ESPECIAL PASIÓN EN CÓRDOBA 2020
Luis Martín, en la plaza de San Agustín, durante la entrevista
los Dolores y sacar a San Álvaro en Santo Domingo. Al menos en esa época hubo ese respeto y la última corpo- ración fue un claro retroceso. Hay que hacer el parénte- sis de Emilio Aumente, que tuvo una actuación de com- promiso personal, pero no tenía apoyo del Gobierno tri- partito. Porque aunque semantuviera la subvención faltaba el respeto, faltaba el cariño, la empatía, y eso se nota. —¿Qué tocaría de la carrera oficial actual? —Si el motivo principal de las cofradías es hacer estación de penitencia al templo mayor, que es la Santa Iglesia Ca- tedral, está claro que hay que ir. Es el mejor sitio y como está definida la actual carrera oficial. Lo único, que no sé si hay que estudiar completar lo que pasa cuando sale por Santa Catalina, que parece que se difumina. —¿Esperaba que se fuera a conseguir? —Veía dificultad, porque bajar a la Catedral, aunque lo hacían bastantes cofradías, sin duda alguna era comple- jo, era más tiempo en la calle para algunas. Tenía las du- das propias, pero ahí hay que alabar el compromiso de todas las cofradías de Córdoba, que dijeron que, con sus dificultades y con algunas que no estaban por la labor, ha- bía primado el sentido mayoritario de ir todos a una. En estos años, quienes han tratado a Luis Martín en las hermandades han visto algo más que a un político. Se han encontrado a un cofrade que ha tenido una mirada muy profunda a su mundo, que ha vivido mucho sin necesi- dad de tener una vara en la mano, y que viste la túnica. Hasta hace poco, en Baeza, el pueblo en que se crió. Aho- ra, en Sevilla. «Ahora con mi familia no voy tanto a Bae- za, pero sigo vistiendo la túnica negra con faja de espar- to en Santa Cruz, en Sevilla. Cuando fui parlamentario andaluz tenía reuniones con distintos sindicatos, entre ellos el CSIF. Uno de ellos me decía que tenía que ir todos los martes a su hermandad de Santa Cruz. Amí, como me gusta mucho esto, me acerqué allí, y de vez en cuando iba. Me hice hermano y cuando terminé, la medalla de parla- mentario se la ofrecí a la Virgen de los Dolores. Siempre que puedo he salido de nazareno». —Notará el cambio en la Semana Santa de Sevilla. Como cofrade y como político. —La fiesta estámuy interiorizada en los ciudadanos. Cuan- do uno oye cosas en Córdoba sobre la carrera oficial, so-
VALERIO MERINO
to, sino un trabajador. Sin duda alguna, con Rafael Meri- no se produjo el primer cambio de empezar a colaborar con la Semana Santa y con las cofradías, en el ámbito que podíamos, que era la mejora de la carrera oficial. No es- tamos hablando de hace siglos, pero la carrera oficial se
cerraba con vallas de cerveza. Y en aquel momento quisimos dignificar la carrera oficial, y fue cuando se mejo- ró el cerramiento y se pusieron los pri- meros palcos. Fueron entonces las crí- ticas de Izquierda Unida de que priva- tizábamos y demás, que de vez en cuando aparecen, como el Guadiana. Esa corporación empezó a colaborar con compromiso, y luego se mantuvo en la época de Rosa Aguilar». —Y no siempre hubo ese respeto. —Yo a Rosa Aguilar la he acompaña- do bajo mazas para ir con la Virgen de
bre la privatización, sobre el daño que se puede hacer a la Catedral, piensa que cómo puede cambiar tanto en una distancia de 140 kilómetros. Allí está la comprensión, el respeto, el cariño del pueblo, y eso se nota, ayuda, aun- que sea más complejo. Nadie se plan- tearía en una bulla decir que no se pue- de entrar ni salir. —¿Qué aprende uno de los cofrades tan de cerca? —Son momentos en que uno llega a una igualá o a un ensayo, en que están los hermanos que participan, algunos
«Antes la carrera oficial se cerraba con vallas de cerveza. En la época de Rafael Merino quisimos dignificarla y se pusieron los primeros palcos»
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LUIS MARTÍN: «PASAMOS DE APRENDERNOS EL CATECISMO A NO SABER LAS VIRTUDES TEOLOGALES»
PASIÓN EN CÓRDOBA
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