Pasion en Sevilla 142 febrero 2023

RECHI

ción inmediatamente posterior eran los insultos y los abucheos. Me llamaban de todo: «Fascista», «revienta asambleas», «eres de la brigada social». Y en más de una ocasión sufrí algún percance. En Ciencias, un grupito me tiró por las escaleras del decanato, y en Medicina —en tonces estaba de obras el Virgen Macarena y había un montón de escombros— me apedrearon un Seiscientos que yo tenía, Ceferino , muy popular en la facultad de De recho. Si un pedrusco de esos me llega a dar en la cabe za, allí me quedo. Y así se empezó. Y pegando carteles en los pasillos para que el boca a boca hiciera que aparecie sen más aspirantes por la hermandad. —¿Desde cuándo le empezó a rondar por la cabeza la idea de poder sacar un paso con costaleros aficiona dos? — Nos tenemos que retrotraer a mi época de juventud-ca dete. Yo iba con mi padre a la función principal del qui nario del Museo, que era mi hermandad de cuna, y veía la capilla llena y hasta gente que se quedaba fuera. El día de la salida procesional yo veía el fervor que existía en cada hermandad con sus imágenes. Y viendo toda esa fe

que se desechó. Entonces, enviamos una segunda carta a los 300 de antes más otros 300, porque se amplió la edad. Pero también se presentaron muy pocos hermanos. La verdad es que en ese momento me decepcioné muchísi mo. Le confesé a Ricardo que no me esperaba una res puesta así, pero él me dijo que la iniciativa estaba apro bada y me alentó a seguir con la labor de captación. En tonces fue cuando me dije: «Si la montaña no viene a mí, yo iré a la montaña». —¿Y cómo se las ingenió para reunir a los aspirantes necesarios para formar la cuadrilla? — En aquellos momentos en que la Universidad estaba tan convulsionada, empecé a recorrerme todas las facul tades. Todas las semanas solía haber asambleas en las aulas magnas de las distintas facultades. Y allí me iba yo con mi pinta de barbudo a pedir la palabra. Me subía al atril micrófono en mano, y allí, con 500 o 600 estudian tes escuchándome, soltaba la apología de lo que quería mos hacer. La respuesta inicial era un silencio tremendo y caras de extrañeza. Mirándose unos a otros se decían «¿pero este tío quién es?, ¿este tipo qué dice?». Y la reac

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EL CACHORRO NUNCA MUERE

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