Pasion en Sevilla 149 mayo 2024

Cinco mil años tirando pétalos LA MODA DE LAS PETALADAS, EN PLENA EXPANSIÓN, LLEGÓ A LA SEMANA SANTA DE SEVILLA EN LOS AÑOS 70

POR JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ

T ras la pasada Semana Santa mucho se ha habla do de una práctica en plena expansión como es la de organizar petaladas o lluvias de flores so bre las imágenes. Una tradición propia de las hermandades de gloria y sacramentales de los pueblos que en los años 70 irrumpió con fuerza en la Semana Santa de Sevilla, sobre el palio de la Esperanza de Tria na. Sin embargo, la práctica de arrojar flores al paso es una tradición milenaria que han compartido desde em peradores y reyes y que la propia Iglesia ha empleado en numerosas celebraciones de carácter popular. Vaya mos al origen. De China al Imperio Romano Hace 5.000 años, en la antigua China cultivaban rosas con el fin expreso de usar sus pétalos para lanzarlo al paso de sus emperadores. Egipto y el mundo clásico representado por Grecia y Roma mantuvieron la tradición de salpicar con flores sus ceremonias. Agasajo de vivos y difuntos. De casa mientos bendecidos por pétalos que caían del cielo so bre los nuevos contrayentes. Aquello derivó en el arroz –como símbolo y deseo de abundancia en el matrimo nio–, incluso, en el confeti. En Europa, desde la Edad Media, se utilizaron pétalos de flores para halago de reyes y nobles. Y esa tradición también formó parte de la Iglesia que, históricamente, em pleó la lluvia de flores como tributo al Santísimo y, tam bién, formaron parte de otras celebraciones religiosas.

Por ejemplo, en Roma, es tradición que el día de Pentecostés caiga desde lo más alto del Panteón una lluvia de flores cuya espesura oculta el suelo de mármol del templo de dicado a Agripa. Una tradición de los pueblos

Las hermandades Sacramentales emplearon las flores para dignificar el paso del Santísimo en las procesiones de impedidos o del Corpus, arrojando pétalos al paso de la Custodia. Esos pétalos se transformaron, en otros lu gares, en las alfombras de sal tan populares en Canarias y otros lugares del mundo con motivo de diversas festi vidades de la Iglesia. Para celebrar el Día de la Cruz, en el municipio ma lagueño de Alhaurín el Grande, arrojan desde 1970 in gentes cantidades de pétalos de rosas sembradas por los propios vecinos sobre el Cristo de la Vera Cruz. Pero en el sur se popularizó la tradición de arrojar flores, especialmente, sobre las Vírgenes de Gloria. Una tradición arraigada, sobre todo, en los pueblos por un motivo muy sencillo: la abundancia de flores en sus cam pos. Pensemos en finales del siglo XIX o primera mitad del siglo XX. La industria de la flor cortada no existía como tal. Las hermandades recurrían a flores silvestres, naci

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