Pasión en Córdoba 20230222

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tinatario. El triduo evoca la Santísima Trinidad (y el Tri- duo Sacro), aunque en tiempos recientes, por su brevedad, se aplica a todo tipo de titulares, desde el Santísimo Sacra- mento hasta una Dolorosa o un santo; el quinario conme- mora las Cinco Llagas, y se dedica siempre a una imagen de Cristo, con pocas excepciones como San Francisco, por su condición de santo estigmatizado; el septenario conme- mora los Siete Dolores de la Virgen y se aplica a imágenes dolorosas de María… o a San José, por sus Siete Dolores y Gozos que corresponden a los siete domingos previos a su solemnidad. El octavario recuerda las Bienaventuranzas, y se ofrece por causas diversas: desde venerar a varios san- tos, con frecuencia agrupados —como se hacía a los San- tos Mártires— hasta rezar por la unidad de los cristianos; la octava se celebra siempre en los ocho días siguientes a una solemnidad y tiene, en ocasiones, carácter festivo o, al menos, de acción de gracias. La novena es la forma más extensa de este tipo de cul- tos; el simbolismo de su número es más difícil de precisar, aunque algunos teólogos señalan quemarca el número de días de espera y oración que transcurrió entre la Ascen- sión y Pentecostés. De hecho, las novenas, más que otros ciclos de culto, sirven de preparación a una solemnidad como la Inmaculada Concepción, o a una conmemoración como los Fieles Difuntos. Aunque esmayoritaria, no es uná- nime ni obligatoria la celebración en días sucesivos. En ocasiones un quinario puede abarcar cinco viernes conse- cutivos. La hermandad de los Dolores, hace décadas, dis- tribuyó así su quinario al Cristo de la Clemencia. Aunque actualmente los cultos se asocien indisoluble- mente a la misa, la realidad es que son, en sí mismos, ac- tos autónomos y diferenciados. De hecho, hasta hace me- nos de 70 años, los cultos de las cofradías tenían dos par- tes separadas en el tiempo: por lamañana, muy temprano —nunca después de las nueve—misa rezada y pocomás y, por la tarde, la parte solemne, con exposición del Santísi- mo Sacramento, sermón (atención: sinmisa), rezo del ejer- cicio, bendición y reserva, todo ello ilustrado con acompa- ñamiento musical de coro y, a veces, incluso de orquesta. Durante algún tiempo, incluso, la fiesta de regla —siempre en domingo— se iniciaba con una temprana misa maña- nera algo más solemne de lo habitual, se daba un receso para el desayuno —que en ocasiones sufragaba la herman- dad convocante— y a media mañana comenzaba la fun- ción solemne propiamente dicha con un orden similar al de los días anteriores por la tarde. Todo eso acabó, primero, con la relajación de las anta- ño exigentes normas de ayuno eucarístico; más tarde, la implantación de las secuelas prácticas del Concilio Vatica- no II impuso la centralidad de la misa como acto princi- pal… y a veces excluyente del culto católico. No es casuali- dad que los años de crisis y decadencia de los grandes al- tares de cultos levantados en los años 40 y 50 coincidieran con las primeras y apresuradas aplicaciones de la reforma de la liturgia emanada del Concilio, con su ‘Novus Ordo’.

MIGUEL ÁNGEL

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PASIÓN EN CÓRDOBA

TRIDUOS, QUINARIOS Y NOVENAS

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