ESPECIAL PASIÓN EN CÓRDOBA 2022
T IENE de Sevilla el acento irrenunciable y el gus- to por las cofradías con buenos costaleros y mar- chas clásicas. De Córdoba, la impronta seria y el gesto adusto que detrás del bigote, un bigote icó- nico en la Semana Santa de Córdoba, esconde a una boca y un corazón que sabe que tiene compartir ternura y ca- riño para que su gente, los que sólo enseñan los pies, no se doblen bajo el peso de los kilos. Río arriba y río abajo, con escala en la hermosa Car- mona que tiene puertas monumentales a las dos ciuda- des, forjó su carácter y su carisma Javier Romero Casta- ño. El mito de ‘El Mundi’, que se metió bajo las trabajade- ras cuando no había precisamente gente que se quedase fuera y que tomó los martillos sin miedo de no haber te- nido maestros directos, más que los que había visto en Sevilla, que no era poco. Ahora el maestro es él. Aunque Javier Romero nació en Córdoba en 1956, su familia era de Sevilla y él se crió en Carmona, donde de niño vistió la túnica de Jesús Nazareno. «Por la gracia de Dios, no digo sais; digo seis», bromea. Su abuelo, Alberto Romero, fue secretario de la hermandad del Gran Poder, y sus hijos y nietos se inscribían en la hermandad nada más nacer. También él. «Cuando te crías en un ambiente lo normal es que sigas la tradición familiar, si no te des- vías mucho», explica. De aquello que aprendió de su fa- milia en Sevilla también está leer a diario ABC. Insiste en ello y lo ha demostrado muchos días. Al niño Javier Romero se le quedaron marcadas algu- nas estampas. Por ejemplo, cuandomurió su abuelo, hizo la «travesura», dice, de asomarse al ataúd y le impresio- nó verlo con la túnica, la faja de esparto y la medalla del Gran Poder. Una enseñanza sin palabras. De vuelta en Córdoba encontró una Semana Santamuy distinta. Le gustaban las cofradías con música y costale- ros, pero la mayor parte de los pasos iban a ruedas y las bandas no abundaban. Por un compañero de colegio lle- gó a la Sentencia, cuyo misterio iba a hombros de los faeneros de la familia Sáez, y vistió bastan- tes años la túnica granate. Hasta que se cruzó el mundo del costal. Era la época. En 1974 se inte- gró en la primera cuadrilla de hermanos costale- ros de Córdoba, la de la Expiración, aunque no pudo salir el Martes Santo por una indisposición. Aquel paso lo mandaba Rafael Muñoz, que lo lle- vó también al Santo Sepulcro. En 1979, se puso por primera vez el terno negro en su hermandad de la Sentencia. Cuando se le pregunta de quién apren- de, responde con otra pregunta envuelta en una sonrisa pícara: —¿La técnica o el cariño? —Las dos. —La técnica en Sevilla, el cariño con Rafael Muñoz. —¿Y es importante el cariño? —La técnica es fundamental, pero el cariño es el cariño. Había conocido a muchos capataces históricos
de Sevilla y trajo a Córdoba lo que vio en Rafael Franco —al que admiró al frente de los míticos ratones en el Sub- terráneo y enMontesión—en Domingo Rojas, enMáximo Castaño, en El Moreno, con el que sacó al Señor de la Sa- lud de los Gitanos. «Un año me tuve que marchar antes para venir a Córdoba y sacar al Sepulcro. Me dio 25 pese- tas», recuerda. Y Manolo Santiago, «un monstruo». Javier Romero tomó el martillo de la Sentencia sinmie- do, con seguridad, «confiado un poco en todo lo que ya había visto». Y después de la siempre difícil salida nació
ABC
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PASIÓN EN CÓRDOBA
JAVIER ROMERO: «SI SUFRE ALGUIEN, QUE SUFRA EL QUE VA DELANTE»
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