ANDALUCÍA ABIERTA x VACACIONES 2021

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Patio de los Leones. La Alhambra, Granada. Patronato de la Alhambra y el Generalife

El Partal. La Alhambra, Granada Patronato de la Alhambra y el Generalife

El Estado garantizó la integridad del prodigio andalusí. Pero se enfrentó a nuevos desafíos . El primero de todos era el siguiente: cómo restituir su esplendor sin menos- cabar su autenticidad . Resolver ese dilema fue un reto gigantesco cuyo resultado siempre estará sujeto a la con- troversia. Para entenderlo en su justa medida es preciso situarnos en los criterios conservacionistas de finales del XIX . En aquel momento, los patrones dominantes venían determinados por la teoría de Viollet-Le-Duc, que aboga- ba por la «reinvención del monumento». Es decir: el patri- monio histórico debía ser restaurado recreando su estado originario. Un ejemplo claro (y polémico) fue la intervención del Pa- tio de los Leones en la década de los sesenta del XIX. El arquitecto Rafael Contreras levantó en ese espacio una

ral. Por esa razón, el 150 aniversario no es una efeméride cualquiera. Es la conmemoración de un milagro. Y, justo cuando celebra una fecha imborrable de su calen- dario, la Alhambra empieza a despertar de una de sus peo- res pesadillas. Todas las señales parecen indicar que nos encontramos en la puerta de salida de un año negro que ha hundido al palacio nazarí a los registros turísticos más nefastos de su historia contemporánea. Conviene recordar que la Alhambra es el motor turístico de Granada, el monumento más visitado de Andalucía y el segundo de España , solo por detrás de la Sagrada Fami- lia en Barcelona. Es, por tanto, un termómetro fiable de la capacidad de recuperación del turismo cultural andaluz . Aún estamos a años luz de las cifras astronómicas previas al coronavirus, cuando las visitas al Monumento Nacional

cubierta de tipo oriental más propia del gusto turco o egipcio que del arte nazarí en cuyas coordenadas estilísticas se con- cibió. Décadas después, y una vez que las normas conservacionistas evolucionaron, la cubierta fue retirada por Leopoldo To- rres Balbás para sustituirla por otra más coherente con el carácter del edificio. Fueron décadas desconcertantes. La re- cuperación de los valores artísticos pri- migenios tras siglos de agonía se ante- puso al rigor científico . Hasta el punto de que los expertos conservacionistas fueron denominados por entonces como «arqui- tectos adornistas». El término visibiliza con exactitud que lo que se esperaba de un restaurador a finales del novecientos era su pericia en reinventar la presunta fastuosidad del arte andalusí. Los propios críticos aplaudían las rehabilitaciones que dejaban la decoración de las yeserías como “el traje de luces de un torero”. Lo importante, sin embargo, fue que la Alhambra se salvó de la ruina. Su reco- nocimiento como Monumento Nacional no fue un mero trámite administrativo.

granadino superaron los 2,7 millones de personas en 2019. Pero la reactivación es un hecho . Desde marzo y hasta el 21 de junio han sido vendidas 143.066 entradas, cuan- do en todo 2020 apenas superaron las 775.000, según datos suministrados por el Patronato. “Estamos lejos de los núme- ros de antes, pero la mejoría es clara”, ad- mite Modesto Gallo, miembro de la junta directiva de la Asociación de Guías e In- térpretes del Patrimonio (AGIP), la más representativa de Granada. Según sus propios datos, los profesionales reciben siete u ocho grupos al mes, cinco veces menos que antes de la Covid. El turismo nacional lidera la recuperación, aunque el europeo también comienza a despe- rezarse, principalmente el francés, el alemán y el italiano . Antes de la pandemia, el número de car- nés oficiales de guías superaban los 500 activos, a los que había que sumarle los procedentes de otras comunidades autó- nomas. Hoy muchos de ellos no han podi- do soportar la caída drástica de ingresos

Fue un hito extraordinario . Un giro copernicano en su consideración patrimonial. Desde entonces, el complejo palatino de Granada se ha convertido en un referente in- ternacional como modelo de protección del legado cultu-

y han emigrado a otras profesiones menos dependientes del turismo. Lo mismo sucede entre los afiliados de AGIP, que ahora alcanzan los 185 cuando hace poco más de un año superaban de largo los 200.

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