Pasión en Córdoba 20230222

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la ciudad, Antonio Delgado Sánchez, y Fray Albino Gon- zález Menéndez-Raigada, recién elegido obispo de la dió- cesis de Córdoba, que culminaron el 7 de marzo de 1947 con la firma en Roma del breve pontificio de la corona- ción de la Virgen de Araceli. Este hecho ya dio lugar a una multitudinaria y jubilosa manifestación espontánea en las calles de Lucena. La coronación de la patrona se ha- bía conseguido y ahora quedaba el reto de llevarla a cabo a la altura que se merecía. Señala Ruiz que fueron años de escasez económica, especialmente en la posguerra, pero también de ilusio- nes compartidas. «Se buscaron las manos más capacita- das para los trabajos artísticos, sin descuidar el aparta- do espiritual, llevándose a cabo toda una campaña de in- formación al pueblo que, con sencillez y naturalidad, se preparó durante años para aquel 2 de mayo de 1948», afir- ma. Recuerda que toda Lucena se volcó aportando dona- tivos, en función de sus posibilidades, para materializar las preseas, aunque «lo más valioso de ellas no está en el oro ni en la habilidad artística de su autor, sino en el es- fuerzo, el cariño y la fe con que se fueron construyendo» en aquel tiempo. La culminación del proyecto en aquella mañana llu- viosa, reflejada en decenas de fotos en blanco y negro que hablan de la devoción y el amor de los lucentinos por su patrona a lo largo del tiempo, supuso en palabras de Antonio Ruiz, «una inmensa alegría, tanto para las per- sonas implicadas directamente como para el pueblo lu- centino y aracelitano». Para Rafael Ramírez Luna, hermano mayor de la ar- chicofradía aracelitana, la coronación canónica de la Virgen «fue el final de un largo camino de ilusión que se vio culminado con la alegría de ver reconocida la devo- ción a María Santísima de Araceli, un proceso en el que todas las capas de la sociedad lucentina se involucraron para que pudiera alcanzarse, y con la forma en la que se reconoció la devoción que se profesa a la Virgen en esta tierra». Los primeros avances se dieron en las décadas de 1920 y 1930, pero fueron lentos primero por la falta de información y luego por la irrupción de la Guerra Civil

Arriba, el altar donde la Virgen de Araceli esperó su coronación canónica. Debajo, el momento en que se le ciñe la corona, después de que, como es preceptivo, se haya hecho también con el Niño Jesús

Cayetano González realizó las coronas de la Virgen y del Niño mientras que José María Pemán fue el autor de la letra del himno del acontecimiento

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LA VIRGEN DE ARACELI, EN SU DÍA GRANDE DE ORO Y LLUVIA

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