ESPECIAL PASIÓN EN CÓRDOBA 2022

ESPECIAL PASIÓN EN CÓRDOBA 2022

PASIÓNENCÓRDOBA CUARESMA 2022

PERSONALIDAD

CORDOBESA EN BUSCA DE LA IDENTIDAD

2,95 euros

2 marzo 2022 Gratis con ABC

CUARESMA 2022

PASIÓN ENCÓRDOBA

El arca de las ofrendas Nuestra Señora de los Dolores atesora en su joyero piezas de incalculable valor que testimonian la devoción de quienes las regalaron a lo largo de los siglos

FIRMAS ‘SE ACERCA LA PASCUA’

‘¿PARQUE TEMÁTICO?’

‘VOLVAMOS A LA CALLE, MADRE’

DEMETRIO FERNÁNDEZ

ANTONIO VARO

ESTRELLA FERNÁNDEZ-MARTOS

ENTREVISTA MANUEL LUQUE «De mi banda me gusta que se diga que tiene personalidad, que no es copia de nadie»

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Las cofradías mantienen en ciertos casos enseres y signos de una tradición anterior que ha sobrevivido a la hegemonía EN BUSCA DE LA IDENTIDADDE CÓRDOBA

Nació como prenda típicamente española y tuvo uso cotidiano, aunque desde el siglo XX se asocia a la fiesta LAMANTILLA EN LA SEMANA SANTA

La cofradía de San Lorenzo, que cumple 300 años, nació para un Vía Crucis y se integró en la Semana Santa en el siglo XIX EL CALVARIO, VÍA SACRA A LA CATEDRAL

La Semana Santa vuelve a las calles tras dos años marcados por el coronavirus y con las mascarillas como único resto AÑO PRIMERO DESPUÉS DEL COVID

Rafael Peidró creó un estilo muy singular de presea para las Vírgenes de los Dolores, Angustias y Lágrimas CORONAS PARA LAS REINAS DE CÓRDOBA

JAVIERROMERO, CAPATAZ DE TÉCNICA Y CARIÑO

A caballo entre Córdoba y Sevilla, tras su estilo y magisterio hay un cofrade inquieto de esparto y ruan

Directora General Ana Delgado Galán

Director Julián Quirós

Director ABC Córdoba Francisco J. Poyato Pino

Coordinación Luis Miranda

Jefe de sección de Diseño Juan Soldán

Diseño Charo García, Antonio Montes y Julia B. Jiménez

ABC ANDALUCÍA Director Álvaro Ybarra Pacheco

Director general Álvaro Rodríguez Guitart

Directora de Publicidad Joaquina López Jurado (Telf. 957 49 76 75) Editado por Diario ABC, S.L. San Álvaro, 8, 1 -3 (14003) Córdoba

RAFAEL CARMONA

Encendido de un cirio en la cofradía de la Buena Muerte

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El Vía Crucis se fundó hace medio siglo, poco después del Vaticano II, y con señas de identidad que ha conservado LA COFRADÍA DE UN TIEMPO NUEVO

Alonso Gómez de Sandoval marcó el siglo XVIII en Córdoba e hizo obras de gran devoción, como el San Rafael del Juramento UN ARTISTA DEL BARROCO AL NEOCLÁSICO

La revista que ABC dedica a las hermandades suma una década de reportajes, entrevistas y análisis sobre la Semana Santa DIEZ NÚMEROS DE ‘PASIÓN EN CÓRDOBA’

La cofradía de San Pedro custodia un archivo que es testigo de la evolución de la vida entre sus hermanos LAMEMORIA DE LA MISERICORDIA

Un estudio cuenta cómo llegó a la localidad una urna del maestro de la escuela castellana, y que hoy lleva al Yacente GREGORIO FERNÁNDEZ EN EL CARPIO

INMEMORIALES RITOS EN LA PROVINCIA

Baena y sus Oficios, Villanueva e

Iznájar con sus figuras recogen tradiciones que han sobrevivido al tiempo

Se acerca la Pascua

POR DEMETRIO FERNÁNDEZ GONZÁLEZ OBISPO DE CÓRDOBA

E stábamos deseando que amainara la pandemia para volver a celebrar la Semana Santa por nues- tras calles y plazas. Bendito sea Dios que nos con- cede retomar estas manifestaciones de fe, que re- troalimentan la fe de un pueblo y nos hacen testigos de la profunda experiencia de fe en Jesucristo, único redentor del hombre. Estos tiempos de crisis nos han ayudado a profundizar en la vida de fe. Dios en el horizonte de nues- tra vida, Dios que nos acompaña siempre, especialmente en los momentos de dolor y frustración. Tiempos de cri- sis que nos ensanchan la caridad hacia el hermano cerca- no que nos necesita. No nos habíamos dado cuenta de has- ta dónde podemos llegar en la solidaridad, en la cercanía al que sufre, en la generosidad. La pandemia nos ha pues- to a prueba, y hemos crecido en ese amor fraterno. Salir a la calle y expresar públicamente nuestra fe en Cristo muerto y resucitado para la salvación del hombre, representado en los distintos pasos de pasión y gloria. De- jarnos acompañar por lamirada tierna y amorosa de nues- tra Madre Santísima, bajo esos palios que la arropan, le dan majestad y la acercan hasta nosotros. Vivir la expe- riencia de fraternidad y de pertenencia a un pueblo que camina y al que pertenecemos por el bautismo. Todo eso y mucho más es la Semana Santa en Córdoba. Pero, ¿es legítimo ocupar el espacio público para estas manifestaciones religiosas en un Estado aconfesional? Sin duda que sí. La libertad religiosa, que nuestras leyes ga- rantizan, consiste no sólo en la libertad de culto, sino ade- más en la libertad de expresar públicamente la fe que pro- fesamos. Un Estado aconfesional es un Estado que no adop- ta una religión como propia, pero las favorece todas, dentro del orden público necesario. Cuando, en virtud de un Es- tado aconfesional, se critican tales manifestaciones pú- blicas de fe estaríamos ante una postura laicista y enemi- ga de la religión. Somos partidarios de la laicidad del Es- tado, pero no de un Estado laicista. Estamos en la calle con pleno derecho, tanto por parte de la configuración del Es- tado como por parte de la libertad religiosa, que no redu-

Jesús Humilde en la Coronación de Espinas, a punto de salir un Lunes Santo

ce la religión a la esfera privada, sino que reconoce que esa fe puede y debe expresarse en el espacio público. Por otra parte, son manifestaciones que califican la cultura de un pueblo y, por tanto, tienen carta de ciudadanía en nuestra vida social. Favorecerlas es servir al pueblo, que se reco- noce en estas manifestaciones religiosas como señal de identidad propia desde hace siglos. Celebramos en la Semana Santa los misterios centra- les de nuestra fe cristiana. Jesucristo, el hijo de Dios he- cho hombre de María Virgen, se ofrece voluntariamente a la muerte para rescatarnos de la muerte eterna y abrir- nos de par en par las puertas del cielo. Y ha resucitado, venciendo la muerte en él y en nosotros. La Semana San- ta es fiesta de vida y esperanza. El pecado del hombre y de

