Gurme Sevilla 18-Invierno 2020
ENTREVISTA
poco de ajo sin más, y eso aquí se consume poco. En mi casa siempre se mantuvieron las costumbres sicilianas, ya que vivíamos en un barrio italiano y era fácil hacerlo. Mis abuelos siempre hablaban en italiano, pero lo hacían tomando mate a todas horas. Es una contradic- ción que de pequeño no apreciaba pero ahora me hace gracia. ¿Qué impresión causa Sevilla a sus amigos y familiares cuando le visitan? Han venido a verme primos y se quedan sor- prendidos de lo que decía antes, la vida en los bares y en la calle. En Argentina se hace mucha vida en casa porque todo es más costoso en la calle, aunque ahora quieren implantar la cultura gastronómica de la tapa y que sea más asequible comer fuera. Lo normal allí es salir una o dos veces en semana pero aquí la gente sale a diario a por su cervecita y su tapa. También me encanta eso de comer tanta gente del mismo plato, meter cada uno su tenedor, es algo muy íntimo y cercano aunque ahora no se
pueda hacer. Nos quieren meter en casa y que cenemos a las siete pero eso es muy difícil de conseguir en zonas donde hay tanta luz como aquí. Cuando viví en Londres era lo que más echaba en falta, la luz. ¿Tiene pensado quedarse siempre en Sevilla? De momento estoy bien aquí. Como no tengo familia cerca valoro mucho a los amigos que tengo. De hecho, Sevilla es la única ciudad a la que he vuelto, porque primero vine unos años, me fui y después regresé hasta la fecha. Un argentino trabajando en una peña fubto- lera del Sevilla. ¿Se vive igual la afición aquí que en su país? Aunque la del Sevilla es una afición muy apasionada en Argentina es más fuerte. Yo soy del River Plate y allí se vive muy intensamente tanto en el estadio como en la calle. El Sevilla Fútbol Club me gusta pero vivo los partidos como un aficionado, no como un hincha.
¿Quién es?
A sus 42 años tiene un largo periplo de destinos a sus espaldas, un argentino de Buenos Aires ennoviado con una chica alemana que de momento no quiere moverse de Sevilla. Siempre, dice, ha tenido claro que se ganaría la vida con sus propias manos, y así hace cada jornada en la cocina de La Peña, donde recibe toda clase de pescados que el mismo prepara minuciosamente para deleitar a su público. También se le da bien la artesanía y la pintura, aunque lo que más le gusta es coger su mo- chila y su furgoneta y escaparse a hacer senderismo o a perderse con su bici en plena naturaleza.
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La buena tapa sevillana es la de toda la vida.
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