PASIÓN EN SEVILLA 147 Cuaresma 14-02-2024
Burgos inmortal
LA SEMANA SANTA DE SEVILLA EN UN RECUADRO
PUEDE QUE NO INVENTARA LA SEMANA SANTA, PERO FUE CONTANDO LA QUE LE TOCÓ VIVIR DE TAL MANERA QUE YA NO PODEMOS DISTINGUIR LA QUE VEMOS DE LA QUE ÉL MISMO NOS FUE RELATANDO. NOS PASA A TODOS. INCLUSO A LOS QUE NUNCA LO HAN LEÍDO Y A LOS QUE MENOS SE IDENTIFICABAN CON SU CANON LITERARIO O IDEOLÓGICO. RECUADRO A RECUADRO. GUTTA CAVAT LAPIDEM. LO HIZO A BASE DE PERIODISMO, CONOCIMIENTO Y BELLEZA LITERARIA
POR ANTONIO CATTONI
L a Semana Santa está en sus recuadros. Conscien te de ello, incorporó algunos de los mismos al texto de ‘Los días del gozo’ que declamó como pregón en 2008. Pero más que el gozo, su senti miento semanasantero se identificaba con la pena ca bal de la alegría que le había tomado prestada a su ad mirado Montesinos. Fue la que el Burgos de la plenitud tomó por bandera para hablar de cosas de la Semana Santa: esa tristeza alegre o triste verdad de la alegría con la que consiguió reflejar el sentimiento común de los sevillanos en textos capitales como ‘Hoy comienza la nostalgia’. Seguramente tuvo que ver en ello la ternu ra que trasminaba su particular muestrario de ausen cias. Ausencias que incluso se estrenaban y herían por el camino más corto en el primer Domingo de Ramos sin las manos sevillanas de su madre: «Anda, tómate una torrija y el vaso de leche, que después sabe Dios a qué hora entrará la cofradía». «Pase de pernocta» Pero esa ausencia es también presencia en los días gran des de Sevilla. Es cuando los nazarenos «visten este mar tes de nuevo sus mortajas» de ruan de Martes Santo. Es mentira, nos dice, «no han muerto aquellos nazarenos que dieron grandeza a este rito de siglos». Están lejos pero, como él solía decir, «Dios les da pase de pernoc ta». Y por ello el ramo de claveles blancos de un paso de palio acaba cada año sobre los mármoles del cemente rio, «tintineantes aún de las levantás», nos contaba al rememorar la ciudad sosegada y en calma. Un mazo de flores puso también Burgos metafóricamente en sus re
cuadros sobre las tumbas de sus adorados mentores: Farfán, el Pali, José Andrés Vázquez, Núñez de Herrera, Sánchez del Arco, el brigada Rafael, Florencio Quinte ro, Rodríguez Ojeda, Rafael Franco o Romero Murube. En ese mismo texto en el que el maestro auguraba para sí este próximo Viernes Santo con flores sobre su pro pia tumba. «Flores que fueron fugacidad del gozo de una esquina». Es común en sus más bellos recuadros la evocación de la Semana Santa imbricada en el ciclo de la vida: la larga metáfora de la vida del hombre, dándole pie a que Caro Romero lo cuadrara con su ‘La vida es una sema na’. Por ello en ellos aparece el cofrade que lleva a su hijo a sacar la papeleta de sitio, que a su vez será padre de nuevos cofrades. Lo retrataba en su ‘Carta de un padre nazareno’. Incluso llegaba a plasmarlo en la relación con su propio padre, como transmisor de las grandezas de la Semana Santa: se puede entender releyendo ‘Oyendo a Buzón por la radio’ y sobre todo el estremecedor ‘Fa rol de cruz de guía’. La Semana Santa le pone en una cruz de San Andrés: vuelve a ser niño, pero es aún más consciente del paso del tiempo. El tiempo hiere en ‘Interior de capilla sin co fradía’. Nadie como él lo había expresado antes. Por eso, como un Ausonio a la sevillana, anima a sus ‘Muchachos viendo cofradías’ a gozar la Semana Santa, tal y como aquel incitaba a las doncellas a coger las rosas de la vida. Lo mágico, lo popular, lo costumbrista Así nos contó las «mágicas rupturas sevillanas de la ló gica»: Julio César deja que la vieja del Candilejo, aún con
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