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PASIÓN EN CÓRDOBA

SE ACERCA LA PASCUA

ROLDÁN SERRANO

los pueblos, que genera tanta injusticia y violencia, tanto atropello de los derechos humanos, tanta esclavitud y abu- so ha sido derrotado en la Cruz con una dosis superlativa de amor, inaugurando una vida nueva que brota del Resu- citado. En el corazón de Cristo, herido por nuestros peca- dos, se ha generado como una fisión nuclear de amor que lo transforma todo. Él ha cargado con el pecado del mun- do, con todas nuestras idolatrías y con todas nuestras in- justicias, y las ha reciclado con un amor más grande, ha- ciendo que de ese corazón brote el perdón de Dios y la mi- sericordia para todos. «Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros». Los misterios centrales de nuestra fe cristiana, que ce- lebramos en la Semana Santa, son preparados en la Cua-

resma, durante la cual Dios nos invita en su Iglesia a la conversión, a cambiar de vida y acercarnos más a él. Y son celebrados gozosamente en la cincuentena pascual, tiem- po de gozo y renovación de nuestra vida cristiana. Acer- quémonos a la fiesta con una sincera confesión de nues- tros pecados para ser perdonados, preparemos nuestro corazón con la comuniónmás frecuente de estos días. Ayu- namos de tantos vicios y adicciones. Nos ejercitamos en la caridad para con los pobres, con los que sufren, con los descartados de la sociedad. La Cuaresma bien vivida y el tiempo pascual que nos renueva son tiempos de gracia y de salvación. El obispo os invita a todos a vivirlos y dis-

frutarlos, venid a celebrar la fiesta. A todos, mi afecto y mi bendición.

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SE ACERCA LA PASCUA

PASIÓN EN CÓRDOBA

El Señor de la Caridad avanza por la calle de la Feria un Jueves Santo

IDENTIDAD

Los retazos que sobreviven de una piel antigua

FRENTE A LA ASUNCIÓN DE UN MODELO CONCRETO HACE MEDIO SIGLO, MUCHAS COFRADÍAS CONSERVAN SEÑAS DE IDENTIDAD ANTIGUAS QUE HABLAN DE UNA TRADICIÓN PERSONAL Y CON ARRAIGO EN LA CIUDAD

POR LUIS MIRANDA

CORDOBESA

ROLDÁN SERRANO

C AÍA la tarde de un Lunes Santo sin pasos en la ca- lle cuando una cofradía impactó con una estam- pa en la que muchos vieron algo más que una for- ma de entronizar a su titular para un culto. En la Trinidad, el Santo Cristo de la Salud presidía la iglesia para el rezo del vía crucis sobre una peana del siglo XVIII, la que su hermandad utiliza desde hace algunos años en los cultos. A la pieza de madera tallada y dorada se le dice ahora peana, pero muchos cofrades intuían que obras así, de granmonumentalidad y realce, habrían sido en sumo- mento pasos, o más propiamente andas, y que las imáge- nes de la antigua Semana Santa de Córdoba habían he- cho sobre ellas sus estaciones de penitencia. «Sería una buena forma de recordar la antigua forma de llevar a las imágenes en Córdoba», manifestó Enrique León, ex hermano mayor del Santo Sepulcro y coautor del libro sobre la historia de la cofradía del Viernes Santo que se acaba de presentar. Aquel mismo Lunes Santo también compareció sobre una de estas piezas, que todavía per- manecen en las parroquias de la ciudad, el Señor de la Sentencia, aunque para la hermandad del Vía Crucis era distinto: la peculiaridad con la que la cofradía se pone en la calle hacía posible soñar con que pudiese salir sobre la peana, al menos para la fantasía de quienes vieron la ima- gen y observaron la naturalidad de la estampa. Desde luego evocaba una Semana Santa distinta a la que se ha vivido en las calles en las últimas décadas, con un modelo de pasos, túnicas de nazarenos y elementos muy concreto. Lo que se puso sobre la mesa al hablar de la forma en que compareció el Cristo de la Salud el Lunes Santo era la pervivencia de un modelo anterior para la forma en que las cofradías se ponen en la calle. Tal vez la identidad que la Semana Santa cordobesa tuvo en la épo- ca barroca antes de que el desierto de los 30 años sin pro- cesiones en la calle, la pérdida de una parte del patrimo- nio y de la memoria y la asunción, después, de nuevos mo- delos, hiciese que esta forma de salir en procesión, y otros muchos aspectos, quedasen orillados. Desde la segunda mitad del siglo XX, cuando la influen- cia del modelo sevillano empezó a ser más notoria, no fal- ta quien se pregunta cuál es la identidad cordobesa en la Semana Santa y qué conservan las cofradías que pueda ser autóctono y genuino en la ciudad frente a lo que se ha recibido con una digestión más o menos procesada de otros lugares. Enrique León cree que el momento clave está en la segunda mitad del siglo XIX, cuando llega a Cór- doba el ferrocarril. La estación, entonces en lo que hoy se llama avenida de América, revolucionó las comunicacio- nes y acortó las distancias con la cercana Sevilla, mucho más dinámica y poblada que la ciudad de entonces. El tren llegó a Córdoba en 1859 y consta que profesores, ca- pas ilustradas y clases medias de la ciudad se desplaza- ban a Sevilla en Semana Santa para vivir allí la fiesta. ¿Pero qué sucedía antes? ¿Por qué hubo que mirar a otra parte? Las cofradías nacieron en el siglo XVI y en aquel momento y al comienzo del siguiente adoptaron las formas teatrales propias del barroco. Una hermandad

en la calle era algo muy distinto a lo que es hoy. Los na- zarenos se disciplinaban y entendían esta penitencia como algo esencial en su pertenencia a la cofradía. En el corte- jo había ángeles y figuras con rostrillo similares a las que todavía perviven en Puente Genil, y que en Córdoba se mantuvieron incluso hasta después la recuperación de la Semana Santa en el siglo XIX. Eran cofradías donde el concepto actual de paso se pa- recía más a unas andas, a una peana tallada y dorada y que se llevaba por cargadores por fuera. Está documen- tado, además, que tenían unas horquillas sobre las que las andas se sustentaban cuando el cortejo se detenía. A la cofradía del Santo Crucifijo pertenecía una que en el siglo XIX, cuando la cofradía desapareció, pasó a la igle- sia de la Magdalena y desde ahí a San Pedro. Ahora está sobre ella en su capilla el Cristo de la Misericordia, pero conserva el emblema de un compás y un cartabón, que identificaba a los alarifes, los profesionales que susten- taban a la cofradía que regentaba la ermita cuya fachada todavía se abre en la plaza de la Magdalena. Es muy pro- bable que el Crucificado que hoy se llama del Amor o al- guna de las muchas imágenes del cortejo saliesen sobre esas andas. Dos cofradías que sobrevivieron las conser- van: las Angustias y los Dolores. La primera es de 1771, barroca y dorada con cartelas. Se completa con las imá- genes de los evangelistas y fue su paso hasta el siglo XX. La fotografía más antigua de la Semana Santa de Córdo- ba, en 1890, muestra a las imágenes sobre esa peana, dis- puestas para salir a la calle. Y en Semana Santa, la Virgen de los Dolores sale sobre otra similar y de la misma épo- ca, de 1779, aunque mucho más alta. Había palios en aquella Semana Santa antigua, pero apenas se parecían a los actuales y no sólo eran para las imágenes de la Virgen. Poco después de la hechura de la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, la congrega- ción servita encargó al mismo autor de la imagen, Juan Prieto, un paso de palio, que no se ha conservado, pero que él debió de hacer enmadera tallada, como correspon- de a su oficio. El éxito fue tal que la cofradía de la Vera Cruz encargó otro para la Virgen del Milagro que tenía que ser aún más rico. La carga bajo las gualdrapas se incorporó en 1865 y se generalizó en los años siguientes; hasta entonces siempre se había hecho por fuera Del siglo XVIII se han conservado piezas, en madera dorada o en plata, que hoy se utilizan como peanas, pero que en su origen eran andas en que salían las imágenes

