Pasión en Córdoba 20230222

Imágenes con leyenda propia LA GÉNESIS DE LA VIRGEN DE LA FUENSANTA Y LA SALUD COMPARTEN CON LAS ANGUSTIAS UN LUGAR EN LA MITOLOGÍA DE LA CIUDAD

E L santuario de la Fuensanta, que hoy sirve como parroquia de la barriada desarrollista del mismo nombre, ha soportado no pocos naufragios. Lo que no consiguieron los franceses lo logró el ‘fue- go amigo’ que desmanteló el retablo —trasplantado sin sentido a Nueva Carteya— y desportilló los muros bus- cando una idealizada medievalidad que acabó siendo re- suelta con un insólito alicatado. Mejor no seguir por ahí… El caso es que la memoria de la patrona de las cofradías cordobesas —que se esfuerzan cada año en el empeño de abanderar una devoción más o menos entumecida— res- ponde a una hermosa historia de apariciones y aguas mi- lagrosas a la que se une la leyenda menuda de ese caimán que despertaba los terrores de los niños de otro tiempo. Hablar de la Fuensanta es oír el tintineo de campani- tas de barro, llenar botijos diminutos y saborear avella- nas verdes. Pero todo tiene su origen en una leyenda que no se escapa de un patrón muy extendido en los viejos reinos castellanos. Ramírez de Arellano recoge la histo- ria en su imprescindible ‘Paseos por Córdoba’, libro de bi- tácora de cualquier cordobita que se precie y hasta tes- tamento patrimonial de una ciudad que, en tantos casos, ya no existe. Merece la pena refrescar la memoria. La historia empieza en los primeros años del siglo XV, protagonizada por Gonzalo García, un humilde cardador de lana del barrio de San Lorenzo —con mujer e hija im- pedidas— que salió un día al campo, calle del Sol adelan- te, por la antigua Puerta de Baeza. Se encontraba apesa- dumbrado y desesperado con su situación personal pero cerca del arroyo de las Piedras se encontró con dos be- llas jóvenes y un muchacho que le indicaron que tomara agua de la fuente que allí se abría y se la diera a tomar a su mujer e hija para que encontraran la salud. Gonzalo se apercibió —reza la leyenda— que era la mis- mísima Virgen María, acompañada de Acisclo y Victoria, los patronos de la ciudad. Compró un jarro, lo llenó y los llevó a su casa. Aquellas mujeres sanaron, propagándo- se por la ciudad la virtud de esas aguas… Tuvieron que pasar veinte años aún para que un eremita de la Albaida que bebió de la misma fuente para aliviar la hidropesía que soportaba recibiera la revelación definitiva. En el hueco de un cabrahígo cercano se encontraba oculta la imagen de una Virgen. Enterado el obispo Sancho de Ro- jas hizo cortar el árbol, apareciendo la Virgen que ben- decía aquella fuente santa. A partir de ahí se escribe la historia: el cabildo levantó a sus expensas el humillade- ro que da cobijo al famoso pocito y hasta el santuario que han llegado hasta nuestros días abrigando una devoción más o menos arraigada en la ciudad, según los tiempos… Pero hablar de aguas milagrosas y de imágenes maria- nas aparecidas nos llevan a otra devoción adormecida , aún más postrada que la de la Fuensanta, que otorga tí- tulo y hasta fechas a la feria de mayo. Hablamos de la me- nuda Virgen de la Salud. La advocación, las circunstan- cias de su hallazgo y hasta el maridaje con un pozo de

POR ÁLVARO R. DEL MORAL

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IMÁGENES CON LEYENDA PROPIA

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