Pasión en Córdoba 20230222

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estación de penitencia a la catedral en la Madrugada del Viernes Santo. Esto fue así durante mucho tiempo. Aran- da Doncel lo tiene documentado en varias de sus publi- caciones, aportando datos como el de los cinco pasos del cortejo, presidido por Jesús Nazareno, María Magdalena, la Verónica, San Juan y la Virgen de la Soledad. El fervor popular y la participación eran notables, pues se habla de escolta y aguaciles para permitir el tránsito por las calles. Así era también la Madrugada en la diócesis de Córdo- ba, y así sigue siéndolo todavía en muchos de sus pue- blos, en los que Jesús Nazareno suscita la mayor devo- ción. ¿Por qué esto no se mantuvo en la capital? La razón fundamental: la normativa de Trevilla, que afectó total- mente a la capital y no tanto a los pueblos, donde hubo revueltas y protestas intensas. Antes que Trevilla, la Ilus- tración, es decir, tanto la ilustración civil (el gobierno) como la ilustración religiosa (obispos y clero) contribu- yeron a menoscabar la iniciativa y la economía de las co- fradías y con ello a que muchas entraran en crisis en todo el reino. Ese menoscabo tuvo en Córdoba capital uno de los mayores impactos de toda Andalucía: 30 años sin pro- cesiones de Semana Santa gracias a Trevilla. Las conse- cuencias se alargaron hasta la actualidad, no sólo en lo que respecta a la Madrugada. Cuando la Semana Santa de Córdoba se empezó a re- cuperar a partir de 1849-50 por iniciativa municipal, no diocesana, del regidor Julián Bustillos, la Semana Santa procesional era un enfermo entubado con respiración asis- tida… Una pena. Además, las cláusulas de Trevilla seguían vigentes y lo que se pretendía hacer por el Ayuntamiento era una procesión de Santo Entierro en la tarde del Vier- nes Santo. Pero volviendo a lo que nos ocupa respecto a la Madrugada, la hermandad de Jesús Nazareno, a partir de 1850, quiso volver a salir en ella, pero no se le permitió hasta 1858. Recuperó entonces la salida de sus cinco pa- sos, que se mantendría hasta 1861, fecha de su última es- tación penitencial tanto en la Madrugada, como en el si- glo XIX. La cofradía continuó sus cultos internos, pero la extinción estaba cerca, al principio del siguiente siglo. Era una cofradía nobiliaria, de sangre azul, muy restrictiva respecto a la integración de hermanos. La crisis del anti- guo régimen aristocrático está detrás de la decadencia de la corporación, junto con la larguísima parálisis que to- das las cofradías llevaban arrastrando desde décadas atrás. La hermandad de Jesús Caído, a finales del XIX, empe- zó a adquirir pujanza. En el último cuarto de dicho siglo, realizará su salida procesional tanto en la Madrugada del Viernes Santo como en la noche del Jueves, pues el cam- bio de día y de horas era habitual en la centuria del XIX. Por ejemplo, la Virgen de los Dolores podía salir, a veces, en un mismo año, el Domingo de Ramos y el Viernes San- to. Incluso estrenó el Domingo de Ramos de 1874 un pa- lio de 8 varales, que no pudo usar ese mismo año el Vier- nes Santo porque las normas de Trevilla, que seguían vi- gentes, también prohibieron los palios. Y ése es otro de

La Virgen de la Merced, al alba del Viernes Santo de 1992 en el Patio de los Naranjos. Arriba, nazarenos de la Buena Muerte y acólitos a la salida de San Hipólito

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PASIÓN EN CÓRDOBA

RESTAURACIÓN DE LA MADRUGADA

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