Pasión en Sevilla Cuaresma 2023

Francisco Pacheco menciona indistintamente el rojo o el púrpura cuando habla del manto con el que Jesús es presentado al pueblo: «...un manto de púrpura encarnado...» El inventó triunfó definitivamente cuando la reina Victoria de Inglaterra acudió a la boda de su hija con un vestido de este brillante color violeta que en España tomó el nombre de ‘mauveína’ o ‘malveína’

LUIGI BEVILACQUA

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El mauve Todo cambió precisamente durante la Semana Santa de 1856, lejos de Sevilla. Du- rante las vacaciones de pas-

cua del London’s Royal Co- llege of Chemistry, el jo- ven estudiante William Henry Perkin, de diecio- cho años, intentaba descu- brir un camino para produ- cir artificialmente quinina, el remedio utilizado entonces con- tra la malaria. En el laboratorio de su casa comenzó

a mezclar ingredientes tomando como base el resi- duo aceitoso y oscuro que generaban las lámparas de gas del Londres victoriano. Obtuvo una cocción un tan- to desagradable que deshechó, pero al limpiar el tubo de ensayo observó que tenía un vivo color violeta. En- tonces pudo comprobar que aquella sustancia podía te- ñir de forma duradera un trozo de tela: había encontra- do el primer tinte artificial de la historia, que en un prin- cipio bautizó como ‘púrpura de Tiro’, pero después decidió cambiarle el nombre: fue un acierto comercial llamar- lo ‘mauvine’, tomando como referencia el ‘mauve’ (vio- leta en francés). El invento triunfó definitivamente cuan- do la reina Victoria de Inglaterra acudió a la boda de su hija con un vestido de este brillante color violeta que en España tomó el nombre de ‘mauveína’ o ‘malveína’. El color se transformó en un signo de distinción de la nue- va clase emergente, una burguesía que necesitaba nue- vos espacios de afirmación (las plazas decimonónicas, la propia Semana Santa, la vajillas de la Cartuja… y el

color de sus vestidos). Y luego llevaron nuevos colores sintéticos, que procuraban una vida más duradera a las prendas teñidas, menor incidencia de la luz y por tan- to mayor durabilidad del color. En 1875, había siete vendedores de tintes para texti- les en Sevilla. entre ellos los de los hermanos Fernan- do e Hilario Bourrelier. La Pasión según Sevilla ya te- nía para entonces su color particular y pleno de signi- ficados. La seda teñida de «mauve» inicia una revolución en la moda e identifica el ascenso de una nueva clase social. En el recuadro, terciopelo liso ‘a filo unito’ elaborado en los talleres venecianos de Bevilacqua con telares del siglo XVIII

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PASIÓN EN SEVILLA

EL CACHORRO NUNCA MUERE

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