ESPECIAL PASIÓN EN CÓRDOBA 2020
ESPECIAL PASIÓN EN CÓRDOBA 2020
PASIÓN EN CÓRDOBA CUARESMA 2020
CORONACIÓN LA PAZ DE
2,95 euros
26 febrero 2020 Gratis con ABC
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La Paloma de Capuchinos culmina con esta distinción un camino de 80 años en que su devoción no ha dejado de crecer CORONACIÓN DE LA VIRGEN DE LA PAZ
La cofradía de San Nicolás cumple 75 años como la primera que llevó a las calles el proceso por el que se condenó a Jesús LA SENTENCIA, DEL SANEDRÍN A ROMA
Las imágenes de Jesús y la Virgen María se adornan con prendas y objetos que remiten a realidades de su divinidad ATRIBUTOS, SÍMBOLOS DE DIOS
HISTORIAS DE FRAY RICARDO
CARRERA OFICIAL, CAMBIO DE SENTIDO
La inestable colocación de las imágenes de Juan de Mesa es uno de los enigmas nunca resueltos de la Semana Santa LA POSTURA DE LAS ANGUSTIAS
En la primera Semana Santa sin el capuchino, quienes estuvieron más cerca de él cuentan historias de su trabajo
La experiencia de los años 60, iniciativa del Ayuntamiento apoyada por el obispo, chocó con la oposición de las cofradías
ROLDÁN SERRANO
CUARESMA 2020
PASIÓN EN CÓRDOBA
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ANTIDIO, EL PRIMER MÚSICO
La edición cordobesa cumple sus dos primeras décadas y en sus páginas la Semana Santa es fundamental ABC, 20 AÑOS CON LAS COFRADÍAS
Fue uno de los grandes orfebres del siglo XX y tuvo tiempo para dedicar grandes obras a cofradías ARMENTA, DE CÓRDOBA A SEVILLA
LA PASIÓN COMO UNA CIENCIA
1820, ABRUPTOFINAL DELBARROCO
La historia de una celebración de siglos llegada al siglo XXI se funde en la historia de las cofradías de las dos localidades PASIÓN EN MONTILLA Y BUJALANCE
Cuando apenas había bandas en Córdoba, Antidio Cabal llevó la iniciativa. En un reportaje cuenta 50 años de experiencia
El museo de Cabra recorre con nuevas formas la Sábana Santa y las reconstrucciones de la muerte de Jesús
El reglamento del obispo Trevilla cortó la Semana Santa durante treinta años y obligó a rescatarla con otras bases
de las dos ciudades
Presidenta-Editora Catalina Luca de Tena
LA SILLERÍA DEL CORO La magna obra de Pedro Duque Cornejo es una narración de la Biblia y de la Pasión a través de pequeñas escenas llenas de detalles y excelencia
Directora General Ana Delgado Galán
Director Bieito Rubido Ramonde
Director ABC Córdoba Francisco J. Poyato Pino
Coordinación Luis Miranda
Jefe de sección de Diseño Juan Soldán
OPINIÓN «EL NÚCLEO DE NUESTRA FE CRISTIANA» DEMETRIO FERNÁNDEZ
Diseño Charo García, Antonio Montes y Julia B. Jiménez
«LA HORA DEL NAZARENO»
«LA CUARESMA QUE NO CESA»
JAVIER TAFUR
ABC ANDALUCÍA Director Álvaro Ybarra Pacheco
ESTRELLA FERNÁNDEZ-MARTOS
Gerente Álvaro Rodríguez Guitart
ENTREVISTA LUIS MARTÍN «Los cofrades me han enseñado lo grande que puede ser su compromiso»
Directora de Publicidad Joaquina López Jurado (Telf. 957 49 76 75) Editado por Diario ABC, S.L. San Álvaro, 8, 1 -3 (14003) Córdoba
El núcleo de nuestra fe cristiana
POR DEMETRIO FERNÁNDEZ GONZÁLEZ OBISPO DE CÓRDOBA
E l núcleo de nuestra fe cristiana es una persona, no es un sistema ni una ideología, ni siquiera un camino moral, aunque incluye una novedad de pensamiento y de corazón, y por tanto una men- talidad nueva y una moral nueva. El núcleo de nuestra fe se llama Jesucristo. Él es el Hijo eterno de Dios, Dios como su Padre, con el Espíritu Santo Dios. Y ha nacido de Ma- dre virgen, virginalmente, haciéndose hombre semejan- te a nosotros en todo, sin pecado. Ser cristiano consiste en acogerle a él, Jesucristo, como el mayor don que Dios nos hace y responder con la fe cristiana en la entrega per- sonal a Dios. El núcleo de la vida de Cristo es su pasión, muerte y re- surrección, que celebramos en Semana Santa, donde las cofradías y hermandades, puestas al servicio de la piedad popular, desarrollan un excelente trabajo de poner en las calles lo que celebramos en la liturgia de los templos, de hacer inteligible y cercano lo que celebramos en el mis- terio del altar. Año tras año, el mundo cofrade pone en marcha todo su potencial para hacer este grandioso servicio a la co- munidad cristiana, y al tiempo una muestra visible, ar- tística y piadosa de los misterios centrales de nuestra fe ante muchas personas que nos visitan, incluso como primer anuncio de la fe cristiana. Quiero agradecer una vez más este trabajo que se prolonga a lo largo de todo el año, pero tiene su momento intenso en la Semana San- ta, en la Cuaresma que la precede y en la Pascua que la prolonga. Las imágenes de Jesús subido a lomos de la borriqui- ta, en la oración del huerto, amarrado a la columna don- de recibió los azotes, presentado ante Herodes y Pilatos con todo su señorío, nazareno cargado con la cruz cami- no del Calvario, despojado de sus vestidos y crucificado en la cruz son de una belleza impresionante. En cada una
de ellas, el artista ha puesto lo mejor de sí mismo, como si fuera una chispa de la inspiración divina. Y esas imá- genes son presentadas en sus respectivos pasos y tronos con toda la ornamentación de flores y candelería propia de cada uno. Portar a costal todo ese volumen supone una fe y devoción proporcionada; debajo que cada uno de esos pasos va una cuadrilla, turnándose con otras sucesivas, donde la energía juvenil hace sus mejores galas. En cada uno de los cortejos procesionales, junto a Je- sús va siempre su Madre bendita María Santísima, nor- malmente en su paso de palio, para hacernos entender que ese paso, ese misterio que la imagen representa, te- nemos que contemplarlo con los ojos y desde el corazón
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PASIÓN EN CÓRDOBA
EL NÚCLEO DE NUESTRA FE CRISTIANA
Un hombre mira deasde su ventana
al Cristo de la Misericordia
VALERIO MERINO
de María. Para poder entenderlo y sacar de ello sus ense- ñanzas. María conservaba todas estas cosas, dándoles vueltas en su corazón. La Semana Santa, y la Cuaresma que la precede y pre- para, es un momento fuerte del año cristiano. Aprove- chando esta publicación de ABC, Pasión por Córdoba, agradezco todo lo que se hace para mejor preparar este momento cristiano. También le agradezco a ABC esta mis- ma publicación. Y animo a las cofradías y hermandades de toda la diócesis a poner a punto todos sus enseres, sus túnicas, y sobre todo su corazón para acompañar al Se- ñor y a su Madre Santísima en estos días de Semana San- ta. Confesar y comulgar es la mejor preparación.
