REVISTA GASTRONÓMICA GURMÉ DE SEVILLA 05-12-2017

ENTREVISTA

El último curso de Psicología debería hacerse en la barra de un bar

¿Cómo afectó al bar el traslado de la estación de trenes? Esta zona se quedó muy tranquila y cambió muchísimo el tipo de público que venía. Desde el comienzo paraban muchos trabajadores de los pueblos que venían a Sevilla, personal de Renfe y trabajadores de la estafeta de Correos. Cuando yo me quedé con el bar coincidió con una fecha muy mala, porque después de cerrar la estación esto se quedó cortado hasta que hicieron la avenida y se convirtió en una zona triste. Seguían viniendo vecinos, principal- mente, trabajadores que vivían en los pisos de Renfe, pero ya no era lo mismo. Sí, todavía llegan algunos de los que venían cuando estaba la estación y a veces hablan con nostalgia de aquella época. Sigue viniendo mucha gente de los Juzgados y la estación de autobuses, o de la Hacienda municipal. Esta zona está viviendo un despertar gastro- nómico muy interesante… Es cierto que se ha animado mucho, de hecho yo les digo a mis dos hijos que echan un cable aquí que disfruten ahora los fines de semana porque es probable que tengamos que empezar a abrir sábados y domingos en un futuro porque es lo que ahora demanda el público de la zona. El barrio está cambiando mucho, pero aún quedan proyectos por terminar, como ese solar de 9.000 metros cuadrados que ahora sirve de aparcamiento y con el que no se sabe qué hacer. Es suelo público y si pusieran algún edificio oficial cambiaría radicalmente la vida del bar. Llevamos 25 años esperando que ha- gan algo ahí y no hay ningún proyecto. ¿Aún llegan parroquianos de los de siempre?

Pie de foto.

Psicólogos de barra

Desde entonces ha gestionado con maestría un bar que pasó de recibir a cientos de viajeros cada día a ser un pequeño oasis en una zona extraña; céntrica y bien comunicada pero aún pendiente de un futuro incierto. Al frente de la barra, este hostelero sigue recibiendo cada mañana a los parroquianos de siempre junto a los cada vez más numerosos turistas que eligen este punto para saborear la gastronomía local y disfrutar del sol que les alcanza tamizado entre los árboles. Con todos ellos Antonio despliega sus dotes de buen hostelero: simpatía, hospitalidad, y discreción, herramientas que le han consolidado como un auténtico psicólogo de calle.

Antonio Castillo, propietario del bar Sevilla-Cádiz

Este establecimiento supo sobrevivir a la orfandad que le dejó la antigua estación de trenes al cambiar de ubicación en 1991, año en que Antonio Castillo relevó a su padre en el negocio.

¿Qué hábitos de horario suelen tener sus clientes?

El bar siempre ha tenido más vida de mañana porque es cuando más ajetreo hay en estas ca- lles. También era así cuando estaba la estación, aunque entonces permanecíamos abiertos hasta la medianoche que llegaba el Talgo de

Isabel Aguilar Fotos: J.M. Serrano

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