Pasion en Sevilla 142 febrero 2023
José Luis Amoscótegui Gil Impulsor de la cuadrilla de los Estudiantes «Nunca entendí por qué había que pagar a unos individuos para sacar a tu Cristo y a tu Virgen»
POR JOSÉ GÓMEZ PALAS
E s el joven barbudo con camiseta negra de tiran tas que aparece sonriente en la célebre foto de la cuadrilla ante el paso del Cristo de la Buena Muer te en aquel recordado Martes Santo de 1973. José Luis Amoscótegui Gil (Madrid, 1951) ha pasado a los ana les de la Semana Santa como el verdadero impulsor del nacimiento de la primera cuadrilla de hermanos costa leros en Sevilla. Sin el impulso, sin las ganas por calarse un costal de este inquieto estudiante de Derecho, nada hubiera sido lo mismo. Fue capaz de convencer con sus argumentos a toda una junta de gobierno y removió Roma con Santiago por vivir la experiencia de salir de costale ro. Como promotor de la idea, la hermandad le encargó la difícil labor de captación entre las distintas facultades de los jóvenes aspirantes para formar la cuadrilla. Des pués de reunir a 36 aprendices de costaleros y tras meses de duros ensayos al mando de Salvador Dorado ‘El Peni tente’ y de Manolo Santiago, aquellos ‘niños costaleros’, como se les empezó a conocer, estaban preparados para asombrar a Sevilla. —¿Cómo se le ocurrió plantear a la hermandad de los Estudiantes una idea en apariencia tan descabellada? —Yo me había hecho hermano de los Estudiantes recién ingresado en la Universidad. Y fue en tercero de Derecho cuando contacté con Juan Moya Sanabria, que era dele gado de Juventud, para exponerle mi idea. Yo había espe
rado al momento en que entró una junta de gobierno algo más joven y más abierta para dar el paso adelan te. Juan me dijo que éste era el momento y me buscó una cita con Ricardo Mena, que era el hermano ma yor. A Ricardo le agradó mi idea pero me advirtió de que debía sopesarla con su junta. Y así fue. Aunque las votaciones de junta son secretas, Ricardo me dio a en tender que la cosa había estado… ummmm… discuti da. Y fue, sin duda, la fuerza de Ricardo Mena la que sacó e impulsó el tema adelante. Él fue el que de ver dad se la jugó. Me citó otra vez y me dijo: «Hala, tú mis mo, venga, adelante». —¿La hermandad le dio carta blanca y le hizo res ponsable de la labor de captación? — Así es. La primera idea que tuve fue enviar una car ta a los hermanos en edad universitaria para citarlos aquí en la hermandad. Por el fichero sacamos más o menos las edades, de 18 a 26-27 años. Fueron aproxi madamente 300 cartas. Pues bien, a la cita sólo apa recieron cinco universitarios que, a juzgar por sus es taturas —un metro noventa y tantos—, debían ser ju gadores de baloncesto de algún equipo universitario. Como yo ya tenía algo de conocimiento sobre asuntos del costal, pues me dije que era imposible que esos as pirantes se metieran bajo el paso. ¿Qué suplemento le íbamos a tener a meter a la trasera? Era imposible, así
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PASIÓN EN SEVILLA
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