Salimos todos ganando: el pueblo cristiano que vive de cerca estos misterios, los cofrades que sirven al pue- blo cristiano en esta importante dimensión de la fe cristiana, como es la piedad popular. Y de paso, gene- ramos todo un movimiento de riqueza también econó- mica, que impulsa nuestra ciudad y nuestros pueblos en la buena dirección. La Semana Santa es un momen- to importante del año en estos y en muchos otros sen- tidos. La preparamos con esmero, la disfrutamos en sus manifestaciones y la celebramos con fe cristiana profunda. A todos mi bendición, con el deseo de que este año re- sulte aún mejor que el año pasado.
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EL NÚCLEO DE NUESTRA FE CRISTIANA
PASIÓN EN CÓRDOBA
CORONACIÓN PAZ DE LA
EL 11 DE OCTUBRE UNA PRESEA DE ORO RATIFICARÁ LA DEVOCIÓN A LA VIRGEN, QUE HA CRECIDO EN ESTAS DÉCADAS CON EL DESVELO DE COFRADES QUE HAN CONFIGURADO SU PERSONALIDAD Los granos de arena que se hacen de oro
POR LUIS MIRANDA
María Santísima de la Paz y Esperanza, en su paso de palio
VALERIO MERINO
U na sola fotografía, luego tan reproducida que hasta se reconstruyó en la calle a los 75 años, dejó constancia de lo que pasó aquella noche del 24 febrero de 1940. En ella se ve a una ima- gen de la Virgen Dolorosa vestida totalmente de blan- co, con una sencilla diadema, sin los tocados de joyas que se llevarían por aquellos años ni mucho menos bor- dados. Con algo de cera y un grupo de personas alrede- dor. Se había bendecido en San Andrés el 8 de septiem- bre anterior, pero llegaba desde San Lorenzo. En la foto la Virgen está al pie de los Cristo de los Faroles y escol- tada por dos ciriales. Entre quienes la rodean hay acó- litos y monaguillos, hermanos de paisano y un sacer- dote, Fray Juan Evangelista de Utrera, que sería inme- diatamente el consiliario de la cofradía. Aquella imagen tenía ya la advocación de María San- tísima de la Paz y Esperanza y era titular de una joven corporación que había nacido en aquellos años en que las hermandades brotaban con un el vigor de las plan- tas en tierra fértil. En 1936 Córdoba tenía nueve cofra- días que no habían podido salir con regularidad en aque- lla década. Sólo hasta 1940 ya habían nacido siete más y se sumarían otras cuatro en el lustro siguiente. La Paz, una palabra que en aquellos años hablaba más de las brasas calientes de una guerra que acababa de termi- nar que de la auténtica convivencia, había sido una de ellas. La Misericordia, la Caridad y la Pasión se habían fundado en torno a imágenes antiguas con veneración anterior; el Descendimiento renacía con nuevos titula- res de las cenizas de una cofradía desaparecida poco antes y la Esperanza, como la Paz, se crearía casi des- de cero. Cuando vea la luz esta revista se habrán cum- plido ochenta años exactos desde aquella fotografía de la Virgen de la Paz llegando a su nueva casa de Capu- chinos y en ese tiempo esa imagen se ha convertido en una de las más populares y veneradas de Córdoba, has- ta el punto de que el 11 de octubre recibirá el honor de la Coronación Pontificia y su cofradía es ahora la que más hermanos nazarenos saca a la calle. El camino por el que una hermandad crece hasta ser un puntal de la Semana Santa y su imagen una de las grandes devociones, aunque no cuente su veneración por siglos, nunca obedece a un solo motivo, pero sí que puede relatarse en torno a dos bases: la personalidad de la Virgen de la Paz, que en las décadas siguientes en- cendió la llama de la devoción en muchos corazones, y por otro lado la actividad de quienes trabajaron a su al- rededor, que forjaron una personalidad distinta a las demás, y que llegó a ser pionera en ciertos sentidos en
la Semana Santa de Córdoba. Casi todos ellos tienen más de una etapa en la vida de la cofradía. Ambos aspectos nacen a la vez y después se bifurcan, y brotan de la personalidad de Juan Martínez Cerrillo (1910-1989). Fue mucho más que el autor de aquella ima- gen y de otras muchas en la inmediata posguerra de Córdoba; también vistió a las Vírgenes que él mismo realizó, diseñó bordados y los llevó a cabo, configuró misterios que en aquella época eran una novedad ab- soluta y talló los pasos sobre los que se mostraban. La Virgen de la Paz no fue su primera obra, pero sí aque- lla que le consagró como imaginero. Pudo haber sido titular de la Misericordia con aquella misma advoca- ción, ya que Francisco Melguizo quería que ese fuese el nombre de la imagen que iría tras el Crucificado, pero no hubo acuerdo entre esas dos personalidades funda- mentales del renacimiento de la Semana Santa cordo- besa. En 1939, aquella imagen que mostraba a la Virgen con semblante dulce y aniñada terminó en manos de otra muy joven cofradía. La habían fundado jóvenes vin- culados a Acción Católica y ex combatientes de la Gue- rra Civil en la ermita de San Juan de Letrán, en torno a la imagen del Señor de las Penitas que ahora está en San Lorenzo, y que se correspondía con la iconografía que tradicionalmente se ha llamado de la Humildad y Paciencia. Su primera opción era llamarla Esperanza, aunque al final se fundieron las dos advocaciones y ter- minó por prevalecer la de la Paz. En el nombre popular y en el color identificativo. La hermandad nació con los medios tan limitados como cualquiera en aquel momento de muchas priva- ciones materiales y con la guerra tan reciente. Se ben- dijo en San Andrés, pero salió pronto de allí, recaló de nuevo en San Lorenzo y llegó al Santo Ángel, donde se fundió con el carácter de la orden capuchina y se em- papó de la personalidad de algunos de los frailes, como se vería en varios momentos. Aquel año fue su primer besamanos en Viernes de Dolores, el día en que tantos cordobeses acudían a pocos metros a venerar a la Se- ñora, y su primera estación de penitencia el Domingo de Ramos. Desde el principio llevaron ya los nazarenos el cíngulo franciscano, por sugerencia de Fray Juan Evan- gelista de Utrera. Para los cordobeses de la época, la Paz era una novedad en primer lugar por el color. El mo- rado y el negro eran las tonalidades casi exclusivas de la Semana Santa en aquellos años. Negras eran las tú- nicas de los nazarenos de los Dolores y las Angustias y negros los mantos de estas dos imágenes, de la Soledad de San Cayetano, de la Nazarena, que salía con el Cal- vario, y de la Virgen del Silencio de la Expiración. Mo- radas eran las túnicas del Caído y del Calvario. En 1937 la Misericordia había sorprendido con sus nazarenos blancos y la Paz siguió ese camino, pero también vistió a la virgen de blanco inmaculado, primero sólo en la saya y el tocado y más tarde también en el manto. Aquella cofradía era todavía muy humilde, con ense- res de poco valor que había diseñado Juan Martínez Ce-
Juan Martínez Cerrillo configuró la primera estética de la Virgen y Fray Ricardo de Córdoba le dio el aspecto que se hizo popular desde la década de 1970
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PASIÓN EN CÓRDOBA
LOS GRANOS DE ARENA QUE SE HACEN DE ORO
VALERIO MERINO
La Virgen de la Paz, junto a la fuente de los jardines de Colón, un lugar emblemático
