Revista GURMÉ Córdoba verano 2020
ENTREVISTA
Se enamoró de Córdoba nada más verla. Desde entonces, su corazón está dividido entre México y España. Aquí tiene a buena parte de su familia y en seis años ha conse- guido hacerse un nombre en el panorama de la restauración local. Comenzó su anda- dura en un puesto de Los Patios de la Marquesa, pero pronto supo que había que dar el salto a un proyecto propio. A finales de 2016 su sueño se hizo realidad con la primera sede de El Tecolote. Tres años des- pués ha desembarcado con sus antojitos en su segundo local, un tributo al México más kitsch. ¿Se imaginaba su vida tal y cómo es ahora cuando salió de su país? No eres del lugar donde naces sino de donde quieres estar. Yo tengo una hermana que se vino a España antes y después llegaron mis padres. Me enamoré de Córdoba. Conseguí tra- bajo aquí durante unas vacaciones. Yo era delegada comercial de farmacia y así recorrí toda la provincia y la de Jaén. Al tiempo conocí al que hoy es mi marido y ya tenemos un hijo de 10 años. La crisis de 2008 nos golpeó muy duro a ambos y tuvimos que reinventarnos. Sólo encontrábamos trabajos precarios y un curso de principios básicos de cocina de Cruz Roja me cambió la vida. Como yo siempre he dicho que sí a la Cruz Roja, me animé a acep- tar. Fue un curso de seis meses súper especia- lizado y me sirvió muchísimo. Y mi marido estudió un curso especializado en pastelería. Pero, entonces, ¿cómo una profesional del mundo de las finanzas acaba entre peroles? Cuando ambos finalizamos esta formación que acabo de referir, abrieron Los Patios de La Marquesa. Hicieron un convenio para contra- tar a gente capacitada que provenía de Cruz Roja. A mí me propusieron para la cafetería y a los pocos meses se quedó libre un puesto que fue donde empecé con El Tecolote. Fue un camino muy duro de trabajar durante 15 horas diarias de lunes a domingo. Muy bueno para coger bagaje pero muy exigente. Unos ojos inspiraron El Tecolote ¿no?
Sí, mi hijo cuando era pequeño tenía unos ojos enormes y yo le decía cariñosamente ‘tecolo- te’, que en México es un búho que puede ser símbolo de la buena suerte. Además, el nom- bre tenía mucha fuerza y eso era lo que buscá- bamos para nuestro negocio. ¿Tuvieron desde el principio claro el estilo del restaurante?
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Existen muchas cocinas dentro de la mexicana, al igual que ocurre con la española, cuyas particularidades nada tiene que ver de norte a sur
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