ESPECIAL PASIÓN EN CÓRDOBA 2020

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rrillo, pero de inmediato asumió los códigos de aquella nueva Semana Santa que había renacido en la posgue- rra. En 1937 la Virgen de las Angustias había admirado con su palio, el primero después de la época barroca sal- vo aquel pequeño paréntesis de los Dolores en 1874 y 1875. En 1939 estrenó el suyo el Calvario para la que hoy es María Santísima Nazarena. La Paz fue la tercera en salir bajo palio y su composición debía mucho a las An- gustias. Era un palio en malla y ochavado, como el de San Agustín, aunque con 14 varales y no con 16, y que hicieron las Filipenses del Buen Pastor con hilos y bor- dados de seda, con diseño de Martínez Cerrillo, igual que el manto, que era de color rojo. En la gloria del te- cho ya estaba la imagen de San Rafael, que nunca la abandonó. La nueva cofradía se esforzó por llevar siem- pre música en aquellos primeros años en que no era tan fácil contratar a una banda. La Virgen de la Paz estuvo en sus primeros años acom- pañada por una imagen antigua de San Juan, que fue en su palio hasta el año 1959. En 1943 pasó al Miércoles Santo, de donde no se movió nunca más. En esencia su cofradía sería lo mismo que hoy, una hermandad con presencia alegre en la calle, con campanitas que le da- rían un sonido inconfundible. Y también con costale- ros, porque en una época en que las cofradías preferían las ruedas la Paz siempre entendió que aquella era la mejor forma para sus titulares. Titulares, sí, porque en 1943 se incorporó al Señor de la Humildad y Paciencia, obra también de Juan Martínez Cerrillo, que salió por primera vez al año siguiente. El entusiasta cofrade Juan Calero Cantarero estuvo al frente de la hermandad en esos primeros años en que definía su identidad. Los pasos de la cofradía salían hasta 1955 de la igle- sia de la Merced y se dirigían a la plaza de Capuchinos, donde esperaba el cortejo nazareno, hasta que se pre- paró la nave del convento para que lo hicieran desde allí, como sigue pasando hasta hoy. La hermandad ganó en popularidad y personalidad en aquellos años y dio otro salto cuando entró en escena José Gálvez Galocha (1916-2011). Había nacido en el barrio sevillano de Tria- na y tenía una idea muy clara de cómo tenían que an- dar los pasos, porque entre otras cosas su tío, Curro Ga- locha, había sido capataz. En 1945 era el secretario de la cofradía e iba en la presidencia de la Virgen cuando vio cómo el paso no se movía demasiado bien e incluso chocaba con las ramas de los árboles. José Gálvez ha- bía sido alférez provisional, era policía y sabía algo de disciplina. En aquel momento quitó a Monroy del man- do y se puso al frente de la cuadrilla de faeneros. Los capataces cordobeses mandaban a la voz, así que para aquel Miércoles Santo utilizó su placa de policía como llamador. Desde entonces estuvo al frente de aquella cuadrilla y de otras de la Semana Santa de Córdoba. En 1971, cuando la fiesta empezaba a resurgir des-

pués de una época muy difícil, José Gálvez Galocha tomó la vara de hermano mayor y dibujó otra parte de la iden- tidad de la cofradía en la calle. Por él los nazarenos lle- van la muceta verde en el cubrerrostro y por él también la Virgen lleva un manto blanco, el mismo que diseñó Fue una cofradía donde importó el cómo andar desde siempre; José Gálvez Galocha y Rafael Muñoz lo definieron como capataces y cofrades comprometidos

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PASIÓN EN CÓRDOBA

GRANOS DE ARENA QUE SE HACEN DE ORO

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