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PASIÓN EN CÓRDOBA

IDENTIDAD CORDOBESA: RETAZOS QUE SOBREVIVEN DE UNA PIEL ANTIGUA

Nuestra Señora Madre de Dios en sus Tristezas, en el baldaquino tallado por Miguel Arjona

RAFAEL CARMONA

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La pervivencia más clara de aquellos pa- sos de Virgen está en el que tuvo la Soledad de Jesús Nazareno, y que es la peana en que hoy se eleva el Señor. La pieza de plata se usa- ba como andas y en las esquinas iban los hue- cos para los varales de su palio. Tal y como documentó el historiador Juan Aranda Don- cel en sus investigaciones, tampoco el esque- ma era de paso de Cristo y Virgen, como aho- ra. Había cofradías con ocho y hasta nueve pasos, que podían ser de Jesús Preso, la Ora- ción en el Huerto o Cristo con la cruz a cues- tas, pero también de San Juan y Santa María Magdalena. Y en todas las cofradías lo pri- mero era una cruz de gran tamaño sobre unas andas. En el siglo XX apenas hubo tres per- vivencias, que ya no existen, de estos corte- jos antiguos: la Cruz Guiona de la parroquia de San José y Espíritu Santo, que participa- ba en el Santo Entierro sobre unas andas que se sustentaban en horquillas; la que llevó la Sentencia algunos años, en un paso a hom- bros de faeneros, y el San Juan de Jesús Na- zareno, que salió por última vez en 2004. Las cofradías llegaron al siglo XIX con este modelo de la Semana Santa barroca y así se despidieron en el año 1819, en mitad de una crisis que ya había provocado que muchas de ellas dejaran de salir. En 1820 el entonces obispo, Pedro Antonio de Trevilla, dictó un reglamento para una sola procesión con cier- tos pasos, pero las exangües cofradías no tu- vieron fuerzas para adaptarse. Hasta 1849 no se recuperó la Semana Santa en Córdoba y lo hizo como una fiesta distinta, con carácter cívico-reli- gioso e impulso del Ayuntamiento. A ese año hay que mirar para empezar a entrever el cambio. Todavía entonces se mantuvieron algunos ele- mentos barrocos, pero desde cierto momento, quizá tras la llegada del ferrocarril y el mayor contacto con otras ciudades, las cofradías, que habían sobrevivido con cier- tos problemas, se reinventaron. El historiador Juan Aran- da siempre ha subrayado la pérdida de la tradición en aquellos años, que hizo que las cofradías que empezaban a renacer no pudiesen tener como referencias a sus an- tecedentes inmediatos. La falta de fotografías y representaciones gráficas im- pide conocer la estética exacta de las cofradías en aquel momento. Si hasta entonces se habían llevado los pasos por fuera, a partir de cierto momento empezaron a lle- varse por dentro. En 1865, explica Enrique León, están do- cumentados los primeros pasos llevados bajo las gual- drapas en Córdoba. Fueron Jesús Preso (tal vez la imagen que había sido titular de una extinguida cofradía en la Merced), Jesús Nazareno y la Oración en el Huerto.

Jesús Nazareno, sobre la peana de plata del siglo XVIII que fue de la Virgen. A la derecha, el Señor Rescatado con su túnica de cola. Debajo, la Virgen de los Dolores

ROLDÁN SERRANO

En la Semana Santa que nació en 1849 los hábitos na- zarenos estaban prohibidos, pero a finales del siglo XIX la hermandad de los Dolores planteó que sus hermanos llevasen túnica y acudió a Sevilla. Se planteó incorporar el mismo hábito negro con cinturón de esparto que lleva- ban en Sevilla los nazarenos del Silencio, aunque nunca se llevó a cabo. A partir de aquellos, la Semana Santa se renovó y no lo hizo siempre mirando a su tradición, sino a los elemen- tos actuales que podía tener más cerca. Con una excep- ción: la Virgen de los Dolores, con su atuendo y su perso- nalidad. Las imágenes de María que salían en Semana Santa vestían desde el siglo XVI conforme a la indumen- taria de una imagen de Madrid, que se difundió por todo el territorio de la Corona de Castilla: rostrillo, manto ne- gro, saya negra y gran toca de encaje que la cubría. De otras épocas hay muy poco testimonio gráfico, pero un cuadro de la Virgen de las Angustias sí abre una ven- tana a los bordados antiguos, apenas conservados. Está en la iglesia del convento de las Capuchinas y la imagen lleva un manto con estrellas, documentado en las cuen-

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IDENTIDAD CORDOBESA: RETAZOS QUE SOBREVIVEN DE UNA PIEL ANTIGUA

VALERIO MERINO

tas del siglo XVII, con tanta sencillez como belleza. Con arreglo a la época de los Austrias se vestía también la Vir- gen de los Dolores, y hay un grabado de mediados del si- glo XIX que lo prueba. Ángel Redel, el capellán del hospital, ideó una nueva estética para la Virgen que se hizo única, con ligeras va- riantes desde entonces. Las vueltas del manto quedarían a la vista, para dar mayor luminosidad. El rostrillo esta- ría enjoyado, igual que el pecho, y la posición de las ma- nos también iba a ser distinta: no cruzadas, sinomás abier- tas y a distinta altura. También diseñó un conjunto de bordados muy novedoso: el manto azul de las palomas y la saya roja, en estilo ‘arts & crafts’, que la Virgen llevó en las procesiones que no se celebraban el Viernes Santo. Se estrenó en 1897 y sigue siendo la obra más moderna e in- novadora del patrimonio de las hermandades. Los pasos, a su vez, se iban haciendo más grandes y se abandonaba el modelo de la peana. Los cofrades de Jesús Nazareno, ya languideciente a finales del siglo XIX, ha- bían recibido las andas de plata de su titular y la peana de la Virgen y ya planteaban reutilizar las primeras para un frontal de altar y subir al Señor al conjunto de plata que había sido de la Virgen, como recordaba el cofrade Fermín Pérez Martínez al hablar de los cambios que afron- tó la cofradía al reorganizarse. La Semana Santa de Córdoba se consolidó en las pri- meras décadas del siglo XX, aunque sin una estética fija fuera de la Virgen de los Dolores, que en los años 20 re- cogió la influencia del regionalismo, en boga entonces en las cofradías de Andalucía, y promovió el manto de los dragones, en estilo Renacimiento.

