PASION EN SEVILLA Nº 150 Octubre 2024

Primer Tramo

Una coronación extraordinaria

na con una bulla delante que casi hizo caer una valla metálica, y que obligó a parar el paso, que iba con premura, en una contrareloj para llegar a tiempo a la Catedral tras haber pasado por el Ba ratillo, donde el pueblo le cantó una improvisada Salve. El arzobispo, fray Carlos Amigo –entonces to davía no había sido nombrado cardenal, aunque aquello lo acabó encumbrando al purpurado–, le colocó en sus sienes la presea que Juan Borrero y Paco Fernández le cincelaron en su taller de la ca lle Pureza. La ciudad era una fiesta. La Avenida, al caer la tarde de aquel 31 de octubre, fue un pa seo triunfal con un pasillo de vallas que condujo a la Estrella hasta el Ayuntamiento. En el andén, una alfombra de sal. A partir de ahí, se vivió una de las procesiones más multitudinarias que se re cuerdan. Los horarios se olvidaron, pero nadie se movió. No se cabía. Horas de espera, aunque fue ra en la calle Bobby Deglané para verla pasar en tre naranjos sin que nadie supiera dónde se en contraba más que por el rumor de su cercanía ante la llegada de la cruz de guía, de los tambores leja nos y el «ya están los ciriales», que siempre fue el mejor anuncio de la llegada. Porque lo vivido hace ahora 25 años con la Es trella fue una procesión excepcional, por encima de lo extraordinario, como lo eran las coronacio nes en Sevilla. Porque se reconoció a una de las grandes imágenes de la ciudad por su calidad ar tística y los devotos que arrastra por sí misma. Sin más. Hoy, con un calendario saturado, y ha biendo dado barra libre a estos actos, el recuerdo de lo ocurrido hace 25 años forma parte de la nos talgia por un pasado que, en ocasiones como ésta, sí fue mejor.

POR JAVIER MACÍAS

A QUELLA tarde de octubre al palio de es treno de Garduño lo bautizó un chapa rrón que convirtió en heroico un trasla do verdaderamente extraordinario. No había redes sociales pero la ciudad se echó a la ca lle cuando supo por Onda Giralda y la voz de Fran López de Paz que la Estrella iba por fin para la Ca tedral. Iba a hacerlo por la mañana de aquel día 24, pero se pospuso a la tarde a la espera de una mejoría del tiempo. Nada más salir de la capilla, un aguacero la sorprendió en San Jacinto y la her mandad decidió darse la vuelta. Sin embargo, la lluvia cesó unos metros antes de llegar al templo y un rayo de sol hizo brillar los nuevos bordados. Entre aplausos y lágrimas, la Estrella se giró y em prendió el camino de la Catedral haciendo honor a su apelativo de ‘La Valiente’. Los niños que vivimos aquella coronación de la que ahora se cumplen 25 años, y que no estuvimos en las de la Amargura, la Macarena o la Esperan za de Triana, retendremos siempre en nuestra me moria aquellas dos procesiones de la Estrella, tan to a la ida como a la vuelta, en una época en la que sólo las principales devociones marianas de la ciu dad obtenían este privilegio. Y así lo interpretaba Sevilla, una ciudad acostumbrada a las salidas ex traordinarias pero que celebraba las coronaciones como el evento más importante del año. La Estrella desbordó todas las previsiones. Ese niño acudió a verla junto a las gradas del Archi vo de Indias, entonces en obras, en Fray Ceferino González. Venía por el ocaso la Estrella sin coro

J. M. SERANO / RAÚL DOBLADO

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