GURME Sevilla 33 Otoño 2024
Psicólogos de barra
“El trato con el público hace que mi trabajo sea distinto cada día”
sociable, aunque me gustaría seguir mejorando y parecerme más a mi padre en ese sentido. Aún hoy, cuatro después de que falleciera, cada vez que me enfrento a un reto o a una situación difícil me sigo preguntando cómo reaccionaría él ante eso o qué consejo me daría. ¿Qué herramientas utiliza en su día a día con la clientela? Lo principal es ser agradable y saber lidiar las si tuaciones difíciles. Ya venga el cliente de buenas o de malas, siempre hay que tener una sonrisa. Mi padre siempre tenía buenas palabras con las personas que llegaban. Realmente no, porque cuando yo empecé al frente del bar él estaba a mi lado y pude trabajar con él tres años antes de que se fuera. Cuando ya no estaba tuve algo de susto pero ya tenía mis herramientas para gestionar el personal, los proveedores y el público. Quizás lo que más me haya costado haya sido tratar con el equipo, saber ponerme seria cuando tengo que hacerlo y al mismo tiempo generar un buen ambiente de trabajo. ¿Cuáles son sus funciones en el bar? Básicamente me encargo del personal y hago trabajo de campo en la barra. Los proveedores y la cocina los lleva mi marido, Manuel Martín. Es una suerte tenerle ahí porque así nos com prendemos y nos apoyamos en momentos de estrés. ¿Sintió vértigo cuando se sintió al frente del negocio?
Blanco Martín abrió sus puertas en 2017 en los bajos del edificio de oficinas Sevilla 2. Era la con tinuación de un concepto de cocina que había arrancado ocho años antes a pocos metros de allí: Martín Blanco, un establecimiento en el que el desaparecido hostelero José Blanco consi guió llamar la atención del público sevillano con su pasión por las setas y su sabroso arroz. Aunque la cervecería original ya no existe, Blanco Martín sigue guardando la esencia de esa cocina de aires extremeños que tanto gusta en Sevilla y son Lucía y su marido los que están al frente del bar, aunque su hermano y su madre siguen siendo socios del negocio familiar. José Blanco murió el verano de 2020 tras una rápida enfermedad, pero su carisma y su don de gen tes quedó en el adn de su hija, que atiende en el
establecimiento con la soltura y la hospitalidad que ha heredado de su padre. Tras una reforma este verano, el estableci miento ha regresado con una nueva imagen en la que ha ampliado la barra, ha unido los dos locales que integraban el negocio y ha abierto el espacio con puertas correderas que fusionan la terraza con el interior. Nos sentamos a charlar con Lucía de su día a día, de su manera de atender al cliente y del gu sanillo que le ha enganchado a esta profesión. ¿Qué aprendió de los años trabajando junto a su padre? De él lo aprendí todo: desde su constancia en el trabajo a cómo se desenvolvía con el cliente. Cuando decidí entrar en el negocio sé que a mi
padre le dio pena porque quería que siguie ra estudiando, pero en el fondo se alegró de que optara por seguir sus pasos. Al abrir el nuevo bar, él decidió ponerme al frente, aunque siempre estaba ahí como una figura omnipresente. Me dejaba hacer lo que yo quisiera pero siempre podía consultarlo todo con él. Me daba libertad y al mismo tiempo me guiaba. A la hora de tratar con el público, él siempre recordaba todos los nombres y tenía mu cha facilidad, le gustaba desde su anterior trabajo en Purina. Más que camarero, él era un relaciones públicas nato. Yo, sin embargo, empecé como camarera, un poco más en la sombra, y ya con el tiempo he aprendido a desarrollar también esa faceta
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