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ÁLVARO CARMONA

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PASIÓN EN CÓRDOBA

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Caridad con el muy personal Jaime R. Ritton, autor de gran parte de su guion. Sus ejemplos se quedaron en sus propias hermandades. Jesús Caído fue una de las primeras cofradías que miró a Sevilla. Primero, con el paso de la Virgen, todavía sin palio, obra de Manuel Seco y con unas dimensiones dis- tintas a las actuales, en 1930. Luego, en 1943, con el del Se- ñor, que la familia Valverde realizó, por petición de la her- mandad, siguiendo el modelo hispalense del Cristo de la Buena Muerte. Y sin embargo, también estuvo presente Málaga algunos años: el mismo palio de Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad se amplió y tomó grandes dimensiones, con las caídas sueltas. Rasgos no iguales pero sí parecidos tomaría el de las Lágrimas, y ambos se estrenaron en 1950. También tuvo La Buena Muerte miró por entero en Se- villa para forjar un patrimonio de alta calidad y al poco llegó Ánimas. ¿Era Ánimas lo cordobés? Su estilo, forja- do en cierto tenebrismo barroco, sumó elementos de dis- tintos lugares para hacer algo personal y buscó donde no buscaron otras hermandades. La otra gran personalidad de la Semana Santa de aquel tiempo fue Juan Martínez Cerrillo. El imaginero de Bujalance no sólo realizó a los titulares de las nue- vas hermandades que nacieron en ese momento, sino también enseres, a veces en una técnica insólita en el mundo de las hermandades, pero de mucha tradición en Córdoba: el guadamecí. Con ella llegaron a hacerse dos pasos: el del Señor de las Penas de la Esperanza, que la hermandad todavía conserva y utiliza para algu- nos cultos, y el palio de la Virgen de la Amargura. Am- bos dejaron de salir en la década de los 80. También el camarín de la Paz, donde la Virgen continúa recibien- do culto.

Córdoba llegó al año 1937, el de su definitiva configu- ración, con menos de una decena de hermandades y po- cos enseres cruzaron aquella frontera y han llegado has- ta hoy. En aquel año se sumó una cofradía, la Misericor- dia, que tendría que anunciar muchos cambios en los años siguientes, y que el Miércoles Santo ya pidió la venia, ges- to insólito, al llegar a la carrera oficial, y se estrenaron dos piezas de época. Una, el paso de la Virgen de los Do- lores, continúa saliendo hoy. La segunda, el palio de las Angustias, pasó en 1958 a ser de la Piedad del Prendimien- to, pero marcó una época porque era el primero después del intento, por pocos años, de la hermandad de los Do- lores en el siglo XIX. El primero era un paso pequeño, como los que se ha- cían en la Sevilla de aquel entonces, y el segundo desme- suradamente grande, pero ambos tenían en común la ochava, corriente en muchos pasos de la época, y que el trono de la Señora de Córdoba todavía mantiene. Sobre él, la Virgen va en la peana del siglo XVIII, tal vez un sím- bolo de dos épocas distintas que se superponen. Nunca se ha alterado el conjunto desde entonces. Las cofradías se multiplicaron en Córdoba desde esos años, pero la Se- mana Santa siguió buscando su estética más fuera que dentro, cuando podía. La Semana Santa se había empezado a renovar en to- das partes desde el siglo XIX y sobre todo en las prime- ras décadas del siglo XX buscando nuevos estilos. ¿Qué sucedía en Córdoba? En teoría las hermandades iban na- ciendo y haciéndose, pero en aquellos años hubo pocas cofradías que ya tuvieran una identidad consolidada. Las Angustias lo hizo con el lápiz de Manuel Mora Valle, la Misericordia con la inspiración de Rafael Díaz Peno y la

A la izquierda, la peana de la Virgen de las Angustias, realizada en 1771, que fue su paso durante bastantes épocas. En el centro, los tabardos de la Caridad. A la derecha, el Cristo de la Salud, el pasado Lunes Santo, sobre una peana antigua restaurada

RAFAEL CARMONA

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IDENTIDAD CORDOBESA: RETAZOS QUE SOBREVIVEN DE UNA PIEL ANTIGUA

La llegada del ferrocarril a Córdoba, con la facilidad para viajar, pudo ser el detonante

para que las cofradías del siglo XIX buscasen nuevos modelos estéticos

Peno para el anterior, pero con mayor riqueza de talla y totalmente dorado. La última encrucijada llegó en la década de 1970, cuan- do nacieron nuevas hermandades y las miradas a Sevilla se hicieron más notorias. Hasta entonces la Semana San- ta de Córdoba había conservado, si no una personalidad, sí el ejemplo de algunas hermandades que habían con- servado rasgos. Llegó de forma natural la ortodoxia for- mal de Sevilla, con tres excepciones: la hermandad del Vía Crucis optó por una estación de penitencia austera y sin paso y Andrés Valverde dibujó para María Santísima Nazarena un paso de palio que integraba la madera en los respiraderos y varales, entre otros elementos. La herman- dad del Remedio de Ánimas incorporó a Nuestra Señora Madre de Dios en sus Tristezas y lo hizo con una forma de vestir parecida a la de la Virgen de los Dolores en el rostrillo y las vueltas del manto, bajo un baldaquino de madera tallada y dorada muy personal, con dibujo de Mi- guel del Moral y por lo tanto sello del mismo grupo Cán- tico que había estado en la fundación de la hermandad. Lo cordobés quedó a partir de entonces en detalles y en elementos que sobrevivieron. Por ejemplo, el pelo na- tural y los sudarios de tela en los Cristos, que fueron de- sapareciendo de muchos lugares. Jesús Caído, el Resca- tado, el Cristo de Gracia y el Cristo del Remedio de Áni- mas conservaron estos elementos que habían nacido en el siglo XVIII. Lo tuvieron también el Señor de la Oración en el Huerto y el del Calvario. Tradicionales fueron tam- bién las coronas de espinas metálicas y doradas en estas imágenes y en casi todos los casos se han mantenido. También quedaron en Córdoba las túnicas de cola que

