PASIÓN EN SEVILLA 147 Cuaresma 14-02-2024

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CUARESMA 2024

DE SEVILLA LUZ

14 febrero 2024

Precio: 3 euros Venta conjunta con ABC

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‘Primer tramo’, por Mario Daza

El escritor y articulista dedica su sección a la Candelaria, de la que fue muy devota su madre, vecina de la collación ‘Memoria’, por Francisco Robles

La historia evolutiva de la Virgen de San Nicolás desde que la concibió Galiano hasta que la reformó Dubé de Luque Cien años de la Virgen de la Candelaria

El periodista de ABC y pregonero de las Glorias de 2023 dedica el inicio de la revista a su hija recién nacida, que se llama Macarena

J. M. SERRANO/ MANUEL GÓMEZ / JUAN FLORES

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Desmontando los altares de culto

El maestro Antonio Burgos construyó la mejor literatura de la Semana Santa a través de sus artículos en ABC La Semana Santa en un recuadro

El articulista analiza el primer artículo que escribió Burgos sobre las cofradías de Sevilla y sobre un capillita francés ‘Campana de papel’, por Javier Rubio

El director de Canal Sur Radio y pregonero de la Semana Santa de 2024 habla sobre el paso del tiempo desde su nombramiento ‘Con la venia’, por Juan Miguel Vega

El del Valle, el del Silencio, el de la Estrella, el de las hermandades de la Magdalena... todos tienen una historia detrás de ese olor especial El del Valle el del Los tipos de incienso de la Semana Santa

Tres priostes revelan cómo diseñan los T i t

impresionantes aparatos para los quinarios del Buen Fin, las Penas y la Soledad

ENTREVISTA Ignacio Soro, hermano mayor del Gran Poder «Le hice saber al arzobispo que el formato de la procesión magna no me convence, pero tampoco sabemos en qué consistirán los actos»

Número 147 14 febrero 2024

3,00 euros De venta exclusiva con ABC de Sevilla Números atrasados 902 530 770

Director ABC de Sevilla Alberto García Reyes

Director Pasión en Sevilla Javier Macías

ABC Andalucía Director general Álvaro Rodríguez Guitart

Diseño y maquetación María José Torres-Ternero

Comercialización rginfante@abc.es

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Fotografía de portada J. M. Serrano /Manuel Gómez / Juan Flores Editado por Diario ABC, S.L. C/ Albert Einstein, 10. Isla de la Cartuja. 41092. Sevilla Teléfono: 954488600

1974, 50 años del crujido del puente

Aquel año, la ciudad celebró una de las procesiones más multitudinarias, que tuvo al Paseo Colón como carrera oficial La procesión magna de 1929 junto al río

El articulista de ABC realiza un perfil de Rogelio Gómez ‘Trifón’, hostelero y baratillero, que cuenta sus vivencias ‘Asuntos internos’, por Félix Machuca

Testigos de aquella Madrugada de aguacero

Depósito legal: SE-5123-07

recuerdan cómo lo vivieron en sus respectivas cofradías

Primer Tramo

MANUEL GÓMEZ

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Cuando sonríes, Macarena

ra perfecta del trío de Gámez Laserna. Ahora, cuan do te miro a los ojos, viajo a aquella estampa costum brista del barrio que es nuestra razón de ser y pido, como entonces, que nunca te me vayas. Y vuelvo a mirarte. Veo cómo respiras, cómo tus manos se entrelazan con las mías y vuelvo a pedir que el tiempo se detenga. Tu piel tan suave me re cuerda al tacto del verde terciopelo que tantos años cubrió mi rostro en la soledad del bullicio de una Ma drugá. Te lo cuento cada noche cuando lloras y bus cas el consuelo sobre mi pecho, en esos momentos en los que cada lágrima tuya se convierte en un pu ñal que me hiere el corazón. Nuestros cuentos no ha blan de princesas ni de castillos encantados, hablan de aquella que te ha prestado su nombre para pro tegerte bajo su manto de aquí a la eternidad. Te voy meciendo mientras te canto que eres «razón de feli cidad», te acuno mientras susurro que «igual que ayer permaneces» y presumo de tu belleza cuando me repito en la penumbra de nuestros paseos que «como tú, ninguna». Aprovecho cada instante a so las para recordarte que has sido un regalo de Ella, que puso su mano sobre tus padres para que hoy es tuvieras aquí. Por eso estaremos eternamente en deuda con la que nos ayudó a que nacieras a la vida. Dice el calendario que ya estamos en Cuaresma. Un camino que este año quiero compartir contigo para mostrarte lo afortunados que somos tus padres por tenerte a nuestro lado. Contigo, la fe ganó la ba talla a las dudas y la alegría floreció para siempre en el balcón de nuestra existencia. Solo quiero mirar te, abrazarte y hacerte feliz. Se lo debo a Ella y te lo debo a ti. Lo único que te pido es que no dejes de que rerme, pues mi amor infinito siempre será tuyo. Me das la vida cuando sonríes, Macarena, porque solo así soy capaz de llenarme de Esperanza.

POR MARIO DAZA

L levo toda la vida buscando la felicidad en una mirada que creía que era el fin y que ha re sultado ser sólo el camino. He perdido la cuen ta de la infinidad de veces en las que fui a bus carla al lugar en el que siempre nos citamos, muchas de ellas sin una razón aparente por la que encontrar nos. Me bastaba con estar ahí para sanar mis heri das. A veces le pedía que resolviera mis dudas, otras simplemente le daba las gracias por llamarme. Ha bía ocasiones en las que ni siquiera necesitaba ha blarle para sentirme en la calma de su puerto ma ternal. Tantos porqués y tan pocas respuestas, tan tas razones y tan pocas certezas. Poco importaba el motivo, pues todo cobraba sentido en la orilla hoga reña de su cara. Ahí, como cada nueva Cuaresma, todo volvía a comenzar para darnos la oportunidad de convertirnos a la Pascua del alma herida. Pero he de reconocer que estaba equivocado. Ella no era la meta, más bien era el medio para el gozo que soñaba y que ahora duerme en su inquietud infantil sobre mis brazos. La observo con los mismos ojos de entonces, con los que ahora sí he sido capaz de alcan zar la felicidad. Sus pupilas verdosas, aún borrosas, son como uno de esos espejos de plata del camarín en los que se refleja la Esperanza. La miro y solo pido que el tiempo se detenga, que se haga eterno como en esas amanecidas del Viernes Santo en la calle Parras en las que mi corazón solo soñaba con ver los dos prime ros varales de su palio de primavera asomando por la eterna esquina de Relator. Allí mi alma se partía en dos entre el deseo de que viniera y el lamento del adiós cuando su manto envuelto en pétalos era la metáfo