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rrillo, pero de inmediato asumió los códigos de aquella nueva Semana Santa que había renacido en la posgue- rra. En 1937 la Virgen de las Angustias había admirado con su palio, el primero después de la época barroca sal- vo aquel pequeño paréntesis de los Dolores en 1874 y 1875. En 1939 estrenó el suyo el Calvario para la que hoy es María Santísima Nazarena. La Paz fue la tercera en salir bajo palio y su composición debía mucho a las An- gustias. Era un palio en malla y ochavado, como el de San Agustín, aunque con 14 varales y no con 16, y que hicieron las Filipenses del Buen Pastor con hilos y bor- dados de seda, con diseño de Martínez Cerrillo, igual que el manto, que era de color rojo. En la gloria del te- cho ya estaba la imagen de San Rafael, que nunca la abandonó. La nueva cofradía se esforzó por llevar siem- pre música en aquellos primeros años en que no era tan fácil contratar a una banda. La Virgen de la Paz estuvo en sus primeros años acom- pañada por una imagen antigua de San Juan, que fue en su palio hasta el año 1959. En 1943 pasó al Miércoles Santo, de donde no se movió nunca más. En esencia su cofradía sería lo mismo que hoy, una hermandad con presencia alegre en la calle, con campanitas que le da- rían un sonido inconfundible. Y también con costale- ros, porque en una época en que las cofradías preferían las ruedas la Paz siempre entendió que aquella era la mejor forma para sus titulares. Titulares, sí, porque en 1943 se incorporó al Señor de la Humildad y Paciencia, obra también de Juan Martínez Cerrillo, que salió por primera vez al año siguiente. El entusiasta cofrade Juan Calero Cantarero estuvo al frente de la hermandad en esos primeros años en que definía su identidad. Los pasos de la cofradía salían hasta 1955 de la igle- sia de la Merced y se dirigían a la plaza de Capuchinos, donde esperaba el cortejo nazareno, hasta que se pre- paró la nave del convento para que lo hicieran desde allí, como sigue pasando hasta hoy. La hermandad ganó en popularidad y personalidad en aquellos años y dio otro salto cuando entró en escena José Gálvez Galocha (1916-2011). Había nacido en el barrio sevillano de Tria- na y tenía una idea muy clara de cómo tenían que an- dar los pasos, porque entre otras cosas su tío, Curro Ga- locha, había sido capataz. En 1945 era el secretario de la cofradía e iba en la presidencia de la Virgen cuando vio cómo el paso no se movía demasiado bien e incluso chocaba con las ramas de los árboles. José Gálvez ha- bía sido alférez provisional, era policía y sabía algo de disciplina. En aquel momento quitó a Monroy del man- do y se puso al frente de la cuadrilla de faeneros. Los capataces cordobeses mandaban a la voz, así que para aquel Miércoles Santo utilizó su placa de policía como llamador. Desde entonces estuvo al frente de aquella cuadrilla y de otras de la Semana Santa de Córdoba. En 1971, cuando la fiesta empezaba a resurgir des-
pués de una época muy difícil, José Gálvez Galocha tomó la vara de hermano mayor y dibujó otra parte de la iden- tidad de la cofradía en la calle. Por él los nazarenos lle- van la muceta verde en el cubrerrostro y por él también la Virgen lleva un manto blanco, el mismo que diseñó Fue una cofradía donde importó el cómo andar desde siempre; José Gálvez Galocha y Rafael Muñoz lo definieron como capataces y cofrades comprometidos
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PASIÓN EN CÓRDOBA
GRANOS DE ARENA QUE SE HACEN DE ORO
La imagen, bajo el palio de las palomas. Ante Ella, el histórico capataz Rafael Muñoz
RAFAEL ALCAIDE
Juan Martínez Cerrillo con aplicaciones de teji- do en distintos colores. Era el manto que se co- nocía popularmente como «de la ensaladilla» por la combinación entre el blanco y las distinas to- nalidades. También en esta época se hizo toda la orfebrería del paso de palio, obra de los talleres sevillanos de Villarreal, y una parte importante del guion procesional, hasta entonces muy pobre. En aquellos primeros años, el timón estético seguía en manos de Juan Martínez Cerrillo, para entonces un imaginero consagrado, pero estaba a punto de cambiar. En 1976 desembarcó en el San- to Ángel un capuchino recién ordenado y enamo-
La Virgen, con San Juan, en su primer palio, avanza por Torres Cabrera
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GRANOS DE ARENA QUE SE HACEN DE ORO
PASIÓN EN CÓRDOBA
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rado de las cofradías que no se iba a contentar con un papel secundario en aquella Semana Santa de Córdoba que se desperezaba después de la siesta de la década anterior. Desde aquel momento Fray Ricardo de Córdo- ba fue consiliario de la cofradía y asesor artístico y se
ocupó de vestir a la Virgen, que adquirió su personalidad de- finitiva. La Virgen de la Paz que se haría más popular que nunca nació entonces y era extraño que en cada acto de culto importante no estuvie- ra la presencia del sacerdote capuchino. Enseguida comenzó a mo-
verse para un acontecimiento que marcó época: la imposición de una nueva corona a la Vir- gen, la que desde entonces se ha asociado a sus grandes mo- mentos, realizada por Manuel de los Ríos, y que le impuso el obispo José María Cirarda en 1977. Fray Ricardo estaba dis- puesto a conseguir que todo en las cofradías se moviera y se puso a trabajar enseguida para conse- guirlo. La Paz de la que tantos se enamoraron se terminó de confi- gurar entre aquellos años y los pri- meros de 80. Con José Gálvez se montó el paso en el interior del templo para entronizar la imagen de la Virgen del Rocío que hoy for- ma parte inseparable de su estéti- ca; su sucesor, Manuel Quirós, afron- tó un nuevo palio. Era un cofrade joven, pero con la experiencia de ser vicepresidente de la Agrupación de Cofradías en la gran época de reno- vación de Rafael Zafra, y fue capaz de aprovechar el cre- cimiento de la cofradía para nuevos proyectos. Quienes llevan bastantes Miércoles Santos saliendo a la calle para encontrar a la Virgen de la Paz es muy probable que piensen en primer lugar en el palio que se culminó entre 1985 y 1986, el que hoy llaman de las pa- lomas. Lo había dibujado Fray Ricardo de Córdoba, con
La Virgen de la Paz, camino de la iglesia de la Merced para salir de allí en sus primeros años. En la imagen grande, uno de los
concurridos besamanos
Aunque se bendijo en San Andrés y volvió a San Lorenzo, el carisma de los capuchinos se fundió con la identidad de la hermandad nada más llegar al Santo Ángel
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GRANOS DE ARENA QUE SE HACEN DE ORO
VALERIO MERINO
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conjunto acorde a la devoción que ya reunía. El manto, que se estrenó en aquel año y realizó en hilo de plata Bordados Salteras, era la última creación de Fray Ri- cardo de Córdoba para la Virgen de la Paz y empezó el camino que culminó en 2012 con el palio y las bamba- linas, dibujadas por Jesús de Julián. Todo había cambia- do lo justo: si el palio tenía cresterías, el nuevo también, aunque se renovaran; si el anterior llevaba caídas muy largas y elegantes, este también; si siempre maravilló El palio de las palomas tuvo mucho éxito en los años 80, pero la cofradía culminó en 2012 el proyecto de tener un conjunto con bordados en hilo de plata
este animal como eje iconográfico y otra vez un San Ra- fael en la gloria del palio. Era un conjunto sencillo, que hizo en aplicación, es decir, en recortes, Joaquín Ojeda. No tenía el mérito de un palio bordado en hilos de oro o de plata, pero su conjunción sedujo a muchos, sobre todo en un momento en que eran mayoría absoluta los palios absolutamente lisos y hasta con respiraderos provisionales. En 1989 se estrenó el manto a juego y la Paz ya se parecía a lo que hoy se conoce: una cofradía alegre y extrovertida en la calle, que convocaba a mul- titudes en muchos lugares y especialmente en los Jar- dines de Colón. En 1985 decidieron incorporar a sus úl- timos metros el recorrido hasta la fuente y luego de vuelta hacia Capuchinos. Forma parte de su esencia de tal forma que la fuente está en sus ciriales y ni en las salidas extraordinarias han renunciado a pasar por allí.
