GURMÉ Tío Pepe
Psicólogos de Barra
Psicólogos de Barra
¿Cree que el cliente sigue apreciando ese tipo de detalles en el trato? Por supuesto y cada vez más porque cada vez es menos usual. Muchas veces incluso nos lo dicen. Nosotros por supuesto podemos equivocarnos también, pero desde la humildad es más fácil corregir ese tipo de situaciones. ¿Es difícil huir en Sevilla de los típicos clichés del “camarero malaje” o el “graciosillo”? De todo hay en la casa del señor, nosotros no damos el servicio que damos y todo el equipo no tiene el mismo patrón: los hay más secos, más cercanos… En todas partes hay camareros graciosillos y secos. Lo ideal es la justa medida y simpático por encima de todo pero si hablamos de extremos, yo los prefiero secos… ¿Cómo es la psicología de barra de Becerrita? Reconocer al cliente cuando entra por la puerta, intuir qué tipo de persona es, no es fácil, es cuestión de kilómetros y de olfato, no hay otra receta. Rafa Ortiz es parte de nuestro equipo desde hace un año y le estoy enseñando como si fuera mi hijo, porque los míos no quieren dedicarse a esto. Muchas veces me pregunta cómo me he dado cuenta de algo y no sé explicarle, es algo que no tiene fórmula. ¿Cuáles son las herramientas que no deben faltar a todo el que trate con el público? Una sonrisa es la mejor carta de presentación que hay, así ya tienes ganado el 50% del trabajo. Hay que ser serio y riguroso, y sobre todo transparente. Hay que procurar que salga satisfecho y que lo cuenten. ¿Y si llegan clientes solos cómo hacen para darle la conversación justa? Ese perfil de cliente sabe muy bien cuando se les puede dedicar tiempo y cuando no. Ellos mismos cuando no se les sigue la conversación siguen a lo suyo. Aprovechando que ahora se presenta el Tío Pepe en Rama 2023, ¿qué importancia tiene el concepto “sin filtros” para Jesús Becerra? Para mí ese concepto habla de gente sencilla, con persona- lidad y que no se deje llevar por tendencias o modas pasa- jeras. Es ser tú mismo, sin forzar nada, con naturalidad.
¿Quién es? Lleva más de 30 años al frente del establecimiento que su padre, Enrique Becerra, montó en un pequeño local de la calle Recaredo con la intención de jubilarse después de una vida entregado a la que fue su gran apuesta: Casa Becerra. Ha convertido ese local de 80 metros cuadrados en todo un santuario de la gastronomía andaluza que ha quintuplicado su espacio y se ha convertido en paradigma del buen servir y el buen comer.
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