Pasión en Córdoba 20230222

P ORQUE Manuel Valera ama el arte, ama también las matemáticas. Con ellas puede calcular los mi- límetros precisos de una corona o de la rocalla de unas potencias. Con ellas organiza el trabajo y sabe que el exceso es tan peligroso como el defecto. «Un taller de orfebrería artesanal que intenta ser artístico no puede tener más de tres o cuatro personas. Tienes que or- ganizar mucha faena, preparar muchos diseños, muchos desarrollos, controlando que todo el mundo esté traba- jando, pero a la vez tienes que trabajar tú». Con más ya es industrial. Deben ser pocos y familia, como es su caso: «Aguantar las tensiones del trabajo es complicado, pero más de cuatro es muy problemático, porque el jefe de ta- ller pierde demasiado tiempo en organizar y su mano de trabajo se tiene que notar». A las siete de la mañana ya está todo el mundo en su sitio en el taller, que ahora está en el coqueto Parque Em- presarial Pedroche. El trabajo acaba a las tres y él vuelve por las tardes. Termina cosas, organiza, diseña y prepa- ra presupuestos para la mañana siguiente. De su cabeza y de sus manos y de las de su gente han salido más de veinte coronas para toda España y piezas para herman- dades importantes de toda Andalucía. De la Virgen del Valle de Sevilla a la Paz de Córdoba hace pocos meses. —¿De qué obra está más orgullosa, si es que puede pre- ferir a algún hijo? —Como tengo tan mala memoria, hay veces que vienen las piezas después y digo «¿y esto lo hemos nosotros? Pues es muy bonito». Cuando vuelven es como los hijos que se van fuera. Las coronas quizás sean piezas emble- máticas y la diadema de coronación de la Virgen de las Angustias de Valladolid pensamos que salió bien. Es tan intenso nuestro trabajo que no queda tiempo para rego- dearse. Las potencias del Cristo de la Conversión de Se- villa tuvieron muchas dificultades, y cuando las vences tienes mejor recuerdo. A la corona de la Paz le he echado mucho de mí, de técnicas distintas, de todo lo he apren- dido en estos años, de dar capas de simbología distinta. Lleva mucho riesgo en el diseño. Manuel Valera cogió antes el lápiz que el cincel. Nació en 1966 en la calle Buen Suceso y está bautizado en San Andrés. Se formó en la Escuela de Arte Mateo Inurria bajo el magisterio de Antonio Bujalance, Juan Hidalgo del Mo- ral y Francisco Salido y de ellos aprendió dibujo y pintu- ra y recuerda un trato casi paternal. Nunca dejó de pin- tar, pero tiró por el diseño de joyería, la gran industria de Córdoba. «Poco a poco aprendí a modelar, porque nos los

compraban las casas de joyería. Y una cosa llevó a la otra: de la joyería pasamos a la orfebrería y hasta ahora». —¿Y esperaba llegar donde ha llegado? —Cuando empecé fue por afición, porque como siempre he tenido esa inclinación, para mí es lo mismo pintar y esculpir que trabajar en la orfebrería. Mi esposa me de- cía que lo que nos daba dinero era la joyería. Yo perdía el tiempo aprendiendo orfebrería y haciendo las primeras cosas. Pero era una pasión y como todas las pasiones, ló- gica no tiene. Ahora nos alegramos, porque cuando vino la crisis del sector de la joyería, teníamos herramientas para hacer otras cosas. Y le dimos más peso a la orfebre- ría. Es un oficio que es muy vocacional. No se aprende, como la joyería. Incluye tantas técnicas que no terminas nunca de aprender. —¿Es la orfebrería un arte? —Lo he defendido siempre como un arte, porque como todas las artes parte del intelecto, de la creatividad, y la llevas a la práctica en una pieza. Lo que pasa es que tra- bajamos en arte aplicada, es decir, que tiene una utilidad. Desde ciertos sectores académicos, y es un debate que cada vez está más resuelto, se dice que la artesanía no es un arte como tal. Y yo en toda mi carrera he intentado de- mostrar con bibliografía y tratados que Cellini precisa- mente lo que hacía eran obras de arte, y Damián de Cas- tro empezó en la joyería. El arte aplicada debe ser un arte. —¿Y se ha conseguido? —Hoy en día cada vez se les da más peso a la artesanía y se le considera como más artística. Ahí está el gran tra- tado de Juan de Arfe. ¿Qué diferencia hay de una arqui- tectura a una custodia de Juan de Arfe? Ninguna. Son todo medidas, proporciones y matemáticas. Además en el tra- tado trabaja mucho sobre matemáticas y geometría. Es la parte artística de todos los trabajos. Puede ser un poco pretencioso: aspiramos a eso, pero nos quedamos por el camino y puede que no lleguemos nunca. —Ya que ha mencionado a los dos grandes de Córdoba: ¿Arfe o Damián de Castro? —Arfe es el clasicismo, la erudición, la geometría, la ar- quitectura, la lógica, y Damián de Castro es la creatividad desbordada, la libertad absoluta, la huida de las simetrías y de la geometría, que, aunque la gente se cree que no, el rococó tiene muchas matemáticas. Pero sí es verdad que es mucho más creativo y el sello del autor se nota más. Por eso duró tan poco, porque el rococó bien entendido es muy exigente. En Francia duró cincuenta años, se ago- tó rápido, porque no todos los artistas podían. —La orfebrería del palio de la Reina de los Mártires está

24 PASIÓN EN CÓRDOBA √ « Para la orfebrería que hacemos hay un número exacto de personas, y a poder ser, familia. Más de cuatro es problemático y aguantar las tensiones es complicado» MANUEL VALERA: «HEMOS VISTO TANTO QUE LO QUE NOS GUSTA ES LO QUE NO HEMOS VISTO, LO DISTINTO»

«El creador imagina una obra de arte y el diseño es intentar explicárselo a otros. Hasta que no tengamos el ‘bluetooth mental’ no se puede hacer de otra manera»

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