Allí se unían la luna llena de la madruga- da ya del Jueves Santo, las marchas y la voz del capataz que mandaba la cuadrilla. Allí estaba otro de los nombres imprescindibles: Rafael Muñoz Serrano. Había aprendido de José Gálvez Galocha el oficio y en 1974 creó la primera cuadrilla de hermanos costale- ros de Córdoba bajo el Cristo de la Expira- ción. Hablaba con dulzura, conocía el oficio y sólo la muerte lo separó de su Virgen de la Paz: cuando tomó el martillo su hijo se- guía acompañándolo el Miércoles Santo. A finales de la década de 1980 ofrendó Juan Martínez Cerrillo a su Virgen de la Paz el camarín de guadamecíes en que se el vene- ra, como último gesto de cariño. En los años siguientes, la cofradía, ya muy crecida, iba a dar pasos hacia su protagonismo decisi- vo en la Semana Santa. Como otras cofradías, la Paz renovó al completo su paso de misterio, del que sólo quedó el Señor: en 1997 se estrenó el nuevo y espectacular conjunto, obra de Antonio Bernal, con un paso no menos impactante que hicieron los talleres cordobeses de San- ta Águeda. Muchos llegaron a la cofradía por aquel conjunto que además tenía una forma de andar muy extrovertida, pero la cofradía seguía siendo la Paz. Ya era para entonces la segunda en número de nazare- nos y se empezaba a hablar de la corona- ción canónica en los últimos años del siglo XX. No era el tiempo, aunque las coronacio- nes se multiplicasen por todas partes. El siguiente paso en su evolución llegó a partir de 2009, cuando Manuel Quirós vol- vió a ser hermano mayor y emprendió el ca- mino de que la Virgen de la Paz tuviera un
Arriba, la Virgen de la Paz recrea su llegada a Capuchinos. Debajo, el hermano mayor, Enrique Aguilar, con Manuel Valera y el diseño de la corona que se impondrá a la Virgen en octubre
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el contraste de la malla, la noche y la plata, ahora tam- bién sería así. Pero todo en mejor calidad. El siguiente reto sería la coronación canónica. ¿Quién lo iba a decir a Juan Calero Cantarero y a los cofrades que la llevaron a Capuchinos en aquella tarde de febre- ro de 1940? ¿Lo creerían los hermanos de la Paz cuan- do vieran al cardenal arzobispo de Sevilla, José María Bueno Monreal, depositar la corona en las sienes de la Virgen de los Dolores, el 9 de mayo de 1965? La Señora de Córdoba estaba a su lado, en la plaza. Las dos vivían un día grande el Viernes de Dolores: una con la culmi- nación del septenario y las visitas multitudinarias; la otra, con un besamanos al que cada año iba más gente. La coronación canónica era en 1965 algo sólo para de- vociones históricas, concedida por los Papas y con la necesidad de una veneración alta y muy continuada. Pero cambió con los años. En un primer momento en
Córdoba capital la tuvieron tres Dolorosas. En 1987 lo recibió Nuestra Señora de las An- gustias, titular de la cofradía más antigua de la Semana Santa y también con devoción continua desde 1558 y sobre todo desde 1628, cuando llegaron las imágenes de Juan de Mesa. El caso de Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos era distinto: se reconocía la veneración a esta advocación en San Pablo, y por eso lo recibía una ima- gen tan joven que incluso su propio autor es- tuvo presente, en 1993. A partir de entonces, en la ciudad pasó lo contrario que en otras muchas. Si el siglo XX ha sido el de la gran devoción a imágenes de la Pasión, mientras las patronas y las de glo- ria se mantenían, las coronaciones canóni- cas de Córdoba eran de imágenes letíficas. En 1994 se consiguió la coronación de Nues- tra Señora de la Fuensanta, que había mar- cado la religiosidad popular de la ciudad des- de los siglos anteriores. En 2003 se coronó en la Corredera a la Virgen del Socorro, an- tes de un ciclo muy activo: en 2009 la de Ma- ría Auxiliadora, en 2011 la de la Purísima Concepción de Linares y en 2012 la Virgen del Carmen de San Cayetano. La petición que se había registrado en los últimos años del siglo XX quedará satisfecha el 11 de octubre de 2020, tras un intenso programa de actos. Ese día se ceñirá en las sienes de la Virgen la corona de oro que ha dibujado y está cin- celando Manuel Valera y que culmina un iti- nerario que tiene muchos nombres propios, los que están en la historia, y otros muchos que quizá suenen menos y que sin embargo empedraron el camino con la devoción, las visitas y la presencia en la calle cada Miér- coles Santo.