Por aquel tiempo se alumbraron también algunos pa- sos distintos del modelo que después se ha impuesto. Ri- cardo Castillo realizó primero el del Cristo de la Clemen- cia, estrenado en la primera salida del Crucificado, en 1949, con una estética inconfundible según diseño de Ra- fael Bernier Soldevilla. Brindó también el del Remedio de Ánimas, según el particular estilo de su cofradía, y el pri- mero que tuvo el Cristo de las Penas. Escapaba también del concepto actual entre la canastilla y los respiraderos, pero se quemó en el incendio de 1979. Antonio Castillo Ariza también fue original para el paso del Rescatado, concebido con una enorme peana que se abría, y allí fue el Señor hasta el año 1996. De los pasos de Cristo actuales pocos se salen de la ha- bitual estructura entre la canastilla y los respiraderos. Rafael Valverde Toscano hizo el del Señor de la Pasión en 1954, después ampliado, mientras que Andrés y Manuel Valverde firmaron dos de los más recientes: el del Señor de la Caridad (2002), que incorpora elementos del ante- rior en un solo cuerpo y con los medallones de plata. Son los mismos autores del trono del Cristo de la Misericor- dia (2011) que recoge el modelo que firmó Rafael Díaz La Semana Santa renació en la posguerra, pero no todas las cofradías tuvieron un sello estético como Ánimas, Buena Muerte, Dolores, Misericordia, Caridad o Angustias

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ROLDÁN SERRANO

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IDENTIDAD CORDOBESA: RETAZOS QUE SOBREVIVEN DE UNA PIEL ANTIGUA

PASIÓN EN CÓRDOBA

Dos pasos cordobeses distintos: el del Cristo de la Clemencia, estrenado en 1949, y el de guadamecíes del Señor de las Penas, obra de Juan Martínez Cerrillo, y que salió hasta 1989

ROLDÁN SERRANO

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varas o atributos, sí incorporasen la capa. Desde enton- ces muchas optaron por ponerla a todos los nazarenos, aunque no faltan cofradías que siguen conforme a este modelo, como los Dolores, la Misericordia, la Paz, la Ca- ridad y Jesús Caído, y otras que, sin llevar capa, tampo- co tienen cola, como Jesús Nazareno, el Vía Crucis o Áni- mas. También como pervivencia de otra época han que- dado las mucetas, las cenefas que van en la parte inferior del cubrerrostro en un color distinto. Las conservan las Angustias, la Esperanza y la Paz. Muchas de estas man- tienen el corte del cubrerrostro redondeado, distinto al más alargado adoptado por las que tomaron el modelo sevillano. Alberto Villar, catedrático emérito de Historia del Arte de la Universidad de Córdoba, llama además la atención sobre otro aspecto: la proporción y las medidas de los pa- sos en relación con las calles y el tamaño de las puertas de los templos históricos. Sólo San Pedro, la Compañía, San Andrés y San Pablo permiten la salida de los tronos

llevaban el Señor Rescatado, el del Calvario y Jesús Naza- reno. Los dos primeros han llevado piezas cortas en cier- tas ocasiones, pero las de cola siguen siendo las más tra- dicionales. ¿Es eso cordobés? Hay en algunos lugares de Andalucía, pero sí han resistido a la ola de retirar ciertos elementos en los últimos años. También hubo en Córdoba elementos singulares en los cortejos de nazarenos. La distinción entre túnica de capa y de cola que se da en Sevilla se ha abierto algo de paso desde los años 70, pero hasta entonces apenas tenía sen- tido. Había túnicas de cola como las de la Expiración y la Buena Muerte, y sólo el Prendimiento llevaba entonces capas para todos los nazarenos. Lo corriente era que los hermanos llevasen túnica, cubrerrostro y cíngulo o fajín (otra señal distintiva), y que los llamados ‘cargos’, es decir, las personas con res- ponsabilidades en la Junta de Gobierno o que llevasen

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IDENTIDAD CORDOBESA: RETAZOS QUE SOBREVIVEN DE UNA PIEL ANTIGUA

PASIÓN EN CÓRDOBA

las cofradías. El palio de Nuestra Señora de la Estrella, di- bujado y realizado en Sevilla por Hermanos Delgado, es el único que incorpora los arcos, en su caso polilobula- dos, que aluden sin posibilidad de error al lugar al que desde 2017 van todas las hermandades. Lo hacen después de un largo anhelo que, como recuer- da Enrique León, buscaba desandar un camino que se ini- ció en el siglo XIX, también como consecuencia de la lle- gada del ferrocarril. Hasta entonces los alrededores de la Mezquita-Catedral habían estado entre las mejores zo- nas de Córdoba en actividad comercial y social, pero el tren desplazó la actividad hacía lo que hoy se considera el Centro, en torno a la plaza de Las Tendillas y el recién abierto paseo del Gran Capitán. «La calle Torrijos, que hasta entonces había sido importante, dejó de serlo», cuenta. Este es el motivo de que las cofradías, que desde su primeros años siempre habían acudido al a iglesia ma- yor de la diócesis, dejaran a partir del siglo XIX de acudir al primer templo. La procesión oficial del Santo Entierro tenía que acu- dir allí, pero también terminó por distanciarse: primero, sin llegar al interior, y más tarde, también buscando la zona más céntrica. Sólo a partir de que en 1986 la herman- dad del Santo Sepulcro recuperase la estación de peni- tencia en el interior, las cofradías miraron a la Catedral y empezaron a andar un camino que culminó con la carre- ra oficial de 2017. Quedaría algo más, y es el espíritu. Pablo García Bae- na dejó escrito y hablado mucho sobre la Semana Santa de su niñez y juventud. Admitía que podía ser pobre y qui- zá pueblerina, pero también lamentaba la pérdida de aquel espíritu silencioso y recogido que se cambió por la pujan- za de cofradías que reconocía más ricas, pero también distintas a lo que pensaba que era más de Córdoba. Las saetas viejas, hoy casi extinguidas, en las viejas grabacio- nes de María La Talegona, son los retazos de sonido de una fiesta que se ha adaptado al paso del tiempo de una fiesta que ha cambiado de piel. Ciertas imágenes han conservado rasgos particulares, como las melenas naturales de los Cristos, las túnicas de cola y las coronas de espinas metálicas y doradas

RAFAEL CARMONA

desde el interior de las iglesias con cierta naturalidad sin recurrir a maniobras complicadas como los rodamien- tos. Para él, esto puede ser el indicador de que el modelo de pasos actuales tal vez no sea el más apropiado para la configuración de la misma ciudad que los acoge, y eso in- cluye a los alrededores de la Mezquita-Catedral. Con ella se da una especie de paradoja. Es el gran em- blema de la ciudad, pero su estética apenas ha calado en

El joyero de la Virgen de los Dolores

EL AJUAR DE LA SEÑORA DE CÓRDOBA, ESPEJO DE LA ALTA DEVOCIÓN DEL PUEBLO, CONTIENE CENTENARES DE PIEZAS, GRANDES Y HUMILDES, DONADAS POR SUS FIELES DURANTE SIGLOS

