Gurme Cádiz N18-Verano 2025

Psicólogos de sala

Psicólogos de Sala Marcos González Galán, de La Marea de Marcos (Jerez de la Frontera)

Claudia GR Moneo Fotos: Antonio Vázquez

Cada mañana se levanta a las 6:30 h. y conduce hasta Bolonia, Barbate, Conil, Sanlúcar… Puede llegar a hacerse 300 kilómetros de carretera en un día con tal de comprar el género perfecto. “Lo miro, lo selecciono, lo acaricio”, expresa con deli cadeza Marcos González Galán (Jerez, 1973) propietario y jefe de sala de La Marea de Marcos desde 2011. El restaurante, emplazado en la calle San Miguel número 3, lo abrió su padre, Manuel González Almagro ‘El Chule’, en el 1981. 30 años después, su hijo mayor, Marcos, junto a su compañera Teresa García Domínguez (Jerez, 1962), tomó las riendas de un negocio familiar que con el paso del tiempo ha ido puliendo hasta convertirlo en un restaurante de referencia para los cocineros de la alta gastronomía. ¿Su truco? Mirar, buscar la calidad y no olvidar que quien está detrás de la barra son personas y no máquinas: “En la hostelería, no todo vale”. ¿Cuáles son sus primeros pasos en el sector de la hostelería? Empecé en esto con 7 años. Mi padre empezó a trabajar de pequeño, porque falleció su padre. Y él ha querido, digamos, focalizar un poquito en mí lo mismo. Me cogía dormido, me metía en el coche y me llevaba al muelle. Después del mue lle preparaba los mariscos, cocía los mejillones… Y así ha sido el proceso de mi vida. Eso ha sido mi infancia, mi adolescencia… trabajar con mi

padre. ¿Qué pasaba? Que yo quería estudiar. Pero me quedaba dormido en las clases; y muchos días no iba. Afortunadamente, por aquel entonces mi padre estaba en Los Caracoles, que ahora es el Mesón El Asador. Y allí iban todos los profesores de mi colegio. Ellos me veían detrás del mostrador intentando estu diar; y al final me saqué el graduado gracias a la ayuda de los profesores, porque es que yo no tenía tiempo para nada. Cuando tenía 11 ó 12 años, le dije a mi padre que me quería comprar una bicicleta. Y mi padre, que era de los que decían: Si tú quieres algo, te lo tienes que currar; montó un bar en el Poblado de Doña Blanca, que era donde vivíamos, para que lo llevara yo. Usted, con 11 años, regentando un restaurante, con la intención de comprarse una bicicleta. Sí. Ese fue mi primer establecimiento. Aquello era un poblado de colonos. Y aquello, bueno, los fines de semana venía algún matrimonio. Pero el resto de la semana la gente iba a beber Marujas, Fino Quinta y cerveza. Y apúntame… Tenía una nevera grande con tiza para apuntar para dejar fiao. Así empecé. ¿Cómo se llamaba el restaurante? Bar El Chule.

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