ESPECIAL PASIÓN EN CÓRDOBA 2022

Junto a estas líneas, los faeneros profesionales se preparan para salir un Miércoles Santo de los años 60. Debajo, a la izquierda, la cruz de guía el Miércoles Santo de 1948. A la derecha, cultos al Cristo de la Misericordia y la Virgen de las Lágrimas en 1957. Debajo, algarabía de nazarenos en San Pedro el Miércoles Santo de 1958

cocherón y la calleja de la plaza de la Magdalena. Hay una imagen que resume perfectamente el ascetismo de aque- lla Semana Santa según Córdoba, aún tan lejana y sola. Las largas filas de nazarenos descendiendo la calle Al- fonso XIII, ya en la yema de la madrugada del Jueves San- to de 1953, podría haberlas pintado Hopper. La fotogra- fía nos da idea de la desolación de aquellas Semanas Santas retratadas en blanco y negro. La instantánea ha sido tomada desde un balcón del Círculo de la Amistad. La compostura de la cofradía contrasta con el silencio que se palpa en la calle, enjugado por la promesa de ca- lidez de una taberna perdida: Gambrinus. Pero hay otras imágenes que retratan el aire del tiem- po que se fue. Un nazareno blanco se abraza a la cruz de guía en la esquina del Realejo mientras, en las paredes, se anuncia el nombre de Juanita Reina; el alcalde Cruz Conde contempla el paso de Cristo, vuelto a la tribuna presidencial que se montaba en el viejo caserón consis- torial de Calvo Sotelo que jamás debió ser demolido; Ri- cardo retrató delante del antiguo Colegio de la Asunción el imponente paso del Crucificado de San Pedro; un na- zareno provisto de una campanilla hacía andar o dete- ner el cortejo con efecto dominó… Cambian los detalles. Permanece lo esencial… A mitad de los 50, un grupo de orgullosos y jovencí- simos nazarenos posan en el presbiterio de la Magdale- na, delante del retablo de Sandoval. Entonces no podían saber que sería la última vez que la cofradía formaría en el histórico templo y, mucho menos, que acabaría sien- do pasto de las llamas. Aquellos penitentes del ayer con- templan hoy a sus nietos en las filas de la cofradía. Todo cambia pero todo sigue igual: de aquellos tiempos es también la fotografía del paso de Cristo delante de la pa- nadería ‘La Catalana’ al final de la calle San Pablo. Hay que afinar la vista para advertir la ‘penitenta’, vestida con el hábito de la cofradía, que sigue al Señor con los brazos en cruz y portando dos pequeñas velas. La me- moria quieta también recorta a aquellos graves señores endomingados a los que debemos tanto, a los antiguos faeneros, las chaquetas blancas de una tarde calurosa del día del Carmen, el palio de mano –llevado por los pro- hombres más relevantes de la parroquia de San Pedro- en un remoto Jueves Santo... Son testigos de una época que se marchó brindándonos una curiosa paradoja: se perpetúa en el tiempo lo que debía ser efímero –el tem- blor de la cofradía al pasar- pero, tantas veces ha desa- parecido el entorno que enmarcó en otra época a esos nazarenos blancos que siendo hoy tan distintos siguen siendo los mismos.

79 LA MEMORIA QUIETA PASIÓN EN CÓRDOBA

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