Pasión en Sevilla Cuaresma 2023

Asuntos Internos

Un costal por derecho José Luis Montoya

POR FÉLIX MACHUCA

una de las habituales reuniones que tenían en el Coliseo con Luis Rotllán, prioste de los Estudiantes, lo comentó. Dejando claro que aquel trono lo llevaban sobre sus hom- bros hermanos de la cofradía. Lo que, posteriormente, comentara o pudiera comentar Luis Rotllán en la her- mandad, no lo sabemos. Pero sí es cierto que, en aquella reunión del Coliseo, José Luis Montoya se enteró de que los Estudiantes estaban dando los primeros pasos para fundar una cuadrilla costalera con los niños de la Univer- sidad. Y él iba a ser uno de los integrantes, soportando la leña de la cuarta trabajadera como costero del pasocris- to primero, y después del palio. Puntualiza Montoya que las ideas son de los que las ponen en práctica. Y en Sevilla, la idea de los hermanos costaleros de los Estudiantes la puso en práctica José Luis Amoscótegui, universitario y hermano. Para bus- car los recursos humanos indispensables se cribaron muchas facultades. No hubo problemas. Los estudian- tes se prestaron con tanto entusiasmo como afán iden- titario el poder entrar bajo las trabajaderas. El resto lo pondrían las enseñanzas de Salvador Dorado ‘El Peni- tente’ y de su mano derecha, Manolo Santiago, media- dor muchas veces, entre los diptongos personales sur- gidos del dueño del martillo y los bachilleres de costa- leros. El Penitente siempre fue un hombre de impetuosa sociabilidad, cien por cien producto de la cantera cos- talera del muelle, que nunca llegó a aprenderse el nom- bre Amoscótegui. Cuando llamaba a la cuadrilla para arrancar una levantá, El Penitente preguntaba con aque-

O ctogenario en perfectas condiciones físicas para correr la media maratón, por una liviana difi- cultad ocular, fue a pasar una revisión médica hace unos meses. La doctora no se creyó al ver- lo la edad del DNI y le mandó que se desnudara de cin- tura para arriba para auscultarlo bien. Montoya, siem- pre Montoya para su amplio entorno de conocidos, le dijo a la médico: «No sabe usted la de años que no me dice una mujer lo que usted me acaba de decir…». A la doctora hubo que aplicarle oxígeno para que pudiera res- pirar del ataque de risa que le entró. Muchos años antes de que Monti sea uno de los octogenarios más atléticos de España, fue entrenador nacional de atletismo, había sido corredor de cien metros y uno de los integrantes fundacionales de la primera cuadrilla de hermanos cos- taleros de los Estudiantes. Hasta la trabajadera lo llevó esa concatenación de casualidades que trenzan los acon- tecimientos para hacer real tu destino. Porque en uno de los viajes pagados con los que la Federación Nacional de Atletismo obsequiaba a sus entrenadores más relevan- tes, le toco un balcón en la calle Larios malagueña para que viera a los hombres de trono. Rememora tanto tiem- po después la seriedad, el rigor y la ausencia de efectis- mos gratuitos con el que desfiló un trono llevado por hombres vestidos de etiqueta. Cuando llegó a Sevilla, en

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PASIÓN EN SEVILLA

EL CACHORRO NUNCA MUERE

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