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Un siglo de la Candelaria: una Virgen, cien rostros

POR JESÚS BAYORT

J. M. SERRANO /M. GÓMEZ / J. FLORES

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M anuel Galiano creó a la Candelaria, Dubé de Lu que la sublimó. El apren diz de Currito ‘el Dorador’ le dio luz; el celebérrimo maestro imaginero le impregnó su resplan dor. Ya se ha cumplido un siglo des de que en aquella madera de cedro renaciera la Madre de Dios. Un pro ceso, el primitivo, especialmente ru dimentario. Con poco más que una navaja, un compás y un formón. Así, golpe a golpe, fue dando forma el ta llista al encargo de José Ruiz Esca milla, ínclito Pepe ‘el Planeta’, un año después del histórico milagro de la curación de su hija, erróneamente atribuido a la fundación de la her mandad de San Nicolás –porque aquello ocurrió un año después del momento fundacional–, aunque se guramente vinculado al crecimien to exponencial del patrimonio can delario. Tan agradecido y volcado éste, su principal promotor, tras el prodigio divino, cuando redobló es fuerzos y donaciones en acción de gracias. Hubo una Candelaria que cono cieron los primeros hermanos y otra Candelaria a la que nos encomenda mos en nuestros días. Que es la mis

o ra a s a Pocas imágenes han la nueva imagen de la Candelaria hubo un esbozo de esta Segunda salida procesional de la Virgen de la Candelaria, en 1925

la nueva imagen de la Candelaria hubo un esbozo de esta dolorosa, hoy conservada en Algar (Cádiz), que preten día sustituir a una primitiva imagen anteriormente do nada por una feligresa en 1880 a la parroquia de San Ni colás, hecha cenizas en Cartaya durante el terrible pos trer trienio de los años treinta, que llegó a procesionar durante los dos primeros años de la cofradía en 1922 y 1923. Tal y como detalla Juan Carrero en su ‘Diccionario Cofradiero’, Galiano no dejaba de ser un «dorador», «afi cionado a la escultura». La leyenda cuenta, y los archi vos gráficos parecen confirmar, lo que recordó hace ahora quince años el doctor, investigador y hermano de La Candelaria Víctor José González Ramallo en el ‘Boletín de las Cofradías de Sevilla’: Galiano pudo to mar prestada una fotografía de Marcelina Sánchez Ló pez-Salas, sobrina de los propietarios del comercio La

ma, en el fondo, pero no en su forma. Pocas imágenes han sido más transformadas, y mejoradas, como Ella. Casi medio siglo siendo de una manera, y otro medio siglo sien do completamente distinta. Una quincena de interven ciones que despuntan por la historia cronológica de la dolorosa del Martes Santo. Que empezó teniendo una cara más redonda, un semblante más sereno y unos ojos sig nificativamente más entornados. Dulcificada, afinada y especialmente hermosa tras el paso de Antonio Dubé de Luque. Perdió sus rasgos primitivos; ergo, su semejanza con la dolorosa de San Esteban. El pasado 9 de febrero se conmemoró en su perpetua casa de San Nicolás el primer centenario de la bendición de la Virgen de la Candelaria, tallada a lo largo de 1923 por Manuel Galiano. Y el próximo 15 de abril se celebra rá del mismo modo los cien primeros años procesionan do por las calles de Sevilla, cada Martes Santo. Aunque no guarde relación directa, cabe decir que poco antes de

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En esta foto de mediados de los cuarenta se visualiza en mayor grado la dentadura de la imagen de la Virgen

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Imagen de la Virgen de la Candelaria en su primera salida procesional, 1924

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Alegría de San Nicolás, para inspirarse en la talla de la Candelaria. Como detalla González Ramallo, «existe un razonable parecido» en tre la fotografía de esa mujer y la primera Vir gen de la Candelaria que procesionó por las ca lles de Sevilla. El tallista, tras el pobre acierto estético de su primera obra, que fue cuestionada nada más subir al altar de quinario, y conforme fue ga nando pulso artístico y perfeccionado su esti lo, comenzó una serie de intervenciones y reto ques durante la segunda mitad de los años vein te. Aparece ahí una vocación más familiar en el planteamiento del artista, posiblemente inspi rado en las efigies de sus propias hermanas, como así se lo reconoció Antonia Cabrera Ga liano, sobrina del artista, a Martín Carlos Palo mo García, emblemático archivero e historia dor de la hermandad de la Candelaria, durante una entrevista. A partir de 1926, cuando el tallista alcanza su canon artístico, ya se fijan los nuevos rasgos de la dolorosa, cada vez más parecida a la Vir gen de los Desamparados de San Esteban, tam bién obra de Galiano, y sobre la que pesa una infundada y falsa leyenda de que se trata de una talla descartada por Pepe ‘el Planeta’ para la hermandad de la Candelaria. La realidad es que eran dos imágenes hechas, o retocadas, en un mismo espacio de tiempo similar, cuando el au tor de ambas ya había depurado y fijado su es tilo personal. Esta Virgen de la Candelaria de Manuel Ga liano tenía dentadura y, como anteriormente se ha citado, unos ojos especialmente entornados. Detalles más singulares y menos hermosos de aquella primera imagen, además del particular rictus de sus labios. Durante los años cuarenta y cincuenta siguieron las intervenciones y «reparacio nes» sobre la talla, como se advierte en los archivos de la hermandad con uno de los pagos realizados el 31 de octubre de 1944 a Manuel Galiano (150 pesetas). Cinco años después aparece otro gasto por la misma cantidad para la compra de «tela, cartón y guata» y la mano de obra para el arreglo de los brazos y el cuerpo de la Vir gen, tareas que, con seguridad, ejecutó Juan Brito en el taller que José Alarcón Santa Cruz tenía en la calle Ma teos Gago. Después, en 1950, José Rivera García actuó es téticamente en la fisonomía de la imagen y, en torno a 1956, la dolorosa se trasladó al taller de este restaurador e imaginero en la calle Gandesa para corregir diferentes

