ESPECIAL CARNAVAL LA VOZ 2020

CARNAVAL 2020

S U P L E M E N T O E S P E C I A L D O M I N G O 2 3 · 0 2 · 2 0 2 0

23

VEGA LÓPEZ Y CARMELA TORRES La microchirigota con el tipo en la cabeza: «Conmás de60años también sepuede»

Con tres décadas de Carnaval de calle a sus espaldas, estas veteranas chirigoteras se consideranmás referencia de constancia que de feminismo :: L. V. CÁDIZ. Todas las historias del Carnaval de la calle, sean sus protagonistas muje- res, hombres, jóvenes omaduros, hablan siempredecasualidad, denaturalidad. Pro- bamos, jugamos. Son los verbos queutili- zancasi a coroporquecoincidencon laver- dad y con sus recuerdos. Los deCarmela Torres yVega López encajan en esa esen- cia de simplicidad, juego y experimento. «Unaño, sería 1990, los trabajadores de la FundacióndeCulturadijimos que íbamos a hacer una chirigota para la calle. Para el segundo finde semana.Al final, se rajaron casi todos pero salimos unos cuantos», re- cuerdaVega López de sus inicios. Carmela tieneuna experiencia similar. «En los últimos 34 años hemos dejado de salir 3ó4, los años en los quenuestros hi- jos eranpequeños, y losprimeros años fue- ron con chirigotas grandes, mixtas. Eran muymalas pero eso en la calle da igual. Uno del grupo decía que cuando se acer- cara alguiena escuchar le pisáramos fuer-

teunpieparaquenopudieradarse lavuel- ta», recuerda entre risas. Las dos habían visto aquellas primeras callejeras, las originales y genuinas, en- cabezadas por Paco Leal. Hablan de ‘Los buscaoros’ o ‘Los peliculeros’. Se conta- giaron de esa idea que sirve para alum- brar cualquier chirigota ilegal: «¿Por qué no lo intentamos?». Vega, nacida enCa- sablanca, no teníamás vínculo que el de espectadora ocasional y curiosa a jorna- da completa. En el caso de Carmela To- rres sí había una influencia: «Mi familia tenía el Bar Juani, un clásico en Puerta- tierra, allí ensayaban los grupos de ‘El Ca- rota’ y otras chirigotas míticas. Yo crecí escuchando aquello, conhombresmayo- res que bebíanmanzanilla por las noches en un ambiente distinto al de ahora». Amigas desde los 20años, tantoquede- cidieron hacerse vecinas, fueron alimen- tando esa diversión de febrero hasta que llegó el cambio clave. Hacemenos de diez años, se les ocurrió una idea. Vega López y supareja, PepeVélez, paseabanporNue- vaYork.Quizás por deformidadprofesio- nal –hansido los responsables degranpar- te de la programación cultural de los tea- tros gaditanos durante los últimos 25 años–, se les fue el ojo.Vieronavarias per- sonas conunamaceta en la cabeza, atada. Nocantaban, nobailaban, sólocaminaban

con ella entre risas propias y ajenas. De vuelta aCádiz, decidieronaplicar lavisión e improvisar. Eseañosalieronellosdos con Carmela Torres y su pareja, MigueloVa- lencia. Nadiemás. Había nacido «el cuar- teto caletero». Probaron esa fórmula. El tipo, sólo en la cabeza (una maceta, un marco ‘incomparable’, un patito hincha- ble, un escurridor, una lamparita... Cada año ‘unconcepto’) sinmás tiponi disfraz, ni coloretes, nada. Sin instrumentos, sólo las palmas. Sinmás, ni menos, reperto- rio que seis cuplés breves, exactos, senci- llos, absurdos, deslumbrantes y afilados. Sólo un escenario, el célebre portal de la calleSagasta, 36. Sinrecorrer calles.Ytodo explotó. «Ahí cambió todo. A la gente le gustó. Cuando cantamos los seis cuplés nuevos, empezamos con los de años ante- riores y es casi mejor. Se los saben, los es- peran. Así toda la tarde». Tienen un ritual. «Siempre quedamos para almorzar temprano. Luego salimos enmotoal centro. El tipoentero tieneque caber enel bolso.Cantamos ennuestro si- tiohastaqueanochece, ynos retiramos». Convertidosyaengrupodevisiónobli- gatoriaenCarnaval, asegurannosen- tirse ejemplo de integración de la mujer en el Carnaval de la calle: «No nos sentimos ejemplo de nada –dicen al unísono–.

Nunca hemos reparado en que fuéramos mujeres enelCarnaval. Salimos yya está. En todo caso –ríen– seríamos ejemplo de que conmás de 60 años también se pue- de salir enCarnaval». Lo dicenporque los cuatro acaban de superar hace poco esa frontera temporal yestánrecién jubilados o a unosmeses de estarlo. Cuandose lespreguntapor laexplosión de lasmujeres en la fiesta en la calle, dan una pista sabia: «Haymenos normas, ho- rarios y compromisos que enelConcurso y en otras actividades laborales, deporti- vas o culturales, se ensaya poco y entre amigos. Quizás sea eso. A las mujeres les

penaliza, les castiga, todo lo relacionado con horarios, familia, agenda, niños...Y

la calleesmás fácil, exi- gemenostiempo,me- nos disciplina.Quizás pueda serunapartede la explicación». Tiene sen- tido.

Amistad. Carmela Torres y Vega López, en el hotel Playa Victoria durante la conversación. :: FRANCIS JIMÉNEZ

Made with FlippingBook Ebook Creator