RAFAEL CARMONA
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GRANOS DE ARENA QUE SE HACEN DE ORO
PASIÓN EN CÓRDOBA
Misterio de Nuestro Padre
Jesús de la Sentencia
La Sentencia de Cristo, de la religión a la política
LA COFRADÍA DE SAN NICOLÁS CUMPLE 75 AÑOS EN LOS QUE FUE LA PRIMERA EN LLEVAR A LAS CALLES EL SINGULAR PROCESO JURÍDICO POR EL QUE SE CONDENÓ A MUERTE AL HIJO DE DIOS
POR LUIS MIRANDA
ROLDÁN SERRANO
L O primero que uno encuentra en la calle al ver a la cofradía de la Sentencia es una frase en latin es- crita en su cruz de guía: «Non invenio in eo cau- sam». La dijo Poncio Pilato, según el Evangelio de San Lucas, y eso mismo es lo que muestra en su paso de misterio, la duda del gobernador que terminará conde- nando a muerte a Jesús de Nazaret. La cofradía de San Nicolás celebra en este 2020 sus primeros 75 años de vida y asomarse a su historia es también recordar que fundó el Lunes Santo y que fue la primera en la historia de la Se- mana Santa de Córdoba enmostrar sobre un paso de mis- terio una parte importante del proceso jurídico por el que se ordenó la crucifixión del Señor. La Sentencia nació como cofradía de Jesús ante Pila- to y mostraba el primer interrogatorio del gobernador a Jesús, antes de que recorriese sucesivamente las casas de Anás, Caifás y Herodes y volviese al palacio del represen- tante de Roma. Con el tiempo terminó representando el momento en que se dicta su condena a muerte. Siempre tuvo como titular a la imagen que talló, con gran sereni- dad, Juan Martínez Cerrillo, pero en 1993 renovó su mis- terio con las figuras de Miguel Ángel González Jurado. Formaron uno de los conjuntos que abanderó la renova- ción de los pasos de misterio en la ciudad gracias a la ca- lidad y sutileza de sus expresiones. Mirar a ese momento obliga a mirar también al proce- so por el que se condenó a muerte a Jesús, diseccionado, no siempre con acuerdo, por historiadores y juristas a lo largo de los siglos. Juan José Jurado, registrador de la Pro- piedad y ex hermano mayor de la cofradía de Nuestra Se- ñora de los Dolores, explica que la facultad de condenar a muerte sólo la tenía el poder de Roma, pero «la natura- leza del delito», es decir, «la blasfemia de proclamarse hijo de Dios y rey de los judíos», era de naturaleza reli- giosa. ¿Quién ordenó el arresto? «Hay quien ha dicho que los romanos, por evitar problemas en la fiesta de la Pas-
cua, pero ellos, según su derecho, necesitaban un moti- vo para detenerlo», resalta. A partir de ahí, el Señor pasa por distintos interroga- torios, «y sólo habla cuando le hacen preguntas sobre la doctrina». El primero es Anás, suegro del sumo sacerdo- te que había tenido este cargo muchos años, y que era «un personaje con mucho poder político y económico, muy astuto», dice el jurista. De allí sólo se saca el famoso gol- pe (mejor que bofetada) tras una contestación de Jesús. El grueso del juicio se celebra ante el Sanedrín en casa de Caifás, probablemente en dos sesiones distintas. Y
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PASIÓN EN CÓRDOBA
LA SENTENCIA DE CRISTO, DE LA RELIGIÓN A LA POLÍTICA
hubo, concede Juan José Jurado, muchas irregularidades. Para empezar, se llevó a muchos testigos, pero sus ver- siones no coincidían, y de hecho los Evangelios no dudan en decir que sus testimonios son falsos, porque no está la necesaria concordancia. «La condena se hace por sus mismas palabras, cuando le preguntan si es Hijo de Dios y él lo confirma. Entonces proclaman que es reo de muer- te, porque ha blasfemado, y que no hay necesidad de tes- timonios», recuerda Juan José Jurado, que explica que se han contado hasta «27 irregularidades» según la ley ju- día. Entre ellos, que Cristo no tuvo defensa. El juicio llega entonces a Poncio Pilato, el gobernador romano, que por ser los días importantes de la Pascua no estaba en su residencia de Cesarea, sino en Jerusa- lén. De él dependía el «ius gladii». Literalmente, el de- recho de la espada, es decir, de condenar a muerte a una persona. Por eso se lo llevan, para que lo conde- ne a muerte, y comienza una de las partes más inten- sas del proceso. Por un lado, el Sanedrín no puede condenar, pero insiste al gobernador para que lo haga y éste, aunque respeta las costumbres de los judíos, no lo ve claro. Pilato le pregunta y le pide que se de- fienda de las acusaciones, pero al saber que era ga-
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Nuestro Padre Jesús de la Sentencia, en su paso de misterio el Lunes Santo. Arriba, la cruz de guía y debajo, el senatus, la insignia que representa el poder del Imperio Romano
ROLDÁN SERRANO
María Santísima de Gracia y Amparo, en su paso de palio
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lileo se lo envía a Herodes, que tenía autoridad sobre esta provincia. Fue la fasemás extraña del proceso. «He- rodes pensaba que Jesús era como unmago, así que le invita a hacer al- gún prodigio, y, como no habla, lo viste con la ropa blanca de los locos», prosigue el relato de Juan José Jura- do. Jesús vuelve a manos de Pilato. El relato de San Juan está entre los más esclarecedores, ya quemuestra cómo el gobernador no termina de enten- der lo que está ante él, pero no ve motivos para condenar a muerte. «¿Acaso soy yo judío? Tu nación y los principales sacerdotes te entre- garon a mí. ¿Qué has hecho? Jesús respondió: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, entonces mis servidores pe- learían para que yo no fuera entre- gado a los judíos; mas ahora mi rei- no no es de aquí». Pronunció Pilato entonces la fra- se con que la Sentencia inicia su pre- sencia en la calle: «No encuentro cul- pa en él», e intentó salvarlo contra- poniéndolo a Barrabás, el bandido que estaba encarcelado. Quizá en este momento hay que congelar el proceso para ver que es el momen- to preciso que la cofradía de San Ni- colás muestra en el paso de miste- rio el Lunes Santo. El conjunto de Miguel Ángel Gon- zález Jurado recoge la narración de San Mateo. Por eso Jesús aparece to-
Jesús es muy incómoda, insisten en terminar con su vida, y con la ley en la mano necesitan al gobernador. Pilato te- nía miedo y habló con Jesús. «No tendrías contra mí nin- gún poder, si no se te hubiera dado de arriba; por eso, el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado», dice Cris- to en unas frases llenas de profundidad. Como recuerda Juan José Jurado, es la parte más polí- tica, porque los judíos buscan influir en Poncio Pilato, y lo hacen presionándole. «Si sueltas a éste, no eres amigo Pilato intentó salvar a Jesús y dudó entre su esposa y la condena del Sanedrín, como muestra el misterio de la hermandad, obra de Miguel Ángel González Jurado
