GURME-Provincia Nº10-Primavera 2021
ENTREVISTA
¿Cómo ha vivido la situación generada por la pandemia? Está siendo duro. Nosotros fuimos de los primeros en abrir en cuanto se pudo sin saber cómo iría la cosa. Como tenemos una amplia terraza, nuestros clientes siempre han venido con seguridad, sabiendo que podíamos mante- ner la distancia y que nos esmerábamos con la limpieza. En cuanto a los trabajadores, he man- tenido a los siete que tengo en plantilla porque somos un equipo. Cuando estaban en el Erte tardaban en cobrar y a alguno que estaba más apretado le avancé un poco de dinero porque no los iba a dejar tirados. Después ha venido un invierno muy duro pero espero que volvamos pronto a la normalidad, tengo mucha confianza en mi clientela. ¿Es una responsabilidad estar al cargo de un negocio con tantos años? Al principio sí que me sentí un poco observa- do porque hice algunos cambios y no estaban exentos de riesgo. Tuve que quitar las tapas en la terraza los fines de semana y eso generó algún rechazo pero el público se adaptó y hoy día el negocio está encarrilado. Tengo un buen equipo y trabajadores que llevan conmigo ya muchos años, así que tengo menos miedo y más confianza. Estar todo el día ahí. Me gusta ver la reacción de los clientes, estar encima de todo y sobre todo, confiar en mi equipo. Gran parte del mérito de lo que estamos consiguiendo es de Antonio Aparicio, que lleva muchos años conmigo y ha aportado mucho a nuestra cocina. También respetar los platos de mi madre nos ayuda a no perder nuestra identidad ni el sabor de nuestros platos. ¿Qué ha supuesto para Bar Goya ganar un Premio GURMÉ? Nos va a venir muy bien para que se hable más de nosotros en Sevilla, te da nombre y prestigio en el resto de la provincia. A su juicio, ¿cuál es el secreto para que un negocio así funcione?
¿Quién es?
Alberto García pertenece a la tercera generación de una familia de hosteleros que lleva más de un siglo trabajan- do en Carmona. Su abuelo, Antonio García Gutiérrez, llevaba la Cantina junto a la antigua estación de trenes de la localidad hasta que se hizo con el Bar Goya, aunque anteriormente este negocio ya había pasado por otras dos manos e incluso se le había conocido con el nombre de Casa Cándido. Cuando su abuelo faltó, fue su abuela, Dolores Vázquez Machado (pariente de los hermanos Machado) quien gestionó el negocio ayudada por algunos de sus diez hijos, aunque finalmente fue Luis (padre del actual propietario) quien se acabó quedando el bar.
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