Una falsa leyenda dice que la Virgen de los Desamparados de San Esteban la descartó Pepe ‘el Planeta’ para la Candelaria

Manuel Galiano retocó a la Virgen varias veces en la segunda mitad de los años 20 inspirándose en sus propias hermanas

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La Virgen con la corona de Espuñes que estrenó hacia 1930

Virgen de la Candelaria en una foto tomada hacia el año 1926

defectos. Se sabe que en aquellos años se arreglan los ojos y se renuevan sus pestañas. Bienaventurado deterioro En el reciente libro ‘Salud y Luz’, Martín Carlos Palomo explica que «hacía tiempo que los hermanos venían ob servando un progresivo grado de deterioro» en el rostro de la Candelaria. Ni las intervenciones parciales efectua das por Manuel Galiano ni las actuaciones de José Rive ra terminaron con el paulatino resquebrajamiento de los párpados. «Además, la encarnadura general del rostro presentaba problemas de cohesión». La por entonces junta de gobierno confió en 1967 la restauración al jovencísimo imaginero Antonio Joaquín Dubé de Luque, que entonces tenía 24 años de edad y que cobró por esta labor 4.000 pesetas. Una vez entró la co fradía el Martes Santo de ese año y comenzado el des montaje de los pasos procesionales, la imagen pasa di rectamente al cuarto de la cera. Fue ahí cuando, empe zando su intervención, a Dubé de Luque se le desmoronaron en sus manos los párpados de la doloro sa, que precisaba de una intervención total. Le arregló las

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Foto de Manuel Albarrán (1944-1951)

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pestañas, traídas desde Nueva York por Thomas Miller, miembro de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos y ami go personal de la camarera de la Virgen, María Teresa Chi co Vázquez, que trabajaba como enfermera en el Hospi tal Militar de San Pablo. Además de reponer la policromía, tuvo el célebre es cultor que recomponer toda la encarnadura, en pésimo estado de conservación, como descubrió durante esa in tervención, lo que a su vez supuso la remodelación de sus facciones. Los trágicos acontecimientos, inesperados y preocupantes en aquellos momentos para los hermanos de la cofradía, terminaron resultando, paradójicamente, la gran transformación de María Santísima de la Cande laria, que mejoró notablemente su imagen, despertando un interés hasta la fecha desconocido entre los sevilla nos. Desde entonces, la imagen de la Virgen de la Candela ria es prácticamente idéntica a la que dejó Dubé de Lu que, aunque posteriormente se realizaron nuevas inter venciones, como en 1979, cuando Francisco Arquillo en tonó el rostro encarnado, tras la pérdida de la patina por la acción del tiempo. En las postrimerías de los años ochen ta regresó frente a la dolorosa más señera de los Jardines de Murillo Antonio Dubé de Luque para protagonizar nue vas labores de consolidación, como la sustitución de sus brazos (1988), torso y nuevo candelero (1990), todo en ma dera de cedro. La última constancia del célebre imagine ro con esta talla fue el Martes Santo de 2015, una visita matinal que ya era costumbre en cada Semana Santa del artista, cuando espetó, delante del archivero e historia dor de La Candelaria –quien así lo ha recogido en las cró nicas de la hermandad–: «¡Qué guapa me quedó!». Antes de aquellas palabras postreras de Dubé, en el año 2003, y tras aprobarse en un cabildo general, se tras ladó la dolorosa al taller de la calle Viriato de Juan Ma nuel Miñarro para la corrección de repintes en su encar nadura y ojos, la restauración de los habituales daños por

Nada más empezar la restauración en 1967 en el cuarto de la cera , se le cayeron en las manos los párpados de la Virgen

Las pestañas las trajo desde Nueva York Thomas Miller, miembro de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos y amigo de la camarera

1971. Primera fotografía en color, de estudio, de la Virgen. Foto Fernand

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1996 - 1997. Foto Fernand

Manuel Delgado Galindo en una fotografía tomada hacia 1926

Dubé de Luque en 2018, último año que fue el Martes Santo a San Nicolás. Foto Martín C. Palomo

alfileres, la reposición de pestañas y el ensamblaje de su cabeza y cuello, por encontrarse con una grieta que afec taba a todo el interior de la cara. En el estudio radiográ fico se encontró un elemento metálico, dándose por vá lida la teoría de que podría tratarse de un tornillo de la antigua fijación de la corona. Por último, en el año 2007, se trasladó la imagen al taller trianero de Pedro Manza no, quien sustituyó el candelero de la imagen tras presen tar un «hongo de pudrición parda». Pese a estas últimas intervenciones, los rasgos que An tonio Dubé de Luque le impregnó a la Virgen Candelaria permanecen intactos, por lo que muchos de sus herma nos defienden en nuestros días que la actual imagen «es más de Dubé de Luque que de Manuel Galiano». María Santísima de la Candelaría: una Virgen, cien rostros.

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Memoria

Candelaria

POR FRANCISCO ROBLES

La Virgen en 1967 antes de la intervención de Antonio Dubé de Luque

N acisteis en tres años. En 1924 viniste Tú, y en el 27 llegó ella, justo el día de Santa Ana, cuando Antonio Machado celebraba su venida a este mundo. Corrían buenos tiempos para las cofradías. Magníficos. El Martes Santo se configuraba a partir de la hermandad de Santa Cruz, que iniciaba su andadura allá por 1904. Veinte años más tarde, el Cristo que tomó el nom bre del Señor de los Gitanos salía a la calle para pre ceder, con el tiempo, a ese palio sin color, a veces verde, a veces azul, que protege la luz de la Cande laria. Juan Manuel Rodríguez Ojeda lo hizo, junto con el manto, creando una ‘domus aurea’ para Tu perfil bellísimo. No me preguntéis qué tiene la Virgen es su ros tro, porque mi respuesta es incoherente: el calor de mi madre. Era su Virgen, tenía la misma edad que ella, y por eso Tú fuiste la primera en salir cuando el virus remitía en la ciudad, o sea, en el mundo. Las cosas no pasan por casualidad. Nunca. Me hice her mano por segunda vez. Me acogisteis como a uno más. Desde entonces soy el que le busca las entra ñas al Señor de la Salud, el que se queda inerme ante la mirada baja de la Candelaria. No me preguntéis por Ella, por su belleza, por sus encantos. Solo ten go una palabra para definirla: el silencio. El mismo en que hoy está envuelta la mujer que me trajo al mundo. El sonido apagado que te devuelve su nom bre: Candelaria.

