Especial Colegios Profesionales Diciembre 2022

Suplemento promocional de ABC 7

COLEGIOS PROFESIONALES 6

oligarquías gremiales y, por ende, desigual- dades. LA EXPANSIÓN EN EUROPA Pero cuando todavía no se había llegado a este punto, desde el corazón de Francia la práctica gremial extendió sus tentáculos con rapidez por el resto de Europa. El re- sultado fue que, como afirma el historiador Mark Cartwright , «en Inglaterra , se forma- ron más de cien gremios representando, primero, a comerciantes y mercaderes y, luego, a cualquier actividad artesanal es- pecializada, desde tejedores hasta herreros. En Italia los gremios también fueron muy

reses. Según expone Covarrubias, los men- dicantes de la ciudad suiza de Basilea o de la alemana Frankfort «llegaron a tener asociaciones que no consentían la presen- cia de pordioseros venidos de otras locali- dades, salvo dos días al año». PERIODO DE DECADENCIA Sin embargo, esta dilatada etapa de efer- vescencia comenzó a verse ensombrecida a medida que el tiempo corría y las hojas del calendario pasaban. En la España del siglo XVI ya se podía detectar que el sis- tema gremial era incapaz de abastecer el mercado interior. Su declive en los dos siglos siguientes fue lento pero in- negable; una situación que se hacia extensible al resto de los países de Europa. En el siglo XVIII, la Ilustración, la Revolución Francesa y su ideal de igualdad para todos terminó de enterrar a unos gremios ya morte- cinos : estas agrupaciones profesio- nales, que con el paso del tiempo habían dado lugar a monopolios, no encajaban con el nuevo tipo de so- ciedad que se iba a implantar en el continente y buena parte del mun- do. En nuestro país, la Constitución de Cádiz de 1812 abogó por la liber- tad de industria , lo que implicaba que no había que pertenecer a un gremio para ejercer una profesión. La época del Trienio Liberal tampoco fue favorable para las asociaciones profesionales, que terminaron de ser abolidas durante el reinado de Isa- bel II. Su desaparición, sin embargo, trajo consecuencias que no se limi- taron solo al ámbito económico, sino que calaron al plano social, en vista de que el sistema de asistencia de los gremios se evaporó, quedando muchos trabajadores desprotegidos y sin la cobertura que sus antiguas asociaciones les proporcionaban. Ju- garon un papel muy importante en la historia de los derechos laborales y la creación de entidades de carácter social. No es hasta, aproximadamente, el segun- do tercio del siglo XIX cuando comienzan a configurarse los Colegios Profesiona- les tal y como se conocen hoy día, aunque con una impronta similar a la de los anti- guos gremios, ya que su objetivo principal es siempre el mismo: apoyar y proteger a sus miembros. En concreto, entre los fines de estas instituciones, cuya utilidad, como atestiguan estas páginas, es innegable, figuran la ordenación del ejercicio de las profesiones, la representación institucional exclusiva de las profesiones cuando estén sujetas a colegiación obligatoria, así como la defensa de los intereses profesionales de los colegiados y la de los consumidores y usuarios de los servicios de sus colegiados.

En la España del siglo XVI ya se podía intuir que el sistema gre- mial era incapaz de abastecer el mercado interior: su declive en los dos siglos siguientes fue lento pero imparable El primer gremio del que se con- serva documentación en España es el de los canteros y albañiles, que nació en la Barcelona de 1211

populares: tan solo Florencia tenía 21 gremios a mediados del siglo XIV y el de los sastres controlaba a unos 30.000 trabajadores ». A esto, el historiador añade que Flandes y Alemania tampoco fueron ninguna excepción y que en Francia, lugar que vio nacer a este tipo de corpo- raciones, eran especialmente im- portantes: solo en París había 120 gremios . Estas instituciones profe- sionales llegaron a nuestro país en el siglo XIII y experimentaron un fuerte de desarrollo en el siglo si- guiente, sobre todo, en Cataluña. El primer gremio del que se tiene do- cumentación es el de los canteros y albañiles , que nació en la Barcelo- na de 1211 . En todos los gremios, el compo- nente religioso fue muy importan- te , de manera que muchos toma- ron el nombre de Santos. Además, la caridad y la ayuda mutua consti- tuyeron dos pilares fundamentales: pagaban los gastos de los funerales de sus miembros y proporciona- ban ayuda financiera a las viudas y huérfanos de los fallecidos. Todos los países también tenían en común que albergaban en su seno diferentes tipos de gremios. Por una parte, estaban los de artesanos : ade- más de los nombrados panaderos,

