Salud (SAS) al que se cobró la enfermedad y la sexta víc- tima mortal en la provincia. Su fallecimien- to causó una honda conmoción en Córdo- ba, pues en ese momento, con el primer Es- tado de Alarma recién iniciado, la pandemia estaba empezando a dar la cara y la socie- dad no era del todo consciente aún de la gra- vedad de la situación, del dolor que iba a causar. Manuel era un médico de pueblo en todo el sentido de la expresión: vocacional, cercano, conversador, sencillo, entregado a en cuerpo y alma a la profesión en la que dio sus primeros pasos en Conquista en los años 80 del siglo pasado. Allí, mientras ha- cía una sustitución, conoció a Emilia Gar- cía, una muchacha de la localidad de la que se enamoró. Vivieron un noviazgo feliz, se casaron, tuvieron dos hijos, un chico y una chica. Pasaron los años, él fue cambiando de destinos: del Valle de los Pedroches se trasladó a Posadas, de allí al Barrio del Gua- dalquivir y luego al Sector Sur y por último al centro de salud de Sagunto, donde pres- tó sus servicios en los últimos once años y hasta pocas semanas antes de morir. Emilia tiene 63 años, la misma edad con la que se despidió Manuel, al que han segui- do en estos meses tres sanitarios más de Córdoba: una enfermera del centro de es- pecialidades Carlos Castilla del Pino, un doctor de San Juan de Dios y una celadora de Cabra también se han dejado la vida a cuenta del Covid-19. «Cuando empezó a ha- blarse del coronavirus mi marido ya esta- ba preocupado. Me dijo una noche que a la consulta no paraba de llegar gente con pro- blemas respiratorios. Tengo grabadas unas palabras suyas: ‘Emilia, esto nos va a venir largo’», recuerda la mujer. Si la ausencia siempre es difícil de asu- mir, en este caso el dolor está agravado por las circunstancias del óbito del facultativo. «Le quedaba poco para jubilarse, ya tenía- mos nuestros planes hechos. Habíamos arre- glado la casa de mis padres en Conquista, para poder pasar allí más tiempo. No espe- raba que se fuera tan pronto. Ni de esa ma- nera», indica la viuda, consciente del todo de la dimensión que adquirió el fallecimien- to de su esposo, en parte porque era amigo del presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), el cordobés Serafín Rome- ro y con quien coincidió en Posadas, y del consejero de Salud y Familias de la Junta de Andalucía, Jesús Aguirre. Ambos hicieron

«ÉL SUPO DESDE EL

PRINCIPIO QUE EL COVID NOS IBA A VENIR LARGO» «SI ÉL TRABAJÓ SIN PROTECCIÓN TAMBIÉN LO HICIERON SUS COMPAÑEROS»

Emilia, con su hija, en el centro de salud en el que trabajaba su marido, el pasado mes de agosto

VALERIO MERINO

do el combate contra el coronavirus. «Cómo voy a culpar yo a nadie de lo que sucedió... Si Manolo trabajó sin protección, lo hacían de la misma manera sus compañeros. Lo único es que él tuvo la mala suerte de que le llegó un paciente infectado y se lo pegó, y a otros no le pasó. Nadie tiene la culpa de estas cosas», sostiene. Han pasado nueve meses desde que Ma- nuel no hace cada día el trayecto desde el que fue su domicilio, en Carlos III, hasta su puesto de trabajo; desde que no ha vuel- to a Conquista; desde que falta en su casa. Emilia lleva como puede el mazazo por su muerte repentina e inesperada. Los altiba- jos de su estado ánimo son el carrusel en el que se persiguen los recuerdos y el do- lor, atenuado por la certeza de que su ma- logrado marido dio la vida haciendo lo que más le gustaba y prestando un servicio im- pagable a la comunidad. «Donde iba deja- ba huella. Así era Manolo».

públicas sus condolencias y el propio con- sejero no pudo reprimir las lágrimas en una comparecencia a los pocos días de la muer- te del doctor. «Nos llamaronmuchas perso- nas a casa dándonos el pésame, algunas de ellas eran autoridades, políticos. Lo agrade- cemos», apostilla Emilia, que asistió este ve- rano a la rotulación del centro de salud de Sagunto con el nombre de Manuel Barragán Solís por decisión de la Junta de Andalucía. «Se puso malo, pasó unos días en casa y se lo tuvo que llevar una ambulancia al Rei- na Sofía cuando empeoró. Lo acompañó mi hija hasta el Hospital, pero no la dejaron en- trar. Cuando salió de casa fue la última vez que lo vi. No pude ni ir al entierro. Luego, cuando levantaron las limitaciones, le hici- mos una misa de recuerdo. Amí me parece mentira que no esté conmigo. Lo echo siem- pre de menos», confiesa la mujer. En sus re- flexiones no hay rastro de reproche al modo en el que los gestores sanitarios han dirigi-

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