ESPECIAL PASIÓN EN CÓRDOBA 2022
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ceder también a lugares a los que sólo podía llegar el que hoy vuelve a llamarse Cristo de la Salud. «La idea era un poco recordar el camino de la cruz, que era por Jerusalén, y por eso queríamos hacer también un camino por Cór- doba», insiste. Por eso en su historia ha sido la única co- fradía que podía pasar por la calle Cabezas y el Arco del Portillo, la plaza de Tiberíades y sobre todo la puerta de Almodóvar, que en sus cincuenta años es uno de los pun- tos más esperados de su recorrido por el canto de las sae- tas que allí esperan al Crucificado. Muy poco tiempo después, en 1974, la historia en tor- no al titular se empezó a desvelar. En aquel año llevaron a la imagen al taller de Miguel Arjona para que lo restau- rase y el escultor encontró en su interior un documento que no decía su autor, pero sí su fecha: «Erigocose este Cristo en doce de marzo de 1590 años siendo prioste Die- go López Maldonado». Poco después se supo que se ha- bía llamado de la Salud porque el pueblo acudió a Él du- rante las distintas epidemias de aquellos años y la cofra- día recuperó esta advocación. Las investigaciones posteriores del historiador Juan Aranda Doncel detallaron a qué se refería aquel prioste —el cargo equivalente a hermano mayor— llamado Die- go López Maldonado. Estaba al frente de una cofradía que se llamó de la Coronación de Nuestro Señor, y de la que hay documentos entre 1578 y 1630. Era la época en que la iglesia que ahora acoge la parroquia de San Juan y Todos los Santos era el templo del convento de los Trinitarios Calzados y allí se creó una hermandad en torno a una ima- gen que siempre estuvo muy próxima al Santo Cristo de la Salud: el Ecce Homo. Es el Cristo de pequeño tamaño y muy buena factura, de escuela granadina, que se vene- ra en una hornacina junto al Crucificado, y que al cabo de los siglos, también atrajo la devoción de cofrades: en tor- no a él se reunieron los fundadores de la hermandad de Nuestra Señora de la Estrella. En los años siguientes la Semana Santa de Córdoba co- noció un periodo de revitalización con la llegada de mu- chos jóvenes y nuevas formas, pero el Vía Crucis nunca renegó de su estilo, y Rafael Mariscal lo proclama con or- gullo. No todas las demás cofradías lo entendieron, pero sí los cordobeses, que acompañaban a la hermandad por las calles y pronto encontraron rincones singulares. La cofradía casi nunca faltó: hasta 2020 sólo había suspen- dido su estación de penitencia un año, en 1976. Incluso en días lluviosos o inciertos, el Cristo de la Salud salió a las calles aunque fuera por un recorrido más corto. También entendió a la hermandad José María Cirarda, obispo de Córdoba entre 1972 y 1978, y por lo tanto el que aprobó sus primeras reglas y vivió sus primeros años. ¿Fue el Vía Crucis, como se ha dicho, la cofradía de Cirar- da? Rafael Mariscal bromea primero y dice que «también era la de don Antonio Gómez Aguilar». Pero lo cierto es que fue «uno de los grandes valedores, siempre apoyó a la hermandad y decía que era la suya». Era el momento,
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PASIÓN EN CÓRDOBA
LA COFRADÍA DE UN TIEMPO DE CAMBIOS
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