Pasion en Sevilla 144 junio 2023

Con la Venia

El Cachorro a contraluz

POR JUAN MIGUEL VEGA

perpetuo, la ciudad, Sevilla, permanece en su sitio; fé rreamente asentada sobre el eje de sus coordenadas: la luz, el misterio, la belleza, la gracia.... y la guasa. Y, sutil mente, también nos habla de ella; nos cuenta su histo ria, la de verdad. Sevilla revela su realidad íntima a tra vés de pequeños detalles, en un relato minimalista que siempre debe leerse entre líneas. Y lo hace cuando me nos se espera. En la pasada Semana Santa, tan inmen sa de brillo y generosa de acontecimientos extraordina rios, hubo un instante concreto en el que la ciudad se manifestó de forma especial y nítida, como seguramen te en ningún otro lo hizo. Fue el Sábado Santo, venía el Cachorro por Alfonso XII camino de la Campana para sumarse al cortejo del Santo Entierro Grande. La luz del sol declinante, velada por una neblina como si fuera la nagüilla de una cruz de guía enlutada, se proyectaba tras el imponente crucificado, alargando su sombra so bre el recto asfalto de la noble calle. Venía el Cachorro, venía Jesús Nazareno, y parecía venir desde otro tiem po, levitando sobre la vira de oro de Romero Murube que le marcaba el camino de la ciudad. Describir, no ya la belleza, la magia, el embrujo, lo sublime de una escena que hacía estremecer el alma, es algo para lo que sería necesario inventar palabras nuevas. Venía el Cachorro a contraluz y Sevilla, en la serenidad de una tarde que languidecía, nos abrió su alma y mostró su verdad. Las crónicas de la pasada Semana Santa puede que hablen poco de ese instante, pero créanme, fue lo más grande de cuanto ocurrió en toda esa semana en la que tantas cosas grandes pasaron. Quien lo viviera sin haber de sentrañado nunca el enigma de Sevilla, seguro que en tonces lo comprendió todo, aunque también es muy po sible que ahora no sepa explicarlo.

L as crónicas de la Semana Santa ida dejarán cons tancia en el futuro del esplendor con el que dis currió, de las masas humanas que la envolvie ron, de la benevolencia de la meteorología que permitió el lucimiento de todas las hermandades, de los aciertos en las modificaciones de horarios e itinerarios y el generoso esfuerzo con el que fueron asumidos por las cofradías; y, cómo no, resaltarán el brillante colofón que le puso un Santo Entierro Grande, cuyos preparati vos resultaron tan controvertidos como admirable su desarrollo, hasta el punto de que no fueron pocas las vo ces que al término de la procesión abogaban por su re petición cada tres o cuatro años. Voces que acaso no más allá de quince días antes habían estado relatando (en tiéndase el uso de este verbo en la peculiar acepción que el sevillano le otorga) de la Magna Procesión: que si el itinerario exclusivamente por la carrera oficial era ‘sólo para abonados’; que si falta tal paso; que si este sobra; que si aquel lleva no sé qué banda que no le pega; que si organizar un Santo Entierro Grande no viene a cuento porque no hay motivo... Nada que pueda sorprendernos. Será el barroquismo, la dualidad tópica esa que nos atri buimos o lo que sea, el caso es que aquí los bandazos es tán a la orden del día. No hay más que ver el historial de resultados de las elecciones municipales. En la varie dad está el gusto, dicen. Será eso, sí. Pero mientras los analistas, ya profesionales de la crónica, ya espontáneos de barra de bar, hacen oscilar sus criterios de costero a costero como un péndulo de Faucault en movimiento

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PASIÓN EN SEVILLA

EL ÁLBUM DE LA SEMANA SANTA DE 2023

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