PASIÓN EN CÓRDOBA 2025

Córdoba parecía imposible entonces. «Nos quedábamos casi hasta que amanecía», recuerda Rafael Zafra de aquel tiempo. Aquella preparación era insólita en aquel tiempo. Rafael Muñoz explica cómo su padre le enviaba al depó sito de Renfe, en Molinos Alta, cerca de donde en aquel tiempo estaban las vías del tren, para que convocase a los trabajadores que quisieran llevar pasos con ellos al man do. La familia Sáez, también grandes capataces de la épo ca, lo hacían en las Lonjas, siempre en busca de trabaja dores con capacidad para cargar peso. Se presentaban el Domingo de Ramos en la plaza del Conde de Priego, y Rafael Muñoz Serrano escogía a los que veía más apropiados: los 24 más altos para el Señor de las Penas, que salía por la puerta ojival de Santa Marina, y los más pequeños para el palio de la Virgen de la Esperanza, que lo hacía desde el local junto al convento de Santa Isa bel. No se hablaba de igualar, como ahora, sino de cuadrar, aunque el capataz se ocupase de que sus hombres se em parejaran por alturas. Eso era todo. No había relevos: sa lían los mismos que entraban, y tenían que sortear una

gustaba el mundo de las cofradías y de llevar los pasos desde muy pequeño. Tenía ilusión tremenda. Todos los días sacaba un paso. El Domingo, los dos de la Esperan za; el Lunes, Ánimas a ruedas, el Martes; la Expiración, el Miércoles Santo, la Paz; la Reina de los Mártires en la Ma drugada, el Santo Sepulcro el Viernes Santo y la Virgen de la Alegría». Los que llevaban los pasos no eran costaleros propiamente dichos, porque no tenían costales, pero Ra fael Muñoz ya empezaba a mirar a aquel modelo. «Mi pa dre fue el primer capataz que se vistió de negro, con el tra je que ahora llevaban todos. Antes podían ir con uno azul marino, o a rayas. Yo mismo lo he hecho así», rememora. La cuadrilla de hermanos costaleros de la Expiración partía de cero en todos los sentidos. «¿Verdes? No esta ban verdes, sino verdísimos, no tenían ni idea de cómo hacerse la faja o el costal», dice. Lo básico. Era normal, porque en Córdoba no se había visto. Rafael Muñoz e hijo eran de los que sí habían estado en Sevilla, y muchos años, conforme entraba la Reina de los Mártires y sin ni siquie ra cambiarse de traje, se marchaban en busca de la Maca

rena, por ejemplo. Sabían poco, pero aprendieron rápido, eso sí, porque entre que los costales que se trajeron eran de buena cali dad y los que se hicieron tam bién respondían, el aprendizaje no fue difícil. Se les enseñó a co locarse, a levantar y todas las formas de andar. Hoy se hacen tres o cuatro ensayos antes de Semana Santa, pero aquella cua drilla necesitaba más rodaje, así que trabajaban todos los sába dos desde otoño y lo hacían re corriendo las naves de San Pa blo. Lo de encontrar un paso en sayando por las calles de Primera cuadrilla de hermanos costaleros del Señor de la Pasión, en 1985. A la izquierda, dos jóvenes haciéndose la faja antes de una procesión

VALERIO MERINO

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