GURMÉ Tío Pepe

Generaciones en Rama

en otras zonas vinícolas, conociendo vinos que me sorprendieron muchísimo. Pero me di cuenta de la identidad tan marcada que tienen los vinos de aquí y quise volver para saber más de ellos. Imagino que habrá pocos enólogos no vocacionales… A.F.: Pocos, porque no hay tantas bodegas. Yo pertenezco a la primera promoción de enólo- gos de la Universidad Rovira i Virgili, que era la única que lo ofrecía hace años, y ahora ya hay al menos 20 universidades con esa titulación. Silvia, ¿se ve cerca de alcanzar el conocimiento de su padre? S.F.: El conocimiento que él tiene es fruto del tiempo y la experiencia. A.F.: Silvia lleva tres años eligiendo conmigo las botas para Tío Pepe en rama, seleccio- namos unas 96 de un total de 20.000 y yo siempre las marco con estrellas. Ahora la dejo a ella que las clasifique, porque es la mejor manera de aprender. S.F.: No es nada fácil, él lleva muchos años en esto y sabe perfectamente qué está buscando.

“Tío Pepe me enseña todos los días” Antonio Flores

Antonio Flores nació en la bodega de González Byass y siempre tuvo claro que seguiría los pasos de su padre como enólogo. Ahora es su hija Silvia la que recorre ese camino, demostran- do que la vocación tiene tanto de genética como de apego. Juntos peregrinan cada jornada entre miles de botas buscando y seleccionando los mejores vinos, una responsabilidad que Antonio transmite con la pasión de un buen maestro y Silvia recibe con la disciplina de una buena aprendiz. Tercera generación de enólogos, ¿esta profesión va en el ADN? Antonio Flores: Evidentemente hay parte que se hereda y parte que se adquiere. Yo he vivido en la bodega desde niño y el ajetreo de allí era algo habitual para mí. Como cualquier persona joven uno no quiere imitar a su padre pero al final el mundo de la bodega me ganó, porque nací y viví allí. Por supuesto hay una parte de aprendizaje, y cada día se aprende algo nuevo, lo que hace que siga teniendo ilusión y por eso no me retiro aún. Tío Pepe me enseña todos los días. Silvia Flores: Yo no nací en la bodega pero es evidente el vínculo emocional que tengo con la bodega y el vino, con lo que sí creo que sea parte de mi ADN. Recuerdo ir a la bodega a ver a mi abuelo e incluso conservo una foto en la que tendré unos tres años y salgo haciendo el gesto de beber de una botella de Tío Pepe. Ahora qui- zás sería políticamente incorrecto (risas). A.F.: El vino es una cuestión cultural y hay que saber beberlo. Cuando yo era pequeño iba a ver a mi padre y me daba una copita para probar, entonces era normal.

portante por la tradición familiar, porque sabe que el que nace en la bodega y su padre le transmite esa pasión es el que siente realmente su trabajo. Somos eslabones de una cadena y lo importante es que no se rompa. S.F.: Yo soy sumiller especializada en vinos de Jerez y estuve trabajando

Silvia, ¿cuándo tuvo claro que se dedicaría a la bodega? S.F.: Siempre he tenido ese vínculo y desde los 18 años participaba cada año en las vendimias para sacar unos ahorros. Después quise salir de ese ambiente, por aquello que decía mi padre de no querer seguir los pasos marcados, pero al final la vida te hace volver al origen y recuperar tus raíces. Yo salí, he trabajado en Madrid, Bar- celona, Alemania, y al final he vuelto a mis raíces y es lo mejor que he hecho. A.F.: González Byass hace una apuesta im-

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