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Galería Cofradiera

Antonio Burgos (1943 - 2023)

Ya no puede el corazón dejar de ser carretero, pues le dejó el pregonero la huella de su pregón. En el barco del carbón, el Viernes más azulado, hay un lirio desmayado. Con romántica agonía lleva la Carretería su cuarto crucificado.

J OAQUÍN C ARO R OMERO

RAÚL DOBLADO

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Burgos inmortal

LA SEMANA SANTA DE SEVILLA EN UN RECUADRO

PUEDE QUE NO INVENTARA LA SEMANA SANTA, PERO FUE CONTANDO LA QUE LE TOCÓ VIVIR DE TAL MANERA QUE YA NO PODEMOS DISTINGUIR LA QUE VEMOS DE LA QUE ÉL MISMO NOS FUE RELATANDO. NOS PASA A TODOS. INCLUSO A LOS QUE NUNCA LO HAN LEÍDO Y A LOS QUE MENOS SE IDENTIFICABAN CON SU CANON LITERARIO O IDEOLÓGICO. RECUADRO A RECUADRO. GUTTA CAVAT LAPIDEM. LO HIZO A BASE DE PERIODISMO, CONOCIMIENTO Y BELLEZA LITERARIA

POR ANTONIO CATTONI

L a Semana Santa está en sus recuadros. Conscien te de ello, incorporó algunos de los mismos al texto de ‘Los días del gozo’ que declamó como pregón en 2008. Pero más que el gozo, su senti miento semanasantero se identificaba con la pena ca bal de la alegría que le había tomado prestada a su ad mirado Montesinos. Fue la que el Burgos de la plenitud tomó por bandera para hablar de cosas de la Semana Santa: esa tristeza alegre o triste verdad de la alegría con la que consiguió reflejar el sentimiento común de los sevillanos en textos capitales como ‘Hoy comienza la nostalgia’. Seguramente tuvo que ver en ello la ternu ra que trasminaba su particular muestrario de ausen cias. Ausencias que incluso se estrenaban y herían por el camino más corto en el primer Domingo de Ramos sin las manos sevillanas de su madre: «Anda, tómate una torrija y el vaso de leche, que después sabe Dios a qué hora entrará la cofradía». «Pase de pernocta» Pero esa ausencia es también presencia en los días gran des de Sevilla. Es cuando los nazarenos «visten este mar tes de nuevo sus mortajas» de ruan de Martes Santo. Es mentira, nos dice, «no han muerto aquellos nazarenos que dieron grandeza a este rito de siglos». Están lejos pero, como él solía decir, «Dios les da pase de pernoc ta». Y por ello el ramo de claveles blancos de un paso de palio acaba cada año sobre los mármoles del cemente rio, «tintineantes aún de las levantás», nos contaba al rememorar la ciudad sosegada y en calma. Un mazo de flores puso también Burgos metafóricamente en sus re

cuadros sobre las tumbas de sus adorados mentores: Farfán, el Pali, José Andrés Vázquez, Núñez de Herrera, Sánchez del Arco, el brigada Rafael, Florencio Quinte ro, Rodríguez Ojeda, Rafael Franco o Romero Murube. En ese mismo texto en el que el maestro auguraba para sí este próximo Viernes Santo con flores sobre su pro pia tumba. «Flores que fueron fugacidad del gozo de una esquina». Es común en sus más bellos recuadros la evocación de la Semana Santa imbricada en el ciclo de la vida: la larga metáfora de la vida del hombre, dándole pie a que Caro Romero lo cuadrara con su ‘La vida es una sema na’. Por ello en ellos aparece el cofrade que lleva a su hijo a sacar la papeleta de sitio, que a su vez será padre de nuevos cofrades. Lo retrataba en su ‘Carta de un padre nazareno’. Incluso llegaba a plasmarlo en la relación con su propio padre, como transmisor de las grandezas de la Semana Santa: se puede entender releyendo ‘Oyendo a Buzón por la radio’ y sobre todo el estremecedor ‘Fa rol de cruz de guía’. La Semana Santa le pone en una cruz de San Andrés: vuelve a ser niño, pero es aún más consciente del paso del tiempo. El tiempo hiere en ‘Interior de capilla sin co fradía’. Nadie como él lo había expresado antes. Por eso, como un Ausonio a la sevillana, anima a sus ‘Muchachos viendo cofradías’ a gozar la Semana Santa, tal y como aquel incitaba a las doncellas a coger las rosas de la vida. Lo mágico, lo popular, lo costumbrista Así nos contó las «mágicas rupturas sevillanas de la ló gica»: Julio César deja que la vieja del Candilejo, aún con

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Antonio Burgos durante el Pregón de la Semana Santa que pronunció en 2008

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especial atención a los costaleros, con quienes se mez cló, a quienes escuchó y dignificó como nadie antes. La colla de la estiba, los ‘seises del sudor’: los de Triana y los de la Puerta Osario. Y por sus nombres: Rafael el Poe ta, el Balilla, el Cangrejo, Candi, el Pollero, el Corneta, el Pelón, el Rostro... Sirva este pasaje de la ‘Levantá por Rafael el Poeta’ donde pretende dar a los gallegos el tra tamiento de grandeza de España como ejemplo de otra constante de en Semana Santa recuadrada: el contras te de elementos de elementos dispares: majestad pero popularidad, dignidad pero llaneza, grandes verdades teológicas que se ponen de manifiesto entre los que su puestamente las ignoran por completo. Esto último es absolutamente evidente en sus recuadros sobre los ar maos de la Macarena, con «compás aguardentoso»: re coveros y vendedores de gandinga que tomaban la dig nidad de senadores. Otros tipos populares eran rescatados de su memo ria, como el ‘tío de los bastones’, que los hacía de ramas de adelfas para venderlos en un puestecillo callejero y por cuyo uso se preguntaba el propio autor en otro de sus certeros recuadros. Pero lo popular no se limitaba al reflejo de tipos, sino que la llevaba a su propio códi go. Ahí están la exageración andaluza, el desplante, o la imitación del pueblo en sus hipérboles, como cuando en ‘El palermo de Juan Castro’, aseguraba que la pura y