POR JULIA GARCÍA HIGUERAS

A brir un joyero es un ritual cargado de simbolis- mo. Pertenezca a una niña o a una reina, con- tiene algo querido y valioso. Contemplar el de la Virgen de los Dolores obliga al recogimiento y la admiración. La antigüedad y valor artístico de sus joyas y la carga devocional de Quien las porta así lo dic- tan. El ajuar de Nuestra Señora de los Dolores es testigo de épocas, estéticas y de la Historia de España. Pero es también notario fiel de personas, algunas anónimas y otras de nombre y trabajo reconocidos. Es testigo del sen- tir de hombres y mujeres que donaron lo mejor que te- nían, fuese mucho o poco, muy hermoso y deslumbran- te o menos bello, siempre para ofrendar algo propio y tangible a la Señora de sus corazones. Es el sentimiento de la hermandad, que custodia este tesoro y propicia que

la Virgen lo luzca a lo largo del tiempo en las distintas fiestas litúrgicas que se suceden. Y, si no con regularidad, en alguna ocasión esporádica porque, al fin y al cabo, son los regalos de unos hijos a su Madre. La devoción de una ciudad al completo —de pobres y ricos, damas de alto rango y mujeres no tan distingui- das, enfermos y desvalidos, jóvenes y mayores— fue lle- vando poco a poco al interior de este gran joyero piezas deslumbrantes en todos los sentidos: retazos de vidas, historias de quienes compartieron con Ella su concien- cia y sus rezos. Las joyas más antiguas datan del siglo XIX. Entre todas suman centenares: hay una colección de alianzas de matrimonio, un sinfín de cadenas, meda- llitas de la Virgen del Carmen y rosarios de plata. Entre las joyas emblemáticas del selecto ajuar sobresalen sor-

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PASIÓN EN CÓRDOBA

EL JOYERO DE LA VIRGEN DE LOS DOLORES

Corazón de oro y diamantes donado por el empresario Eustasio Terroba

FOTOS: VALERIO MERINO

con esa misma vegetación y flores. El broche, de 1888, da el efecto de ser unitario, pero verlo al detalle supone dis- tinguir los diversos orígenes. Y coetánea de éste es la be- llísima pulsera de esmeraldas, con diseño del propio Re- del y reunificación de piezas anteriores. Entre las maravillas de la Señora de Córdoba y, dona- da por la familia Pineda de las Infantas, resalta una sor- tija con un brillante de siete quilates. Otra imprescindi- ble: el gran collar para las grandes ocasiones y las sali- das procesionales. Es una obra de alta bisutería del siglo XIX, de plata con piedras de París (así llamadas enton- ces, son como las circonitas y el Swarovski actuales)

tijas, brazaletes, broches, condecoraciones, pendientes, diademas, corazones, coronas de espinas, pañuelos de seda con bordados del XIX, rostrillos y collares. Deslumbrante resulta el gran broche de Redel, cuya iconografía va en sintonía con los mantos. La Virgen lo lleva justo en el pecho, como explica el hermano mayor de los Dolores, José María Herrero. Lo componen esme- raldas, brillantes y un topacio central que tiene una so- berbia orla de brillantes finos alrededor. Es de fusión o reunión de alhajas anteriores. Posee pétalos con piedras bicolor de otra mano, algunas piezas esmaltadas y flores de distinta procedencia que crean un conjunto armóni- co, de la mano de Ángel Redel. Gran dibujante y pintor, creó el diseño del manto de las Palomas y del revesti- miento en plata del sagrario de la iglesia de San Jacinto,

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EL JOYERO DE LA VIRGEN DE LOS DOLORES

PASIÓN EN CÓRDOBA

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da. De plata sobredorada, iconográficamente la Virgen la ha lucido siempre. Posee dos, una de diario y la del Viernes Santo. Cuando tenía las manos cruzadas, sobre un paño largo iba la corona de espinas. Y también en esa mano, un pañuelo hacia fuera (al contrario que otras do- lorosas, que llevan este elemento en la mano derecha y hacia dentro). La mano derecha queda para sostener el escapulario, los rosarios y la corona dolorosa. Entre sus pañuelos destacan el del Grupo Joven y el regalado por las alumnas de un colegio de Electromecá- nicas, con perlas sujetas. Otro de grandes dimensiones se le suele poner en noviembre. La diadema de la Mar- El llamado gran collar, una obra de alta bisutería del siglo XIX elaborada en plata con piedras de París, lo luce la Virgen en las grandes ocasiones En la mano izquierda la venerada imagen porta una corona de espinas y un pañuelo, mientras en la derecha lleva el escapulario, el rosario y la corona dolorosa

como simulación del diamante. Suele ponerse abierto y complementarse con una gargantilla muy fina de oro y diamantes de gran brillo. El puñal de plata sobredorada y piedras preciosas de finales del XIX es el que figura en el inmortal azulejo del Bailío y en la fotografía antigua de Parra de 1924. Se le pone en los cultos de septiembre, el único momento del año en el que la Virgen no lleva corazón. Y, hablando de este ornamento, justo es detenerse en el corazón de oro con un único puñal con unos diamantes de calidad ex- cepcional. Donación del empresario Eustasio Terroba, fallecido en 1917, reservado para el Viernes Santo. También posee un corazón antiguo con siete puñales que se utiliza en el septenario. Va rodeado de piedras de París, es plata dorada al fuego con ejecución del platero cordobés de mitad del XIX Francisco Vázquez de la To- rre, que era miembro de la junta de gobierno de la her- mandad. Fue el destino final que la cofradía dio al dine- ro recaudado para sufragar el manto de Alburquerque de 1865 (pues este obispo lo costeó íntegro). Ese corazón va a juego con una diadema de 1864 y con el citado man- to de Alburquerque. Asimismo, cuenta con un corazón traspasado por siete puñales, signo de los siete dolores de la Virgen, que luce por la festividad de los Difuntos. Entre los elementos señeros hay que nombrar la corona de espinas con tres clavos que porta en la mano izquier-

con las joyas que enmarcan la tez de la Virgen no hay que olvidar que posee media docena de rostrillos. Para la sa- lida del Viernes Santo tiene dos. Son obras anónimas, muy posiblemente de las monjas y no hay documenta- ción. Tienen en torno a un siglo de antigüedad. Son de tisú bordado con perlitas y piedras que brillan. Más piezas imprescindibles son los alfileres de rose- tas del XIX, que van en el pecho desde tiempos de Redel. Tiene tres pares independientes. Las mujeres los porta- ban en los grandes moños de la época y gozan de movi- lidad gracias a unos muelles. Un juego, el de la perla en el tallo, lo donó la Condesa de Cañete de las Torres. Los otros dos son anónimos. En el capítulo de las condeco- raciones cedidas en vida por quienes las recibieron hay que mencionar la Medalla de Andalucía y la de Oro de la Ciudad de Córdoba del poeta Pablo García Baena. Y no sólo esto, pues le escribió cinco poemas a la Virgen en cinco momentos distintos. También llaman la atención la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort otorgada al fiscal Joaquín Gosálvez y laMedalla de oro del Círculo Ave- rroes. Y un juego completo de medallas al mérito civil. Como todo en la vida, surgen anécdotas mientras se bu- cea con esmero en los estuches. La mirada se posa en tres sortijas de enorme pedrusco que parecen joyas de cate- goría, pero son bisutería mala. Conserva tres, pero pro-

