Sevilla en Navidad 2024
Sevilla en Navidad |
Kevin, contigo empezó todo Por JAVIER MACÍAS
E lena, a sus dos añitos, lleva un mes bus cando la cámara escondida por la que la vigilan los Reyes Magos. No concibe eso de que la están viendo todo el tiempo evaluando su comportamiento. En su más dulce picardía mira hacia el techo de su cuarto y luego a los ojos de su madre con una sonrisa sagaz, como diciendo con su media lengua… “Mami, se guiré pintando las paredes de garabatos con ce ras y rotuladores de colores”. Su hermana mayor, Beatriz (4), vive absolutamente amedrentada por esa presencia invisible que parece observarla, más aún cuando comprobó hace un par de años en la Cabalgata que papá era amigo de Baltasar. Juega a recortar el catálogo de El Corte Inglés para hacer su carta aunque ahí no encuentre su regalo deseado: una litera con la que anda ob sesionada desde que durmió en las alturas en la que había en el piso de la playa.Ambas habitan en el cuento de Blancanieves, pero son la noche y el día: la chica disfruta en bucle con ‘la Mala’ y la mayor sólo quiere ser princesa. La Navidad este año no ha empezado con el en cendido de la iluminación, ni con el escaparate de Osorno.Tampoco con el ‘Have yourself a merry little Christimas’ de Frank Sinatra o Michael Bu
blé, ni con la zambomba de ‘Así canta Jerez’. Ni con el anuncio triste de Julián el de la Lotería, ni el nuevo de los dibujitos de Suchard. No empieza con el árbol ni con el belén, ni con el mismo paje negro que monta su trono en los soportales que dan a la Concordia, en cuyas rodillas nos hemos sentado todos los que hemos sido niños algu na vez en los últimos 30 años.Tampoco empieza con ‘Cortylandia’, la mágica canción de los muñe cos en una fachada que se fue de Sevilla para no volver, y que nuestros hijos no conocerán. Ni con el algodón de azúcar, ni las castañas asadas, ni con el mantecado de limón. Este año que hay una silla vacía en casa, la Navi dad son Beatriz y Elena, que vienen a rebosar el tremendo hueco de la ausencia. Para ellas, esta fiesta de la nostalgia les queda aún muy lejos. Su Navidad, como lo fue la mía, empieza en la casa de los McCallister. Con unas campanitas que anuncian la banda sonora de John Williams. Juegan a imitar al niño rubio y travieso que se quedó ahí, detenido en el tiempo sin tiempo de la infancia. Kevin es para ellas el mejor anuncio del tiempo que está por venir. Y para nosotros, las niñas son el símbolo de que jamás estaremos solos en casa.
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