«la lejana belleza en la profundidad de sus ojos», le des vele los secretos profundos de Sevilla en ‘El último armao’. La zapatera castellana que le dio la vida y que le hizo unos chicarros al niño Guasón de la Virgen de los Reyes. Y una obsesión cuasi mágica del tiempo pasado. Ese tiempo vi vido sin vivirlo que solía colorear de sepia con el adjetivo ‘antiguo’: la tarde antigua o el verano antiguo. «Por aque llas estrechas calles sin tranvías que se pierden en una me moria de cal y lluvia antigua»; el que reflejaba en ‘El man to de la primera puntada’ cinematográficamente. De igual manera nos describió los momentos previos de la salida de su cofradía del Cristo de Burgos en ‘El gallo y la colum na’: tan meticuloso en los detalles como «el arte maternal con que habían aprendido a taparse con un pañuelo ex tendido y remetido las correas del cinturón de esparto». Pero sin duda sus recuadros se caracterizaron por mos trar el componente popular, tomándole prestada a su pa dre el «alma de corral de Pedro Miguel...». Y lo hizo con

Su sentimiento semanasantero se identificaba con la pena cabal de la alegría que le había tomado prestada a su admirada Montesión

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Las tiendas de capirotes de la calle Alcaicería o el escaparate de la Confitería La Campana en Cuaresma fueron símbolos a los que cantó en sus recuadros. A la derecha, Antonio Burgos en su casa durante una entrevista para ABC

J. M. SERRANO

Limpia del Postigo «era la verdadera Purísima», por que «la de Murillo era una copia». Incluso con toda la gracia popular llegó a lamentarse de que Pilatos casi nos deja sin Semana Santa... «el hijo de la gran puta». O aquellos gitanos que se niegan a proteger al Cristo con un imper meable y que a un tiempo reconocen la divinidad y la humanidad de su Señor con el sentencioso «que se joa», porque ha sido Él quien ha querido mojarse. Sus historias Burgos llenó sus recuadros de historias: de la Marta can tándole saetas a la Macarena y el jazmín lunero donde quiso descansar para siempre o la del visueño Juan San Sin duda sus recuadros se caracterizaron por mostrar el componente popular, tomándole prestada a su padre el «alma de corral de Pedro Miguel...»

tos refugiado en el zaguán del palacio de Villapanés para atrapar en el estan que de su inspiración las notas de Encarnación de

la Calzada; o Rafael de León soplándole a Rocío Jurado una saeta improvisada con una letra acorde a aquellos tiempos de la dictadura (letra que la chipionera supo fe lizmente convertir una vez llegada la democracia). Fue capaz de observar y divulgar ritos íntimos y de incorporarlos a la masa de la celebración: la búsqueda del primer azahar, la aparición de los nazarenitos de ca ramelo en la confitería de la campana, el nazareno que se asoma al balcón de ‘Al siglo sevillano’, la aparición de un muchacho con un capirote de cartón bajo el brazo y una papeleta de sitio o el despliegue de una pancarta que anuncia, incluso antes de la llegada de la Cuaresma, que se hacen capirotes. También poblaron sus recua dros las pilas de sillas de Quidiello o las tiendecillas de la Alcaicería que venden «tiempo detenido». Hablaba de lugares, pero era consciente del poder de sus pala

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bras dejó de mencionar calles concretas para ver cofra días porque sabía que se masificaban. De su observación nacieron categorías: las semanas santas altas o bajas, las cofradías de cuatro gatos y cin co alquilones, o aquellas «con iglesia quemada en la gue rra y pasos estropeados por la riá» de la que hablaba «el manto de la primera puntada». Abogó por una manera de ver cofradías en la calle sirviéndose de un verso de Quevedo: «sólo lo fugitivo permanece y dura». Y nos re galó un buen puñado de palabras: inventadas o resca tadas: alfolí, revellín, zaquizamí, la chambra de patén de los menestrales de un corral de vecinos o la alcánda ra sobre la que se posa gallarda y altanera el águila im perial o ‘pajaro’, para los armaos de la Macarena; el ma cho del antifaz, los cuarteles de un estandarte, el cirio

al cuadril; las hopas de los asilados de la Caridad que blandían una esquila como la del muñidor de la Morta ja. Nos trajo nombres populares: la trompetería, la tam borería, el lujerío o el plumerío de las huestes romanas macarenas por la calle Anchalaferia. Recuadros en fondo y forma: en prosa poética, cuan do no en romances como el de ‘Los oles de la Madruga da’ o en alejandrinos deleitosos como los que compuso para Juan Moya o Ramón Ybarra o en soleares como en su ‘Canción para estrenar Sevilla’. Su obsesión fue Sevi lla, cuya idea divinizada era la Macarena. Un sueño com partido, como reflejó en la dedicatoria de un libro al au tor de estas torpes líneas que no han sido capaces de plasmar mejor la grandeza y relevancia para la Sema na Santa de la obra de Antonio Burgos.

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PASIÓN EN SEVILLA

El primer artículo cofradiero de Antonio Burgos

«Siempre es interesante volver a ver lo propio con re tina extranjera», dice Antonio Burgos de monsieur Luc cin: «Yo no sé si habrá estado muchas veces en Sevilla por Semana Santa o si su crónica es el relato de una ex periencia primeriza. El caso es que ha narrado nuestros días nazarenos mejor que el más entusiasta ‘capillita’». El artículo de Burgos va desgranando la peripecia que el periodista galo había presentado en su reportaje en el semanario de Burdeos sin renunciar a la guasa mar ca de la casa: «M. Pierre Luccin llegó a Sevilla el Martes Santo. Se fue derechito a ver la salida de San Esteban. El Miércoles vio la del Baratillo. Asistió a los oficios de la Sacramental de San Roque. Estuvo presente cuando la duquesa de Alba colocaba sus joyas a la Virgen de los Gitanos… Y ni que decir tiene que en todo este tiempo no se sentó ni una vez en una silla de la carrera oficial». Burgos hace un retrato complaciente del artículo del reportero francés, por oposición a la mirada tantas ve ces desenfocada de viajeros y turistas de la misma na cionalidad que llegaron a acuñar el mito de Carmen la cigarrera hasta que Mérimée la construyó en un libro que inspiró el libreto de la ópera ‘Carmen’ del composi tor Georges Bizet. «Así profundizó en la médula de nuestra Semana San ta. Sus descripciones son exactas: ‘Abril quema, y los toldos están tendidos sobre la calle Sierpes. Los pies pi san la cera que han llorado los cirios’», dice el periodis ta sevillano de su colega francés. El artículo en cuestión nos deja entrever, con una pre cocidad impresionante, el interés que estaba maduran do en Burgos sobre el mundo profesional del martillo y el costal: «M. Pierre Luccin se interesa por los costale ros. Les pregunta cuánto ganan. Y lo sabe bien. Tres cientas ochenta pesetas, y ochocientas los de la Maca rena. Después narra una ‘levantá’» y cita el original fran cés traducido. Antonio Burgos aplaude entusiasmado el relato del colega galo: «M. Pierre Luccin caló en el alma de Sevi lla, y hondo. Lo vio todo, lo preguntó todo, y aún le que dó tiempo para reponer fuerzas en la bodeguita Rome ro, donde Rosa –su interlocutora de la crónica de ‘La vie de Bordeaux’– aprendió pronto a ‘distinguir el fino del amontillado y el oloroso de la manzanilla, que la Sema na Santa da sabor’».

