ESPECIAL PASIÓN EN CÓRDOBA 2022

¿Parque temático?

POR ANTONIO VARO PINEDA

E l programa de la Semana Santa de Córdoba de 1971 preveía el paso de 22 cofradías por carrera oficial. La ciudad tenía 235.632 habitantes. En 2022, si finalmente salen las cofradías − en el mo- mento de escribir estas líneas no es seguro al cien por cien − , serán 38 las cruces de guía que pasen por el palqui- llo de entrada (sin contar las de ‘vísperas’ y similares). La ciudad, al empezar 2021, tenía 322.071 habitantes. Dicho de otra forma, para un crecimiento demográfico de algo menos de un 27%, el número de cofradías (sin contar la lista de espera) ha aumentado en casi un 44%. Llama la atención que este crecimiento numérico se ha producido, precisamente, en unas décadas en las que han caído en picado la práctica religiosa más elemental, la inscripción en la asignatura de Religión Católica en los centros docentes y la celebración de sacramentos como el bautismo o el matrimonio. Para no agobiar con más ci- fras al lector, recordaremos que en 1971 estaban bautiza- dos el 99,4% de los españoles; hoy son el 90%, pero el nú- mero de bautizos a los niños que nacen se ha reducido hasta el 50% en lo que va de siglo: si proyectamos este úl- timo dato hacia el futuro, es decir, hacia dentro de, por ejemplo, treinta años, los bautizados serán, como mucho, tan sólo ese 50% y con tendencia a seguir bajando si, como parece, la evolución sigue en la misma línea que ahora. Me sorprende, además, que todo este crecimiento en el número de cofradías, simultáneo al retroceso en los demás indicadores religiosos, haya recibido de forma sistemática la aprobación y la bendición incondiciona- les de una jerarquía eclesiástica que, sin duda, conoce con detalle el proceso que ha llevado a estas preocupan- tes estadísticas. Esa jerarquía que, en los años 70 y sobre todo en los 80 lanzó múltiples documentos y orientacio- nes pastorales sobre la religiosidad popular andaluza

que hoy nadie recuerda y a los que, eso sí, hay que agra- decer que perdonaran la vida de los cofrades, es la mis- ma que ahora los convoca y los utiliza cada vez que tie- ne necesidad de lucir músculo − espiritual, por supues- to − y de llenar las plazas y avenidas con signos visibles de catolicismo: recuérdese, por ejemplo, la extensa ‘gira’ de ‘magnas’ y salidas extraordinarias que hemos tenido en casi toda Andalucía en los últimos años, en bastantes ocasiones con una justificación prendida con alfileres. El hecho mismo de que la jerarquía recurra a las cofra- días para poner masas en la calle indica su plena con- ciencia de que sólo ellas son capaces de movilizar a de- cenas o incluso cientos de miles de personas para una manifestación religiosa. Amí me preocupa todo esto. Que haya más pasos en la calle y que los vea mucha más gente que hace medio si- glo no significa que el brillante presente que vemos en la

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¿PARQUE TEMÁTICO?

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