quesa de Conde Salazar (que lleva permanentemente des- de los últimos quince años) es otro componente perso- nalísimo del joyero. Se incorporó al ajuar mediante una donación testamentaria de la marquesa, que murió en la década de los 80 del siglo XIX. Por cuestión de testamen- taría, la diadema no llegó a la hermandad hasta 1892. La realizó el gran joyero español del XIX Ansorena de Ma- drid (cuya prestigiosa firma aún perdura). Es el artífice de la tiara Flor de lis de la Reina Letizia (regalo de boda de Alfonso XIII para Victoria Eugenia), y de la corona y el resplandor de la Virgen del Pilar. Su diseño es heráldico: la corona de marqués con la flor de lis rematando unas puntas y tres perlitas. Es una pieza de corte que la Marquesa de Conde Salazar lleva- ba en la frente cuando iba al Palacio Real de Madrid. Cuan- do murió, sin descendencia, donó una serie de bienes a la Virgen de los Dolores. Es célebre su majestuoso pan- teón en el cementerio de la Salud de Córdoba. En 1892, cuando llegó esta pieza, estaba como capellán Ángel Re- del, quien firmó en las actas de la hermandad expresa- mente que se oponía a que la Virgen portase la diadema. Pero la realidad posterior es que se convirtió en una pie- za icónica de mucha aceptación popular. Tanto, que en los años 40 la Virgen de la Esperanza y en los 50 la ante- rior imagen de la Virgen de la Merced siguieron esta ten- dencia. El hecho de situar la diadema de la marquesa jus- to encima de las cejas es porque así era como la reina Vic- toria Eugenia llevaba las diademas y tiaras. Siguiendo

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Diadema de la Marquesa sobre la frente y rostrillo de la Virgen Medallas y condecoraciones Corona de espinas que porta en la mano en las salidas Alfileres de rosetas Puñal de plata

sobredorada del XIX Tres anillos falsos Pulsera de oro y esmeraldas de Redel

Corazón con 7 puñales

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bablemente fuesen más. En su día se adquirieron para hacer ver desde la distancia que todo era normal y que la Virgen permanecía enjoyada, cuando todo lo de valor se encontraba reunido a buen recaudo en una caja fuerte del Banco de España. Allí se llevaron durante la Segunda Re- pública, el 11 de mayo de 1931, ante el temor de que des- truyesen y desvalijaran cuanto pudieran hallar. De hecho llegaron a incendiar la puerta. De cada pieza se tiene un archivo en el que suele figu- rar la época y procedencia, aunque en las de hace más tiempo a veces no hay datos registrados. El archivo de la hermandad de los Dolores es de los más completos, sub- raya José María Herrero, con tres siglos de antigüedad: «300 años de la vida de Córdoba a diario». Da fe por ejem- plo de cómo se comportaron las tropas napoleónicas ante la puerta de la iglesia. La utilización de cada joya tam- bién consta en acta y queda contemplado en cada archi- vo. La elección y uso de las alhajas depende de las ca- lores es la única dolorosa en el marco de la religiosidad popular española, andaluza y cordobesa que recibe alha- jas de sus devotos. Las imá- genes dolorosas nunca han entrado en la dinámica de la donación de joyas. Las ma- yores colecciones correspon- den a advocaciones de glo- ria: la Virgen de Guadalupe de Cáceres y la del Pilar, y las patronas de cada pueblo, como la Virgen de Araceli y la de la Sierra. Las alhajas más longevas que se conser- van de la Virgen de los Do- lores se remontan al siglo XIX. De esta época son las primeras que recibió. Pero también posiblemente tuviese alguna del XVIII, no se sabe si donada en ese mismo siglo o en el XIX, como ocurre con el gran broche de Redel, que se hizo a finales del XIX con piezas anteriores reutilizadas. Con indepen- dencia de cómo las luciera o de cómo las tuviera, «el pa- dre del alhajamiento de la Virgen de los Dolores, como en tantas otras cosas, es Ángel Redel», subraya Jesús Cabre- ra, hermano de los Dolores y estudioso de la cofradía. Re- del fue capellán de la iglesia, director del hospital y con- siliario de la hermandad en las dos últimas décadas del siglo XIX. Se fue de los Dolores en torno a 1903. A él se debe el desarrollo de la sillería del coro, el órgano, el re- tablo y la decoración pictórica del templo. También ‘hija’ mareras y también a veces la familia de los donantes lo recuerda. «Se van cambian- do», matiza Herrero. Nuestra Señora de los Do-

El padre del proceso de alhajamiento de la Virgen de los Dolores, como de tantos otros aspectos, es Ángel Redel, capellán de la iglesia de San Jacinto y director del hospital

No es habitual que las dolorosas reciban joyas de sus devotos, lo que sí es muy corriente entre las grandes imágenes devocionales de gloria en España

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EL JOYERO DE LA VIRGEN DE LOS DOLORES

PASIÓN EN CÓRDOBA

Arriba, a la izquierda, el gran collar de alta bisuteria. Debajo, diadema de 1864. A la

derecha, el gran broche de Redel

la actualidad. Se alhaja con todo lo bueno para el septenario, Viernes de Dolores y cultos de sep- tiembre. En noviembre, para los difuntos no tie- ne nada puesto, porque el luto no se remarca con joyas. El resto del año se intenta poner alguna de las últimas donaciones, algún broche o algo sig- nificativo, pero testimo- nial y simbólico. La her- mandad de los Dolores siempre hamantenido la costumbre de no com- prar ni encargar ninguna joya para la Virgen. Y de poner lo que se le regala. La diadema de piedras de colores se debe al platero cordobés Mariano Rus, quien para hacerla fundió la dia- dema antigua de diario y hay pedrería que conserva el engaste del XVIII. La diadema en plata asimétrica la re- galó el alcalde Antonio Guzmán como padrino de la co- ronación y la lució la Señora en sus salidas previas al acontecimiento. Conchita Fuentes, dueña de una casa muy conocida en la Córdoba de 1950, pero ferviente de- vota, donó dos pendientes de dos brillantes cada uno. Se prenden del rostrillo de la Virgen combinados con otros más pequeños que cedió Tránsito Guerra, herma- na del torero Guerrita. Entre las historias más conmo- vedoras cautiva la de una pareja de toxicómanos que, en muy mal estado de salud, entregó tres anillos de me- tal con diseño rockero. Y la Virgen los ha llevado más de una vez. Es la grandeza de una alta devoción.

