Pasión en Córdoba 20230222

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nitentes rojinegros del aura inconfundible que ha sabi- do mantener más allá de ocho décadas. El rastro es di- fuso, sin referencias bibliográficas, más allá de los bre- ves pero valiosos apuntes biográficos que aporta el in- vestigador Manuel Pablo Rodríguez Rodríguez en la impagable web Retablo Cerámico en los que, eso sí, se omite cualquier dato del papel jugado como diseñador para la corporación cordobesa. Gracias a esas notas po- demos saber que Jaime Rodríguez Ritton nació en Sevi- lla en 1895, hijo del abogado Juan Rodríguez Borrero; go- zaba de ascendencia inglesa por parte de su madre —de ahí su segundo apellido— que pertenecía a una de las fa-

milias británicas que participaron en la explotación de las minas de Rio- tinto. Intrigan más los datos de su aterrizaje en Córdoba, que ya era un hecho probado a mediados de los años 30 instalando su domicilio de- finitivo en la céntrica calle Alfonso XIII junto a su mujer, una oscense lla- mada Carmen Fuertes con la que no tuvo descendencia. Pero su nombre ya se había unido a la ciudad en la década anterior. Ha- bía firmado el maravilloso azulejo de la Virgen de los Dolores fabricado por Laffite en la fábrica trianera de Los Remedios para la que también reali- zó distintos azulejos para la antigua Fábrica de Tabacos, la actual sede de la Universidad de Hispalense, inclu- yendo un escudo de Sevilla con tim- bre republicano que sobrevivió a los 40 años de dictadura. Rodríguez Ri- tton pintó a la Señora de Córdoba con tonos azules y un fondo amarillo con una impronta muy parecida a la que ya había empleado para realizar un pequeño retablo cerámico de la Sole- dad de Castilleja de la Cuesta en 1921, localidad para la que ornamentó la

Arriba, enseres de la hermandad del Señor de la Caridad en una exposición. Debajo, una de las personales varas de acompañamiento en un nazareno con tabardo

bóveda de la capilla sacramental del Gran Poder de la pa- rroquia de la Concepción. El de los Dolores de Córdoba es de 1924 pero tuvo que esperar hasta 1937 —un año cru- cial para la historia de nuestra Semana Santa— para ser instalado y bendecido en su actual ubicación junto a la cabecera de la cuesta del Bailío. Esa circunstancia refuer- za su papel de pintor ornamental ligado a la pujante in- dustria de la azulejería sevillana, espoleada en aquellos años gracias al reiterado impulso regionalista y la este- la de la exposición iberoamericana. Rodríguez Ritton también había trabajado para otras fábricas como la Ra- mos Rejano y el efímero taller de Nuestra Señora de la Antigua que había fundado él mismo junto a otro cera- mista apellidado Martínez según aporta la citada web.

Nació en Sevilla, hijo de una mujer de ascendencia británica, y antes de definir a la Caridad fue el autor del azulejo de la Virgen de los Dolores en el Bailío

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RODRÍGUEZ RITTON, EL RASTRO DIFUSO DE UN CREADOR

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