POR JAVIER RUBIO

D e Burdeos a Sevilla, pasando por Burgos. No la ciudad, evidentemente, sino el genial periodista de ABC, Antonio Burgos Belinchón, que nos dejó para siempre el 20 de diciembre pasado. Nos abandonó su presencia física, porque la espiritual pervi ve en el corazón de muchísimos lectores y cofrades que han visto la Semana Santa de Sevilla a través de los ojos del autor de una ‘Guía apasionada de la Semana Santa’ y, sobre todo, de ‘Folklore de las cofradías sevillanas’ que es un monumento periodístico a la erudición, el conocimien to y las hablas. Pero curiosamente, la primera incursión periodísti ca de Antonio Burgos en el mundo cofradiero tiene como protagonista a «un capillita francés», como tituló el ar tículo a toda página publicado el 24 de agosto de 1965, un año antes de que su colaboración sobre el particular se hiciera diaria con un serial sobre el habla de los co frades que luego plasmaría en sus libros. El artículo de Burgos (con apenas 22 años) tiene más mérito, si cabe, cuando se comprueba la fecha de publicación, el día de San Bartolomé, en pleno agosto sevillano, fecha que sólo los ‘jartibles’ prefieren para hablar de cofradías. Se trataba de la reseña de un reportaje que el perio dista Pierre Luccin había publicado ese año en el sema nario bordelés ‘La vie de Bordeaux’, bajo el sugerente tí tulo de ‘La passion selon Séville’, préstamo que toma del libro canónico de Joseph Peyré, editado en español como ‘La Pasión, según Sevilla’. Se trata de un préstamo ex plícito y reconocido por el propio autor francés que ha bía pasado unos días durante la Semana Santa de ese año que iba a conocer, en diciembre, el cierre del Conci lio Vaticano II. Así que se trata de la primera Semana Santa con la reforma litúrgica que se había plasmado en la constitu ción apostólica ‘Sacrosanctum Concilium’, la primera a la que los padres conciliares dieron su aprobación. Ha bía entrado en vigor el primer domingo de Cuaresma con la novedad más importante: se abandonaba el latín y se oficiaba en lengua vernácula.

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Campana de papel

UN «CAPILLITA» FRANCÉS

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E ^N el semanario «La Vie de Bordeaux», j M. Pierre Luccin ha publicado un ar tículo, en el que —bajo el feliz tí tulo «La Passion selon Séville», que to ma el libro de Joseph Peyré— narra su visión personal de nuestra Semana Santa. Siempre es interesante volver a ver Jo propio con retina extranjera. Aunque es ta retina foránea nos juega malas pasa das a veces, y nos da una visión defor mada, convencional, inexacta en suma. Que de esto hay mucho, y bastaría citar —pero, ¿para qué?— algunos viajeros de cimonónicos que recorrieron y descubrie ron Andalucía a su manera. Pero de Merimé a M. Pierre Luccin media afortunadamente un abismo, para bien del señor Luccin. Yo no sé si habrá estado muchas veces en Sevilla por J5t¡- mana Santa, o si su crónica es el relato de una experiencia primeriza. El caso es que ha narrado nuestros días nazarenos mejor que el mas entusiasta «capillita». M. Pierre Luccin llegó a Sevilla el Mar tes Santo. Se fue dereohito a ver la sa lida de San Esteban. El Miércoles vio la del Baratillo. Asistió a los oficios de la Sacramental de San Boque. Estuvo pre sente cuando la duquesa de Alba colo caba sus joyas a la Virgen de los Gita nos...Y ni que decir tiene que en todo este tiempo no se sentó ni una vez en una silla de la carrera oficial. Anduvo, preguntó, se cansó, vio, admiró, se emo cionó. Así profundizó en la médula de nuestra Semana Santa. Sus descripciones son exactas: «Abril quema, y los toldos están tendidos sobre la calle Sierpes. Los pies - pisan la cera que han llorado los cirios,» Y en este marco mañanero, en cajan los pregones de los aguadores:

LA PASSION SELON SÉVILLE"

par Pierre LUCCIN les foules avides de la donleur d» Christ et de la beaulé de la Vierge. A. nous done, San Bernardo, le Bara tillo, San Pedro de Burgos. Les 4 pa sos » flambent d'ceillets, de candélabres, de piété. Et s'ébranlent les processions, les .Nazaréens á cagoule, le» massiers. les porteurs d'or et d'argent. Les Si je ne me retenu/-. c'est le Guadalquivir que j«: boirais ! —Et á présenl, a San Martin. — Prenons un fiacre. — Un fiacre dans cette cuhun f

RVILLE, Paques 1955. — Emprun tons ce titre á Joseph Peyré. U n'en est pas «le meilleur pour vous entretenir dé la semaine sainte. Nous aviona roulé tout le jour, le lundi saint. Le soir, Cacérés est en vue, Cacérés en Estremadure, Cacérés des-Conquistadors. Pour l'heure, c'cst la ville de» processions. Stop ! Volei que défilent tambours, pénitents a cagoulc, soldats et capitaines, et le « paso ». Porté par trente-six hommes, e'est le ChHsl des Hulaillf- qui s'avance. — iVous ne pottmms jamáis puaser. Et commetü dénicher notre hotel dans celte foule ? Qu y est, ajoute Rose, la pólice / A 'ous sommes bons. ~- Señores... Saluts, sourires. Ah ! les señores <-herrhaient leur gíte ! lis ne savalent fiar oü passer .' Qu'ils se rassurent .' tíu'ils .« espérent » ! Une minute... rt notre liomme, dans ses drups trop íoii.-us. d'enfoureher isa motocyelette el •Ir nolis faire signe de le suhre.

