GURME MÁLAGA 10 VERANO 2025
Hay personas que, incluso sin pretender lo, despiertan empatía. Porque, aunque no te dediques a la cocina, hay algo uni versal en la historia de Emiliano Schobert que apela a lo más humano: esa sensación de empoderamiento que te atraviesa cuando todo se tambalea y no queda otra que levantarse. A este chef argentino afincado en Málaga desde 2019, los últimos meses
le han dado tantas alegrías como penas. Solo unas semanas después de ganar su primera estrella Michelin con Blossom , lo que fue una dulce sorpresa, se convirtió en una catarsis colectiva cuando el fuego devoró su pequeño restaurante en la calle Strachan. Pero fiel a su carácter resiliente, el golpe no le paralizó. Tras una semana de perplejidad por lo ocurrido, enca jar el golpe y aceptarlo, Schobert entendió que lo único que cabía era rehacerse. Reiniciar. Volver a cocinar. Pero reducir su historia a una estrella —o ese incendio— sería quedarse en la superficie. Detrás de ese brillo hay décadas de trabajo callado, una vida dedicada a la docencia —su primera voca ción— y una manera de entender la cocina como si fuera una extensión natural de su forma de ser: rigurosa, didáctica y perfeccionista. De Bariloche a Málaga, pasando por representar a su país dos veces en el prestigioso concurso Bocuse d’Or en Francia y por la creación de su propia escuela culinaria, Schobert ha preferido siempre el camino del detalle al de la pose. Junto a su mujer, Lucía De Biaggio , ha levantado Blossom como quien construye una obra minu ciosa, sin atajos, sabiendo que lo que permanece es aquello que se hace con método y con cabe za. En 2019, en un viaje familiar por Europa, descu brieron Málaga. No lo buscaron, pero decidieron quedarse. Blossom nació como una cafetería, evolucionó a gastrobar y acabó convertida, casi sin querer, en uno de los espacios más singula res del centro de Málaga. Ahora, con la estrella Michelin brillando sobre sus mesas —y también sobre sus cicatrices—,
Schobert sigue mirando al futuro con la certeza de que, más allá de premios y reconocimientos, lo que sostiene un restaurante es la capacidad de sobreponerse, reorganizarse, contar con un equipo comprometido y seguir afinando cada pase como si fuera el primero. Hoy Blossom mira al futuro con nuevos planes —entre ellos, mudarse al Museo de Málaga — pero con la misma convicción de siempre: la excelencia no es un punto de llegada, es una forma de hacer las cosas. Con la perspectiva que da haber superado las dificultades, Emiliano Schobert (Emi, como le lla man todos) nos recibe al otro lado del teléfono con esa calma que solo tienen los que saben que la verdadera fortaleza no está en evitar los golpes, sino en cómo se sale de ellos. Antes de comenzar, menuda montaña rusa de sensaciones: ¿Cómo has vivido el vértigo de la estrella Michelin seguido del incendio en el restaurante? Fue una situación extraña, dura. El equipo y yo estábamos en una especie de nube, y de repen te, el incendio. Lo sentimos como un cachetazo. Me costó una semana aceptar lo que había pasado y empezar a moverme. Cuando te ocurre algo así, la primera reacción es quedarte blo queado. Pero una vez que le encuentras la vuel ta, te das cuenta de cosas importantes, como el equipo que tengo. Se pusieron la desgracia al hombro, literalmente. Lo emocional fue más duro que lo material. El fuego arrasó con pare des, instalaciones... pero eso se arregla. Lo difícil fue perder esas vajillas, esas herramientas que habíamos ido reuniendo poco a poco, piezas diseñadas artesanalmente solo para nosotros, que tenían valor emocional. Pero bueno, aunque
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