davía sin las heridas en la cabeza y en el cuerpo. Y mues- tra, más que el momento en que se decide que Jesús ha de morir, y una muerte por el infamante método de la cruz, propio de Roma (lo que vuelve a confirmar que es el po- der imperial quien condena), el instante de la duda. Es lo que se narra en la zona posterior del paso, presidida por Pilato sentado en su sitial. El gobernador oscila entre dos personas. Por un lado, un sanedrita que insiste en la con- dena al Redentor. Por el otro, su esposa, Claudia Prócula, que pide que le salve. Es algo que se recoge también en el Evangelio según San Mateo: «No te mezcles en el asunto de este justo, porque hoy, por su causa, tuve un sueño que me hizo sufrir mucho». Más adelante, un romano escol- ta a Jesús y otro hace ademán de sacar de la escena a Ba- rrabás. Esta es la fase decisiva, el momento en que los miem- bros del Sanedrín, que han decidido que la presencia de
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LA SENTENCIA DE CRISTO, DE LA RELIGIÓN A LA POLÍTICA
PASIÓN EN CÓRDOBA
era uno de los más conflictivos y levantiscos que habían conquistado. Por eso cuando pregunta «¿A vuestro rey voy a crucificar?», ellos le contestan con una declaración de intenciones y se ponen al servicio de Roma por conve- niencia, para que lleve a la cruz al que consideran su ene- migo: «No tenemos más rey que el César». El misterio de la Sentencia fue el primero de tribunal que tuvo la Semana Santa de Córdoba y poco después de que se renovara llegaron todos los demás que termina- ron de relatar el juicio a Jesús en las calles: el Desprecio de Herodes (1992 y 2003 con todas las figuras), Jesús ante Caifás (1996), el Señor ante Anás (1996-1998) y el Despre- cio del Pueblo en 1998. En un futuro también estará la pre- sentación al Pueblo con la cofradía de los Afligidos. A su vez, desde aquel renovado misterio creció tam- bién la hermandad hasta ser una de las más activas y con mejor patrimonio de Córdoba. Al mismo tiempo que su misterio renovó su paso, terminado de dorar en los años 90 y uno de los mejores de la nueva hornada. En 1995 se comenzó a bordar el palio de María Santísima de Gracia y Amparo, que salía a la calle desde 1979, y que está a pun- to de culminarse con el manto, todo de la aguja de Fran- cisco Pérez Artés. Este artífice cordobés fue además el autor de la túnica de Nuestro Padre Jesús de la Senten- cia, una de las mejores piezas de las últimas décadas en Córdoba. Y la hermandad de San Nicolás se encuentra hoy entre las que tienen más nazarenos y destaca por el cuidado de su cortejo en la uniformidad y en el compor- tamiento de quienes visten la túnica. Juan José Jurado recuerda cómo uno de los gestos de Poncio Pilato que más se ha interpretado es el de lavar- se las manos, que ha pasado incluso al lenguaje popular. «Hay quien piensa que pudo ser, como dice, para desvin- cularse de un acto que no termina de compartir, o quizá como una suerte de purificación interior». Desde ahí co- mienza el camino de Cristo a la muerte, primero con la flagelación y la coronación de espinas (que en otros evan- gelios es anterior a la sentencia) y más tarde cuando le cargan con el madero camino del Calvario. Quedaba entonces ejecutar la sentencia y que fuera pú- blica. Por esto era importante el «titulus», en que se es- cribió en varios idiomas, «Jesús Nazareno rey de los ju- díos». Incluso aquí quisieron intervenir los sanedritas para que se le añadiera «este ha dicho que es...», pero Pi- lato zanjó la cuestión. «Lo que he escrito, escrito está».
ÁLVARO CARMONA
del César; todo el que se hace rey se opone al César». Es decir, sería un negligente que no merecería estar en su puesto, ya que permitía que un sedicioso estuviese cons- pirando contra el poder de Roma. El relato del Evangelio de San Juan cuenta cómo los sanedritas llegan a hacer una defensa del poder de Roma, cuando el pueblo judío
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LOS RENGLONES TORCIDOS DE LO ETERNO
PASIÓN EN CÓRDOBA
«Pasamos de aprendernos el catecismo a no saber las virtudes teologales» LUIS MARTÍN
EL POLÍTICO MÁS CERCANO A LAS COFRADÍAS EN EL ÚLTIMO CUARTO DE SIGLO HABLA DE LO QUE HA APRENDIDO DE LOS COFRADES Y DE LA EVOLUCIÓN DE LA SEMANA SANTA
POR LUIS MIRANDA
Luis Martín, en el interior de la iglesia de San Agustín
VALERIO MERINO
H A sido tan natural ver a Luis Martín Luna en los actos de las hermandades durante casi un cuar- to de siglo que ahora que ya no es concejal na- die se acostumbra a que acude como un cofra- de más, como un enamorado de la Semana Santa o como alguien que arropa a gente a la que aprecia. Le pasa igual que en sus primeros años, en que no era concejal y le bus- caban sitio de honor. Porque Luis Martín (Córdoba, 1953), ha sido el político más próximo a las cofradías, tanto por su presencia constante e infalible en procesiones y cul- tos como por su no disimulado amor por la Semana San- ta. Por eso se dejaba ver también en un ensayo y una casa de hermandad, porque más que votos, buscaba hacer algo con lo que se sentía a gusto. Aunque cuando le tocó go- bernar nunca tuvo competencias directas. —¿Qué hace un político en unos cultos o una procesión? —Creo que tiene una doble misión. La primera es estar con los ciudadanos, que en este caso están haciendo una manifestación de fe. Y no tiene por qué diferenciarse una
actividad ciudadana de otra por tener un sentido cristia- no. La segunda es que si además de hacer ese compromi- so ciudadano tú eres cristiano, profesas la fe católica, das un testimonio de vida y conducta pública con respecto a la fe que profesas, y no tienes que renunciar. Nadie te pide que hagas apostasía cuando tomas la Concejalía. —¿Qué necesitan las cofradías de su Ayuntamiento? —Tal como están los tiempos, deberíamos decir respeto. El Ayuntamiento, como corporación, debería colaborar en sus múltiples facetas: en materia de asesoramiento, de seguridad y también una colaboración económica por lo que significa esa semana que influye directamente en un turismo cultural, religioso o como lo queramos llamar, y que si no existiese no vendrían. Luis Martín empezó a acudir a esos actos entre 1991 y 1995, cuando era asesor del grupo del PP y no concejal. Y fue pionero. «Iba yo a un triduo o a un ensayo y me que- rían dar un buen sitio, pero yo no era todavía cargo elec-
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PASIÓN EN CÓRDOBA
LUIS MARTÍN: «PASAMOS DE APRENDERNOS EL CATECISMO A NO SABER LAS VIRTUDES TEOLOGALES»
Luis Martín, en la plaza de San Agustín, durante la entrevista