La crónica original pu blicada en Francia daba cuenta del tiempo libre que había aprovechado el en viado especial cuando no había pasos por la calle para hacer turismo: había ido al cementerio a ver la tumba de Joselito y el monumento al matador en su Gelves na tal; había ido al Archivo de Indias y a los jardines de Mu rillo y remataba Burgos el párrafo: «Tuvo el sevillanis mo de hacer ‘gracias’ sobre los turistas que se duermen en las sillas de la plaza de San Francisco durante la madru gá». Así que sólo le quedaba emplazar a través de las pá ginas de ABC a su dilecto co lega galo, con una última fra se con la que daba por con cluida la recensión del reportaje original: «Enhora buena, monsieur Pierre Luc cin. El año que viene nos vere mos en la salida de San Este ban». La blicad cuenta había viado había p hacer t cemen de Jose al mata tal; hab Indias y rillo y r párrafo mo de h los turis en las sil Francisc Así q emplaza ginas de legagalo se con la cluida reportaje buena, m cin. El año mos en la

N'FIN, te voiei, Uirist de la I da ! Ce mereredi saint, j'ainn- a le eroire, nous sera coiupté en parudis. [/admirable est que nous puissions rn trer dans chaqué sunctuaire, *-ii sortir ile niéme. Jésus est á tous, et bien plu \ aujourd'hui. Et aus.-i la Vierge qni 1" i-nnipagne á travers la ville, ilan> ile detlx cents rúes. R Í W faufile. Elle v C'en est delna*'

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M. Pierre Luccin caló en el alma, de Sevilla, y hondo. Lo vio todo, lo pre* guntó todo, y aún le quedó tiempo para reponer fuerzas en la «Bodeguita Rome ro», donde Rosa —su interloeutora de la crónica de «La Vie de Bordeaux»— aprendió pronto a «distinguir el fino del amontillado, y el oloroso de la manzani lla, que la Semana Santa da sabor». Aún le sobró todavía más tiempo para visitar la tumba de Joselito el Gallo y el monumento de Gelves. Para ir al Archivo de Indias y a los jardines —«ro sas y naranjos»— de Murrillo. Tuvo el sevillanismo de hacer «gracias» sobre los turistas que se duermen en las sillas de la Plaza de San Francisco durante la «madruga». Enhorabuena, monsieur Pierre Luccin. El año que viene nos veremos en la sa lida de San Esteban. Antonio BURGOS

«¡Agua, agua de nieve!» M. Pierre Luc cin se interesa por los costaleros. Les pregunta cuánto ganan. Y lo sabe bian. Trescientas ochenta pesetas, y ochocien tas los de la Macarena. Después narra una «levanta»; «¡Qué coraje, qué fuerza! Son treinta o cuarenta hombres, con el torso desnudo. Van en las trabaj aderas, de las parroquias a la Catedral. Su Gol gota dura horas. Los tambores suenan. Tocan las trompetas. Suena el llamador, y el paso se levanta. Asi, durante horas y días, durante los siete de la Semana Santa.» Nuestro «capillita» francés también ha bla del Gran Poder y de la Macarena. Solamente cita sus noiribres. Pero de una forma que hace presentir en el sfc lenclo el mejor de los elogios.

La primera incursión periodística de Antonio Burgos en el mundo cofradiero tiene como protagonista a «un capillita francés», y lo escribió en ABC en 1965

No consta que al año siguiente, 1966, Burgos se en contrara con Luccin en San Esteban. Pero así quedó tes timonio de la primera incursión de quien alumbró un género periodístico (el artículo cofradiero) siendo un veinteañero. N l ñ i i

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Ignacio Soro Cañas Hermano mayor del Gran Poder «El Consejo tiene que ser árbitro, no buscar el enfrentamiento entre las hermandades» ES HOMBRE POCO DADO A SALTAR A LA ARENA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN. NO LE AGRADAN LOS COMUNICADOS, TAN DE MODA ÚLTIMAMENTE. CREE UN PELIGRO QUE LA SEMANA SANTA SE DEJE EXCLUSIVAMENTE EN MANOS DE TECNÓCRATAS QUE PRETENDEN SOLUCIONAR SUS PROBLEMAS APLICANDO EL CÁLCULO DE UNA HOJA DE EXCEL. CONFIESA ABIERTAMENTE QUE NO LE AGRADA EL FORMATO DE LA MAGNA Y ASÍ SE LO HA HECHO SABER AL ARZOBISPO

POR JOSÉ GÓMEZ PALAS

-Y a han transcurrido más de dos años desde que, recién aterrizado de hermano mayor, le tocó pilotar la misión de su hermandad en los Tres Barrios: llevar al Señor a los rin cones más pobres de la ciudad, donde la hermandad mantiene hoy día una importante labor de acción so cial. ¿Qué recuerdos le quedan de aquellos días de gra cia para la ciudad? —Realmente fueron unos días de gracia, de llenarse del Señor. La verdad es que al principio, cuando afrontamos los preparativos y el entramado tan complicado que lle vaba consigo esta estancia del Señor, teníamos un poco de miedo quizás del contenido que darle a esos 21 días de presencia allí. Pero Él nos puso en el camino una serie de ventanas abiertas, de manera que vimos claramente cuál podía ser el guion a seguir en cuanto a actividades y cul tos. Nos queda un recuerdo entrañable, un recuerdo que nos llena el corazón de emociones y, sobre todo, de viven cias espirituales. Nos queda también el recuerdo de tan

tísimos vecinos que se volcaron durante los días de es tancia del Señor allí, de tantos devotos y de tantos her manos que participaron en las mismas y en los cultos que se celebraron. Y también nos queda la satisfacción del de ber cumplido, porque era un reto, era un riesgo a que sa liera bien o no, dependiendo en parte de la organización, y creo que a todas luces fue un aldabonazo muy impor tante tanto para la hermandad como para la Iglesia, her manos y devotos del Señor. —¿Y algún recuerdo más personal que se le haya que dado grabado de esos días? —Se me quedaron muchísimas imágenes grabadas. En 21 días te da tiempo a vivir y a acumular muchas expe riencias únicas. Los traslados fueron francamente mara villosos, con momentos muy emotivos. La estancia del Señor allí propició momentos de conversión y de acerca miento de muchos fieles que estaban muy dispersos. La participación de los vecinos en todos los cultos, en todas las misas. Y sobre todo también la alegría que veíamos

