Gurme Córdoba 16 Primavera 2024
Fogones con acento
Pero como los matrimonios se respetaban un poco, me dieron permiso de residencia en el exterior.. ¿Por qué se enfocó a la hostelería en Córdoba procediendo de un sector tan distinto? Porque yo era ingeniero, pero dirigente, nunca ejercí de ingeniero concretamente. Aquí la inge niería mecánica es montar un taller con la tec nología que existe, por ejemplo en los coches. Pero en Cuba todos los coches son antiguos, es fácil ser ingeniero [ríe]. En España existe una tecnología más avanzada. Y a mí siempre me había gustado la fiesta, mi cubanía no la he perdido [ríe]. Yo ya había estudiado todo esto en el primer año que vine a Córdoba, el 95, y cuando volví en el 97 ya tenía la idea más clara. Así que monté un restaurante en Ciudad Jardín, en la calle Julio Pellicer, sin saber ni lo que era una Coca-Cola [ríe]. No tenía ni idea de nada. Se llamaba Amigos de Cuba. La experien cia fue regular. Un día me puse a asar un lechón con carbón dentro de la cocina, aquello cogió candela y casi me ahogo. Menos mal que lo pude apagar. Entonces Alberto Fernández, que había puesto en el centro, en Cruz Conde, la sala Cuba, me ofreció poner en ella una barra para mojitos en la parte alta. Se
llamaba sala Cuba no porque tuviese nada que ver con Cuba, sino porque la discoteca tenía
forma de cuba. Vaya casualidad
Sí, luego pasé a gerente. Y más tarde a propie tario. También desde los noventa puse caseta en la feria, la sala Cuba. Y durante parte de la época de la Sala Cuba tuve un pub, Sandunga, detrás de El Corte Inglés. También donde estu vo Moncloa puse Sala Cuba II y estuve llevando La Torre como gerente. En los negocios no siempre se gana, hay numerosos desequili brios, y era la Sala Cuba la que equilibraba todo. Pero entonces nos convencieron desde el Ayuntamiento de irnos al Arenal. Traspasé la sala y montamos allí la Sala Cuba en torno al 2005 ó 2006. Había hecho un proyecto, todo en tiempo y forma, y después de seis meses allí nos dicen que debemos desmontar toda la infraestructura. Estábamos donde ponen la caseta de la Diputación y nos dijeron que que rían aquello diáfano. Yo había montado un local digno que podía haber usado la Diputación. Metieron en unas naves del Ayuntamiento todo lo que yo tenía, y lo tuve que vender como cha tarra. La alcaldesa entonces, Rosa Aguilar, nunca me concedió una entrevista. Aquello supuso mi ruina. Del enfado, y como no tenía nada que perder, llegué a disputarle la alcaldía en 2007 [ríe]. ¿Cómo? Sí, me presenté a la alcaldía con mi partido, Olivo Independiente. Mi lema era de pelo en pecho. Mira [nota de la redacción: Gustavo enseña un cartel electoral donde sale con el torso desnudo, con una imagen del Guadalquivir detrás, esto sucedía un año des pués del popular desnudo de Albert Rivera con su primer cartel de Ciudadanos]. Si te contara Me metí en la construcción, para hacer obras, luego me fui a Madrid y estuve llevando un complejo de habitaciones. Madrid no me gustó, volví a Córdoba y me quedé con el Chuletero de Alcolea. Ese fue mi renacer. Pusimos una cama elástica para saltar, a los niños les encantaba porque era espectacular. Así conseguí salir de mi vida no te la creerías [ríe]. ¿Cómo salió de la situación?
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