los Dolores y sacar a San Álvaro en Santo Domingo. Al menos en esa época hubo ese respeto y la última corpo- ración fue un claro retroceso. Hay que hacer el parénte- sis de Emilio Aumente, que tuvo una actuación de com- promiso personal, pero no tenía apoyo del Gobierno tri- partito. Porque aunque semantuviera la subvención faltaba el respeto, faltaba el cariño, la empatía, y eso se nota. —¿Qué tocaría de la carrera oficial actual? —Si el motivo principal de las cofradías es hacer estación de penitencia al templo mayor, que es la Santa Iglesia Ca- tedral, está claro que hay que ir. Es el mejor sitio y como está definida la actual carrera oficial. Lo único, que no sé si hay que estudiar completar lo que pasa cuando sale por Santa Catalina, que parece que se difumina. —¿Esperaba que se fuera a conseguir? —Veía dificultad, porque bajar a la Catedral, aunque lo hacían bastantes cofradías, sin duda alguna era comple- jo, era más tiempo en la calle para algunas. Tenía las du- das propias, pero ahí hay que alabar el compromiso de todas las cofradías de Córdoba, que dijeron que, con sus dificultades y con algunas que no estaban por la labor, ha- bía primado el sentido mayoritario de ir todos a una. En estos años, quienes han tratado a Luis Martín en las hermandades han visto algo más que a un político. Se han encontrado a un cofrade que ha tenido una mirada muy profunda a su mundo, que ha vivido mucho sin necesi- dad de tener una vara en la mano, y que viste la túnica. Hasta hace poco, en Baeza, el pueblo en que se crió. Aho- ra, en Sevilla. «Ahora con mi familia no voy tanto a Bae- za, pero sigo vistiendo la túnica negra con faja de espar- to en Santa Cruz, en Sevilla. Cuando fui parlamentario andaluz tenía reuniones con distintos sindicatos, entre ellos el CSIF. Uno de ellos me decía que tenía que ir todos los martes a su hermandad de Santa Cruz. Amí, como me gusta mucho esto, me acerqué allí, y de vez en cuando iba. Me hice hermano y cuando terminé, la medalla de parla- mentario se la ofrecí a la Virgen de los Dolores. Siempre que puedo he salido de nazareno». —Notará el cambio en la Semana Santa de Sevilla. Como cofrade y como político. —La fiesta estámuy interiorizada en los ciudadanos. Cuan- do uno oye cosas en Córdoba sobre la carrera oficial, so-
VALERIO MERINO
to, sino un trabajador. Sin duda alguna, con Rafael Meri- no se produjo el primer cambio de empezar a colaborar con la Semana Santa y con las cofradías, en el ámbito que podíamos, que era la mejora de la carrera oficial. No es- tamos hablando de hace siglos, pero la carrera oficial se
cerraba con vallas de cerveza. Y en aquel momento quisimos dignificar la carrera oficial, y fue cuando se mejo- ró el cerramiento y se pusieron los pri- meros palcos. Fueron entonces las crí- ticas de Izquierda Unida de que priva- tizábamos y demás, que de vez en cuando aparecen, como el Guadiana. Esa corporación empezó a colaborar con compromiso, y luego se mantuvo en la época de Rosa Aguilar». —Y no siempre hubo ese respeto. —Yo a Rosa Aguilar la he acompaña- do bajo mazas para ir con la Virgen de
bre la privatización, sobre el daño que se puede hacer a la Catedral, piensa que cómo puede cambiar tanto en una distancia de 140 kilómetros. Allí está la comprensión, el respeto, el cariño del pueblo, y eso se nota, ayuda, aun- que sea más complejo. Nadie se plan- tearía en una bulla decir que no se pue- de entrar ni salir. —¿Qué aprende uno de los cofrades tan de cerca? —Son momentos en que uno llega a una igualá o a un ensayo, en que están los hermanos que participan, algunos
«Antes la carrera oficial se cerraba con vallas de cerveza. En la época de Rafael Merino quisimos dignificarla y se pusieron los primeros palcos»
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LUIS MARTÍN: «PASAMOS DE APRENDERNOS EL CATECISMO A NO SABER LAS VIRTUDES TEOLOGALES»
PASIÓN EN CÓRDOBA
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miembros de la Junta de Gobierno y poco más. Es un mo- mento íntimo. Me ha enseñado la reflexión de lo grande que puede ser el compromiso personal de acercarse a la fe o a Dios, a través de una advocación, de una manera muy entrañable, muy de amistad, muy cercana. —Los cofrades son de vivencias. Cuente alguna que le pillara con el traje y la vara en la mano. —Tengo muchas, pero por recordar una en el sitio en que estamos, fue una de las mayores bullas. Llegué a pensar que nos podía pasar algo en la vuelta de las Angustias a San Agustín, en 2014. Todavía me acuerdo en esta esqui- na, en que la plata estaba «empetada», como dicen los jó- venes. No podíamos entrar a la plaza y se había formado un cuello de botella. La realidad es que lo recuerdo con mucha emoción, esa y muchas más. —¿Le ha gustado todo lo que ha visto? —No. No hay que hacerlo público, porque ya bastantes adversarios tenemos fuera, para sacar al exterior las co- sas que no nos gustan. Yo me considero un cofrade más y no me gusta que salgan noticias negativas, porque todo el mundo parece estar esperando para criticar. Debería- mos reflexionar sobre cuál es nuestra misión, nuestro compromiso, en una determinada cofradía o fuera. He- mos pasado de estudiarnos el catecismo a no saber de las virtudes teologales, y hay algunas que tenemos que ejer- cerlas nosotros. Cuando veo algún conflicto en las her- mandades, me duele, porque tenemos que superar los egoísmos y los personalismos, y saber que uno está de paso cuando tiene un cargo de responsabilidad y que la hermandad no es suya. —Parece que vamos a una Semana Santa con 45 cofra- días. ¿Le inquieta? —A mí me preocupa no el aumento de la Semana Santa, sino que en las cofradías que dan respaldo a ese aumen- to en un momento dado se pierda o desfallezca ese áni- mo, y al final se quede vacío de contenido. Podemos ir- nos a 45 y a lo mejor dentro de 20 años volvemos a 35. Hay que mirar atrás: ¿cuántas veces se han refundado cofra- días centenarias, tras estar un tiempo desaparecidas? —Las iglesias vacías y las calles llenas para ver a her- mandades, por lo menos algunas. ¿Qué sucede? —Hay una crisis de valores, de sentimiento y de fe. De sa- ber que si estás en una cofradía es un movimiento cris-
dades y cada vez más procesiones? —Puede mejorar. Haciendo un poco de análisis, la provin- cia nos ha dado un gran ejemplo con los Nazarenos. Yo no fui a todas, pero sí estuve con el de Villanueva, el de Cañete, el de Castro del Río, y desde luego la función del Nazareno de La Rambla con las Angustias. Cuando vi que un día laborable, pueblos que están a 70 kilómetros se desplazan para una misa, me quedo impactado. Igual que en la Magna Mariana con la Virgen de la Sierra. Nunca he visto al Puente Romano así, todo lleno de gente de Cabra. —En otros sitios la burguesía sustenta a las hermanda- des. No así en Córdoba. ¿Qué pasa? —Mi opinión es que en Córdoba esa burguesía, a la que no le gustaba llevar la túnica nazarena y sí ir en las presiden- cias, se retiró cuando dejó de ir en esas presidencias. De-