DE LOS GREMIOS A LOS COLEGIOS PROFESIONALES: MÁS DE OCHO SIGLOSDEHISTORIA Las asociaciones gremiales nacieron en la Europa del siglo XII con el fin de proporcionar ayuda y protección a los profesionales que desempeñaban un mismo oficio; en ellas se agruparon desde artistas hasta comerciantes, pasando por herreros, panaderos y hasta mendigos

curtidores y albañiles, había tejedores, cu- chilleros, merceros, tintoreros, guarnicione- ros, herreros, armeros, cerrajeros y joyeros, entre otros, que cubrían todos los aspectos de la vida diaria. En palabras de Cartwright, «algunos gremios se basaban en el tipo de material con que trabajaban sus miembros en lugar del producto final propiamente, por lo que, en Francia, por ejemplo, había gremios separados para los fabricantes de hebillas en función de si usaban latón o co- bre. Así también, los gremios de los fabri- cantes de rosarios se distinguían por el material que empleaban para hacer sus cuentas, ya fuera hueso, ámbar, azabache o cualquier otro». Por otro lado, existían gremios de merca- deres , cuya máxima preocupación era que

les robasen sus mercancías, ya fuera cuan- do estaban siendo transportadas o cuando permanecían almacenadas. « Viajar en gru- pos y protegerse los unos a los otros ofrecía la mejor solución […] En países como Ingla- terra, los gremios de comerciantes asistían a sus comunidades: sus miembros debían hacer donaciones caritativas de alimentos, vino y dinero para el clero, los pobres y los necesitados. La clase política de las ciuda- des provenía típicamente de los gremios de mercaderes, dando lugar al surgimiento de una poderosa clase media». La popularidad de estas asociaciones de trabajadores llegó hasta el punto de que los mendigos entretejieron sus propias corporaciones para salvaguardar sus inte-

Echando la vista atrás y adoptando una mi- rada histórica, los gremios son el germen de los actuales Colegios Profesionales. Sur- gieron en Europa durante la Baja Edad Me- dia para defender los intereses de los pro- fesionales que desempeñaban un mismo oficio y su denominación no es casualidad: la palabra ‘gremio’ procede del latín, en concreto, del término ‘gremium’, que sig- nifica ‘regazo’, ‘refugio’. Siguiéndoles la pista, la primera noticia que se tiene de ellos llevó a los historiado- res hasta la Francia del siglo XII, donde los panaderos de Pontoise crearon su gremio en 1162 y los curtidores de Rouen siguieron los mismos pasos un año más tarde, en

1163. Ambos obtuvieron permiso por par- te de las autoridades para ejercer y regir sus actividades en exclusiva. Por la misma época surgió la hansa parisina , una comu- nidad de comerciantes que se convirtió en dueña y señora del Sena: obtuvo mediante una carta real, en 1170, el privilegio exclu- sivo del comercio fluvial en el suburbio de París, y percibía derechos sobre el tráfico de Normandía a Borgoña y viceversa, expli- ca el profesor universitario Isaías Covarru- bias en su ensayo académico ‘La Economía Medieval y la emergencia del capitalismo’. Dentro de los gremios se establecieron tres niveles o categorías profesionales. El aprendiz entraba a formar parte de la cor-

poración desde que era solo un niño o un adolescente gracias a un contrato que su padre firmaba con el dueño del taller y se preparaba durante un tiempo, entre cuatro y ocho años, para alcanzar el siguiente ran- go. El oficial constituía el peldaño interme- dio, el trabajador del taller en sí. Si quería llegar a convertirse en maestro , el punto más alto del escalafón, debía superar una prueba en la que estaba obligado a crear una ‘obra maestra’, una tarea nada senci- lla. No obstante, la recompensa merecía la pena, ya que un maestro adquiría el dere- cho a abrir su propio taller o negocio. Con el paso del tiempo, la condición de maestro se hizo hereditaria, generando verdaderas

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