Pasion en Sevilla 151 diciembre 2024

VIRGEN DE LOS R EYE S

La Madre de Sevilla

teje la familia Ramitos en la esquinas de esa tumbilla que no es más que la brújula que marca el camino devocio nal del sevillano. Nadie sabe por qué en la oscura madru gada de la víspera de la Asunción hay peregrinos que de safían la distancia para caminar hacia Ella, herederos de una tradición que halla en cada paso un motivo más para sentir que la felicidad se esconde en el puerto amable de sus manos. Nadie sabe qué se esconde tras las décimas que riman al albor de unas lágrimas que brotan con sólo verla, manantial caudaloso de las ausencias y fuente de agua viva frente a la soledad que habita en la memoria y araña el corazón. Nadie sabe por qué después de tanto tiempo esperán donos, Ella sigue estando ahí. Sí, en ese altar de la gloria ante el que se postraron los más poderosos y los más hu mildes para rogarles todos su protección. No, nadie lo sabe. Cómo tampoco sabemos hacia qué horizonte de eternidad miran sus ojos tranquilos, ni por qué entre sus labios se esboza una leve sonrisa que calma el dolor de los jirones del alma. ¿Y qué más dan entonces los por qués si la verdadera recompensa está en que siga salien do a nuestro encuentro aunque ni siquiera la busque mos? Lo es todo por ser Ella y es nuestra por ser Sevilla. Todo lo demás es por su propio ser como Virgen, Patro na y Madre. Esa por la que Dios reina y que será para siem pre nuestra Virgen de los Reyes.

POR MARIO DAZA

H AY porqués que no necesitan justificarse y ges tos que se explican por el simple hecho de que suceden. Y no hace falta más si es la Virgen la que está justo en medio de esa encrucijada en tre Dios y el pueblo, pues es ahí donde encuentra su ver dadera razón de ser. Nadie sabe por qué el sol de la auro ra agosteña refulge en la piedra que enmarca los muros de la Catedral para alumbrar el rostro nacarado de la jo ven de Nazaret. Nadie sabe por qué San Fernando vio en Ella la espada sin sangre y la cruz de la verdad que lo em pujaron hace casi ocho siglos a reconquistar Sevilla con la fuerza de la Palabra y la bondad del Niño eterno que juguetea entre sus brazos. Nadie sabe por qué esta ciu dad la tiene como el ancla más firme que sustenta la fe en sus más duros temporales y como el oasis que calma la sed de sus desiertos más áridos. Nadie sabe cuáles son las palabras que musitan los la bios de sus camareras cuando sólo ellas la tienen delan te para envolverla de amores entre oros, sedas y joyas. No, nadie sabe por qué razón de ser huele a nardos en di ciembre como metáfora de esas mil varas que cada año es ue la n er ro os o en m on ue u fe ma la n as. di ño

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