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días de la semana allí. Y es muy gratificante que cuando llega allí un grupo de voluntarios, entre los mismos veci nos se comente «ya está aquí el Gran Poder», porque aso cian toda esa acción al Señor. Eso significa que hemos de jado allí mucha huella. —¿Aquella misión fue un punto de inflexión en la labor evangelizadora de las hermandades? —Yo pienso que sí. No nos gusta mirarnos el ombligo ni creernos el centro de atención de toda esta labor, pero la presencia del Señor allí tuvo un enorme poder evangeli zador. Hay que saber aprovechar el poder de las imáge nes, la unción sagrada que tienen. Y ya no sólo la herman dad del Gran Poder, sino que otras hermandades también lo están intentando ahora acudiendo a zonas desfavore cidas y a las que hay que evangelizar. A los tres pilares fundamentales que tienen las hermandades –la forma ción, el culto y la caridad– hay que agregarle este cuarto pilar de la evangelización, que es un pilar transversal, por que también se evangeliza a través de los cultos, median te la formación y, por supuesto, con obras de caridad. En el siglo XXI, atendiendo a la llamada del Papa Francisco

en el barrio y que llegó de la mano del Señor. Esos barrios cambiaron de la noche al día cuando el Señor pisó la pri mera calle. Es como si se hubieran renovado, como si tu vieran un entusiasmo y una ilusión renovada día a día. Y el poso espiritual que les ha dejado allí a todos los veci nos. —Más allá de los abundantes frutos espirituales que ge neró aquel hito y de la profunda huella que dejó en el corazón de los sevillanos. ¿Cuál es el legado que ha que dado hoy de aquella misión? —Creo que, excepto la imagen del Señor, ha quedado todo. Nosotros llevamos desde 2018 con un voluntariado tra bajando allí y que va en crecimiento tanto en número de miembros como en actividades y áreas de actuación. Y ha quedado esa impronta de la colaboración con Cáritas parroquial, de la ayuda a los párrocos, a Fran y a Mano lo, en todas las necesidades que nos van planteando día a día. Las áreas más específicas, como son las de atención jurídica, la pastoral sanitaria y la penitenciaria, de mano de la Archidiócesis, se reúnen todas las semanas, con lo cual la presencia de la hermandad es patente todos los

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de salir a las periferias, aparte de la acción social y cari tativa, se hace necesaria esta acción evangelizada en el día a día de cada hermandad. Llevar el Señor y la Virgen, en definitiva la espiritualidad, a los sitios donde no se en cuentra, donde se ha olvidado o donde nunca ha llegado. —¿Por qué el Gran Poder ha pasado de ser la herman dad con más nazarenos en Sevilla a ser una cofradía que pierde nazarenos? —La nuestra no es una cofradía que pierda nazarenos, tiene un crecimiento muy moderado, eso sí. Es una cues tión muy interesante que nos hemos planteado repetidas veces en el seno de la hermandad. No hay una única ra zón que explique esta paradójica situación, es más bien un compendio de ellas las que podrían justificarla. Al con trario que en muchas otras cofradías con un crecimien to exponencial en sus filas de nazarenos, la nuestra se ha estancado con una leve progresión al alza, pero lejos de la proporción con el número de hermanos que ingresan en la hermandad cada año. —¿Han analizado las causas de por qué la cofradía no crece a un ritmo proporcional al incremento de su nó mina de hermanos? ¿Le incómoda situación de la co fradía o el rodeo al que se ve obligada la hermandad pueden estar detrás de este crecimiento sostenido? —La estación de penitencia de la hermandad del Gran Po der, al igual que otras muchas, exige un gran sacrificio: la formación de la cofradía desde cuatro puntos distintos, la antelación con la que los nazarenos deben llegar a la basílica, la masificación en el interior del templo y, una vez en la calle, nos encontramos con un ritmo acelerado y una compresión de nazarenos realmente incómoda. Nuestros hermanos, en beneficio de la jornada y para cumplir rigurosamente los horarios, realizan la totalidad del recorrido literalmente ‘pecho contra espalda’ sin po sibilidad, salvo algunas excepciones justificadas por ra zones de salud, de abandonar la fila ni para ir a los servi cios en la Catedral. Esto, unido al número de horas de re corrido –somos la hermandad de negro que más tiempo está en la calle–, con parones incluidos, el peso de la ma drugada, el frío algunos años y, sobre todo, el enorme ro deo por el Arenal, acrecentado en el último año hasta la calle Adriano para volver a nuestro templo, bien podrían justificar eso que usted ha dado en llamar leve aumento de nazarenos. —¿Preocupa este estancamiento en un contexto en el que las hermandades de capa crecen sobremanera? —Más que una preocupación a mí personalmente me plan tea una reflexión. No deja de ser un dato muy relevante que una hermandad como la nuestra, que incorpora a su nómina una media de más de 500 hermanos anualmen te, no vea proporción en el crecimiento del número de na zarenos que realizan la estación de penitencia. Los mo tivos bien podrían ser los que he expuesto anteriormen te.

-¿Está satisfecho con la configuración de la Madruga da en 2024? -Estoy absolutamente insatisfecho. En el fondo y en las formas, puesto que en una única reunión celebrada a fi nales de noviembre pasado entre el delegado y los her manos mayores no quedó nada cerrado en espera de una reunión posterior en la que se analizarían otras opcio nes. Esa reunión no llegó a celebrarse nunca –no me pre gunte por qué, lo desconozco– y mediante un mensaje de WhatsApp el delegado de la jornada nos informó de una configuración idéntica a la de 2023. Dígame usted si esta, como otras cuestiones, son para sentirse satis fecho. —Usted tildó como un fracaso la Madrugada de 2023 porque lejos de acabar con el tumulto del cruce de San Pablo, el tapón de público se incrementó. ¿Por qué ra zón no se han probado otras opciones? —Lo que apuntaba el Consejo de Cofradías como la op-

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