de Redel resulta la iconografía actual de la Virgen. Antes llevaba lasmanos unidas y cruzadas y las vueltas del man- to, negras. Redel las separó y puso las vueltas blancas para dar más luminosidad. El rostrillo solía ser de tela y él in- trodujo el rostrillo bordado con pedrería. Y él sumó a es- tos cambios el de las alhajas. Entre los grandes elemen- tos que Redel incorporó están el broche y la pulsera. En la pulsera puede ser que las esmeraldas procedieran de joyas anteriores, algo habitual. A finales del XIX siempre su estética va a ser ésa, en- joyada. La ubicación de la imagen en la iglesia condicio- naba el fotografiarla. A esa altura no se le podían hacer fotos a diario, como ahora. Los grandes retratos obteni- dos a finales del XIX y en el XX, que requerían unas con- diciones muy especiales de óptica e iluminación, son del momento en que se bajaba para la salida en procesión, y ahí portaba muchas joyas. Y ésa era la estampa de la Vir- gen que la gente tenía grabada en la mente. Y así, hasta

«Para que funcione bien el el grupo tienes que ser más psicólogo que músico» MANUEL LUQUE

EL DIRECTOR DE LA BANDA DE LA REDENCIÓN DESDE HACE MÁS DE TREINTA AÑOS ES UN HOMBRE SENCILLO QUE SE PONE LA META DE ACERCARSE A LA EXCELENCIA. SÓLO ESCAPA DEL PROTAGONISMO

POR LUIS MIRANDA

Manuel Luque, en la parroquia de San Fernando, con el Señor de la Redención al fondo

VALERIO MERINO

F UE la banda de una cambio de época, la primera indiscutida y omnipresente en la Semana Santa de Córdoba. La agrupación musical Nuestro Pa- dre Jesús de la Redención, la banda de la Estrella, llegó a tocar en la ciudad de Domingo de Ramos a Vier- nes Santo. Con más de treinta años, tres discos, un soni- do personal y obras propias que asombraron a los aman- tes de la música. Había ratos en que parecía que iba sola, con el movimiento exacto del compás binario. —¿Por qué escapaba del protagonismo su director? —Intento pasar inadvertido, es mi forma de ser. Soy muy tímido y no me gusta destacar. Con la banda voy perdido, tocando, y soy director porque alguien tiene que llevar el control y la coordinación en la calle. Pero a mí, realmen- te, lo que me gusta es tocar. AManuel Luque Bellido (Cabra, 1967) corresponde una parte de lo que ha conseguido esa banda que dirige en la calle desde la discreción de un trombón o una corneta. Estuvo al frente de la banda de cornetas y tambores del Císter y al desaparecer, en 1989, creó algo que no había en Córdoba, una agrupación musical, en su jovencísima her- mandad de la Estrella. Su primera impresión de hombre tímido esconde a alguien que si no se extiende en respues- tas largas es porque piensa mucho más que habla. —En los años 80, cuando usted empezaba, la música pa- recía accesoria, casi daba igual la banda que viniese. Hoy es fundamental. —La banda era accesoria para las cofradías, pero no para la persona a la que le llamaba la atención la música. Sí, para otros era totalmente accesorio, y de hecho muchas veces iba en la cruz de guía y había pasos sin música. —¿Es bueno o malo que ahora estén tan pendientes? —Por los dos lados tiene pros y contras. Lo bueno es por- que se le da la importancia que se le debe dar a la músi- ca, que es un arte más dentro de las cofradías, pero por otro se llega a unos límites que se salen de lo que debe ser la música. Se desvirtúa un poco el sentido que debe tener. La música es accesoria lo mismo que el bordado o todo lo que no sean las imágenes a las que se rinde culto. —Hasta su aparición las bandas de Córdoba no habían alcanzado un nivel tan alto. ¿Qué sucede ahí? —No sé. Pienso que es el trabajo o a lo mejor haber teni- do la iluminación divina de decir «tira por aquí, que es lo correcto». Es mi forma de pensar: si tiene más nivel o me- nos no soy quien lo juzgue. Sé de los defectos y virtudes que tiene mi banda, pero todo es trabajo, coger una línea, saber lo que quieres y tenerlo claro. Te podrás equivocar PASIÓN EN CÓRDOBA √ «Hemos promocionado a mucha gente que hoy día se gana la vida con la música. Mi banda y las demás de Córdoba han servido para abrir el camino» 24

o no, pero la línea que ha tenido la banda siempre ha sido esa, con mis errores y aciertos. —¿Tan claro lo tenía? —Claro, a mí me gustan las cosas buenas, jaja. Que lo con- siga o no es otra historia, pero busco las excelencias den- tro de las limitaciones que tiene uno. Siempre he inten- tado arrimarme a quien sabe, a quien creo que me puede aportar algo. Y muchas veces de quien menos te esperas aprendes cosas. —¿Y de quién aprende? —A los cuatro o cinco años ya tenía en las manos una gui- tarra. En el colegio formaba parte de la coral que había en aquella época. También creamos un coro infantil en la hermandad de la Estrella y luego con la banda del Císter. Estuve mis años en el conservatorio y aprendí de la ban- da de Arahal, Jesús Despojado, la Estrella de Alcalá de Guadaira, que venía a Córdoba. Y en cornetas y tambo- res, las Cigarreras, que era la más perfecta. —¿Qué tiene de psicólogo el que tiene que estar al fren- te de una banda más de treinta años? —Más que de músico, jeje. Piense que hay que tratar con personas de todo tipo, de distintas edades y posición so- cial, cada uno con sus circunstancias y problemas. Para que funcione el grupo tienes que ser buen psicólogo. Si eres buen músico y puedes aportar algo, mejor, pero lo principal para mantener el grupo siempre es la gente. —¿Aprenden más los músicos de uno o uno de los mú- sicos? —Aprendo de ellos e imagino que aprenderán de mí. —Hay un tópico que dice que las bandas sirven para sa- car de la calle a chavales que de otra forma caerían en malas compañías. ¿Eso es verdad? —Es una consecuencia de una banda. Nadie forma una banda para sacar a la gente de la calle, porque hay otros medios. Pero sí es verdad que es un instrumento que sir- ve para, no digo todos, a mucha gente ponerle en la vida, a una edad temprana, unos objetivos, una ilusión por algo, una disciplina, una forma de saber estar, que a lo mejor no van a encontrar nunca en la calle, ni quizá en su casa. —En bandas de cornetas y agrupaciones se ha pasado de obras muy artesanales a música muy sofisticada. —Ha cambiado, pero pienso que debe haber tanto la mar- cha sencilla, antigua y clásica con su encanto como las nuevas composiciones que, por supuesto, son otro mun- do distinto a lo que estamos acostumbrados. Cada mar- cha tiene su sitio, sumomento, y son compatibles. Ni cen- trar un repertorio en marchas antiguas, con las posibili- dades que hay ahora, ni tampoco en lo moderno y olvidar

«Tocar en tu Semana Santa es a lo que aspira todo músico. Aparte de que a lo mejor fueran de la Estrella, había gente del Huerto y la Santa Faz y le tocaban a su Cristo»

MANUEL LUQUE: «PARA QUE EL GRUPO FUNCIONE TIENES QUE SER MÁS PSICÓLOGO QUE MÚSICO»

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