Pasión en Córdoba 20230222
Un amor exagerado
POR DEMETRIO FERNÁNDEZ GONZÁLEZ OBISPO DE CÓRDOBA
T ENEMOS necesidad de un amor que no sea el co- rriente, porque siempre se queda corto. Nuestro co- razón humano necesita fuertes dosis de amor. Y se acercan las celebraciones anuales de laPasión, Muer- te y Resurrección del Señor, donde contemplaremos ese amor desbordante. «Y amor saca amor», decía nuestra San- ta Teresa. Ya nos lo sabemos de otros años, pero la celebra- ción litúrgica trae de nuevo hasta nosotros el misterio ce- lebrado y las representaciones devocionales nos lo hacen palpable, inundando nuestros sentidos. Volvemos a vivir el granmisterio de nuestra fe y volvemos a sentir lo de otros años, con la novedad de la sorpresa que Dios tiene guarda- da en cada momento para cada uno de nosotros. La entrada de Jesús en Jerusalén, a lomos de una borri- quita, es todo un programa de Semana Santa, el mejor pre- gón de lo que va a suceder. Él es el Rey del mundo y viene a nosotros manso y humilde, no cabalgando caballos es- trepitosos, como tantos que han conquistado aquella ciu- dad santa de Jerusalén, sino montado en una borriquita humilde. Su conquista es por vía del amor más grande, por el camino de la humildad y del servicio. Los niños hebreos salieron a su encuentro y aclamaron: «Viva el Hijo de Da- vid, el rey de Israel, bendito el que viene en nombre del Se- ñor, Hosanna». «Si ellos callaran, hablarían las piedras». La euforia y el entusiasmo del Domingo de Ramos se cambiaron en intrigas y cambalaches para una encerrona, una traición, una entrega por treintamonedas de plata. Sa- biendo Jesús lo que le venía encima, preparó con esmero la cena de Pascua. En ese contexto judío de gratitud y de alianza instituye la Eucaristía, el mayor invento de los si- glos: Dios cerca de nosotros siempre, hasta el final de la historia, joven, fresco, vivo, resucitado, el que se entregó por nosotros. Qué gran iniciativa, qué capacidad creativa con tal de estar cerca de quienes ama. Tomad, comed, esto es mi cuerpo entregado, esta es mi sangre derramada. La noche de la pasión fue tremenda: angustia, sudor de sangre, soledad, abandono, traición, en la cárcel, lle- vado de un lugar a otro, condenado injustamente a la pena
capital. Ante el Sanedrín, ante Pilato, con la muchedum- bre en contra, condenado a muerte de cruz. Qué gran via- crucis aquel primer viacrucis de la historia, desde la Fla- gelación al Calvario, cargando con las fechorías de todos los hombres. «Lleva la Cruz abrazada y apenas la senti- rás; porque la Cruz arrastrada es la Cruz que pesa más», canta una saeta carmelita. Él nos enseña a llevar nues- tras cruces y nos asegura su amor en los momentos de cruz. Él no enseña a compartir las cruces de los demás, para hacerla llevadera. Él no nos deja nunca. Y llegados al Calvario, desnudez y clavado a la Cruz. Re- tumbaron aquellos martillazos al mediodía del viernes. Allí estaba su Madre, que lo sostuvo con su mirada y su presencia, qué gran consuelo tener madre y una madre así. Murió como un bandido, rechazado por todos, Dios
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PASIÓN EN CÓRDOBA
UN AMOR EXAGERADO
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