√ «No me preocupa el aumento de la Semana Santa, sino que se pierda el respaldo. Podemos ir a 45 y dentro de 20 años volver a 35»
tiano de compromiso. Como estamos en la banalidad, la superficialidad y el consumismo, el compromiso y la res- ponsabilidad y los deberes no nos gus- tan. Al final vamos a la bulla, a lo po- pular, a llenar las calles para pasar el rato. Aunque veamos mucha gente en la calle y a veces que hasta se pierde el respeto, cuando uno viste el hábito na- zareno ve el fervor demucha gente que está en la calle para ver a esa imagen que lo llama y que le dice algo. —Si Córdoba no es una ciudad cofra- de, ¿cómo es que hay tantas herman-
cir que uno es cofrade o que quiere ves- tir la túnica nazarena se minusvalora. Cuando uno es cofrade lo es por la ad- vocación y por el compromiso. No voy para figurar, y si tengo un puesto de responsabilidad es para trabajar. A lo mejor cuando alguien, un gran profe- sional o un gran empresario, se vincu- la, se le critica y se pregunta qué bus- ca aquí. Eso ha hecho que todas esas personas que en su día podían dar ese paso ahora mismo no estén. —¿Existe lo cordobés en la Semana Santa o hemos perdido todo atisbo
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PASIÓN EN CÓRDOBA
LUIS MARTÍN: «PASAMOS DE APRENDERNOS EL CATECISMO A NO SABER LAS VIRTUDES TEOLOGALES»
El ex concejal del PP, ante la Virgen de las Angustias
de personalidad? ¿Qué debería ser? —Esto no puede ser motivo de enfrentamiento o discu- sión. He escuchado muchas veces hablar del sabor de Cór- doba o el sentimiento de Córdoba con respecto a la sevi- llanía de otras. Tenemos que buscar la unión. Sin duda al- guna hay cofradías que por sus titulares, o por el cortejo procesional, tienen unas señas de identidad propias de Córdoba. Por ejemplo, todo el mundo tiene asociada a Ánimas a un diseño y a unas formas que se ha manteni- do desde los fundadores. Y de imágenes, de Jesús Naza- reno, del Calvario, de los Dolores, de las Angustias. Hay imágenes y cofradías con un sello propio que al final es nuestra aportación, una aportación más. Pero no hay que dividir, diciendo cuál es la mejor. —¿La Semana Santa necesita orden, criterio? —La Agonía sale ahora de la Catedral y recuerdo haber subido allí cuando salía del Cortijo de Mirabueno. Ese compromiso era duro, porque hablamos de muchas ho- ras en la calle. Hay que ser conscientes de que no todo vale. Recientemente apadriné a la Virgen de Regla, junto a Irene Gallardo. Es una agrupación parroquial y siem- pre les digo que estén tranquilos, que no hay prisa. Si es- tamos el Jueves de Pasión hay que coger poso y ya vendrá si tenemos que salir en Semana Santa. Lo más importan- te es hacer hermandad, ese grupo fuerte, y todo llega, si tiene que llegar. VALERIO MERINO
Atributos, los símbolos de lo divino
LA FORMA EN QUE LAS IMÁGENES DE JESÚS Y MARÍA SE PRESENTAN EN LA ICONOGRAFÍA TRADICIONAL NO RESPONDE SÓLO AL REALISMO, SINO TAMBIÉN A UNA CONFIGURACIÓN REPRESENTATIVA EN QUE
CIERTAS PRENDAS Y OBJETOS QUIEREN REPRESENTAR REALIDADES ABSTRACTAS
POR JOAQUÍN DE VELASCO
El Señor del Calvario, con una
túnica de bordados otomanos
ÁLVARO CARMONA
L A piedad popular siempre ha oscilado entre el rea- lismo y el idealismo en sus representaciones. Las distintas corrientes artísticas han hecho que en de- terminados momentos las imágenes estuvieranmás cerca de una u otra. Pero la necesidad de hacer llegar un mensaje catequético complejo hace que, incluso en los plan- teamientos menos idealizados, el simbolismo influya en la forma de presentar las imágenes. Las imágenes de María que acompañan a los crucifica- dos del Amor y de la Caridad son hoy las únicas sin vesti- duras de tela. Las restantes sólo muestran rostro y manos, por lo que necesitan otros elementos para mostrar toda la carga simbólica y estética que atesoran estas imágenes. Hoy, aun con alguna excepción notable, el modelo de Do- lorosa de nuestras hermandades presenta cierta homoge- neidad en su forma de vestir. Las primeras vestimentas de las Dolorosas se inspira- ban en un cuadro atribuido a San Lucas que se venera en la iglesia de Araceli de Roma. En él, María se cubría con una toca monjil, y sirvió de referencia a los pintores de la escuela flamenca. Ya a finales del siglo XVI, la Reina Isabel de Valois encargó a Gaspar de Becerra una imagen de la Virgen de la Soledad, que fue vestida por la Condesa viuda de Ureña, camarera nayor de la Reina, con un vestido suyo. Este acto inauguraría un estilo que aún hoy perdura: la Vir- gen Dolorosa vestida de negro, como la indumentaria típi- ca del luto de la corte de los Austria. En el último cuarto del XIX aparecen nuevas formas de vestir las imágenes que hoy son las más comunes. El ne- gro será sustituido con frecuencia por otros colores que aluden a advocaciones de la Virgen. La primera cordobe- sa en asumir este cambio fue la Virgen de los Dolores, a la que Ángel Redel vistió con el revolucionario manto azul de las palomas y la saya granate en 1897. La saya, por lo general bordada, se ciñe a la cintura con una cinturilla, cotilla o cíngulo. Este elemento hace alu- sión a la maternidad virginal de María. Por su parte, el man- to, largo y amplio, pretende representar el «manto de mi- sericordia» bajo el que se cobijan los hombres. Este man- to se adornará en muchos casos con ricos bordados, que contienen alusiones simbólicas entre la decoración vege- tal. Si en el modelo cortesano de los Austria la Virgen en- marcaba con frecuencia sus facciones con un rostrillo, aho- ra lo hará con un elaborado tocado que descubrirá su cue- llo. Este tocado es una idealización del «schebisim» judío, que circunda el rostro de las mujeres hebreas. En Córdoba, la totalidad de Dolorosas que presiden su paso, ya sea de palio o no, lo hacen portando una corona imperial sobre sus cabezas. Sin embargo, cuando compo- nen un misterio presentan mayor variedad. Así, Nuestra Señora de los Desamparados, Dolores y Misericordia, Vida Dulzura y Esperanza o Refugio llevan corona, mientras que Dolores del Buen Suceso, la dolorosa de la Caridad o la Vir- gen del Silencio de la Expiración se tocan con diadema. Por su parte la Virgen que acompaña al Cristo del Amor, la más antigua de las que salen en Semana Santa, lleva un aro de estrellas. Es habitual que las imágenes que llevan corona
El Señor Rescatado con su túnica de cola. Debajo, la Virgen de los Dolores, vestida de Reina, en su último besamanos
RAFAEL CARMONA
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PASIÓN EN CÓRDOBA
ATRIBUTOS, LOS SÍMBOLOS DE LO DIVINO
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