ESPECIAL PASIÓN EN CÓRDOBA 2020
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hermandad decidió no continuarlas. El lema fue «El Di- bujante de la Pasión». La muestra recogía gran cantidad de obras terminadas y diseñadas por él: el palio y manto de la Virgen del Rosario, el manto y palio de la Paz, el pa- lio de la Encarnación (de Córdoba las tres), la toca de la Virgen de Regla de Sevilla, el simpecado de la Yedra de Je- rez, bambalinas, sayas y estandartes de diversas proce- dencias. La exposición fue una manera de darle las gra- cias en vida y en plena madurez a quien tanta dedicación generosa prestaba a la Semana Santa. Muchos de sus di- seños se hacían en oro fino o en aplicación, no por falta de criterio, sino por las posibilidades del comitente, lo cual no restaba interés a los dibujos, trazados con gracia y sol- vencia. Esta exposición dejó en Ricardo una gratitud y ca- riño permanentes hacia la hermandad de la Merced, que siempre demostró y recordó. En muchas cofradías dejó huella. José Salamanca Gon- zález cumplía el servicio militar en 1975 y cuando se acer- có a la parroquia de San Nicolás para ver a sus hermanos de la Sentencia supo que había estado por allí «un fraile que había preguntado si la cofradía no tenía Virgen». Le dijeron que sí, pero estaba en la cripta, entonces todavía sin restaurar. «Vamos a verla», dijo. «No se conformó con la respuesta, sino que tenía que verla. Así era Ricardo», recuerda el que después sería hermano mayor de la Sen- tencia. Aquel joven fraile se ordenó muy poco tiempo des- pués, ante la Virgen del Rosario, y vistió muchos años a aquella Virgen que sería titular de la Sentencia, a María Santísima de Gracia y Amparo. «Siempre que terminaba se venía a mi casa, y allí hablábamos y hablábamos du- rante muchas horas», cuenta con nostalgia. Fue un apóstol mariano incansable, que bendijo a mu- chas de las imágenes de la Semana Santa de Córdoba que se renovaba por aquellos años, desde la Estrella en la igle- sia de las Esclavas y que luego tendría una cofradía pu- jante, hasta la Virgen de la O, que debió afrontar un cami- no largo en que ahora hay luz y se vislumbra la meta. A Inmaculada Luque le dijo dos cosas en 2016 por telé- fono. Una, que volvía a Córdoba después de una larga tem- porada fuera, primero en Sevilla y más tarde sobre todo en Jerez de la Frontera. Dos, que había que poner en mar- cha de nuevo la hermandad y la procesión de la Divina Pastora del Santo Ángel, que llevaba algunos años sin sa- lir a pesar de haber tenido mucha devoción. Y dicho y he- cho: de allí salió el Redil de la Divina Pastora. Mientras se entregan las papeletas de sitio dos mujeres que conocie- ron muy bien al capuchino cuentan sus historias, de co- frade y de sacerdote. Cati Oliván explica que era capaz de ir a Sevilla expresamente a confesar a personas que le ha- bían pedido este sacramento, y relata que era tan francis- cano y pobre como para no comprarse «ni una camisa». Se ponía prendas que le daban los amigos. Trinidad Montes desvela algo desconocido para mu- chos, y es la mucha afición que sentía por todo tipo de mú- sica y en especial por el jazz, «que podía escuchar hasta
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PASIÓN EN CÓRDOBA
FRAY RICARDO, TRAZOS Y GRATITUD
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